Fuente: Blog Rutas Marruecas
Cuando llegué a Sidi Ifni por primera vez, hace ya casi una década, me
atrapó su luz, una luminosidad plateada que impregnaba absolutamente
todo, dotando a la ciudad de un aire misterioso que se acrecentaba con
la llegada de la sigilosa bruma atlántica.
La carretera que bordea el extenso litoral acantilado, de playas de arena
blanca bañadas por un océano que nunca se calma, revela inevitablemente
la distancia y el silencio del paisaje atlántico del sur de Marruecos.
El recorrido evidencia el atractivo natural del territorio de Ifni, un
paisaje semidesértico con una topografía abrupta que desde el interior
se extiende hacia una costa no menos escabrosa. Cuando cae el sol y
crees sucumbir al ritmo monótono del trayecto y al brillo cegador del
océano, dos grandes caballos con sus patas delanteras alzadas te
anuncian que por fin has llegado, estamos en el barrio de Colomina, a
poco más de un kilómetro del centro de la ciudad. Este es un ensanche
periférico levantado en una loma que ofrece una amplia perspectiva del
perfil de Sidi Ifni, que también se encuentra en una posición dominante
sobre sus acantilados. Desde aquí, la ciudad parece diseccionada en dos
por el río Ifni, que desemboca en la playa junto al cementerio y su
morabito de cúpula verde.
Teleférico del antiguo puerto de Sidi Ifni.
(Foto: Rafa Ruiz)
Cruzar el río y ascender por las empinadas calles te sumerge en un mundo
tranquilo en blanco y azul de reducidas dimensiones y una familiaridad
extraña que nos transporta a otros lugares de nuestro imaginario. Ya en
la ciudad, observas que entre la población local deambulan algunos
turistas que azarosamente han conseguido llegar a este rincón perdido
siguiendo los ecos de un pasado colonial. Entre ellos es posible
observar a un buen número de surfistas atraídos por las playas
solitarias y sus olas, pero también es habitual la llegada de jubilados
europeos en sus autocaravanas para instalarse en el cálido invierno
sahariano.
La bruma atlántica va y viene como las olas, se adueña de la ciudad y la sumerge en una atmósfera típicamente ifneña.
(Foto: Rafa Ruiz)
Es evidente que Sidi Ifni padece numerosas carencias pero también es
innegable que son múltiples los atractivos que le aportan singularidad.
La ciudad es pequeña y parece desbordarse por los acantilados de su
playa, que la limita a una estrecha franja entre el mar y la montaña. El
diseño urbano no deja de ser algo extravagante, pues la gran parcela
árida que antaño fue un aeródromo sigue ocupando el corazón de la villa
sin que se haya producido modificación alguna en todos estos años,
aunque el deseo de muchos ifneños es que este antiguo campo de aviación
se convierta en un aeropuerto para Sidi Ifni, un proyecto que sería
decisivo para el desarrollo de la zona.
Al sur de la ciudad está ubicado el puerto, que contribuye a la economía
de Ifni con capturas a pequeña escala. Próximos a la zona portuaria se
alzan sobre el horizonte dos gigantes de hormigón, son los restos del
antiguo transportador encargado de trasladar las mercancías que llegaban
en barcos al antiguo puerto español.
Uno de los atractivos del territorio de Ifni es su costa acantilada,
donde la fuerza del mar ha ido horadando el litoral rocoso para moldear
interesantes formaciones, galerías o arcos que comunican las extensas
playas saharianas. Uno de los mejores ejemplos, cuya imagen ha
trascendido más allá de estas tierras, es la playa de Legzira y sus
arcos de piedra, al norte de la capital, un espacio de excepcional
belleza y destino inevitable de turistas y locales.
La fuerza del océano desgasta los acantilados saharianos dibujando un perfil rocoso de formas caprichosas.
(Foto: Rafa Ruiz)
Si algo caracteriza a los habitantes de Sidi Ifni es su inalterable
amabilidad. En su condición existe cierta familiaridad y un optimismo
acentuado, posiblemente una consecuencia del cálido clima sahariano.
Cuando alguien permanece varios días en territorio ifneño sin poner
resistencia al paso del tiempo, se arriesga a ser atrapado por el lugar y
cautivado por sus gentes. Entonces surgirá el interés por saber quiénes
son los ifneños y cómo se construyó esta compleja identidad local.
