Fuente: Memoria digital de Elche (Cátedra Pedro Ibarra, Universidad Miguel Hernández)
Ramón Alarcón Crespo
Lugar de nacimiento: Las Mesas (Cuenca)
Fecha de nacimiento: 7 de junio de 1912
Lugar de muerte: Elche (Alicante)
Fecha de muerte: 16 de agosto de 1991
Militancia: PCE, PSOE
Biografía:
Escritor y poeta. Fue
militante del Partido Comunista y condenado en la posguerra por un
tribunal militar. Se afincó en Elche y publicó en vida tres poemarios:
"Aires de libertad y otros poemas", "Cabalgando por el viento" y
"Sinfonía en clave de humor". Impulsó la creación de la Hermandad de
Poetas de Elche.
Entrevista de Miguel Ors Montenegro a Ramón Alarcón Crespo (Elche, 9 de mayo de 1986)
El 15 de junio de 1930 entré como voluntario en el
Ejército en el Regimiento de Infantería 22 de Zaragoza. A los cuatro
meses me hicieron cabo y en diciembre de 1930 intervine en la
sublevación de Jaca. Nos dio una arenga el coronel Eliseo Álvarez Arenas
para que defendiéramos a España y al Rey, pero nada más. A las cuatro
de la mañana estábamos pegando tiros en Jaca. A dos kilómetros de Huesca
cogieron a Galán y a García Hernández y nosotros seguimos hacia Huesca.
Estuvimos un día allí y a continuación nos llevaron a Zaragoza. Hubo
respuesta y actuó hasta la artillería contra el regimiento de infantería
sublevado. El combate fue de media hora porque se entregaron. Yo tenía
entonces 18 años.
Aprobé para sargento precisamente por las bajas de
regimiento de Jaca. Me fui con los Regulares de Ceuta con Juan Yagüe
como jefe. Se organizó el batallón de tiradores de Ifni. En 1934 con el
general Capaz fuimos a tomar aquello. En Ifni me cogió el 18 de julio de
1936. Escribí en Vida Militar y por contestatario era considerado
izquierdista. Me afilié al Partido Comunista en 1934. Entre los
suboficiales sí había muchos militantes de izquierda. Comunistas y algún
socialista. Masones también. Allí en Ifni pasé los mejores años de mi
vida. África me cautivó. Allí todavía existía la esclavitud. Cada jefe
de cabila tenía unos 20, tantos como camellos. Cuando llegamos nosotros
se abolió, pero a los cuatro días tuvieron que volver voluntarios a ser
esclavos, salvo los que se engancharon al batallón.
El 18 de julio de 1936 me cogió en Ifni. Nosotros lo
supimos el día antes, el 17 por la radio, porque los de transmisiones
nos informaron. Intentaron agruparnos y el 18 de julio al ir entrando al
cuartel nos detuvieron, empezando por el gobernador de izquierdas. Le
preguntaron si quería irse o incorporarse y se fue. Otro capitán de
izquierdas, catalán, cogió el coche y en la frontera había cuatro moros y
como no paró, se llevó por delante a dos y con la pistola se cargó a
los otros dos.
Habilitaron una cárcel y estuvimos custodiados por moros.
A los 20 días nos llevaron a Las Rábenas(*), al castillo de San Francisco
del Risco. Nos juzgaron en tres días. El tribunal estaba formado por
oficiales y jefes, viejos, que se dormían o alguno nos dibujaba. Los
defensores eran oficiales y nos decían que dijésemos que estábamos
conformes. Me caí sentado cuando oí “pena de muerte”. Me la conmutaron
por 24 años, cinco meses y 10 días. Pasaron muy pocos días hasta que me
lo comunicaron.
Estábamos en el castillo del Risco y al degradarnos
pasamos a la prisión provincial de Las Palmas, como civiles. Debió ser
entre septiembre y octubre de 1936. Allí, por la mañana se llenaba y por
la noche vaciaban. Era una prisión para 30 ó 40 personas pero estábamos
unos 500 presos. Por las noches llegaba “el carro de la carne”,
camiones con lonas. Siempre quedábamos los juzgados y los que no nos
conocían. Se llevaban sobre todo a los canarios. Estuve tres meses. Allí
comíamos. Nos embarcaron en el España 5, un barco que nos dio
Alemania de la I Guerra Mundial. Había una bodega partida por una lona,
la mitad con negros para luchar y la otra mitad con presos. Sólo
podíamos ir de pie. Nos dieron un cubo para las necesidades y para
devolver. Arriba había falangistas que cuando se llenaba el cubo nos
tiraban la porquería por una rendija. Fueron cuatro días de travesía,
remolcándonos por cable desde el barco Canalejas. Al tercer día
se rompió el cable y nos llevaron a la prisión de Cádiz, donde
estuvimos una noche. Al día siguiente nos sacaron a la calle, atados con
cuerdas. Éramos 80 ó 90 y la gente nos decía “¡mira los rojos!”.
