Fuente: El Rincón Sapiente
Tras el ataque general del África Occidental Española (A.O.E.),
el 23 de noviembre de 1957, los destacamentos avanzados españoles
quedaron asediados y en serios apuros. El destacamento de Tiliuin estaba
en la frontera Sur con Marruecos, a unos 60 Km de Sidi Ifni, y estaba
muy cerca de Gulimín, donde el Yeicht Taharir (Ejército de Liberación
Marroquí) tenía su cuartel general. La fuerza, en el momento del ataque,
era una sección de Tiradores de Ifni a las órdenes del Tte. José Alvar
Espronceda y otra sección del grupo de Policía de Ifni, a las órdenes
del Tte. Juan Pradillo Lozano, que era el jefe del destacamento, y cinco
civiles (dos mujeres y tres hombres), siendo el total de las tropas
unos 60 hombres.
Fachada principal del destacamento fronterizo de Tiliuin (Ifni)
Los atacantes consiguieron en algunos momentos penetrar en el recinto
del fuerte, aunque fueron implacablemente rechazados una y otra vez por
nuestro ejército. Tras cinco largos días cercados tenían siete heridos y
una situación insostenible.
Tres días después del ataque general, el 25 de noviembre, es redactada
la Orden de Operaciones P-1, por el Gobierno Español, con el objetivo de
liberar los destacamentos avanzados que estaban asediados por el Yeicht
Taharir. Esta orden es ampliada a las 22:00 horas del día 28, por la
Orden de Operaciones P-2, también llamada «Operación Pañuelo» (por el
pequeño espacio de terreno en el que debía desarrollarse la misión) con
el propósito de reforzar la guarnición de Tiliuin por vía aérea, para
asegurar la defensa del puesto, efectuando un desembarco aéreo
simultáneo de paracaidistas, protegiendo dicho desembarco con acciones
aéreas de ametrallamiento y bombardeo sobre objetivos cercanos a la zona
de caída (D/Z). Realizada esta misión inicial, prepararían el terreno
para el aterrizaje de los aviones y, si no fuese posible, habría que
preparar la evacuación y destrucción del puesto tras contactar con una
agrupación táctica terrestre, protegiendo el repliegue de la fuerza.
CASA C-2111B (Heinkel 111)
Para ello, se movilizarían 5 aviones de protección CASA C-2111B (Heinkel
111) coloquialmente llamados «Pedros», a cuyo cargo estarían los
ametrallamientos para la protección de la operación, 5 aviones CASA
C-352 (Junker 52/3m), para el lanzamiento paracaidista, 2 secciones de
paracaidistas, 1 escuadra de morteros de 81, un practicante y un
sanitario.
Aproximadamente a las 2:00 horas del 29 de noviembre de 1957, el capitán
Juan Sánchez Duque, jefe de la 7ª Cía. paracaidista, recibía la orden
de alerta aerotransportada, por lo que a las 3:30 horas aproximadamente,
sus paracaidistas fueron despertados y pertrechados para realizar un
salto de combate, es decir, armamento completo (10 pistolas, 6
subfusiles, 5 fusiles ametralladores y 54 mosquetones), munición máxima
(120 cartuchos de 7,92 mm por mosquetón, 350 cartuchos de 9 mm largo por
subfusil, 50 cartuchos del mismo calibre por pistola y 520 cartuchos de
7,92 mm por cada fusil ametrallador), paquete de cura individual y
rancho frío.
Bombardeo en Tiliuin (Foto Web)
La fuerza la formaban el capitán, 3 tenientes, 9 cabos primeros, 10
cabos, 5 Clps. de primera y 43 Clps. de segunda, de la 7ª Cía., más un
brigada practicante, un cabo primero, un cabo y un Clp. de la Agrupación
de Banderas. En total, 75 Paracaidistas dispuestos a hacer historia.
CASA C-352 (Junker 52/3m)
La tropa estaba bastante entusiasmada, pues elucubraban con la
posibilidad de que su objetivo fuese la liberación de sus hermanos de la
tercera sección (al mando del Tte. Ortiz de Zárate), que llevaban una
semana asediados (desde el día 23).
Tras coger todo el equipo, se trasladaron al comedor para tomar el
desayuno, a pesar de que el café con leche y las torrijas que les
pusieron no entraban fácilmente, pues sus estómagos barruntaban que algo
significativo y complejo les esperaba.
A las 6:00 horas aproximadamente, la unidad fue revistada por el Jefe
de la Bandera, el comandante Tomas Pallás Sierra, que de viva voz les
dijo:
«Desde el puesto de Tiliuin han pedido ayuda y esa ayuda solo puede
llegarles desde el aire. Ustedes van a llevar a cabo el primer salto
paracaidista de guerra en la historia militar de España. No sabemos con
seguridad cuál es la situación actual del fuerte, puede haber caído ya
en manos de los moros y lo que es seguro es que a ustedes les están
esperando abajo y que su destino será incierto. Su deber es ir allí y es
un honor, no solo para la 7ª compañía sino para toda la Agrupación,
haber sido elegidos para esta misión. Quizás no os vuelva a ver pero
sabed que os llevaré para siempre en mi pensamiento».
