Fuente: El Confidencial
Se cumple 50 años desde que España
cedió el territorio de Ifni a Marruecos tras una fugaz pero sangrienta
guerra. Hijos y nietos de los soldados españoles siguen reclamando la
nacionalidad
Lo último que se llevaron los españoles del Ifni fue a sus muertos.
Y hasta eso fue una lucha. Tras la cesión del territorio a Marruecos el
30 de junio de 1969, hubo que desenterrar y embalar a los fallecidos
cristianos -civiles y militares- para su repatriación a Las Palmas de
Gran Canaria. "Aquí yacen los restos de los que regaron con su sangre y
sudor las tierras de Sidi Ifni y Sahara", reza la placa en el modesto
panteón común del cementerio de San Lázaro que honra su memoria. Pero
también se dejaron algo perdido.
Un antiguo cine español en Sidi Ifni. (EFE)
“Regalaron el territorio con nosotros dentro y se olvidaron de nosotros.
Nos abandonaron y nos dejaron sin protección", se lamenta Fátima
Elmalki, una mujer con nacionalidad española que sigue viviendo en Sidi
Ifni, en una conversación con El Confidencial. Habla un perfecto
castellano, con una voz dulce y un tono cariñoso. “Tuve que trabajar en
todo lo que se podía. He tenido que hacer de todo. De todo. Cosas buenas
y malas. Pero tenía que sacar a mi familia adelante”, relata sobre la
muerte de su esposo, que la dejó sola con ocho hijos a su cargo, sin
pensión y ni un mendrugo de pan que llevarse a la boca.
Fátima es una de las centenares de viudas de los soldados
españoles que vivieron y lucharon en la fugaz pero mortífera guerra de
Ifni. Fue la última guerra que libró España.
Y fue un desastre. En apenas seis meses de lucha armada entre 1957 y
1958, las tropas españolas batallaron con el Ejército de Liberación
Marroquí por el control de más de 1.500 kilómetros cuadrados de
territorio -tres veces el municipio de Madrid-. Se estima que hubo en total 800 bajas -unos 300 del bando español-. Aunque las cifras son motivo de debate, como muchos otros aspectos de este conflicto.
Qué pecado hemos cometido
Se la llamó "la guerra oculta" de España,
porque muchos aseguran que fue guerra ignorada, silenciada y censurada
por Franco. Otros creen que el dictador no la ignoró, silenció o censuró
ni más ni menos que otros fracasos del régimen. Pero el resultado fue
el mismo. España perdió el control efectivo del territorio, aunque logró
retener su posición en Sidi Ifni, asediada durante años.
Cuando
finalmente se arrió la bandera española hace exactamente 50 año, Madrid
se desentendió de lo que fue en su momento la provincia 51. Con la
tierra, se entregaron a muchos que nacieron y vivieron durante años allí
como ciudadanos españoles. Algunas siguen peleando en los despachos.
Fátima,
como otras muchas viudas de militares españoles de Ifni, han peleado
con garras y dientes, gastándose un dinero que no tenían en abogados,
para que el Ministerio de Defensa español les conceda una pensión a la
que, según ellas, tienen derecho por haber sido esposas de militares del
Ejército español. Unas lo consiguieron. A otras, como Fátima, se lo
deniegan una y otra vez.
"Soy española. Tengo la nacionalidad
española. Mi padre y mi marido sirvieron en el Ejército español. Eran
sargento y mando de Tiradores del Ifni. Mi marido luchó en la guerra
entre España y Marruecos. Por qué España nos olvida de esta manera",
asegura con voz temblorosa sin poder contener el llanto. Es
superviviente de cáncer, pero dice que su gran dolor es la península. "Qué mal hemos hecho. Qué pecado hemos cometido”, se pregunta Fátima, quien todavía espera una pensión antes de que sea tarde.
Mujer marroquí en una manifestación. (Reuters)
Una guerra "a traición"
El Ifni fue un regalo del sultán Mohamed IV a
España, tras los acuerdos de paz de 1860 que pusieron fin de la Guerra
de África. Su anexión práctica, sin embargo, no se produjo hasta 1934,
durante la II República, en los estertores del colonialismo español.
