Fuente: ABC.es
«¿Dura mucho esto de la
independencia?», le preguntó hace poco un guineano al
embajador español en Malabo. Los habitantes de Sidi Ifni sufren
un problema de identidad similar 40 años después de que
la provincia española número 51 pasara a Marruecos.
«Soy ifneño, medio español medio
marroquí», afirma con su acento gallego Mohamed El Mansuri
(1950), conocido como Hamudi, marino formado en Alicante y secretario
general de la Asocación Amigos de Ifni, que lucha para mantener
los vínculos.
Los españoles, gracias al Tratado de
Tetuán de 1860, desembarcaron en Sidi Ifni en 1934 y
sobrevivieron entre 1957 y 1958 a una guerra con entre 200 y 300
muertos. Finalmente Franco y el Rey Hasán II firmaron el 4 de
enero de 1969 un Tratado de retrocesión y este martes 30 de
junio se cumplen 40 años de la salida definitiva.
Hoy, Sidi Ifni es un avispero subdesarrollado lejos de
Rabat. La ciudad fue escenario en junio de 2008 de los más graves
disturbios desde que fue devuelta. «¡Hijos de España!», llegaban a
gritar los militares marroquíes que los reprimían a porrazos, cuentan
varios jóvenes.
Reivindicaciones locales
Uno de los cabecillas de la revuelta fue Ibrahim
Sballil, presidente del Centro Marroquí de Derechos Humanos (CMDH), que
acaba de salir de prisión. «Estamos marginados y empobrecidos por la
centralización del poder en Rabat». «Fuimos abandonados por los
españoles y pedimos que España haga algo porque formamos parte de su
historia», añade. Exigen un centro cultural en uno de los edificios que
la ex metrópoli guarda, que se compense a las viudas de los
excombatientes y que los descendientes de aquellos españoles de origen
tengan la nacionalidad.
El Tratado de 1969 les dio un plazo de tres meses para
que normalizaran su nacionalidad española. Hamidu se altera. «No
pudimos pedirla porque estábamos bajo la dictadura de Franco y Hasán».
Ese tratado «es ilegal», insiste Jordi Rojo, abogado del
Colegio de Cataluña que ha seguido una quincena de casos de Ifni.
«Alguien nacido como español en territorio español lo es para siempre a
todos los efectos». «¿Cómo se le da ese plazo de tres meses a personas
que en muchos casos eran menores de edad?», se pregunta. «España no
quiere problemas con Marruecos» y los expedientes «son denegados por
motivos políticos».
La Ley de la Memoria Histórica abrió además en 2008
nuevas esperanzas para obtener la nacionalidad española. «Apenas me han
llegado cuatro o cinco casos que están siendo estudiados», afirma José
Pintor, cónsul español en Agadir. En cualquier caso, «la interpretación
que se está haciendo de esta ley es muy restrictiva», opina Aurelia
Álvarez, especialista de la Universidad de León.
Varios de los entrevistados recuerdan que cuando en 1969
empezaron a cambiar de documentos, las autoridades del reino alauí les
iban reclamando los españoles. «Muchos se encuentran todavía en la
comisaría y uno de los agentes los devuelve ahora a sus propietarios o
las familias (que los reclaman para tratar de nacionalizarse españoles)
a cambio de dinero», denuncia Mohamed Amazouz, del secretariado local
de Sidi Ifni.
Muchos otros lograron sin embargo guardar a buen recaudo
cartillas militares, DNI, partidas de nacimiento y hasta las notas del
colegio. Fátima El Malek (1941), viuda e hija de militares del Grupo de
Tiradores de Ifni del Ejército español, agarra esos papeles como si
fueran su vida. Su padre llegó a participar en la Guerra Civil. Muestra
las cartas que ha enviado a los Reyes de España, pero en las respuestas
que le niegan derecho a paga o pensión.
Arbía Bent Reduan recibe al periodista sola en una
covacha, paralítica y tirada en el suelo de una habitación inmunda. Su
marido, fallecido en 1972, era policía en la época española, pero ella
no recibe tampoco paga. Al rato aparece el único hijo que vive con
ella. «Nací en 1952 con los españoles, pero me quedé en la trampa de
Ifni. No soy árabe. Mire el santo que llevo al cuello», dice Yamaa en
español enseñando una cruz como muestra de que reniega de ser marroquí
y musulmán.
Frente a estas viudas, hay algunos ex combatientes que
sí son compensados por la Pagaduría del Ministerio de Defensa. Salem
Mohamed Embarc recibe 577 euros al mes y Mohamed Ramain Farachi, 566 al
mes. Ambos se consideran bien correspondidos.
Numerosas personas llegan hasta el periodista cuando se
enteran de que está recopilando información. Le cuentan su caso y traen
numerosa documentación y la correspondencia que intercambian con
autoridades españolas.
No es prioridad para Madrid
España guarda en Sidi Ifni algunas posesiones. Destaca
la antigua Pagaduría, en la plaza de España -que nadie reconoce como
plaza Hasán II-, casi en ruinas y con el águila del escudo
preconstitucional aún erguida en la fachada. A una decena de metros, la
antigua iglesia, ya sin la cruz, es hoy sede de los juzgados.
Atender las reivindicaciones locales para que alguno de
esos edificios acoja a corto plazo un centro cultural para que se evite
la muerte de la lengua y cultura españolas no está entre los planes del
Gobierno de Madrid.
La cooperación española, volcada en el norte del reino
alauí, tampoco alcanza a los ifneños. «La locomotora para que lleguen
proyectos está en marcha» explica Vicente Sellés, responsable de la
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
(AECID) en Marruecos. En Ifni esperan ese tren, pero no hay vías.
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