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Un Tirador en la Guerra de Ifni Imprimir E-Mail
Colaboraciones - Manuel Jorques Ortiz
domingo, 12 de julio de 2009
Índice del Artículo
Un Tirador en la Guerra de Ifni
Reclutamiento, traslado y campamento
De cómo se establece una posición en la montaña
Bautismo de fuego del II Tabor
El II Tabor de Tiradores entra en combate
La columna de liberación de los puestos de Tiugsa
La toma del monte Buyarifen y el cañoneo del crucero Canarias
Epílogo
 

La toma del monte Buyarifen y el cañoneo del crucero Canarias

No hay descanso para el II tabor, ya que tras el regreso de las columnas de socorro y rescate de los puestos cercados, concluido el 9 de diciembre, Sidi Ifni (la capital) se hallaba todavía a tiro de cañón del enemigo, por lo que era necesario ensanchar su perímetro defensivo, de tal forma que, por lo menos, no estuvieran tomadas por el enemigo las alturas desde las que tenían vistas directas sobre la ciudad, el aeródromo y la playa, por lo que el Mando acuerda y manda la ocupación (y su posterior defensa) del monte Buyarifen, operación francamente arriesgada por su alejamiento, pero imprescindible para establecer un Punto de Apoyo.

El Crucero Canarias.
El Crucero Canarias.

Esta montaña, de 360 metros de altitud, era una auténtica fortaleza y el punto clave para cerrar la carretera que desde el norte, Mirlef y Tabelcut, accedía a la capital del Territorio y, una vez más, la misión fue encomendada al II Tabor de Tiradores, cuyos soldados que no habían parado de combatir y  cavar trincheras desde el 23 de noviembre, se habían convertido  en veterana fuerza de choque (a la fuerza). Con el refuerzo de una compañía expedicionaria del Batallón Fuerteventura, una sección de cañones sin retroceso y un pelotón de ametralladoras del Batallón Expedicionario del Regimiento Pavía nº 19, todos bajo el mando del comandante D. Juan Chica Bernal, se pusieron en marcha a la una y media de la madrugada del día 20 de diciembre de 1.957.

La operación tácticamente era sencilla: el Tabor debía avanzar desde el borde norte del Centro de Resistencia "A", hasta alcanzar la carretera a Tagragra, y siguiendo la línea Sidi Ali el Hach-Buyarifen ocupar el vértice y ponerlo en condiciones de defensa. Iban a contar con apoyo aéreo y naval, así como fuego de artillería terrestre. La 6ª y 7ª compañías formaron el primer escalón de ataque, mientras que la 8ª (la de Ángel) y la compañía expedicionaria constituyeron la reserva, y desde ese punto pudieron observar que el "cacareado" apoyo de la artillería naval, proporcionada por el crucero Canarias, fue un desastre, ya que la mayor parte de sus proyectiles (gracias a dar porque muchos no explotaron) fueron a caer dentro de las líneas de avance propios, el barco resultó seriamente dañado por las vibraciones de los cañonazos (era una reliquia del pasado y tuvo que ser llevado a Las Palmas para reparación). Ningún historiador se ajusta a la verdad de unos hechos, vergonzosos, de los que todavía existen testigos vivos. En cuanto a la "aviación", dos reumáticos Heinkel, de dos motores, dieron alguna pasada de ametrallamiento, tan ineficaz como el bombardeo naval. El vértice Buyarifen fue tomado como en los viejos tiempos, por las compañías de infantería, subiendo la escarpada montaña, bajo el fuego del enemigo que no había sido diezmado por el "apoyo", enemigo que en todo momento opuso tenaz resistencia hasta que a las dos de la tarde la 6ª y 7ª compañía cubrieron los objetivos previstos y la 8ª pudo establecer su franqueo fijo. Hubo muertos y heridos, sangre de soldados españoles, entregados a una España (sus gobiernos) que no les ha reconocido ni agradecido.

Tras finalizar la ocupación del Buyarifen, se inició su fortificación y el abastecimiento a la guarnición (una compañía reforzada) que debía mantener la posición. Los mulos cargados de víveres, municiones y máquinas de la 10ª compañía, con apoyo de la 9ª, fueron ascendiendo trabajosamente por la escarpada ladera, carente de caminos, y gracias a un enérgico e inteligente teniente (Alonso Olea) se pudo reducir la confusión reinante ya que los moros no dejaban de hostigar con sus disparos.

La posición del Buyarifen se mantuvo (hasta 1.969), convertida en un aguijón metido en el territorio que ocupaba ilegalmente Marruecos (aunque oficialmente era de España), y se la dotó de casamatas unidas por trincheras, nidos de ametralladoras y pozos de mortero, que defendieron siempre los Tiradores. Una compañía entera componía la guarnición, que era relevada por otra mensualmente, y así iban rotando los cinco Tabores del Grupo 1, y finalmente por los del Grupo 2 (hacia 1.967). El abastecimiento y el relevo de tropas tuvieron fases muy duras y otras apacibles, aunque nunca se pudo levantar "el pie del acelerador". Siempre hubo intranquilidad.



 
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