Fuente: La Razón
En la década de 1950 España aún conservaba un relativamente extenso
imperio colonial que, junto a Ceuta y Melilla, se extendía por su
Protectorado de Marruecos, Ifni y la zona de Tarfaya, Sahara y la
Guinea. En estos territorios coloniales la soberanía española se
sustentaba sobre la presencia de sus Fuerzas Armadas, especialmente de
las unidades de la Guardia Colonial en Guinea, Tropas Nómadas y Policía
Territorial en Sahara y Regulares y La Legión en todo el norte del
África española.
Desde el otoño de 1954,
Franco y sus gobiernos eran conscientes de que iban a tener que
renunciar al Protectorado español sobre Marruecos convencidos de que la
derrota de los franceses en Dien Bien Phu señalaba el final de los
imperios coloniales.
Foto: La Razón.
En
marzo de 1956 Francia anunció su renuncia a ejercer el Protectorado en
Marruecos, lo que arrastró a España: a las 06:00 horas del 7 de abril de
1956 se firmó la declaración conjunta por la que España reconocía la
independencia de Marruecos. Aunque el Ejército español, entre 1956 y
1961, siguió guarneciendo sus antiguos cuarteles en un Marruecos ya
independiente con el objetivo de proteger los intereses del territorio y
a la población española de allí. Medida que serviría para evitar los
atentados que se cometieron durante la misma etapa en el Marruecos
francés.
"En marzo de 1956, Francia anunció su renuncia al Protectorado y eso arrastró a España"
En
Marruecos, en la zona de Larache, existían varios acuartelamientos,
siendo los de Krimda y T’Zenin los más importantes. El primer lugar
siempre tuvo dos banderas de La Legión en su guarnición. En
Alcazarquivir la población española se encontraba desamparada ya que
allí no había legionarios, solo tropas españolas con indígenas de
Regulares, siendo españoles solo sus mandos. Ante las noticias
alarmantes que llegaban de la zona francesa el Alto Comisario decidió
enviar una Bandera de La Legión a Alcazarquivir para sustituir alguno de
los Tabores de Regulares que pasarían destinados al cuartel de Krimda.
El primer relevo se produjo sin problemas, pero en otra rotación de uno
de los Tabores de Regulares de Alcazarquivir rumbo a Krimda las tropas
marroquíes se negaron a cambiar de acuartelamiento. La situación se fue
enrareciendo por causa de la actuación de agentes marroquíes que
convencieron a los moros de Regulares de que en Krimda los legionarios
habían maltratado a sus compañeros. El bulo cobró tal intensidad que
para desmentirlo se organizó una expedición para que las mujeres de los
Regulares viajasen a ver a sus maridos al cuartel de Krimda y
comprobasen que el rumor era falso. Se fletaron varios autobuses de
Alcazarquivir repletos hasta Krimda, donde, al bajar, se encontraron con
unos enfurecidos maridos que las esperaban garrota en mano y las
volvían a meter a empujones en los vehículos acusándolas de malgastar la
muna. Regresaron sonriendo, pero el Tabor de relevo continuó negándose
ir a Krimda.
Testigos directos
Se
ordenó al Tabor de Alcazarquivir que saliese para Krimda al tiempo que
se alertaba al 3º Tercio de La Legión para que estuviese preparada su
VIII Bandera para intervenir en caso de problemas. Los hechos –como
narraron el teniente ayudante de la Bandera, Puig Terrero, los tenientes
Martorell Castellví y Antolín Heriz y, el más directo protagonista, el
capitán Ernesto Fernández Tenreiro– fueron así: el Comandante
Furundarena, jefe de la Bandera, recibió órdenes confidenciales.
Solamente las comunicó al teniente ayudante y a los capitanes de las
compañías. Antes del amanecer los mandos de VIII Bandera despertaron uno
a uno al resto de los oficiales y suboficiales, se les puso al
corriente y, en silencio, se fue despertando a los legionarios. Se
municionó y cada unidad ocupó su lugar. Los legionarios emplazaron sus
ametralladoras, cubriendo todo el cuartel de Regulares, mientras una
compañía al completo estaba dispuesta para asaltar el cuartel de
Regulares situados tras la tapia posterior que lindaba con el
acuartelamiento de La Legión. El resto de la VIII Bandera permaneció en
alerta por si era preciso intervenir en el caso que los Regulares se
resistieran.
A las ocho de la mañana,
ante la entrada del cuartel del Grupo los Regulares se sentaron en el
suelo esperando la orden de marcha para negarse. Uno de los Regulares
alzó la vista y vio en lo alto del torreón de la entrada una camisa
verde y el cañón de una ametralladora. La noticia corrió como la pólvora
entre los moros. Cuando se dio la orden de forma los Regulares lo
hicieron rápido y sin protestar.
El
Tabor, con el comandante Montero Romero, Medalla Militar Individual,
sus oficiales y con la tropa desarmada emprendió la marcha hacia la
estación del ferrocarril de Alcazarquivir seguidos de los legionarios de
la 7ª compañía de la VIII Bandera. Desde la estación de Larache al
cuartel del Krimda la marcha la realizaron a pie el Tabor de Regulares y
su escolta legionaria de la VIII Bandera. Allí les esperaba la IX
Bandera en estado de alerta.
Mientras tanto en Ifni,
Sahara y la zona de Tarfalla los soldados españoles luchaban en una
guerra alentada por el nuevo gobierno marroquí, pero en el antiguo
Protectorado español no hubo matanzas de europeos. La Legión velo por el
orden.
A comienzos de
1961, empezó la fase última del repliegue español. La Legión abandonaba
suelo marroquí de forma definitiva: se entregaban todos los cuarteles
del Protectorado a los soldados del rey de Marruecos. El 28 de febrero
de 1961, la IV Bandera entregó el poblado de Riffien, la cuna de La
Legión, con todas sus dependencias, a las Fuerzas Reales Marroquíes. La
última unidad española que se retiró del territorio marroquí fue la 3ª
sección de 2ª compañía de la I Bandera mandada por el teniente Francisco
Javier de Ledesma. Habían pasado 54 años de presencia de España en
Marruecos. De la presencia española nada (o casi nada) queda ya... solo
algunos cementerios olvidados de soldados españoles que murieron por
cumplir con su deber y de los que ya nadie se acuerda.
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