Fuente: El Faro de Ceuta
El cautiverio del entonces teniente de Infantería Francisco Rosaleny
Jiménez y de todos los prisioneros españoles fue tan cruel por parte del
ejército ruso, que lo refleja quien fue oficial del Ejército
Republicano, alistándose a la División Azul con idea de pasarse al
ejército ruso, por lo que el creía en sus ideas de comunismo, y tras 11
años de cautiverio así lo dejó escrito: “el haber vivido en estado puro,
lo que sufre el pueblo ruso, si por algo tuviera que volver a luchar y
poner mi vida en juego, sería para luchar contra el comunismo y contra
el daño que hace a los pueblos” (Julio Jiménez Gómez, falleció el 15 de
diciembre 2004 a los 85 años).
Francisco Rosaleny Jiménez de capitán en Tiradores de Ifni.
Muerto en ‘Krasni Bor’ y resucitado en el ‘Semiramis’
Allá
por el año 1973, cuando leí el brillante historial del entonces
teniente coronel Francisco Rosaleny Jiménez, conseguí el destino en el
Ministerio del Ejército y me presenté para tener el honor de conocer a
un heroico soldado. Su presencia me emocionó. Estaba ante un hombre
sencillo, humilde, campechano y con una sonrisa que expresaba su bondad.
Durante casi una hora estuvimos hablando de su vida militar y nunca
hizo alarde de poseer ningún mérito, y nada menos que estaba ante un
héroe de tres guerras, y en su cuerpo tenía tres heridas, alguna de arma
de fuego, otras de bayoneta y una de ellas de un culatazo de pistola en
la cara de un soldado soviético, y finalmente condenado a tres penas de
muerte en la Unión Soviética.
El
10 de febrero de 1943 el entonces teniente Francisco Rosaleny estaba
destinado en el Sector de ‘Krasni Bor’ (Bosque Rojo), al mando de la 3ª
Compañía del 1º Batallón del Regimiento 262, mandando accidentalmente
dicha compañía por ausencia del capitán.
En la madrugada de
dicho día se desencadenó una fuerte ofensiva de fuerzas rusas, que
lograron romper las líneas del Regimiento 262, de la División Azul. La
compañía del teniente Rosaleny, reforzada por una sección de
ametralladoras, logran contener el fuego enemigo. A continuación, las
fuerzas españolas, en una heroica defensa, llega a la lucha cuerpo a
cuerpo con la bayoneta. El combate fue de tal dureza que de los 150
efectivos de la compañía del teniente Rosaleny, solo quedaron presentes
10 soldados, el resto muertos y heridos.
Agotadas todas las
municiones, las tropas rusas logran ocupar las posiciones españolas,
siendo hechos prisioneros el teniente Rosaleny y el resto de los
soldados. De aquí serían trasladados junto con otros españoles a campos
de concentración, donde en el cautiverio de once años y medio sufrieron
un cruel trato de agresiones, amenazas y toda clase de insultos, algo
impropio de un Estado que pregonaba los derechos humanos.
A
pesar de sufrir durante los 11 años de cautiverio un trato inhumano y de
hasta violencia física y castigos, el teniente Rosaleny y resto de
prisioneros españoles lograron mantener la moral alta y enfrentarse
alguna vez con valentía a los guardianes rusos.
Sobre la
muerte del teniente Rosaleny, obra en mi poder un documento de la
Comisaría de Guerra del Ministerio del Ejército, nº 7081 del 10 de
noviembre de 1944, donde le comunican al entonces coronel Francisco
Rosaleny Burguet que en el libro de bajas de la División Española de
Voluntarios consta que el teniente Francisco Rosaleny Jiménez falleció
el 11 de febrero de 1943. Lo firma el coronel de Estado Mayor, Manuel
Estada.
Once años y medio prisionero en varios campos de
concentración, el teniente Rosaleny, el capitán Palacios y el alférez
Castillo, dichos oficiales y soldados, a pesar de los tratos vejatorios y
arrestos jamás claudicaron. Al contrario, con fuerza y valentía y el
alto honor jamás claudicaron, y por fin, el 2 de abril de 1954
embarcaban en el Puerto de Odessa en el buque ‘Semiramis’, fletado por
la Cruz Roja, donde allí viajaban 280 prisioneros españoles, entre ellos
algunos marinos y pilotos españoles que habían sido retenidos por los
soviéticos. Finalmente, el ‘Semiramis’ atracaba en el Puerto de
Barcelona, donde se puede afirmar que el teniente Rosaleny había
resucitado. Años más tarde, el 31 de octubre de 1968, el Boletín Oficial
del Estado publicaba el 3 de noviembre de 1968 en el nº 247 la
concesión al entonces comandante Francisco Rosaleny Jiménez de ‘Medalla
Militar Individual’, como recompensa a su heroica actuación en el
combate del 10 de febrero de 1943 en ‘Krasni Bor’.
Declaración jurada del entonces capitán Francisco Rosaleny Jiménez sobre la confidencia del cabo banderín musulmán de su compañía del ataque a Sidi Ifni.
Una confidencia que evitó un baño de sangre
Tras su ascenso
a capitán, Francisco Rosaleny Jiménez solicita voluntario destino al
Grupo de Tiradores de Ifni, haciéndose cargo de la 3ª Compañía del
Tabor, cuyo Tabor lo mandaba el entonces comandante José Espejo López,
gran amigo mío y fallecido de general de brigada.
El 21 de
noviembre de 1957, el capitán Rosaleny recibió en su casa por la tarde
al cabo banderín de su compañía, un musulmán nº 3651, el cual le
comunicó que su mujer había oído a unos musulmanes de las Bandas
Rebeldes que tenían previsto, en la madrugada del 23 de noviembre,
atacar el polvorín y entrar en Sidi Ifni en los domicilios de los
oficiales y mandos y pasarlos a cuchillo.
Dicho día, estando
de jefe de día el capitán Rosaleny, se presenta todo excitado dicho cabo
musulmán, diciéndole lo que anteriormente le había dicho, y que tenían
previsto atacar los domicilios de los jefes para pasarlos a cuchillo.
Inmediatamente
el capitán Rosaleny, en compañía de su hermano también capitán, se
trasladan a presencia del coronel-jefe del grupo y del teniente
coronel-jefe de Estado Mayor, por lo inmediatamente se dio la orden de
acuartelar a toda la guarnición, con lo que se consiguió neutralizar el
ataque del enemigo, lo que fue un verdadero fracaso, aunque costó dos
muertos, un soldado de artillería, el centinela del polvorín José Rico
Castelao, un caballero legionario paracaidista y varios heridos.
Años
más tarde, en reconocimiento a su brillante historial, Francisco
Rosaleny Jiménez era ascendido a general de brigada de Infantería, con
cuya muerte se cerraba un capítulo de heroísmo de este brillante
soldado.
Aunque el general Francisco Rosaleny Jiménez goza de
la paz eterna, su vida hace realidad la cita de este intelectual: “los
individuos mueren, pero todas las verdades que han pensado y las cosas
buenas que han llevado a cabo no se pierden con ellos, la humanidad los
recoge y los hombres que pasan sobre su sepultura las aprovechan” (G.
Mazzini. Político y pensador italiano).
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