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El batallón expedicionario "PAVIA 19" en la guerra de Ifni Imprimir E-Mail
Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Manuel Jorques Ortiz   
jueves, 02 de febrero de 2012

Conversando con Antonio López Canales

El matrimonio López Canales en 2011
El matrimonio López Canales en 2011.

Hemos iniciado una agradable "charla", gracias a Internet y al teléfono convencional. Nos une un íntimo amigo común (Alfonso Maruenda Tomás) y el hecho de que Antonio es un "sufrido" lector de mis dos (y únicos) libros sobre Ifni, que él tiene la gentileza de adjetivar como ¡magníficos!, lo que demuestra que es un verdadero andaluz (por lo exagerado). Dice que con el primero (Ifni 1961-62. Memorias de un soldado) se emocionó y aprendió mucho, y que había comenzado el segundo (Historias secretas de Ifni. Hablan los soldados) previendo que le iba a "mover" tanto o más que el anterior.

Para conocernos físicamente me adjuntaba una foto "actual", con Mercedes, su esposa, y que en envíos sucesivos irían otras de aquellos meses pasados en Ifni, durante la guerra del 57-58, encuadrado en el Batallón Expedicionario "Pavía 19".

Reanudamos la "conversación" y me dice: Acabo de llegar a casa; hemos estado, Mercedes y yo, en el campo de golf de Valderrama, en Sotogrande, San Roque, viendo ganar el Máster Andalucía, que patrocina Volvo, a Sergio García. No practico el golf (mis dos hijos un poco), pero alguna vez nos integramos en ese público que, con más o menos idea de ese juego, va a disfrutar de ver jugar y del aire puro, del paisaje, y de las buenas maneras. (Hemos sido más de cuarenta mil espectadores, a lo largo de estos días).

El entorno de Sidi Ifni. Obviamente no apto para el golf.
El entorno de Sidi Ifni. Obviamente no apto para el golf.

Tengo en estos días, en los que estoy leyendo tus "Relatos secretos" , tan frescos los recuerdos de Ifni, que hoy en Valderrama, esperando llegar a los jugadores a uno de los hoyos, comparaba ese césped, cuidadísimo, esa vegetación, esos arroyos artificiales o naturales, en fin, ese magnífico y saludable paisaje del que estaba disfrutando, con las tabaibas, trincheras, suciedad, pulgas...de hace cincuenta y cuatro años, que sólo nosotros hemos conocido y que gracias a escritores como tú se están dando a conocer...

Fíjate (continua): Con catorce años ingresé en el Ejército como "Educando de Banda", Pero, por estar estudiando, no tenía obligación de hacer vida cuartelera; sólo durante las vacaciones hacía, con otros como yo, algo de instrucción. ¡Cómo me pesaba el mosquetón!

Siempre me había gustado todo lo que envolvía a la vida militar; y cuando me puse el uniforme y agarré un "Máuser" por primera vez, sentí una emoción sincera. ¡Eso es lo que yo quería! (Eso es lo que yo creía).

Fachada de la Academia General Militar.
Fachada de la Academia General Militar.

Mi padre nunca me alentó para que mi futuro fuera la vida castrense, sin embargo, me traía a casa algunas disposiciones sobre el ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza, porque yo quería ser Oficial de Carrera.

Cuando aprobé el Bachillerato Elemental, en San Roque, donde vivía, varios de mis amigos comenzaron la carrera de Magisterio. La Enseñanza no me disgustaba, por lo que le propuse a mis padres hacer lo mismo. Mi padre me dijo que me hiciera Maestro si quería, pero que, antes, terminara el Bachillerato Superior. No hubo más que hablar.

A los dos años (Junio de 1957) acabé el Bachillerato. Ese verano hice el Curso de Cabo y me integré de lleno en la milicia como Cabo de una escuadra de Morteros del 81, en la Compañía de Armas Pesadas.

En Septiembre cumplí los dieciocho años. Ya se respiraba intranquilidad en el Cuartel. La instrucción de campo aumentaba. El reparto de equipo y armamento, su revisión y cuidado, la cancelación de permisos, el ensayo de Generala y alguna noticia que llegaba de Ceuta, donde estaba un Teniente de La Legión, novio de una chica de San Roque, nos hacían sospechar algo.

Antigua fachada del Cuartel del
Antigua fachada del Cuartel del "Pavía 19".