Necesariamente hay que remontarse a un contexto precolonial que nos
conduce hasta los Ait Baamran, una confederación con un fuerte
componente geográfico, cuya naturaleza se forja en el interior montañoso
del Anti Atlas y se extiende hasta la costa atlántica. La lengua de
esta tribu amazige del sur de Marruecos es el tachelhit, caracterizada
por su originalidad y la diversidad de préstamos lingüísticos manifiesta
en un vocabulario compuesto por el árabe dialectal marroquí, el árabe
clásico, el español o el francés. Y son estas tierras, conquistadas
anteriormente por tribus saharianas, las que incorporó España durante la
ocupación, convirtiéndolas en un enclave colonial al que le asignaron
el nombre de Territorio de Ifni, de límites imprecisos y una
extraordinaria franja costera.
Croquis del territorio que ocupaba la confederación de los Ait Baamran realizado en 1935 por la
Comisión del Cuerpo del Estado Mayor. Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa.
Apartir de entonces los Ait Baamran fueron impregnados por el modelo
cultural español y adquieren el estilo de vida urbano importado por esta
sociedad extranjera de naturaleza diversa, acentuando las relaciones de
identidad y territorio, sobre todo, en la zona urbana de Sidi Ifni.
La sociedad ifneña de hoy es plural y diversa y está compuesta por
saharauis, amaziges y árabes. Entre la población de la villa encontramos
un grupo reducido de residentes extranjeros, por un lado, españoles que
nunca perdieron el vínculo con la ciudad, pero también franceses o
alemanes que, por distintos motivos llegaron a Sidi Ifni y prefirieron
las cálidas tierras del Sahara a las septentrionales de Europa. El
componente migratorio es significativo en toda la región, una parte
importante de la población ifneña ha emigrado fuera de Marruecos,
principalmente, a las Islas Canarias, en busca de oportunidades
laborales y otras muchas cosas que desde este rincón perdido se echan en
falta.
La fundación de Sidi Ifni ha generado un continuo debate acerca de si
hubo o no intencionalidad por parte de España en falsificar los
antecedentes históricos que justificaron la ocupación del territorio.
Entonces se pretendió identificar a Sidi Ifni con un antiguo enclave o
fortín levantado en 1476 por Diego García de Herrera, en nombre de los
Reyes Católicos, llamado Santa Cruz de Mar Pequeña. Esta fortificación
fue abandonada en 1524 tras los asaltos de las tribus colindantes, un
suceso que fue olvidado durante varios siglos. A principios del XX, esta
fortaleza fue erróneamente emplazada en distintos zonas de la costa
atlántica y el territorio de Ifni, por una serie de circunstancias
históricas, fue identificado con esta fundación durante siglos por
España, quizá solo para aprovechar los derechos que el antiguo fortín le
otorgaba.
Con la firma del tratado de Paz y Amistad en 1860, después de la primera
guerra de África o Guerra de Tetuán, Marruecos concedió a España un
territorio para el establecimiento de una factoría de pesca en uno de
sus antiguos enclaves. Los límites no se definieron hasta 1912, en los
acuerdos entre Francia y España que determinaban las fronteras del
Protectorado y reconocían los derechos españoles en suelo africano.
Después de numerosos intentos y la consolidación de los tratados con
Francia se produjo la ocupación de Sidi Ifni en 1934, en un territorio
entre el Jebel Bu Laalam y la costa acantilada y no en el antiguo fortín
de Santa Cruz de Mar Pequeña.
Dos momentos de la antigua plaza de España.
Después de la ocupación se inició un proceso de urbanización que no se
detiene hasta el abandono de la colonia, atribuyendo cierto aire de
estabilidad y continuidad a una ocupación anacrónica y caduca. Sin
embargo, no todo fue equilibrio y armonía en este colonialismo tardío
pues, con la independencia de Marruecos en 1956, España tuvo que hacer
frente al descontento de los grupos armados marroquíes que se agrupaban
bajo el nombre de Ejército de Liberación. Se produjo entonces uno de los
acontecimientos más lamentables desde la ocupación, un conflicto que ha
sido objeto de numerosas adjetivaciones (la guerra «olvidada»,
«ignorada» o «no declarada») y de muy diversas interpretaciones, que se
desarrolló entre noviembre de 1957 y junio de 1958. España se proclamó
vencedora de la contienda debido a la acción coordinada con Francia en
la llamada Operación Huracán. Sin embargo, el enfrentamiento evidenció
la fragilidad de las tropas españolas y su escasa capacidad para
defenderse en un medio tan accidentado. Unos sucesos que aún hoy
perduran en la memoria colectiva de aquellos que fueron simples
espectadores o, más aún, de quienes se vieron envueltos en ellos. El
final de la guerra tuvo como resultado inmediato la desocupación del
territorio colindante de Sidi Ifni, reduciendo la presencia española a
los límites próximos a la capital. Con el cese de las hostilidades se
publicó un decreto por el que la presidencia del gobierno convierte a
Ifni en provincia española junto al Sahara Occidental, en un intento de
reforzar la soberanía de un territorio que comenzaba a desequilibrarse
en un contexto internacional de descolonización.
