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El “luh” y su posible origen romano
Las marcadas diferencias entre la señorial kasba y la humilde casa de campo (tiguemi) no impide que su origen sea el mismo: el barro, como el tapial castellano.
Los restos romanos son frecuentes al oeste del Gran Atlas. La ausencia de yacimientos arqueológicos en Ait Ba Amrán no es suficiente para suponer al baamrani desheredado de una cultura que se extendía por todo el norte africano.
El luh es el nombre que recibe el cajón o molde en que se comprime y aprisiona la tierra, y por extensión, se denomina así al sistema constructivo. Diariamente hay que verter agua sobre la tierra, durante 20-25 días si la tierra ha sido ya levantada de antemano o 40-45 días si es sacada directamente del suelo. El punto lo marca el olfato, pues los ibnain (albañiles) aseguran que es necesario que “huela a pan”.
El luh es el nombre que recibe el cajón o molde en que se comprime y aprisiona la tierra.
Almorávides y almohades construyeron así sus agadires o ciudades amuralladas, comprendiendo el peligro de las construcciones en piedra cuando se derribaban en un ataque a la fortaleza, quedando indemnes las sujetadas por contrafuertes de tierra. Los rebotes de flechas y balas no se dan en los muros de luh, en donde se clavan.
La hilada de grosor uniforme se consigue por deslizamiento del molde a partir del primer bloque, manteniéndose las dimensiones mediante largueros verticales y transversales, tensados a cuerda. Se aprecian claramente las uniones en las junturas de los bloques donde se introducen lajas pizarrosas, a modo de cuñas, para una mayor cohesión. La colocación de dichas lajas en forma de triangulo isósceles, es exactamente como procedían los constructores romanos.
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