Tras
el reconocimiento de independencia de Marruecos por parte de España y
Francia en 1956, Mohamed V quiso unificar todo su territorio. El monarca
alentó al Ejército de Liberación Marroquí -apoyado con armas y dinero
por el príncipe Mulay Hassan, futuro Hassan II- para incorporar Ifni al
reino alauí. La noche del 23 de noviembre de 1957, un grupo de
guerrilleros marroquíes atacaron Sidi Ifni. Para los que vivían allí,
fue algo totalmente inesperado. Muchos se sintieron traicionados.
“Teníamos
muy buena convivencia. Allí estábamos todos juntos. Yo tengo unos
recuerdos maravillosos de esa época", cuenta Amparo Asenjo España, quien
vivió la guerra tras mudarse a Sidi Ifni en 1954 con su familia. Tenía
19 años y ni ella nis sus padres y diez hermanos se esperaba el
levantamiento. "Con la guerra se torció todo. Murió mucha gente.
Una vez que acabó, volvimos a estar bien. En la ciudad, en Sidi Ifni,
no éramos tan conscientes de lo que estaba pasando en los puestos
avanzados, pero a los pocos años nos fuimos”, explica a El Confidencial.
España envió a sus soldados a defender el suelo patrio en condiciones muy precarias. Armamento desfasado, equipos viejos, algunos incluso en alpargatas compradas en el zoco, según testimonios de la época.
"Sin
armamento ni munición ni transporte militar y aéreo. Debido a unos
acuerdos suscritos en 1953 con Estados Unidos que impedían la
utilización del material norteamericano en las colonias”, cuentan
veteranos de la Asociación de Amigos de Ifni que lucharon en la
contienda para explicar por qué sus unidades estaban entre las peor
equipadas del Ejército.
Hacer 'la mili' en la guerra
La
tropa fue otro elemento clave en esta guerra inesperada contra
Marruecos. Muchos jóvenes que en ese momento estaban haciendo ‘la mili’
en Sidi Ifni fueron llamados a las armas. Poco preparados e inexpertos,
se vieron atrapados en el complejo tablero geopolítico de la Guerra
Fría, en el que Franco temía una confrontación directa con Marruecos en
un momento en el que era muy poco popular en Europa.
“Me tocó cumplir el servicio militar obligatorio en Ifni y fui con una maleta de madera como único equipaje. Yo tenía 20 años y no sabía ni ubicar ese lugar en el mapa.
Nos montaron en un tren en Valencia que partió a Cádiz, de allí cogimos
un barco hacia las Palmas en un travesía que no fue precisamente un
viaje de placer”, contaba el excombatiente Adolfo Cano en una de sus
conferencias de 2016, un año antes de su muerte.
“En esos primeros momentos, antes del conflicto, por mi
corta edad, vivía todo aquello como una gran aventura. Pero cuando llegó
el momento en que tenía que matar a alguien porque si no me mataban a
mí me cambió la visión de todo. Dentro del conflicto uno no tiene el
pensamiento de estar defendiendo la patria, es más bien una cuestión de
supervivencia", sigue su narración, recogida por el blog El Rincón de
Sidi Ifni.
"Nos habían amaestrado como perros famélicos durante el servicio militar.
Uno no era nadie, llegaba un oficial y te daba dos guantazos y tenías
que tragar. Al individuo lo doblegaban y no eras más que un número con
nombre”.
Interior del 'Cine Avenida' en Sidi Ifni. (EFE)
"Yo soy español"
Ifni, junto con la zona sur del Sahara Occidental -que España cedió a Marruecos en 1975-, fueron los últimos territorios de España en ultramar.
De la noche a la mañana, los hijos y nietos de los que se quedaron
atrás pasaron de ser españoles a marroquíes. Se sienten doblemente
castigados: abandonados por el gobierno español y maltratados por Rabat
debido, precisamente, a su pasado español.
“Al día de la cesión de Ifni lo llamamos 'el Día Negro de la Historia' porque
la ciudad y sus habitantes fueron entregados en contra de su voluntad.
