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JORNADA 12. 31 de agosto de 2009
Crónica 1
Ramón Huarte
Cronista Oficial MRS 2009
31 AGOSTO, 6:00, grabados rupestres de Imaoine.
Siempre libres.
Los grabados rupestres de la pared de Imaoine siguen tan libres como
cuando eran animales de carne y hueso, grabados en la roca quién sabe
si para propiciar su caza.
Ni una sola señal, ni una sola valla, indican que el
Gobierno Marroquí les conceda ninguna importancia. Antílopes,
elefantes, ungulados…En cualquier otra parte del mundo serían objeto de
tráfico turístico. Aquí, en medio del espacio desértico, siguen en
libertad, abandonados, a la espera de que cualquier cazador furtivo se
acerque impunemente con un cincel y se los lleve a su casa. O a su
museo.
Olga, la arqueóloga, los lleva, sin moverlos, a nuestras cabezas.
…………………
Pablo baila.
Los gritos de “¡Buenos días!” de pablo despertando a
los chicos, hoy tienen réplica. Se ha preparado de manera subrepticia
una canción que caricaturiza las instrucciones de la gimnasia matutina.
“Pablo baila, baila, baila… ¡Con el pie!”, y todos trotan en el sitio.
“¡Con el codo!”, y todos hacen ejercicios de movimiento de antebrazo.
“¡Adrián, Álvaro, diez flexiones!” rapean imitando los castigos…. “¡Pablo baila, baila, baila!”, continúa el estribillo.
Pablo sonríe (El objetivo era hacerle cambiar la adusta cara de por la
mañana), aunque sin dudar mucho grita “¡A ver, comenzamos con
flexiones!”.
Pero hoy han ganado los chicos, y ellos lo saben.
……………………
El Cabo de Buena Esperanza.
Los marinos celebran, desde hace siglos, cuando
pasan del Índico al Atlántico o viceversa, el paso del Cabo de Buena
Esperanza o Cabo de Las Tormentas. Es el punto de inflexión en la ruta,
la proa de sus barcos deja de enfilar al sur y tuerce hacia el norte,
hacia el final del trayecto, tras pasar por esta zona de aguas poco
amistosas.
Nosotros hoy doblamos nuestro Cabo de Las Tormentas.
Tras el Rif, el Atlas y el Desierto, y justo a mitad de viaje, vamos a
enfilar, a través del desierto, hacia el Atlántico. Cambio de rumbo y
cambio de escenario. Tras la jornada de transición de hoy, tras las
muchas horas de carretera, nos esperan la playa de Sidi Ifni, nos
esperan Marrakech, Fez, Rabat...
Los inhóspitos hogares que hemos habitado son un
presente en forma de más de 40 grados de calor, en forma de pátina
sucia sobre nosotros, que ya hemos considerado pasado, por las
previsiones del plan de ruta.
El Cabo de las Tormentas, del calor que ya hace
desde primera hora de la mañana, de las serpientes y escorpiones más
elípticos que presentes, es ya en la cabeza de los chavales Cabo de
buena Esperanza.
Y como para simboliarlo, hoy Gabi y Gonzalo han repartido zumo en polvo para nuestras cantimploras.
…………………………
Transfiguración.
Los chicos, en el autobús, son menos bulliciosos que
al principio del viaje. Saben que cualquier hora de sueño robada a los
madrugones, aprovecha. Escriben sus cuadernos de viaje, rebuscan en las
mochilas la comida
que han ido ahorrando para momentos de escasez.
Muestran ya las caras afiladas y morenas, los ojos
penetrantes, el gesto sufrido, el carácter impreso que les han dejado
las marchas, las privaciones, el sueño, el conocimiento de los demás.
No obstante, ya cerca de Sidi Ifni,
de noche, Nacho el chófer hace sonar bien alto un CD de éxitos y el
autobús se convierte en una sala de baile. Doble transformación.
……………………………
Sidi Ifni. Una suerte loca.
“La Suerte loca” es un hotel situado cerca de la
playa de Sidi Ifni. Fue inaugurado, según me cuenta el Profesor Asenjo,
por un español llamado Pepe, en los años treinta. Sorprendido por el
éxito del establecimiento, frecuentado por militares y sus familias,
puso al local el nombre que mantiene hoy en día. Con la devolución del
protectorado por parte de España a Marruecos, Pepe vendió el negocio a
uno de sus empleados marroquíes, cuya hija hoy en día lo regenta.
En las terrazas de “La Suerte Loca” colocaremos hoy nuestras esterillas y sacos de dormir.
Crónica 2
Claudia García Benlloch
Irene Barroso Huber
El sol abre nuestros ojos una mañana más y nos hace encontrarnos bajo la rocosa pared del barranco.
A pesar de la temprana hora, el ambiente, pesado y seco, es mucho más caluroso que los días anteriores.
Como siempre, después de apresurarnos fuera de los
sacos, no nos libramos de la gimnasia diaria, aunque hoy se sale de la
rutina, ya que unas compañeras nos alegran el calentamiento con una
cómica canción.
El desayuno de hoy también cuenta con una ligera
diferencia y recibimos gratamente la leche condensada y el zumo en
polvo (¡novedad!), a parte de ellos habituales pan y barrita.
Seguidamente damos nuestra primera clase de arqueología en la que
descubrimos grabados rupestres de la Antigüedad que pocos ojos han
podido observar anteriormente.