El 27 de Noviembre, de madrugada, tocaron Generala; mi padre me acompañó al Cuartel. ¿Qué sentiría cuando me vio saludarlo con la mano, antes de que el camión doblara la última esquina del pueblo para coger la carretera? Ya te comenté que murió a los dieciocho días. De mi madre me despedí en casa.

Después de los siete meses de estancia en Ifni regreso a casa, de Cabo 1º, queriendo seguir la vida militar, pero desorientado y echando mucho de menos a mi padre.

¿Cómo me preparo para Zaragoza? Un año lo pierdo, en cuanto a estudios se refiere, haciendo vida de cuartel, pero no en una Compañía, como yo quería, sino en oficinas, que no era ningún chollo.

Te voy a resumir: Me preparo por mi cuenta, e ingreso en la Academia Auxiliar Militar de Villaverde, en Madrid (allí preparaban para la Academia General). Apruebo el Primer Grupo, comienzo a prepararme para el Segundo Grupo (el definitivo); me convocan al Curso de Sargentos, para hacerlo en Hoyo de Manzanares, al norte de Madrid. Ya tengo 21 años, y la edad máxima para presentarme a la General, de Cabo 1º, es la que ya he cumplido. Tengo dos opciones: a) Renunciar al Curso de Sargento y presentarme en Zaragoza (pero si no aprobaba y no se convocaba un nuevo Curso para Sargentos, me quedaba de Cabo 1º, quién sabe cuánto tiempo). b) Hacer el Curso de Sargentos, con lo que tendría opción a presentarme en Zaragoza hasta los 28 años.

Como era la última oportunidad para presentarme de Cabo 1º, solicité, al Ministerio del Ejército, por medio de un Comandante, profesor mío en la Academia Auxiliar lo siguiente: Había perdido un curso por haber participado en una guerra. ¿Me valoraban ese año perdido, y en vez de 21 años de edad, como máximo, podría presentarme también con 22? La respuesta fue negativa, y el impacto en mi moral y espíritu militar, fue fuerte. ("Tenía que haber seguido estudiando y no haberme ido a la guerra, caramba", parecía que me querían decir los que me negaron la petición).

Hice y aprobé el Curso de Sargento, me destinaron a Lanzarote, pero pude regresar en tres meses a San Roque, donde ya tenía novia, que es mi mujer, Mercedes. De nuevo en mi Cuartel, por aquello de que tenía el Bachillerato volví a tener destinos alejados de la Tropa, por ejemplo: llevar la contabilidad del Regimiento, ¡ahí va eso!. Yo, de Contabilidad, nada, pero claro, era Bachiller y se suponía que podría hacerlo. Y, además, era una orden. Mi horario era casi el doble de la mayoría de mis compañeros del mismo empleo, y teniendo, también, que cumplir con los servicios de Guardias, Vigilancias, Retén, Tiro...Y si el trabajo, por estos servicios, se me acumulaba... allá yo. Una de las muchas conclusiones que saqué: el que menos valía, vivía estupendamente; y si era más veterano que tú, ascendería antes que tú, aunque te mataras trabajando e intentando mejorar en tu profesión.

Lo bueno que tuvieron estos destinos fue que siempre estaba cerca de los mandos del Regimiento, y el panorama que me ofrecían con sus modos y maneras, no eran los que yo había idealizado, para cuando yo llegara a ser como ellos.

Desistí seguir presentándome a la Academia General; estuve cuatro años de Sargento, durante los cuales hice Magisterio, con la reválida y las oposiciones, dejé el Ejército con dolor (después de trece años), y con extrañeza por parte de todos, luego me licencié en Bellas Artes y saqué las Oposiciones a Cátedra de Instituto. También fui profesor durante diez años en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Cádiz.

Conservo buenos amigos y buen recuerdo, en general, del Ejército, y siento por él amor, respeto y admiración. Las celebraciones castrenses, con desfile, oración a los caídos, Bandera Nacional...me mojan la cara. Pero creo que he sido más feliz en la Enseñanza.

Hacia lo incierto. 2º día de barco. Noviembre de 1957.
Hacia lo incierto. 2º día de barco. Noviembre de 1957.

Desde muy pequeño he sentido afición por el dibujo y los colores, afición que nunca dejé y que me proporcionaba satisfacciones y algún premio. Desde que acabé el Bachillerato Elemental, como segunda profesión pensaba en la Enseñanza. Por otra parte, me gustaba el Dibujo y la Pintura, por lo tanto: me haría Profesor de Dibujo. Y así quiso Dios que hiciera.

