Fuente: Diariodeavisos.com
Pablo Cabrera Arias, a la izquierda, teniente capellán paracaidista. A la derecha, oficiando una misa en diciembre de 1957 en las trincheras de una posición de Ifni./ DA
Con alguna frecuencia se observan
descalificaciones contra la religión católica y especialmente contra los
sacerdotes. El hecho reprobable de uno o varios sacerdotes en modo
alguno puede recaer sobre el conjunto del clero. En todas las
profesiones de la sociedad hay individuos que cometen actos que vulneran
las leyes, pero en modo alguno lo es todo el colectivo.
Lo sé, y lo compruebo diariamente, que
la labor de estos ministros de Cristo entregándose en cuerpo y alma al
prójimo, nada piden y se puede afirmar que lo dan todo, siempre al
servicio de los más humildes y desfavorecidos. "... La caridad es el
océano en el que nacen y desembocan todas las demás virtudes...".
Lacordaire, escritor y fraile dominico.
VOCACIÓN DE AMOR AL PRÓJIMO
El padre Luciano Cabrera Arias, desde
que nació en Peñarroya (Córdoba), se puede afirmar que lo que quería era
servir a los demás, y fue en edad temprana cuando sintió la llamada de
Cristo, ingresando en el Seminario de Murcia sus estudios eclesiásticos.
Tras esos duros años de estudios, en dicho seminario y una vez ordenado
sacerdote, su primer cargo fue el de coadjutor en Santa María de
Villena (Alicante).
Tiempo después, se hacía cargo de la
parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en Bullas (Murcia), que sería
su pueblo de adopción, y hace algún tiempo la corporación adoptó un
acuerdo dedicándole una calle de dicha localidad con el nombre de calle
del Padre Cabrera.
En septiembre de 1954, en su cuerpo
bullía el espíritu castrense, presentándose a oposiciones para el Cuerpo
Eclesiástico Castrense, y una vez finalizados los cursos en el
Vicariato General Castrense era nombrado teniente-capellán y destinado
como teniente capellán al regimiento de Infantería Alcántara número 3,
en Gerona. Más tarde, en el regimiento de Infantería Wad Ras número 55,
en Carabanchel (Madrid).
Y aquel gusanillo que llevaba en su
cuerpo de ver Alcantarilla (Murcia), aquellas sedas blancas en el cielo,
solicitaba el ingreso en la Agrupación de Banderas Paracaidistas. De
cómo le entró esa idea del paracaidismo, él recuerda que en el pueblo
próximo a Alcantarilla veía esas sedas blancas que llegaban del cielo, y
ello sería lo que le impulsó a solicitar en el ingreso en la entonces
Agrupación de Banderas Paracaidistas del Ejército de Tierra.
El entonces teniente capellán, Luciano
Cabrera Arias realizó el curso 8º en la escuela de Paracaidismo de
Alcantarilla, en cuyo curso estaban los entonces tenientes, Pablo
Cayuela Fernández, Juan García Andrés y José Colldefros Valcárcel (hoy
general). Todos ellos participarían en la Guerra de Ifni, donde
derrocharon entrega, valor y sacrificio. Todos ellos apreciados y
queridos por sus subordinados.
El hoy coronel capellán retirado, Pablo
Cabrera Arias es todo un símbolo en la brigada paracaidista, donde desde
el general jefe hasta el último caballero legionario paracaidista lo
quieren y aprecian. De ello soy testigo en el acto del aniversario de la
entrada en fuego en Ifni, celebrado hace años en su acuartelamiento.
Asimismo, con dicha efeméride en el acto
litúrgico celebrado en la catedral de las Fuerzas Armadas, el padre
Cabrera con varios capellanes recordaba a los que allí cayeron y a los
presentes, donde presidía dicho acto el fallecido teniente general y
buen amigo, fundador de los paracaidistas del Ejército de Tierra, Tomás
Pallas Sierra (Medalla militar individual).