Tras la recogida del campamento comienza la marcha
de vuelta a los autobuses. Un sol abrasador, sed abrumadora, pesadas
mochilas y la esperanza de una pronta llegada nos acompañan a través de
una árida tierra de polvo y roca. El agua de las cantimploras está tan
caliente que resulta imbebible y el sudor nos pega la ropa al cuerpo
sin piedad. Cuando las fuerzas flaquean los pick-ups y camiones de la
expedición nos reducen los últimos kilómetros de esfuerzos. Al llegar
nos enfrentamos normalmente a largas horas de autobús, el precio a
pagar por ir desentrañando el corazón de Marruecos. Los diversos
paisajes desfilan al otro lado de las ventanillas mientras muchos de
nosotros caemos rendidos por el agotamiento. Durante el trayecto
hacemos una corta parada para comer en uno de esos tantos pueblos
desangelados, llenos de niños, calles sin asfaltar y ocultas mujeres
asombradas por nuestra presencia.
Es increíble, a pesar de que muchos intentamos
plasmar, la realidad con sencillas fotos y escritos seguimos
quedándonos atónitos ante aspectos de su cultura tan escondidos e
insólitos.
Finalmente llegamos a Sidi Ifni y nos instalan en una terraza de hotel desde la que se ve y se huele el mar.
Tras haber llegado a la mitad de nuestro viaje, hoy
dejamos atrás las zonas rurales y el desierto para adentrarnos en la
costa abarrotada y su trazo de ciudades caóticas. El viaje continúa.
Crónica 3
David Dorado
Nos levantamos ante una montaña escarpada que
durante unas horas nos hizo retroceder en el tiempo hasta la época del
neolítico. Durante la mañana tenemos la oportunidad de distinguir
sencillas figuras de animales en las altas paredes y a la vez aprender
un poco más sobre nuestros antepasados. Pequeños animales dibujados por
unas manos con más de 7.000 años de antigüedad se hacían camino entre
la roca. Después de un largo caminar travesando un árido desierto bajo
un sol que golpeaba nuestras cabezas sin piedad nos esperaban nueve
largas horas de viaje hasta la costa de Ifni. A parte de las típicas
paradas, de las largas conversaciones y de las innumerables canciones
que nos unen a todos cuando más lo necesitamos, paramos en un par de
controles policiales debido a la impresión que produce nuestro convoy a
su paso.
Y ya estamos en el ecuador del viaje. Una semana y media que ha dado
mucho de sí: desde construcciones de presas a paseos en dromedario.
Desde altos picos a inmensas dunas. Desde lágrimas a sonrisas. Todavía
queda mucho viaje donde cada uno de nosotros dará lo mejor de sí mismo
para hacer de él una experiencia única, mágica y maravillosa.
Crónica 4
Jaime Caballer
Atrás quedaron las dunas y la sabana.
Anoche llegamos a Imaoine, donde hoy despertamos al
abrigo de una pared de 40 m. de altura repleta de grabados neolíticos.
Por la mañana, tras el desayuno y la sesión deportiva, estudiamos los
grabados con la profesora de arqueología, Olga Escalona.
Desde luego, a todos nos resultó extraño que algo
tan excepcional estuviese tan abandonado. De nuevo parece que las
maravillas de África no las protege nadie.
Tras la charla, nos echamos los macutos al hombro y
desandamos el camino a los autobuses. Seis horas después de arrancar,
llegamos a Sidi- Ifni, ciudad portuaria marroquí, antiguo enclave
español. El clima desértico deja paso al relente del Atlántico que nos
trae el olor a salitre hasta “La suerte loca” que nos brinda su terraza
para pasar la noche.
Desde luego, descubrimos cada día un Marruecos
repleto de contrastes que no deja de sorprender y asombrar a cada uno
de los expedicionarios de esta gran aventura.
Crónica 5
Olga Escalona
Prehistoriadora y profesora de arqueología experimental
La expedición de MRS despierta en su decimoprimero
día al pie del impresionante macizo basáltico que nos transporta a
tiempos pasados.
Nos encontramos en la región de Tata en el Antiatlas
marroquí. El campamento montado en el lecho de un antiguo río o wadi.
Será el punto más meridional del viaje. En esta zona y en concreto en
Imaoine se han localizado multitud de sitios arqueológicos con grabados
rupestres y dedicamos la mañana a descubrir con los expedicionarios
este rico patrimonio cultural. Al recorrer las paredes de basalto
empezamos a ver las primeras incisiones en la roca, todo el equipo de
MRS intenta encontrar nuevos grabados y localizamos al menos unas 25
figuras. Estas figuras apenas han sido documentadas aunque sí se
conocía su existencia. Los grupos humanos que vivieron en esta zona en
la fase del Neolítico Inicial (10.000-7.000) dejaron testimonio de su
forma de vida en estas paredes, Eran los primeros momentos de una
economía de producción y queda reflejado en los dibujos. Hay
representación de animales salvajes (elefantes), semisalvajes (bueyes)
y domésticos como carneros o vacas.
Figuras o aisladas o en grupos y por las superposiciones en algunos
casos podemos deducir varios momentos de realización. Las más
destacadas y mejor conservadas son dos representaciones de carneros con
claros signos de domesticación. Todos hemos podido tomar conciencia de
la importancia de la conservación y la protección del patrimonio
cultural.
El viaje continúa ahora hacia el oeste, hacia la costa atlántica donde Sidi Ifni nos espera.
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