Con la independencia, Marruecos intensificó sus reivindicaciones sobre
los territorios ocupados por España pero, hasta entonces, ambos países
habían dado muestras de mantener unas buenas relaciones diplomáticas y
no generar nuevos enfrentamientos. Con esta actitud positiva de los
países afectados quedó reforzada la política de descolonización puesta
en marcha por la ONU, favoreciendo el procedimiento de la retrocesión de
Sidi Ifni.
No hay duda de que España comenzó a sentirse presionada por las
resoluciones de la ONU, y da marcha atrás en su insistencia por mantener
un territorio que ya consideraba perdido. En octubre de 1967 anunció el
acuerdo alcanzado con Marruecos ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas y, finalmente, el 4 de enero de 1969 se firmó el tratado
de retrocesión, que fue acompañado de un Convenio hispano-marroquí
sobre Pesca Marítima. Con el inicio del verano, España abandonó
oficialmente Ifni y se convirtió en un acontecimiento que los medios de
comunicación mostraron como un ejemplo de «generosidad aleccionadora» de
España.
Fiestas y celebraciones en la antigua Sidi Ifni.
Con la salida de España del territorio de Ifni la capital continuó su
rumbo para convertirse hoy en una ciudad en desarrollo con reducidas
desigualdades sociales, quizá más acentuadas en la región interior,
donde las pequeñas aldeas sufren mayor precariedad debido, en parte, a
los efectos provocados por el avance de la desertización. A pesar de
todo, la región de Sidi Ifni cuenta con interesantes recursos agrícolas.
La vegetación de su entorno es muy antigua y tiene como protagonista el
argán. Este árbol, que no requiere cultivo, es muy resistente y
desempeña un papel vital en el mantenimiento del equilibrio ecológico y
la estabilidad económica de la población rural, ya que se adapta
perfectamente a las condiciones de sequía de la zona. Del argán se
aprovecha todo y en las cooperativas, principalmente dirigidas y
gestionadas por mujeres, se produce un aceite cosmético muy apreciado en
el mercado internacional, también extraen un rico aceite de uso
culinario, que suele consumirse en crudo y aporta a los platos un gusto
almendrado muy característico y de interesantes propiedades para la
salud.
Cooperativa donde se elabora aceite de argán.
(Fotos: Rafa Ruiz)
Desde hace algunas décadas el territorio de Ifni explota una planta muy
abundante en la zona, la chumbera, convirtiéndose en la mayor producción
de higos chumbos del país. La exportación de este fruto es una de las
actividades económicas más importantes de la región, sobre todo para la
población rural, cuyos focos principales se encuentran en los pueblos de
Mesti y Sbouya. De la misma planta se está produciendo un aceite
cosmético que se extrae de las semillas del chumbo con importantes
propiedades regenerativas que se exporta a todo el mundo. Su producción
es muy laboriosa ya que para extraer un litro de aceite se necesita un
gran volúmen de pepitas secas del fruto. En Sidi Ifni se encuentran
numerosos establecimientos que venden los productos del argán y del
chumbo producidos en las distintas cooperativas.
Producción del chumbo.
(Fotos: Rafa Ruiz)
Junto a estas actividades agrícolas, la ganadería supone una parte
importante de la riqueza del territorio. La población ovina es de
calidad y muy parecida a la merina, también es abundante el ganado
cabrío y representa la economía de la zona rural. El camello es un
animal muy valorado en la zona, pues se aprovecha para prácticamente
todo, es fácil encontrar en el mercado de Sidi Ifni su preciada carne y
su leche. La población avícola es importante ya que el consumo es alto
entre la población por ser una de las carnes más baratas.
Históricamente, los caladeros de la costa atlántica marroquí han sido
muy codiciados, una fuente inagotable de recursos pesqueros siempre
disputada. Actualmente la pesca todavía contribuye al desarrollo
socioeconómico de Sidi Ifni, aunque no es equiparable a las cantidades
de pescado desembarcadas en época colonial. Una parte de las capturas es
vendida en Agadir y las zonas colindantes pero también la pequeña
ciudad de Sidi Ifni es abastecida diariamente con una gran variedad de
especies que llegan al mercado al atardecer.
