Fuente: Diario de Burgos
Veteranos de las tropas de África se reencuentran en Burgos y visitan el Museo Militar Regional
El coronel Fernández recibe al grupo en el Museo Militar Regional, en el acuartelamiento Diego Porcelos.
(Foto: Ángel Ayala)
Quién iba a decirles que el Ejército marroquí sería su salvación. Los
últimos de Ifni pusieron fin a un mes de penurias con 6 días de fiesta,
pinchos morunos, te marroquí y algunas botellas de güisqui gracias a las
tropas a las que supuestamente fueron a combatir.
«Abandonamos el
territorio al estilo Dunkerque, en barcazas y con el armamento. No fue
precipitado pero el último mes se pasó muy mal, no había comida.
Custodiábamos la frontera y vivíamos igual que en la guerra, en
trincheras y con las ametralladoras montadas. Lo único que no había
tiros pero lo demás, igual que una guerra, como medio salvajes». Así
recuerda Félix Valbuena, de Miranda de Ebro, el último tramo de los casi
15 meses que pasó su quinta en suelo africano como cabo de la Primera
Compañía de Tiradores de Ifni.
A finales de año -1968- ya sabían que España abandonaba la provincia. Se
fueron marchando los veteranos, sus familias, los civiles, los que
tenían las tiendas y los bares... Todos. Y la única comida que quedaba
la tenían «los moros. Íbamos a comprar verdura, pollos...» pero no
llegaba para los 1.200 tiradores que permanecerían atrincherados hasta
el final de la primavera.
Pablo, también de ese último reemplazo,
recuerda que además del armamento tuvieron que llevarse los cadáveres
del cementerio. Para Jesús Ubierna lo peor fueron los chinches y pulgas
con los que dormían en sacos de paja.
Integrantes de esta y otras
quintas destinadas en los Tiradores de Ifni (en el suroeste de
Marruecos) se reunieron ayer en Burgos para celebrar una jornada de
veteranos, que comenzaron con una visita al Museo Militar Regional,
donde les dio la bienvenida el coronel Fernández. Después, los
colaboradores Julio Canales y Carlos Grijalbo les guiaron por una
exposición en la que hay algunas piezas muy cercanas y otras no tanto.
«Estos no visten como nosotros», exclamaron al ver el uniforme de las
miniaturas de sus compañías, años antes de que ellos llegaran.
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