Como último apunte de esta mini biografía, una cosa más: Aquella chica de San Roque, novia (después la esposa) de un Teniente de La Legión (de Complemento), es la hermana de Mercedes, mi mujer. Él también fue a Ifni, unos días antes que yo. Imagínate las conversaciones que hemos tenido sobre aquello.

Finalizado el monologo y retomada nuestra conversación, volvemos a aquel noviembre de 1.957 en el que fue movilizado un batallón del Regimiento, de guarnición en San Roque, en el que quedó Antonio integrado, y con el que fueron llevados a un destino incierto a bordo del barco "Virgen de África", transporte que compartieron con parte del Batallón, de guarnición en Algeciras, Extremadura nº 15.

Del viaje (dice López Canales) rápido y relativamente cómodo en aquel moderno transbordador, en el que llevábamos todo nuestro equipo de combate, municiones y vehículos, conservo una única fotografía tomada en la bodega de carga del barco.

Al repasarla, después de tantos años, quiero ver en mi rostro y en el de mis compañeros un gesto de serenidad no exenta de preocupación, por lo que la he rotulado (algo ampulosamente) con una frase testimonial: "Hacia lo incierto. 2º día de barco. Noviembre de 1.957".

Alfonso, Daniel Fuentes y yo.
Alfonso, Daniel Fuentes y yo.

En cierto modo yo no había perdido nunca el "hilo" de Ifni gracias a mi amistad con Alfonso al que le escribí desde aquellos dominios, ignorante de que él los pisaría también tres años después (le llegué a enviar tierra sacada de aquellos pedregales) y que empecé a robustecer con lecturas y encuentros entre los que quiero destacar el haber conocido a Daniel Fuentes, el poeta de Tiradores (grandísimo poeta) cuando en el puerto de Algeciras lo despedimos en su enésimo viaje a Sidi-Ifni.

Además, los veteranos compañeros del "Pavía 19", con nuestro comandante al frente, iniciamos la saludable y nostálgica costumbre de reunirnos, ya "mayorcitos", para rememorar nuestros años juveniles y nuestra estancia en Ifni, sacando a relucir nuestras casi olvidadas fotografías; particularmente yo he intentado (con más o menos fortuna) irlas rotulando y poniéndolas en las mejores condiciones de ser visionadas.

Te facilito ahora mismo dos de esas fotografías: En una, muy "actual" estamos algunos de los componentes del "Pavía 19" celebrando la Inmaculada y en la otra desfilando por Sidi-Ifni.

Cincuenta años después.
Cincuenta años después.
Cincuenta años antes. Desfilando por Sidi-Ifni.
Cincuenta años antes. Desfilando por Sidi-Ifni.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

De "estar en casa" a pasar en unas pocas horas a desembarcar por las bravas en una inhóspita playa y adentrarnos seguidamente en un territorio en plena guerra, no es nada sencillo, pero no tuvimos tiempo para pensarlo ¡es lo que había! y lo asimilamos rápidamente adaptándonos al entorno hostil al que nos habían llevado. Era el 30 de Noviembre de 1.957.

Excavando un hoyo, como chabola, para la escuadra. Enero 1958. BULAALAM,
Excavando un hoyo, como chabola, para la escuadra. Enero 1958. BULAALAM.

Los primeros días de Diciembre (y durante todo el mes) los combates fueron incesantes y nuestro Batallón, con las demás fuerzas de refuerzo desembarcadas, pudo relevar a los Tiradores y Paracaidistas que tuvieron que aguantar y resistir la primera embestida de los enemigos marroquíes. Nuestra vida transcurrió en las posiciones de montaña que íbamos construyendo sobre la marcha, en condiciones deplorables, comidos por las chinches, pulgas y otros insectos que proliferaban por aquellos lares. No obstante, el grado de fraternidad y camaradería entre mandos y tropa siempre fue excelente, lo que te ayudaba a soportar la situación.

Repasando mi álbum de fotos observo (me doy cuenta) de que no tengo ninguna de aquél intenso mes de Diciembre; no hay dudas de que "el horno no estaba para bollos"; precisamente en ese último mes del año 1.957 nuestro Batallón tuvo la mayoría de las bajas, entre las que hay que destacar la muerte del Teniente de Complemento Santiago Cristos Astray.

En un pozo de tirador, sobre la cresta del monte BULAALAM. Enero 1958.
En un pozo de tirador, sobre la cresta del monte BULAALAM. Enero 1958.

