Fuente: La Provincia.es
Es posible dejar huellas imborrables en el mar. El dolor lo consigue.
Ayer, un sencillo pero necesario acto rindió homenaje a los 25
fallecidos en la patera de los Cocoteros, justo un año después de la
desgracia. Permanece en el océano una estela de angustia, pero también
de memoria.
Karima Aahbidague no sabía que se embarcaba rumbo a
la muerte cuando se recogió delicadamente el bajo de su melfha para
subirse a la patera, varada en un punto cercano a Sidi Ifni. Quizás le
hubiera contado algo a su marido, puede que al mayor de sus cuatro
hijos. Más aroma a soledad poseía incluso la aventura de El Bachir
Rajaa, soltero, sin profesión. Era un joven alegre. Le gustaba el
fútbol. De cuando en cuando salía a cazar conejos por el desierto.
Huele a gasóleo. El patrón ha arrancando el motor del maltrecho cascarón de madera donde se agolpan 31 improbables sueños. Su destino estaba grabado sobre las piedras afiladas de la costa de los Cocoteros, donde trabucó la embarcación el 15 de enero de 2009. Un océano oscuro y furioso se tragó a 25 personas, 17 de ellas menores de edad. Cuatro niños quedaron huérfanos de madre. Nadie ha vuelto a oír la risa de Bachir.
Resulta agradable y purificador el olor del salitre, avivado ayer por un fuerte ventoral y un cielo encapotado. Incluso cayó un pequeño chaparrón, como un llanto leve y forzado. Si se pudiera creer en la benevolencia de los elementos, los más románticos podrían pensar que la naturaleza se vistió de luto con motivo del homenaje a los fallecidos que, justo un año después, se rindió en Los Cocoteros, en el litoral del municipio de Teguise. Nada de eso. Los mismos elementos se mostraron inflexible doce meses atrás.
"Cada uno de esta tierra es sagrado para mi pueblo..." Como una extraña letanía, el coro alemán repite la letra de su canción. En el acto, organizado por el colectivo de Uruguayos en Lanzarote con la colaboración de la Federación de Asociaciones de Inmigrantes, las comunidades musulmanas, alemanas y el Área de Migraciones y Solidaridad del Frente Sindical Obrero de Canarias, se descubre también un pequeño monolito rematado con una placa donde se lee una frase la escritora nicaragüense Gioconda Belli: "La solidaridad es la ternura entre los pueblos". Los políticos que toman la palabra (la consejera de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, Inés Rojas, y el alcalde de Teguise, Juan Pedro Hernández) hablan de solidaridad y ternura entre los pueblos.
"A veces tengo pesadillas, pero tampoco estoy para un psiquiatra de ni nada de eso". El uruguayo Christian Hunt acaba de arrojar junto a su hija un clavel al mar, justo en la zona donde se arrojó sin pensarlo una vez para salvar a los únicos seis supervivientes. "También he sacado cosas positivas. Ahora aprecio más todo", dice mientras aferra a la pequeña por los hombros. Le han dado un Premio Canarias y es Hijo Predilecto del municipio. Él no se siente un héroe.
Las emanaciones del té inundan la estancia. Ayer por la tarde. En la casa de Karima en Arrecife, hermana de Aahbidague, está sentado también Suelim, que perdió a su hermano Bachir en la trágica noche. "El Gobierno marroquí es el primer culpable, porque la riqueza se la queda el Gobierno marroquí y los jóvenes no tienen trabajo", critica. Casi todos los muertos eran saharauis. Ahora carecen de nacionalidad. Sólo viven en el dolor, la rabia y el recuerdo.
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