Fuente: ABC Canarias
Es la historia de Helergrut, artífice la llegada de
España al Sáhara. El obispo Suárez de Figaeroa, junto a Luis de la Cueva
y Benavides, señor de Vedma, gobernador y capitán general de las islas,
decían que hasta su muerte estaba recto como una vela.
Se llamaba Helergrut y en los archivos parroquiales de Lanzarote consta su
presencia y hasta casamiento. Cuenta el cronista canario Abreu Galindo
que este bereber vivió 146 años, «vida larguísima para nuestros
tiempos», entre 1446 y 1591. El obispo de Canarias o el capital general de Canarias dieron autenticidad a la edad del hombre que se asentó en Lanzarote tras abandonar la disciplina militar mora en el año 1476.
Antiguo mapa de África Occidental.
Su nombre original era Helergrut.
Y fue llamado así por un padrino de Lanzarote, hidalgo, que así
respondía al llegar a la isla con 30 años. Este famoso bereber era
oriundo de Mar Pequeña, llevó a cabo 46 cabalgadas desde Lanzarote.
«Yo el Cura de la Parroquia de la Villa Capital del Arcángel San
Miguel, casé a Juan el Moro con la hija del molinero», afirma la la
orden de casamiento de la parroquia de Teguise. Como se incendió el
archivo en 1909 no consta su parte de defunción. Pero hay cronistas,
religiosos y militares que constataron su existencia.
En 1591 acompañó en su visita pastoral a Lanzarote al obispo Suárez de Figueroa, junto a Luis de la Cueva y Benavides, señor de Vedma, gobernador y capitán general de las islas,
y de Gonzalo Argote de Molina, provincial de la Santa Hermandad de
Andalucía, yerno del Marqués don Agustín de Herrera, todos los cuales
residían en la Villa señorial de Lanzarote y se
complacían en oír referir varias antigüedades a Juan Camacho,
admirándole no sólo por haber alcanzado tan extraordinaria edad, sino
porque conservaba el cuerpo sano y recto.
En 1878, el capitán de navío Cesáreo Ferández Duro ofreció en Madrid una conferencia y menciona este caso ante la Real Sociedad Geográfica. Años después, Pelayo Alcalá Galiano
en su estudio «Memoria sobre Santa Cruz de Mar Pequeña y las pesquerías
en la Costa Noroeste de Africa», en 1887, en la Revista de Marina del
Ministerio de Defensa, realiza una semblanza de Helergrut.
Pasa a llamarse Juan Camacho
Helergrut adoptó el nombre de Juan Camacho cuando fue bautizado en Lanzarote,
Se casó con 144 años, según nos ha trasmitido el mismo cronista, con
una muchacha de 20 años de la que tuvo un hijo. «No andaba corcobado
(sic) sino derecho» a aquella edad, según relación de Fernando Suárez de
Figueroa, obispo de Canarias.
Al adquirir del rey de Castilla,
Enrique IV, el Veinticuatro de Sevilla, Diego de Herrera, el dominio y
propiedad del Archipiélago se juzgó dueño absoluto de Berbería
y unas veces en soledad y otras acompañado de su yerno Diego de Silva
dio principio a estas cabalgadas, belicosas entradas en la que
acreditaron su pericia militar. Para asegurar un buen resultado, construyó en las playas de África, frente a Lanzarote, un fortín, refugio o atalaya, desde el que vigilar a los adversarios vecinos continentales.
Esto
lo hacía Herrera o su yerno por no doblegar a los insulares de Canaria,
La Palma y Tenerife, y era el territorio rico en agua dulce. Lo llamó
Guáder o Santa Cruz de Mar Pequeña. Por Mar Pequeña se conocía
entonces la parte del Atlático Medio comprendida entre Lanzarote y
Fuerteventura y la vecina costa de África.
Mar pequeña.
Mar Pequeña
Según el historiador ladino francés Joseph Pérez, los orígenes de los derechos de Castilla sobre esta parte de la costa atlántica africana hay que buscarlos en la dinastía visigoda y, en particular, en los de la provincia de Mauritania Tingitana (ahora Tánger) como herederos del Imperio Romano.
Elegido el sitio y dispuesta la expedición en algunos buques menores, llamados fustes o pequeñas barcas, navegaron las 33 leguas que separan Lanzarote de aquella costa africana y las tres leguas tierra adentro que la navegación imponía por un río navegable a media noche.
Construida
la fortaleza a toda prisa, dejó Diego de Herrera allí una guarnición
aguerrida al mando del artillero Alonso de Cabrera. Esto sucedía en
1476, dos años antes de que Juan Rejón zarpase con sus pardillos
y la flotilla de seis carabelas y dos fustas del Puerto de Santa María
para conquistar Canarias, a la que luego se puso el nombre de «Gran» por el coraje en la defensa por los que allí habitaban.
Tiempo después, y siendo alcaide de aquel fuerte el capitán Jofre Tenorio, se solventó una alianza entre todas las tribus berberes con
el objeto de tomar la fortaleza de los cristianos al asalto y
demolerla. Se dieron cita 10.000 infantes y 2.000 mil caballeros,
pertenecientes a la familia que destronó a Muley Nazar, reinando luego
en Marruecos.
Tenorio despachó aviso a Lanzarote, que envió 700 veteranos en cinco carabelas. Con el mayor sigilo penetraron estas fuerzas de refresco en la fortaleza y sembraron la alarma en el campamento enemigo.
Aoiaba, que tal era el jefe beréber, sin víveres ni soldados porque su
ejército se iba disolviendo por falta sobe todo de disciplina, levantó
el cerco y se marchó a su distrito sin romper una lanza contra los
cristianos.
Quería ser bautizado
Por aquellos años, un beréber africano de treinta años por nombre Helergrut se presentó en el fuerte cristiano diciendo que quería ser bautizado y contribuir con su experiencia al triunfo de las armas castellanas. Tenorio lo envió a Lanzarote recomendándolo a Herrera.
En
ese espacio se formó, y siguiendo los consejos de Herrera, resolvió
llevar a buen puerto una excursión a Mar Pequeña. Se hizo bajo su mando
una buena presa de esclavos, 158 personas con todo lo que se encontraba
bajo sus tiendas, y ganado. Después de esta jornada protagonizó otras 46
salidas, muriendo en Lanzarote a los 146 años cristiano.
La fundación de esta famosa fortaleza de Herrera ha dado pie a enormes debates entre historiadores y geógrafos de diferentes épocas,
pero sobre todo después que España firmara el tratado de Wad-Ras con
Marruecos. Con este acuerdo España se legitimaba a ocupar las costa
oeste de este litoral atlántico africano.
Finalmente, decidió que esta famosa fortaleza estaba enclavada en Ifni, que defendió en varias ocasiones con la sangre de su hijos,
pero no siempre fue así. Renou sostuvo que estaba en Puerto Cansado,
Alcalá Galiano lo fija en Río Xibica y Fernández Duro en Ifni. De esta
forma ha quedado cerrada tan osscura y espinosa cuestión,
si bien España no ha hecho uso de aquel derecho emitido por la Comisión
Mixta de ambos países que cuestionaba el designio de Ifni. Algo
parecido a islas Salvajes, sometidas a silencio con Portugal pero ocupadas por el gobierno de ese país sin que diga nada al respecto.
(*) Fernando Castro de Isidro es doctor en Historia y licenciado en Filosofía y Letras.
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