Lo peor de todo, para mí, fue que el 15 de Diciembre del 57, mi padre murió y no pude conseguir (o no quisieron darme) permiso, para estar unos días con mi madre y mi hermano, de diez años. Mi padre, con te he dicho anteriormente, era brigada en mi mismo Regimiento e iba a ser el jefe de una expedición que nos llevaba víveres.

Algunas veces, como verás, "me voy" a Ifni (obviamente, a través de Google Earth, esa magia de la técnica).

Enero 1958.
Enero 1958.

De Enero si que poseo varias fotos (como la anterior), entre las que cabe resaltar la que me tomaron comulgando en una inolvidable misa de campaña en la posición de Buaalam, paraje que en aquellos momentos hacía palidecer al mejor y más adornado templo de la cristiandad. La devoción de todos los presentes, las emocionadas y emocionantes palabras del sacerdote oficiante, así como la asunción por nosotros, los soldados, de que estábamos en una guerra y que en cualquier momento podíamos morir, hicieron que aquella Santa Misa nunca la haya olvidado.

El mes de febrero, lo pasé en una posición por encima dela huerta de Tiradores; era un placer poder bajar y lavarnos, cuerpo y ropa, con cierta abundancia de agua, aunque ya las "manchas" de las pulgas era difícil de eliminar del todo. Ese mes tuvimos plaga de langosta; era mejor no salir de la chabola; pero había que salir. Una distracción era blandir una tabla: caían a decenas. Lástima no tener la cultura culinaria de los ifneños. Cuando "visitábamos" alguna Kabila, en las "descubiertas" que había que hacer, era normal encontrarnos con montones de esos saltamontes, en un rincón, secos, suponíamos que para comerlos.

No es que hubiera menos peligro ni que se relajaran las condiciones; lo que ocurría era que, en tan poco tiempo, nos habíamos convertido en veteranos, mimetizándonos con los compañeros del Grupo de Tiradores, Banderas Paracaidistas y la Legión, a quienes, en nuestra primera visión, nos habían dado la impresión de rudeza y suciedad ¡Ahora éramos todos iguales!

En la Huerta, febrero 1958.
En la Huerta, febrero 1958.
Después del Examen para Cabo 1º.
Después del Examen para Cabo 1º.

Ya "veteranos" y como todavía tenía el propósito de continuar en el Ejército, hice los exámenes de Cabo 1º (que aprobé); recuerdo que aquel día lo celebramos con los compañeros y lo dejamos inmortalizado mediante las correspondientes fotografías, a los que he conseguido identificar y poner el nombre a casi todos... Han pasado casi 54 años y parece que fue ayer... Si hago un pequeño esfuerzo mental soy capaz de escuchar las risas, las bromas y chirigotas (por algo éramos gaditanos) al habernos convertido en "jefecillos", jefes de Pelotón ¡Casi ná!

But-alam, Mayo 1958.
But-alam, Mayo 1958.
Rescate de una gacela muerta por las minas. BUT-AL-AM, Junio 1958. Observe el amable lector en que estado estaba ya nuestra vestimenta.
Rescate de una gacela muerta por las minas. BUT-AL-AM, Junio 1958. Observe el amable lector en que estado estaba ya nuestra vestimenta.

 

De posición en posición, con algún pequeño (muy pequeño) descanso en la población de Sidi Ifni irían transcurriendo los meses de Marzo, Abril y Mayo de 1.957; en ocasiones, los accidentes anecdóticos te hacían volver a la realidad y recordar que estabas en zona de guerra; lo digo por aquella vez en que tras una explosión, por la noche, creyendo que algún enemigo había intentado llegar a nuestras trincheras, pisando una de las "minas" sembradas por doquier habría quedado muerto o herido y resultó ser una inocente gacela con la que nos fotografiamos.

También dejamos constancia gráfica del puesto de ametralladoras en el que estuve destinado.

Con la colilla en la boca, en un puesto de ametralladora.
Con la colilla en la boca, en un puesto de ametralladora.
Preparado para un ejercicio de tiro. Junio 1958. BUTALAM.
Preparado para un ejercicio de tiro. Junio 1958. BUTALAM.

Puede parecer algo frívolo el tema de las fotografías, pero pasados los años todos estamos contentos de haber tenido el estado de ánimo necesario para inmortalizar aquellos tiempos duros y crueles, porque pertenecían a nuestra etapa juvenil, llena de amor patrio, que ahora podemos rememorar e incluso poner el nombre a los rostros que emergen surgidos de aquel lejano pasado.

