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De 1934 a 1957
Desde 1.934 hasta 1.957, fue progresivo el desarrollo de ese pequeño territorio. Se establecieron cuarteles, medios de enseñanza, mezquita, iglesia, hospital, aeródromo y todo aquello que significara progreso, de tal forma que, de unos cientos de habitantes que había cuando desembarco el Coronel Capaz, en 1.965 alcanzaba la cifra de 54.000.
Tras el paréntesis de la guerra civil española, 1.936-1.939, España se había quedado en una situación totalmente desastrosa. Las perdidas en hombres, los daños materiales y una economía en bancarrota hacían imposible una pronta recuperación.
Vista general de Sidi Ifni en 1957. Capital del África Occidental Española (AOE) y residencia del Gobernador General.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial acentuó aún más la precaria situación donde parecía ser necesario mantener una cuantiosa estructura militar que, de alguna manera, garantizara la neutralidad española.
Terminada la guerra en 1.945 parecía que se abría un nuevo horizonte de paz y prosperidad para Europa. Sin embargo, España fue considerada enemiga por los vencedores y asilada económica y diplomáticamente.
La necesidad de reconstruir lo perdido, avanzar y progresar en el proceso productivo, obligó a que los gastos de defensas disminuyeran drásticamente. La penuria económica del ejército es algo que muchos hemos vivido, la “soldada” era ínfima, el rancho pésimo y escaso, los sueldos de los mandos eran modestos, muchos jefes del Ejército se veían obligados a trabajar en situaciones un tanto denigrantes. Los gastos en material militar eran casi inexistentes, por lo que el obsoleto material que se contaba, la mayoría procedente de restos de la guerra, o estaban inservibles, o poco les faltaba para estarlo. Se seguían usando los carros de combate rusos T-26 y algunos alemanes Maybach. Los soldados de infantería seguían usando las alpargatas, el viejo Mauser, la ametralladora Hotchkins y la manta a la espalda. La aviación seguía con los viejos restos rusos y los alemanes Heinkell 111, los Junkers JU-52 y algún Messerschmidt por ahí perdido.
El Crucero Canarias.
La Armada era solo los restos salvados de la guerra, algunos con la presencia majestuosa de los muchos años que llevaban surcando los mares pero que el genio e ingenio de los españoles los mantenía en uso.
En los años 50 se inicia el declive y la liquidación de las colonias que los europeos mantenían en el continente africano.
Para mantener dignamente las posesiones que España poseía, escasas pero ciertas, es decir, la zona norte de Marruecos como protectorado, Ceuta, Melilla, los peñones, Ifni, la región comprendida entre el río Draa y el paralelo 27°4W, Tan-Tan, Cabo Juby, Villa Bens, el Sahara Occidental Español y Guinea, era necesario contar con recursos económicos suficientes, difíciles de obtener dado que estos territorios solamente ocasionaban gastos.
Iglesia de Sidi Ifni.
A partir de 1954, en todo el Magreb, Argelia y Marruecos, se desarrolla una imperiosa necesidad de total independencia por parte de sus habitantes autóctonos. Francia, vencida y humillada en Indochina, pretendía alargar su manto “protector” a sus intereses, en esas regiones. En Argelia residían un millón de franceses, los “pie noir”, que con sus granjas, “fermas”, los recursos mineros de gas, petróleo y hierro, daban lugar a una gran riqueza que absorbía la “metrópoli”. El protectorado marroquí, mucho más rico y próspero que la zona del norte, era una zona de influencia nada despreciable. Pero la pretensión de permanecer y perdurar estas posesiones le ocasionó grandes pérdidas humanas y materiales, por lo que se vio obligada a ceder unos ejércitos fuertes y bien dotados, a pesar de mantener, solamente en Argelia, unos efectivos de más de 300.000 militares.
Ante esta situación, no es nada extraño que en 1.956, cuando Marruecos alcanza su independencia total, el Sultán Mohamed V se encontrase un país empobrecido pero eufórico y deseoso de convertirse en un gran y enorme país, como así les habían prometido sus dirigentes.
En septiembre de 1.957 en una fiesta y desfile en Tetuán, ante el monarca Mohamed V, un jeep desfiló con una pancarta en la cual iba dibujado un plano del Gran Marruecos que comprendía, además de su propio territorio, Ifni, todo el Sahara Occidental, Mauritania, parte de Mali, parte del Senegal y las Islas Canarias, Ceuta y Melilla.
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