Fuente: Blog Sin Pasión
El salto en guerra de Erkúm ha sido relatado por el veterano
paracaidista y actor de aquella epopeya en la conferencia que nos
ofreció en su día José Luís González Vicente. Y el periodista Ramiro
Santamaría que estuvo en Ifni durante la campaña, nos cuenta su versión
del citado salto, en su libro Ifni-Sahara La Guerra Ignorada. (Páginas
161 y 162).
Y amanece el día 19 de febrero. Desde antes de la
aparición de las primeras luces, la II bandera ocupa la base de
partida. A las 8,20 horas y tras una preparación intensa, rebasa
nuestra conocida posición de Buyarifen. Una hora más tarde, desde la
cota 435 la 6ª compañía apoya con sus fuegos el avance de la VI Bandera
de la Legión. El fuego enemigo es cada vez más intenso. Se penetra en
un terreno sumamente accidentado, con alturas que oscilan entre los 50
y 453 metros sobre el nivel del mar en un continuo subir y bajar. En
tales condiciones no se sabe si es peor la acción del enemigo o la sed,
el peso del equipo, el cansancio.
Mientras nuestra II bandera y la VI de la Legión se baten coco a codo
contra estas fortalezas naturales, la I bandera, desde las ocho horas,
permanece preparada en el aeropuerto esperando la orden de embarcar.
Las horas van transcurriendo en medio de aquel hervidero de hombres,
equipos, armas y aviones. Periódicamente despegan los viejos “Heinkel”
(los “Pedros” como popularmente se les conoce) en misiones de bombardeo
y ametrallamiento. A lo lejos, hacia el Norte, truena la artillería del
crucero “Galicia” y del destructor “Almirante Miranda”, que apoyan
desde el mar el avance paralelo a la costa. Pero la orden de embarque
no llega. El Mando suprime la operación de desembarco aéreo a las 11,30
horas, dado que la situación en ese instante hace innecesario el
lanzamiento. Solamente la 3ª compañía reforzada deberá avanzar en
camiones hasta la línea ocupada por la Agrupación Táctica “M”, para
desde allí lanzarse desplegada, atacar y ocupar Erkúm.
La II bandera
ocupa, a las doce, la última línea de objetivos. Cuando la 3ª compañía
desciende de los camiones para iniciar su avance pie a tierra, el
comandante López Costa, que en previsión de un posible lanzamiento ha
acompañado a esta pequeña columna, comunica a los oficiales que según
lo anuncian por radio, la 1ª compañía, una sección de ametralladoras y
un pelotón de morteros (ambos de la 5ª compañía) está a punto de de
aparecer por el aire para ser lanzados en Erkúm. Vendrán bajo el mando
del capitán Pedrosa y constituirán la mayor fuerza lanzada sobre el
Territorio en acción de guerra. Entre los oficiales figura el teniente
Galera, recientemente fallecido en acto de servicio.
Hay, entre los
hombres de la 3ª compañía, un primer movimiento de rabia contenida al
conocer la noticia: “¡Ese salto era nuestro!”
Cuando el cielo se
llena de puntos, la tripulación de los navíos de guerra que apoyan la
acción, saludan con gritos, aplausos y vivas el salto de los
paracaidistas. Sus cañones desvían el fuego sobre las alturas que
dominan la amplia hoyada, en cuyo fondo está Erkúm. Momentos después,
la 3ª compañía enlaza con los que han venido del cielo. Atrás y a la
derecha, formando un amplio arco, están los hombres de la Agrupación
“M”, los paracaidistas y los legionarios. La tenaza se ha cerrado. (Ha
costado tres muertos en la II bandera y numerosos heridos, entre ellos
el capitán Ponciano Fernández. La VI Bandera de la Legión ha tenido
peor suerte).
El enemigo, que no ha caído en la trampa, se finge
pacífico ciudadano o se dispersa por aquel revuelto y complicado
terreno. La frontera norte está ahí, bien a la mano, y nadie les va a
perseguir a través de ella.
Ya no volverán. Desde este día el
flamante Ejército de Liberación que contaba con masas de hombres unos
meses antes, quedará reducido a unos grupos sin potencia suficiente
para realizar acciones de gran envergadura.
Y ahora, amigo lector,
permítanos volver unas horas atrás el reloj que regía el tiempo de la
campaña. Recordemos aquella misteriosa filtración en el secreto militar
que precedió a la operación “Pegaso”, como había precedido a todas las
anteriores.
No se sabe cómo pudo llegar al Hospital Militar de
Sidi-Ifni la noticia de que horas después la I bandera saltaría en el
límite norte del Territorio. Los enfermos y heridos que se encontraban
en el hospital corrieron al director solicitando el alta inmediata y
asegurando que de no obtenerla se la tomarían ellos. Poco después, con
el alta conseguid o si ella, se presentaron en sus compañías para ser
incluidos en la operación “Pegaso”. Cuando ésta hubo concluido, algún
paracaidista precisó nuevamente ser hospitalizado hasta su total
curación. ¡Ya habría tiempo para ello!
La campaña de Ifni había, prácticamente, terminado.
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