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La ausencia de política disuasoria: el caso de la guerra de Ifni-Sáhara Imprimir E-Mail
Artículos digitales
Escrito por Juan Pastrana Piñero   
lunes, 25 de mayo de 2020
Índice del Artículo
La ausencia de política disuasoria: el caso de la guerra de Ifni-Sáhara
Introducción
Los restos de un imperio
La creciente amenaza irredentista marroquí
Las contradicciones entre la realidad y la política española
Una política de disuasión nunca implementada: el plan Madrid
Disuasión mal aplicada: el episodio Agadir
Conclusiones
Nota sobre el autor y Referencias

Las contradicciones entre la realidad y la política española

Tras el episodio de la fallida invasión de Mauritania, el Ejército de Liberación volvió sus ojos hacia las posesiones coloniales españolas como una especie de objetivo de compensación. La captura de estos territorios aparecía, a priori, como mucho más sencilla, debido a la menor presencia militar española en la zona, lo que permitiría a los guerrilleros recuperarse de la derrota sufrida y forzar a Mohammed V a una mayor implicación en la conquista del Gran Marruecos preconizado por el-Fassi.

Es en este punto cuando la falta de una política de disuasión convincente por parte de las autoridades españolas empezó a dejarse notar con fuerza. La inhibición mostrada por las tropas españolas, siguiendo las instrucciones emanadas desde Madrid, fue interpretada por el Ejército de Liberación, correctamente, como la intención de evitar a cualquier coste un nuevo conflicto colonial para el que la sociedad española se estimaba que no estaba preparada. En concreto, los propios franceses llegaban a afirmar que:

«La présence en Zone Espagnole de nombreuses bandes de l’Armée dite de Liberation a l’égard desquelles les autorités Espagnoles n’intervindrait pas et les considerant méme parfois avec bienvillance. Les points suivants seraient utilisés comme bases: Leglat et Abderhamane, au Nord Ouest d’Aoueert, Tenonaka  au Nord d’Aoueert, la guelta de Zemmour». (“Journal de Marche de le Goum Akfauft. 1-janvier-1957/30-juin-1957”, SHD, documento 7U2984, p. 13).

Sin embargo, estos deseos del Pardo no se correspondían con la realidad que afrontaba el Gobernador General del A.O.E., Ramón Pardo de Santayana, para el que la debilidad mostrada acabaría volviéndose contra España. En su opinión, era necesario mostrar una mayor firmeza ante los guerrilleros, además de buscar una alianza militar con la Francia republicana.

Ante los insistentes ruegos del Gobernador, el almirante Carrero Blanco le envió una larga misiva en la que exponía los motivos y las líneas de actuación que debían seguir las autoridades coloniales españolas. En concreto, se especificaba que:

« […] si se localizan partidas que puedan ser interceptadas con fuerzas francamente superiores para proceder sin lucha a su cercamiento [sic] y desarme, procederá hacerlo así.

Si la partida localizada no puede ser interceptada o es lo suficientemente numerosa para que su detención o intento de desarme no pueda efectuarse sin un choque armada, convendrá dejarla seguir, vigilada por la aviación, e informar secretamente a los franceses para que sus tropas se las entiendan con ellos en Mauritania.

Cuando los franceses informes de haber batido algún grupo, interesará capturar y desarmar a los fugitivos que se internen en nuestra zona». (“Carta de Luis Carrero Blanco al general Pardo de Santayana”, 21 de marzo de 1956, SHM, legajo 3, carpeta 6).

El documento es, en sí mismo, una mezcla de ideas preconcebidas y realidades malinterpretadas. Por un lado, Carrero Blanco identificaba al Ejército de Liberación como un instrumento de la Unión Soviética, algo completamente alejado de la realidad, pero era una ficción muy en línea con el discurso internacional de la España de la época (Pérez, 2006: 179-196). Por otro lado, insistía a Pardo de Santayana a que mantuviese una acción política constante sobre la población local para evitar el conflicto bélico, convencido de que la lealtad del elemento civil impediría al Ejército de Liberación llevar a cabo cualquier proyecto violento que tuviesen en mente para las posesiones españolas. Sin embargo resulta difícil pensar en un argumento por el cual, al menos en Ifni, la población civil, de origen marroquí, tuviese que alinearse al lado de las autoridades coloniales en lugar de pedir la reintegración a Marruecos.

Además, Carrero Blanco partía de un presupuesto que prácticamente alcanzaba la categoría de axioma: que el objetivo del Ejército de Liberación no era el A.O.E., sino un nuevo ataque sobre la Mauritania francesa. Esto era así porque de lo contrario supondría tener que atacar a las partidas guerrilleras para expulsarlas del territorio español, algo que pretendía evitar a toda costa.

Por tanto, y en contra de los ruegos de Pardo de Santayana, Carrero Blanco no autorizaba el uso de la fuerza militar para la erradicación de los guerrilleros marroquíes, a los que se aludía como “bandas armadas”, sino que seguía con la política de esperar que los franceses hiciesen el trabajo sucio. Lo que no explicaba en modo alguno era la razón que impulsaría al Ejército de Liberación a abandonar el territorio español, aunque los franceses fuesen capaces de derrotarle repetidamente en Mauritania. Tal vez esperaba que una serie de reveses militares acabase conduciendo a la disgregación de las partidas guerrilleras por simple cansancio o hundimiento de su moral.

Debido al escaso margen de actuación que le dejaban las órdenes de Carrero Blanco, Pardo de Santayana optó por intensificar sus contactos con los franceses, a la espera de poder mejorar las relaciones con el general Bourgund, máximo responsable militar de París en el A.O.F. Sin embargo, estos primeros contactos tuvieron que llevarse con la máxima discreción, probablemente a espaldas del Pardo. Resulta significativo que en la documentación francesa depositada en el Service Historique Militaire relativa a la visita de los oficiales españoles del 15 de mayo de 1957 se indicase que:

       «Une mission Espagnole arrive et répart ce jour de FORT-TRINQUET. Elle est venue pour traîter une question de contrôle de population». (“Historique des faits de la Mauritanie”, SHD, documento 7U2570, p. 7).

El eufemismo “control de población” indicaría precisamente que no se trataba de una misión con sanción oficial, sino de un acuerdo bajo mano entre los dos máximos responsables militares de la zona para intentar poner fin a la situación creada por la presencia del Ejército de Liberación. Tras informar a Madrid de los resultados de dicha entrevista, el gobierno del general Franco finalmente dio su autorización a la intensificación de contactos, pero seguía siendo una medida limitada que necesitaba más tiempo y voluntad por parte de Madrid para poder revertir la situación creada por el Ejército de Liberación en el A.O.E. Sin embargo, el tiempo para el general español estaba a punto de llegar a su fin.


 
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