El coronel capellán, Pablo Cabrera en
dicho acto litúrgico pronunció una predicación homilética en la que
recordó la valiente trayectoria de los paracaidistas en Ifni y en la
paz, la grandeza de espíritu de aquellos que dieron sus vidas por la
patria. La emoción me embargó por unos momentos, porque me traía viejos
recuerdos de compañeros que vi morir cerca de mí con la fe de auténticos
cristianos y el valor de magníficos caballeros legionarios
paracaidistas.
EL DOLOR DEL CAPELLÁN AL ATENDER A MUERTOS Y HERIDOS
El entonces teniente capellán, Pablo
Cabrera Arias, en diciembre de 1958 contabilizaba 14 saltos y la
magnífica impresión de convivir en dichos saltos con los jóvenes
paracaidistas, afirmando que son chicos sanos de cuerpo y alma, una
materia moldeable, y ante el peligro ellos, como yo, nos acercamos más a
Dios. El hoy coronel capellán, Pablo Cabrera Arias tiene el honor de
que aunque participó en la guerra de Ifni sin armas, tan solo el
crucifijo, en su hoja de servicios le debe constar el valor acreditado,
en varias ocasiones en pleno fragor del combate, siempre estaba el
pater, como cariñosamente le llamaban sus paracaidistas, atendiendo a
los heridos y en otras ocasiones, con dolor en su corazón administrando
la extremaunción a los que expiraban en sus brazos y recogiendo sus
efectos personales. He leído varios artículos reportajes, tanto de
diarios como de revistas nacionales, sobre aquella campaña de Ifni, y en
todos ellos el periodista ensalza y elogia la figura de este capellán
paracaidista, el cual participó en casi todas las operaciones, como
Netol, Gento, Diana, o en otras acciones de guerra, desgraciadamente vio
caer a su lado a jóvenes paracaidistas, algo que jamás se le borra de
su pensamiento, como el caso del teniente, Enrique Carrasco Lanzos, que
tuvo que recoger de sus bolsillos los efectos personales, encontrando en
su cartera una bella oración. Del valor y su entrega en su misión
sacerdotal con sus paracaidistas, cito de la prensa el heroico
comportamiento de este capellán en la mencionada Guerra de Ifni. "...
Agustín García es un paracaidista que recuerda hechos como este. En una
de las fuertes emboscadas del enemigo, un paracaidista cae muerto y otro
herido. Al capellán, padre Cabrera, no le importa la lluvia de balas.
Cuando va a recuperarlo, los disparos del enemigo lo matan, es la muerte
heroica de un hombre, y otro que quiso salvarlo jugándose su vida...".
(Revista Fotos, Manuel Castillo, enero 1958). En otro reportaje así
elogia al pater, Pablo Cabrera.
"...El periodista rodeado de un grupo de
paracaidistas que expresan encendidos elogios al pater Cabrera. En un
combate los moros disparaban una lluvia de balas sobre los
paracaidistas. En el fragor del combate es alcanzado el paracaidista,
Manuel Cardeiriña Izquierdo, de la II Bandera, gallego de La Coruña,
cayó herido por un disparo en el muslo quedando aislado de sus
compañeros, al cual se le había dado por muerto. Entonces, el pater
Pablo Cabrera se dio cuenta de su apurada situación y sin hacer caso a
las balas que silbaban a su alrededor, se lanzó a cuerpo descubierto, lo
cargó sobre sus hombros y le salvó la vida. No olvidaremos jamás todo
lo que ha hecho el pater Cabrera. Es el más valiente de los que luchamos
aquí, siempre está pendiente de todos nosotros y de darnos ánimos,
hasta incluso llevaba una botella de coñac y de vez en cuando nos daba
un pequeño trago...". (La Actualidad española, diciembre 1957).
Las virtudes del padre Pablo Cabrera
Arias están reflejadas en lo que escribió este célebre escritor: "... El
valor y la modestia son las virtudes más inequívocas, porque es una
especie que la hipocresía no acierta a imitar...". (Goethe, escritor
alemán).
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