Muchos de los habitantes de Sidi Ifni deseamos que la ciudad siga siendo
española”, explica Ayoub Mdimigh. Y lo dice consciente de que esas
palabras pueden traerle problemas. Ayoub pasó ocho meses en la cárcel
por encabezar junto a otros siete jóvenes las protestas en Sifi Ifni en
2007.
Ha nacido en territorio marroquí, pero se siente hijo de España. “Como la mayoría de los habitantes de Sidi Ifni, solo que la gente mayor tiene miedo a contarlo. Por eso los jóvenes debemos luchar por ellos”, cuenta a El Confidencial, sin pelos en la lengua.
Durante las protestas, más de 7.000 personas salieron a la
calle en Sidi Ifni a exigir al gobierno marroquí el fin del bloqueo y
mejoras en las condiciones de vida. El 7 de junio de 2008, las fuerzas
de seguridad arremetieron contra los manifestantes y llevaron a
disposición judicial a sus líderes. Su cabecilla, Mohamed Amzouz,
pasó un año en prisión por esas protestas en las que pedía la
nacionalidad española para hijos y nietos de los excombatientes del
Ejército español, una escuela para fomentar la enseñanza de la cultura y
la lengua española y la recuperación de los monumentos históricos de la
época colonial.
“No vamos a parar
–dice-. En las de 2007 había 7.000 personas y en las que hicimos en 2016
casi 15.000. En una ciudad de 24.000 habitantes. Mucha gente aquí se
siente española. Y Marruecos lo sabe, por eso somos una región tan
marginada. Nos han impuesto un castigo colectivo como venganza”, sentencia.
Olvidados en el desierto
Para
Luis Ruiz Gutiérrez, el problema es que los españoles de hoy no pueden
extrañar algo que no han conocido. Las bellezas, la mezcla de culturas y
la cosmopolita vida en los antiguos enclaves españoles africanos -con
sus luces y sus sombras-. "En Ifni no solo convivíamos cristianos,
árabes y judíos, sino también gentes de toda España: andaluces,
gallegos, valencianos, catalanes, asturianos, castellanos... Era un
sitio que unía a la gente".
Ruiz, quien
nació y creció en Tánger, regresó a Ifni para hacer la mili y, como
muchos otros, reivindica desde la nostalgia y el realismo la importancia
de la memoria de este pedazo de historia que, pese a ser tan reciente,
se ha vuelto borroso. "Hablas de Ifni con muchachos de 20, 25 años y no saben lo que es.
Pero es que hablas de Tetuán o de Larache o del Sahara y tampoco saben
lo que es", asegura el veterano, quien viaja todos los años a la ciudad
con la Asociación Amigos del Ifni.
Para Mohamed Nouri, el presidente de la Asociación
Alcántara que promueve el desarrollo de las relaciones entre España y
Marruecos, el desconocimiento del conflicto de Sidi Ifni en Marruecos y
en España no tiene que ser algo necesariamente negativo.
“Este
desconocimiento es mayor en las nuevas generaciones. Y me alegra.
Estimo que las nuevas generaciones no tienen porqué estar sujetas y
condicionados por claves de un pasado bélico, por episodios que
afortunadamente no han vivido", asegura el investigador por la paz. "Las
relaciones entre España y Marruecos deben seguir despojándose de los antiguos y rancios hábitos que huelen a naftalina, baúles encerrados y fantasmas. Solo así podemos sanar nuestras respectivas memorias”.
Ruiz
no podría estar más en desacuerdo y habla con pasión de las protestas
de 2007: "Hubo una revolución, que tampoco se ha hablado mucho de ella,
de marroquíes que se levantaron contra Mohammed VI en Sidi Ifni con
banderas españolas. Hoy, que hay tantos españoles que no quieren ser
españoles, ves a estos marroquíes, saharauis, ifneños jugándose la vida por serlo".
Por
eso, en su más reciente visita a Sidi Ifni, casi se le saltan las
lágrimas cuando, conversando con unos amigos en el Mirador de la
Barandilla, unos chavales pasaron saludándolos en español. "¡Bienvenidos
amigos! Esto es Santa Cruz de la Mar Pequeña. Esto no es Marruecos: esto es España".
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