Llegamos al Puerto de Santa María y nos metieron en una habitación
grande que recordaba la historia del conde de Montecristo. Nos dieron
ropa de presidiarios y nos daba risa. Nos pelaron y dormimos en el suelo
sin manta alguna.
Lo de Puerto de Santa María no es comparable ni con la
Inquisición. Todo el día en el patio, piojos, chinches… El pan era del
tamaño de un huevo. A los 15 días nos dieron una naranja diaria durante
dos o tres meses. Luego fue una sardina diaria. Allí los viejos se
morían. Estaban en el primer piso con el piojo verde y padecían
avitaminosis. Engordaban y se los llevaban, primero con mucho cuidado y
luego de cualquier manera. Recuerdo que los cadáveres se arrastraban por
las escaleras. Perdimos la sensibilidad. Allí había 32 rusos del Komsomol, barco que vino con trigo para Málaga y la escuadra alemana lo desvió a Cádiz y de ahí al puerto de Santa María.
Comprábamos bocadillos a 30 céntimos y hacíamos tarjetas
bordadas con hilo. Los rusos pasaron un año en la celda sin salir. Vino
la Cruz Roja Internacional a inspeccionar y fue entonces cuando los
sacaron y les dieron la ropa. A los viejos los ocultaron en un
subterráneo y aquel día nos dieron judías pero las tripas del chorizo
sólo las pusieron para que las vieran. Fue entonces cuando soltaron a
los rusos. El capitán ruso nos dijo que volverían y miró al “Gatuno”, un
oficial, y que no se olvidara. Se fue gritando viva el comunismo.
En una ocasión, estando en misa, pasó un avión y por
decir yo que era uno de los nuestros, me dieron un estacazo y luego
dijeron que me había mareado. Estuve dos años. Los presos comunes eran
los jefes y había uno que le llamaban “El Brevas”. Era una prisión para
200 y estábamos unos 2.000. Había un grifo siempre con colas y dos
wáteres que se llenaban.
De allí pasé a Astorga, a un cuartel. Allí terminó la
guerra. Estábamos mejor porque el director era muy buena persona. Era
monárquico. Empecé a escribir y recuerdo que había un periódico que se
llamaba El pensamiento astorgano. Formamos un cuadro artístico, una rondalla y yo fui el redactor de Redención, el periódico de las cárceles. Comíamos alfalfa porque el director tenía una vaca.
Salí a finales de 1941. Me fui a mi pueblo con cuatro
años de libertad condicional. Me casé, me detuvieron otra vez por unos
pasquines y estuve en varias cárceles. A Cartagena llegué huyendo y me
volvieron a detener en 1964, tres o cuatro meses y me juzgaron en
Carabanchel. Vi a comunistas ilicitanos como Antonio Capello, Joaquín
Grau, Antonio Cabrera y otros. Nos juzgó un abogado de turno porque así
nos lo recomendaron. Nos llegaron a decir que si los abogados hubieran
sido Tierno o Ruiz Giménez no nos hubieran sacado. Estuve siete u ocho
meses en Carabanchel. En el juicio me salió un año de cárcel, pero con
el llamado “beneficio de sala”, antes del año me pusieron en libertad.
En Cartagena me cogieron con fotos de Grimau y las pude tirar al wáter
sin que las vieran. Cuando legalizaron al Partido Comunista, me salí a
los cuatro meses. También estuve cuatro meses en el PSOE, por un
compromiso.
(*) Nota de El Rincón de Sidi Ifni: Posiblemnte se trate de una errata de transcripción, ya que creemos que debe decir "Las Palmas", ciudad en la que existe el "Castillo de San francisco del Risco", que formaba parte de las antiguas fortificaciones defensivas de la ciudad y que hasta hace pocos años fue prisión militar.
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