De ese "nido" de ametralladoras (como se le denominaba en el lenguaje militar) quedó un mejor detalle en esta otra foto:

Pues bien, entre la memoria (que flaquea tras el paso de tantos años) y el álbum de fotografías, he intentado dar mi visión de lo que vivimos aquellos soldados del Batallón Expedicionario "Pavía 19" en la guerra de Ifni, de cuyo territorio nos fuimos el 25 de Junio de 1.958, en el carguero "Cabo de Hornos, llegando a nuestra base de San Roque el día 30 de dicho mes, fecha coincidente con el "alto el fuego" decretado por nuestras autoridades militares, supongo que de acuerdo con las marroquíes, aunque todo esto quedó envuelto en el misterio y el secretismo de aquella época, secreto que tal vez algún día se desvele para su estudio por los historiadores.

Día del desembarco, en Cádiz. Finales de Junio de 1958.
Día del desembarco, en Cádiz. Finales de Junio de 1958.

Como ya tengo dicho, yo regresaba a mi casa, pero mi padre había muerto y los planes hechos tan pocos meses antes los tuve que ir revisando sobre la marcha; y las circunstancias en las que me encontré me llevaron a tener que desistir de mi propósito de ser militar profesional, de acudir a la Academia General Militar, de materializar mi vocación forjada al lado de mi progenitor –reflexiona Antonio-; no obstante, mi amor por la milicia, por nuestro Ejército, no ha decaído nunca.

Mi último recuerdo de Sidi Ifni era el pensamiento que me embargaba cuando bajaba al pueblo y pasaba por la Plaza de España, miraba al monumento del Coronel Capaz y le preguntaba: "¿Por qué no se quedó, tranquilito, en España, en vez de venirse por aquí?".

Como testimonio de nuestro desembarco en Cádiz y de la alegría colectiva por aquel instante, lo inmortalizamos con la fotografía siguiente, con la que, si te parece, damos por finalizada esta conversación. ¡Habían pasado justamente siete meses desde que habíamos salido de allí!

EL ILICITANO JOSÉ ANTÓN VÁZQUEZ, SARGENTO DE COMPLEMENTO DEL "PAVÍA 19"(COVERSACION DE SOBREMESA)

La coincidencia de nuestra adscripción a AVILE, las comidas de compañeros en El Campello y Elche y nuestra amistad común con el entrañable "cabo Cremades" (el mejor "dátil" que ha dado el Palmeral) y sus 79 lúcidos años, hacen de la charla distendida tras el café nos traslade hacia sus recuerdos de la guerra de Ifni en la que participó en calidad de sargento de complemento (universitario) encuadrado en el "Pavía 19", cuando realizaba su periodo de prácticas, tiempo que coincidió con la movilización de su unidad y el traslado a Sidi Ifni en el transbordador "Virgen de África" a finales de Noviembre de 1.957.

José Antón (de verde) con compañeros de AVILE.
José Antón (de verde) con compañeros de AVILE.

Empieza comentando el amigo Antón que hoy en día casi la totalidad de los españoles desconocen que Ifni fue un territorio del sur de Marruecos, de unos 1.500 km2, ocupado por España en 1.934 (aunque sus derechos sobre el mismo venían de siglos atrás) y que nos costó sangre, sudor y lagrimas antes de ser entregado al reino alauita sin compensación alguna el 30 de Junio de 1.969.

El hecho más relevante en esos 35 años de soberanía española fue el alevoso ataque que nuestras tropas sufrieron el 23 de Noviembre de 1.957, lo que motivó la denominada guerra Ifni-Sahara (ambos territorios se vieron involucrados) que nunca fue oficialmente reconocida y, mucho menos, que la contienda bélica fue con Marruecos y no con "bandas incontroladas", como la prensa de entonces sostuvo.

Como los atacantes no pudieron consumar la masacre de nuestros militares, que resistieron heroicamente, el Mando dispuso la contraofensiva en la que me vi inmerso dada mi condición de sargento de complemento en el Regimiento "Pavía 19", con base en San Roque (Cádiz), siendo uno de los integrantes del Batallón de Maniobras (más de 700 efectivos); se tocó generala a altas horas de la noche en el cuartel y nos trasladaron a Algeciras donde embarcamos en el transbordador "Virgen de África".

Tarjeta de identidad del sargento Antón.
Tarjeta de identidad del sargento Antón.