Finalmente, el turismo podría considerarse una fuente de ingresos para
Sidi Ifni, aunque se trata de una actividad relativamente reducida si
hablamos de turismo internacional, sin embargo, en verano se produce un
aumento considerable de turismo local. En temporada de olas la llegada
de surfistas es manifiesta, en la actualidad Sidi Ifni se ha convertido
en un destino para todos aquellos que huyen de la masificación de las
ciudades surferas del litoral marroquí. En la ciudad se han creado
algunas escuelas de surf, sin embargo, uno de los referentes en la zona,
por su trayectoria y profesionalidad, es el equipo de Ifni Surf, que
cuenta con unas confortables y atractivas instalaciones (hotel,
restaurante, tienda) y un equipo humano excepcional.
Surfistas en las instalaciones de Ifni Surf.
(Fotos: Rafa Ruiz)
Nada es tan reconfortante como pasear por las calles de Sidi Ifni, no
solo por la calma que parece emerger cada mañana desde el océano, sino
también por esa nostálgica decadencia que la caracteriza y que es capaz
de transformar el tiempo. Las fachadas pintadas de blanco con sus
puertas y ventanas de una gran diversidad de azules, otorgan una
apariencia marinera a toda la villa. Las casas de nueva planta se
entremezclan con los edificios del pasado, algunos con una importante
carga histórica y, porqué no decirlo, simbólica.
Sidi Ifni es heredera de un interesante proceso urbanístico desarrollado
durante la presencia hispana desde 1934 a 1969, un patrimonio que ha
permanecido hasta hoy en un desigual estado de conservación. La
arquitectura colonial está concentrada principalmente en la capital del
territorio pero también existen numerosas edificaciones dispersas en sus
alrededores, en las antiguas posiciones y edificios militares, que en
la actualidad se encuentran en un estado de abandono absoluto. Las
construcciones civiles son la únicas que se han beneficiado de la
conservación gracias a la reutilización de los edificios.
Vistas y lugares de Sidi Ifni.
(Fotos: Rafa Ruiz)
La dejadez es palpable entre sus calles, la población aumenta y la
ciudad crece al margen del deterioro y la amenazante ruina de muchos de
los edificios históricos. El patrimonio arquitectónico de Sidi Ifni
juega un papel esencial como testigo del pasado, sin embargo, nadie
parece estar preocupado por frenar el declive de las pretéritas
ambiciones urbanísticas de España. Es cierto que algunas edificaciones
se han mantenido en un buen estado de conservación debido a las
reconversiones de los edificios, como ha sucedido con algunos
acuartelamientos ocupados por el ejército marroquí. Otros edificios han
cambiado su funcionalidad en el transcurso de los años, como es el caso
de la Comandancia de Marina convertida en restaurante; o el edificio de
la Secretaría Naval Española, en forma de proa de barco, que se ha
transformado en vivienda, o el cuartel de Infantería de Marina hoy un
hotel.
También en Sidi Ifni encontramos algunos ejemplos art déco, el estilo
urbano que imperaba en los años treinta del siglo XX, una depuración de
las formas constructivas que proporcionaron a la ciudad cierto aire de
modernidad y que en la actualidad la dignifican.
Este delicado conjunto arquitectónico aguarda estoicamente a ser
apuntalado mientras las evocaciones nostálgicas del pasado penden de un
hilo. Algunos de estos edificios parecen haberse quedado congelados en
el tiempo, como el antiguo Consulado, con sus ventanas tapiadas
guardando celosamente secretos olvidados. Este edificio se encuentra en
la rotonda formada por la plaza Hassan II, antaño de España, junto a la
antigua iglesia que hoy parece casi abandonada. Con una importante carga
simbólica resiste aún el Cine Avenida con su espléndida fachada, a la
espera de retomar sus funciones cinematográficas.
Sidi Ifni no nos dejó indiferentes la primera vez que llegamos hasta
aquí, fueron muchos los viajes de regreso a esta tierra hasta decidir
instalarnos en ella por una temporada. Y aquí estamos, disfrutando de la
calidez de su gente, de sus olas y de la intermitente bruma atlántica,
descubriendo un entorno excepcional que hemos empezado a incluir en
nuestras rutas, una combinación perfecta: un desierto y un océano, quién
da más.
Son muchas las posibilidades de viajes en el entorno de Sidi Ifni, donde encontramos oasis tan
interesantes como este de Tighmert. Fotografía de nuestro amigo Carlos Pérez Marín.
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