A los paracaidistas, se les endureció el gesto, eran conscientes de que
había llegado el día que todo paracaidista espera y, aunque estaban
preparados, se unía la ingrata incertidumbre del salto a una muy posible
dura acción de combate.
Antes de trasladarse al aeródromo, el que quiso recibió la absolución del Páter (teniente Luciano Cabrera Arias).
A las 7:00 horas, la fuerza fue equipada y revistada por los jefes de
lanzamiento, entre los que se encontraba el sargento Desiderio Paredes
Gimón. Se les notificó que el eje de pasada sería de 120º Sureste y la
altura de lanzamiento de 656 pies (unos 200 metros)
Aproximadamente a las 9:15 horas, los paracaidistas fueron embarcados en
los 5 Junkers, a 15 saltadores por avión y, una hora después, el
teniente coronel Ignacio Crespo del Castillo, Jefe de la Agrupación de
Banderas, pasó por cada uno de los aviones, despidiéndose y deseando
buen salto a los elegidos.
Eran las 11:10 cuando los viejos aparatos enfilaban la pista
del aeródromo de Sidi Ifni, el tiempo de vuelo hasta el objetivo sería
de unos 23 minutos, el viento en la zona se esperaba en calma y todos
estaban preparados para hacer historia.
El vuelo se realizó en absoluto silencio por parte de los paracas, el
tiempo se les hizo eterno, tan solo fue interrumpido en la primera
patrulla por el capitán, que ordenó abrir la puerta y, sentándose en el
fuselaje, se puso a observar el campo y a cantar.
Salto de práctica desde los Junker 52.
Los «Pedros» (Heinkel 111) fueron los primeros en llegar, haciendo
varias pasadas de ametrallamiento. Posteriormente, los Junker hicieron
una primera pasada, lanzando unos botes de humo para ver la dirección de
viento. Tras esto, segunda rotación en pasada; el capitán y los jefes
de patrulla en las puertas de las aeronaves, los jefes de salto
preguntan: ¿preparado?, a lo que contestan: ¡listo! Tras unos instantes
llega la orden…¡salte! Primer hombre en el aire, dos, tres…así hasta 75.
Paracaidista en el momento de salir del avión durante un salto de prácticas.
Casi un centenar de campanas blancas en el aire, a los sitiados del
puesto español que las ven los embarga la emoción; están salvados. Esto
les anima y no pueden reprimir los gritos de alegría. Se ponen alerta
por si el enemigo ataca a los caídos del cielo, pero las bandas del
Yeicht Taharir, entre los ametrallamientos y que ven que los
paracaidistas intentan envolverlos, huyen de la zona haciendo disparos
indiscriminados e ineficaces.
Los paracaidistas llegaron al suelo sin novedad, solo tres
luxaciones de tobillo (Bg. Jurado, Clp. Enríquez y Clp. Moncada); 4
patrullas perfectamente en la zona de caída, excepto la del capitán, que
es lanzada antes de lo previsto y cae al norte del aduar de Agadir, a
unos 2 Km de la D/Z, gracias a este pequeño contratiempo, los
insurgentes interpretaron que serían rodeados y huyeron.
Salto de entrenamiento en Tiliuin unas semanas antes del primer salto en guerra.
Hubo algún disparo pero, en general, el descenso fue tranquilo. Ya en
tierra, las prisas de quitárselo por todo y entrar en eficacia,
pendientes del cielo también, pues los Junkers hicieron otra pasada
lanzando 6 cargas con un mortero de 50 mm, 2 lanzagranadas, un mortero
de 81 mm y munición.
La primera sección se encargó de la recogida de los paracaídas, mientras
que la segunda reconoció el aduar de Agadir para dar protección a la
patrulla del capitán. Una vez reagrupados entraron todos en el
destacamento entre vítores y aplausos de los soldados españoles
sitiados.
Fuerte de Tiliuin en la actualidad.
Tras la incorporación de los paracaidistas al fuerte, el jefe del mismo
(Tte. Padrillo) informó al capitán sobre la seguridad del destacamento y
sobre la necesidad de tomar el hospitalillo, que había caído en manos
de las bandas. Los Paracaidistas relevaron a los agotados Policías y
Tiradores de Ifni, haciéndose cargo de la seguridad de la totalidad del
recinto durante los cuatro días posteriores. A las 22:30 horas del día 3
de diciembre, llegan al destacamento por vía terrestre las fuerzas de
la «Operación Netol», que venían de liberar la sección del Tte. Ortiz de
Zarate y T’Zelata de Sbuía.
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