Ha pasado más de medio siglo –añade- y la memoria ya no me es lo fiel que yo quisiera; recuerdo la anterior noche al toque de la fatídica corneta que nos sacó de la cama, con la animada tertulia de los compañeros tras la cena, en la escuchábamos por la radio noticias poco tranquilizadoras sobre Ifni.

El viaje fue muy rápido aunque se hizo una pequeña escala en Canarias, posiblemente para repostar y hacer acopio de material, y la tropa con sus mandos acampábamos en la cubierta de buque. Había ansiedad pero también alegría, actitud innata en la gente joven.

La llegada al territorio de Ifni fue precipitada –precisa el amigo José Antón-; el desembarco se hizo en la playa a pie, bañándose hasta la cintura los soldados ya que los botes anfibios (de maniobras en Canarias) brillaron por su ausencia, pero los oficiales y suboficiales no nos mojamos ya que nos sacaron a hombros los soldados, en una escena típica de plaza de toros tras una buena corrida y corte de orejas.

Soy el de la izquierda.
Soy el de la izquierda.

Todo se desarrolló con inusitada rapidez pues era obvio que se nos necesitaba como refuerzos de las tropas que venían combatiendo desde hacía varios días; nos trasladamos a las posiciones que nos fueron asignadas, plantamos nuestras tiendas de campaña y empezamos a cavar trincheras. En pocos días nos convertiríamos en veteranos.

Echando la vista atrás –rememora Antón- me doy cuenta de que nuestros jóvenes actuales no podrán nunca entender la situación tercermundista de aquel territorio en el que las comunicaciones eran más que precarias; las comidas se hacían cuando llegaba la acémila, atravesando aquellos inhóspitos parajes, cargada de grandes cacerolas, sin tener en cuenta horario alguno: Unos garbanzos a primera hora de la madrugada se recibían como un manjar inesperado; el agua de beber la filtrábamos y le añadíamos una pequeña gragea que la convertía en potable.

Fíjate –me dice- que cada día levantábamos nuestras tiendas y avanzábamos nuestras posiciones, con ataques organizados, siguiendo las instrucciones del alto mando. Empezaba la aviación "peinando" la zona, al tiempo que el disparo de nuestros morteros nos permitía una ocupación generalmente tranquila, salvo pequeños incidentes producidos por sorpresa, que afortunadamente quedaron en el olvido. Tomada la posición, volvíamos a instalar nuestras tiendas, se cavaban trincheras para su defensa y organizábamos los normales servicios de la milicia.

En Ifni, todo un 'veterano'.
En Ifni, todo un'veterano'.
Proa del crucero 'Canarias' autor del 'fuego amigo'.
Proa del crucero 'Canarias' autor del 'fuego amigo'.

Claro que en una ocasión –recuerda- los incidentes no fueron pequeños sino de gran tamaño: Una mañana nos despertamos con el estruendo de unas explosiones en nuestro propio campamento, y resultó ser el crucero "Canarias" que tratando de alcanzar posiciones enemigas con sus proyectiles se quedaron cortos y nos cayeron encima. Menos mal que alguno de esos obuses no explotaron y los que sí lo hicieron solo causaron daños materiales.

Un motivo de gran preocupación era cuando la arena de los sirocos inutilizaban las armas automáticas, incluso estando dentro de sus fundas; en cambio el mosquetón Máuser funcionaba casi siempre con normalidad.

La carencia de medios adecuados de comunicación debió ser la causante de la descoordinación ocurrida tras el cañoneo del "Canarias", pues creyendo el mando que había sido desalojado el enemigo y no era necesario el fuego de la aviación ni el de morteros, avanzamos las tropas como si de un paseo militar se tratara hasta recibir una lluvia de balas y metralla acabaron con la vida del teniente Cristos Astray (sobrino del general Millán Astray) y de un soldado de mi pelotón, del que pude escuchar las últimas palabras antes de expirar.

El sargento Antón, en una foto de 'estudio'.
El sargento Antón, en una foto de 'estudio'.

Tras el fracaso, tuvimos que retroceder acompañando a los camilleros que portaban los muertos, y volver a empezar. Esta vez precedidos de la actuación aérea y de nuestros morteros que dejaban expedito el camino. Tal vez si hubiéramos empezado así, como lo veníamos haciendo, se podrían haber ahorrado dos vidas. Pero seguramente el alto mando naval quería justificar su presencia y ello costó la muerte innecesaria de dos hombres. Por cierto, el crucero "Canarias" quedó bastante deteriorado tras el cañoneo ya que, al parecer, no pudo resistir las vibraciones de sus propios disparos.

