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Hablando con Ángel Ruiz, cabo de Tiradores de Ifni Imprimir E-Mail
Colaboraciones - Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Pablo Vázquez Ramírez   
sábado, 05 de enero de 2013
Angel Ruiz durante la entrevista (29-12-2012)
Angel Ruiz durante la entrevista (29-12-2012)

Tener la oportunidad de charlar con este "viejo" Tirador, excombatiente (de los de verdad) de aquella ignorada guerra de 1.957-58, es un auténtico lujo. Su privilegiada memoria y (porque ocultarlo) el diario manuscrito que fue confeccionando día a día durante la contienda, ofrecen a su interlocutor hechos detallados, minuciosos, de sucesos cotidianos de la vida del soldado en campaña que es imposible encontrar en ningún libro. Hoy, con la mayor emoción, ha sacado a colación la muerte de un cabo primero de su compañía (la 8ª del II Tabor) ocurrida el día 2 de Diciembre de 1.957.

Este cabo primero, que no era de mi pelotón aunque sí de mi compañía, era un veterano de la Guerra Civil española, en la que fue asistente del que años más tarde sería General-Jefe de la División Azul y Ministro del Ejército, Don Agustín Muñoz Grandes. Todos conocíamos su historia, así como que después de los dieciocho años transcurridos desde el final la guerra, solo había ascendido dos escalones en la milicia.

En Ifni y en Tiradores lo conocimos con los galones de cabo primero, muy nuevos, por cierto, ya que al parecer los tenía solo un año (1.956). La anécdota curiosa es que en una visita que hizo el General Muñoz Grandes a Ifni (en su calidad de Ministro del Ejército) pidió permiso a sus superiores para ir a visitarlo, exhibiendo su condición de antiguo soldado asistente, y al serle concedido fue recibido por el general que se asombró que después de tantos años solo fuera cabo primero, a lo que le respondió "pues mire, mi general, ¡cosas de la vida! Claro que ocultaba que esas "cosas" eran su alcoholismo crónico que le impidieron ocuparse de las cosas serias de la vida.

En Tiradores (continua Ángel) había en aquella época bastantes sargentos chusqueros procedentes de la Guerra Civil que se habían quedado en el Ejército y pedido destino a África donde se ganaba más dinero y se estaba tranquilo; de esos habían en mi compañía cuatro, de los que el de más decente comportamiento con los soldados era canario y se llamaba Garrido.

Es bien sabido que el II Tabor y mi compañía entramos en combate la misma madrugada del 23 de Noviembre de 1.957 en que fue atacada la ciudad de Sidi Ifni, y que tras rechazarlos tuvimos que emplearnos a fondo para fortificar nuestras posiciones defensivas, y éramos suministrados de comida, agua y municiones mediante convoyes (muchos mulos y pocos camiones) con un horario casi fijo (entre las 10 y la 11 de la mañana), por lo que podían ser interceptados y atacados por el enemigo, lo que debió mover al Mando para designar pelotones de protección.

El día 2 de Diciembre de 1.957, cuando íbamos en ese servicio, desplegados alrededor de una cabila abandonada por aquel lugar existente, los marroquíes nos tendieron una trampa: A la entrada del mísero caserío había un montón de basura, que el cabo primero y yo teníamos designado como puesto avanzado del pelotón; al avanzar unos pasos el cabo primero pisó una mina que explotó destrozándole las piernas; a mí, la onda expansiva me derribó en el suelo.

El horror de la guerra lo tenía yo ante mis ojos: Un ser humano que segundos antes caminaba a mi lado, ahora era una informe masa de carne ensangrentada desde la cintura para abajo, que intenté recoger como pude ya que desde las casuchas fronteras empezaron a disparar hacia el punto de la explosión hasta que finalmente nuestros compañeros pudieron rescatarnos. El cabo primero murió en el acto y no pudo disfrutar del retiro que por su edad y grado le correspondía pocas semanas después, según comentó el propio capitán de la 8ª compañía.

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