Estando en la primera línea de fuego –continua- se cumplió el tiempo oficial de mis deberes militares, pero era evidente que no podía abandonar mi puesto en tanto no se presentara mi relevo. Más de veinte días lo estuve esperando, pero en aquella posición era inútil esperar. El sargento designado me esperaba tranquilamente en la ciudad de Sidi-Ifni.

Cuando su majestad Mohamed V nos concedió un respiro, nuestro Ejército aprovechó para relevar a nuestro Batallón de la primera línea, pasando a posiciones de retaguardia, aunque otras fuentes ("radio macuto") hablaron de una orden del Estado Mayor en la que se conminaba urgentemente nuestro traslado a la retaguardia. Tal vez la muerte de soldados de reemplazo no sentó bien al alto mando. O bien la muerte del teniente Cristos Astray, propiciara la urgencia de dicha orden.

Regresando de 'lavar' la ropa en una kabila. But-al-am, Junio 1958. Escenas como esta se prolongaron hasta 1969.
Regresando de 'lavar' la ropa en una kabila. But-al-am, Junio 1958. Escenas como esta se prolongaron hasta 1969.

Sea como fuere, pudimos volver a la vida ordenada en la ciudad, donde me esperaba el sargento designado para relevarme. Una vez entregado e mando al nuevo compañero y sustituto, oficialmente quedaba liberado. Desde ese momento pude relajarme unos días, durmiendo tranquilamente, y al contacto con los civiles y militares que no "militaban", me puse al corriente de los acontecimientos ocurridos en España. Y por la prensa pude enterarme que había una especie de "guerrita" en Ifni, pero que los soldados habían pasado unas Navidades estupendas disfrutando de las actuaciones de Carmen Sevilla, Gila y no recuerdo cuantas cosas más.

También pude recoger algunos paquetes que me habían mandado mis padres y amigos, que se habían recibido durante los tres meses de campaña, y al no ser posible su entrega se fueron amontonando en una habitación del edificio que debió ser el Ayuntamiento en tiempos normales.

En Las Palmas, ya de paisano (soy el del centro)
En Las Palmas, ya de paisano (soy el del centro)

La verdad –reflexiona Antón- es que estaba impaciente por volver a casa. Lo mismo les ocurría a los compañeros, Pedro Romero, veterinario de Albacete, y Garrido Parrilla, de Guadalajara, que se encontraban en la misma situación.

Así pues, ya determinados a marchar, nos dirigimos a aquella planicie que llamaban aeródromo donde encontramos a un piloto que se disponía a trasladarse a Canarias y no quisimos perder la oportunidad de volver a las Islas Afortunadas. Esta vez con más fortuna, pues ello suponía despedir para siempre aquel ambiente hostil y moruno y volver a tierra civilizada, aunque no creas –añade- que la aventura del viaje en aquel viejo aparato de aviación fue placentera: ¡Entrañó tanto peligro como la propia guerra!

Para nosotros la guerra había terminado, pero oficialmente finalizó el 30 de Junio de 1.958, cuando me encontraba ya en el hogar paterno.

Con mi cartilla militar, y licenciado, se me entregó un oficio mediante el que se nos concedía la "Medalla Colectiva al Valor" (no estoy seguro de que se llamara de esta forma); no obstante, como la imposición de tal condecoración estaba condicionada a la vuelta de todo el Batallón a San Roque, la mayor parte de los compañeros licenciados con anterioridad no acudieron al acto.

Habiendo surgido durante las conversaciones anteriores la figura del teniente Cristos Astray, que la prensa del Régimen de Franco no exaltó como (por ejemplo) la del Alférez Rojas Navarrete, este autor ha tenido la curiosidad de saber algo más de este caído en la guerra de Ifni, por lo que tras la pertinente consulta en Internet ha encontrado la crónica de autor anónimo que me permito plasmar a continuación, como una mayor y mejor contribución a los hechos de armas del "Pavía 19".

SANTIAGO CRISTOS ASTRAY

Santiago Cristos Astray.
Santiago Cristos Astray.

D. Santiago Cristos Astray, nació en Arteixo (La Coruña) el 16 de diciembre de 1929 y era hijo de Abraham Cristos Gutiérrez y Carmen Astray.

Ingresó como voluntario en la I.P.S. distrito de Santiago de Compostela (La Coruña) el 11 de diciembre de 1949 al estar cursando los estudios de Magisterio.

El día 20 de Junio de 1951 se incorpora a la U.E.I. del Campamento de Montelarreina (Zamora) de la 7ª Región Militar para seguir el primer periodo de la Instrucción Premilitar Superior.

El día 5 de Agosto presta Juramento de Fidelidad a la Bandera ante la del Regimiento de Infantería "San Quintín" nº 32, y al finalizar dicho periodo es promovido al empleo de Sargento de Complemento de Infantería.

El día 20 de junio de 1953, retorna al Campamento de Montelarreina para efectuar el segundo período de la I.P.S. y al finalizar el mismo fue promovido al empleo de Alférez Eventual de Complemento con el número de promoción 1.138 y antigüedad del 15 de septiembre.

Tras terminar sus estudios de Magisterio, efectúa sus prácticas de Alférez de Complemento en el Regimiento de Infantería "Tarragona" nº 43 en la plaza de Pontevedra, desde el día 13 de marzo de 1954, pasando a prestar sus servicios en la 2ª compañía del 2º batallón.

Con fecha 20 de junio pasa a ejercer el cometido de auxiliar de profesor en el Campamento de Montelarreina hasta el 15 de septiembre del año en curso. Por necesidades del servicio, pasa a la compañía de ametralladoras del 2º batallón trasladándose al Campamento de Figueirido (Pontevedra) hasta la terminación del curso de la I.P.S.

El 1 de junio de 1955 es promovido al empleo de Alférez de Complemento de Infantería con antigüedad del 15 de septiembre de 1953.

El 19 de julio es destinado en disponibilidad al Regimiento de Infantería "Isabel la Católica" nº 29 en la plaza de Vigo. Posteriormente el 23 de diciembre pasa destinado en activo al Regimiento de Infantería "Pavía" nº 19 incorporándose el día 8 de enero en la plaza de San Roque (Cádiz) siendo destinado a la 1ª compañía del Batallón de Maniobras. Ejerce como instructor de reclutas en el Campamento de Facinas (Cádiz) y en el Campamento de la I.P.S. de Montejaque en Ronda (Málaga) ejerciendo como auxiliar de profesor. A la finalización se incorpora a su anterior destino pasando a la 3ª compañía del Batallón de Maniobras.

Por O.C. del 23 de octubre de 1957 asciende al empleo de Teniente de Complemento de Infantería con antigüedad del 15 de septiembre de 1957.

El Teniente Cristos Astray a la derecha de la foto en el barco que le trasladó a Ifni.
El Teniente Cristos Astray a la derecha de la foto en el barco que le trasladó a Ifni.

El 27 de noviembre, y por orden de la superioridad, el Batallón de Maniobras emprende marcha en camiones hasta la plaza de Algeciras, embarcando en el mismo día en el transbordador "Virgen de África", con dirección a Canarias, donde llegó el 29 continuando hasta territorio de Sidi Ifni (Africa Occidental Española), donde arribó el día 30, para tomar parte en las operaciones de guerra contra las bandas marroquíes que atacaron el referido territorio.

Se traslada con su compañía a la posición "Aman Uali" Sector Norte de Sidi-Ifni quedando en posición y sosteniendo ligeros tiroteos con el enemigo por las noches hasta el día 9 de diciembre que se efectúa por la compañía una rectificación de líneas avanzadas hasta unas dominantes, quedando de posición y como reserva de la compañía la sección que manda el Teniente Cristos.

El día 18 de diciembre y al mando de su sección efectúa un reconocimiento hacia el enemigo con misión de desalojarle de unas alturas dominantes desde donde efectúa fuego de fusil, armas automáticas y morteros recibiendo esta sección fuego cada vez con más intensidad por lo que se le ordena replegarse sobre nuestras posiciones.

El Teniente de Complemento Cristos ordena a sus pelotones el repliegue, quedando él con un subfusil protegiendo dicho repliegue y recibiendo varias heridas por arma automática del enemigo por las cuales falleció, siendo recuperado su cadáver por su compañía.

En dicha operación en la que murió en acción de guerra frente al enemigo el Teniente de Complemento Santiago Cristos Astray, fueron heridos las clases de tropa que a continuación se expresan:

Cabo Eusebio García Aguilar; soldados: Ambrosio Reina Roldán, Juan Jiménez Morillas, Juan Maderas Villegas, Martín García Rosales, José Jara Gallardo, Julián Mendieta Amador y Francisco Jiménez González.

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