Mis relaciones con Marruecos: Ifni |
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Artículos digitales
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Escrito por Alejandro J. Domingo Gutiérrez
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sábado, 08 de febrero de 2014 |
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Accidentado bautismo aéreo
Desembarcados en Las Palmas, en el mismo puerto me esperaba un Jeep militar que me recogió, junto con otros dos militares, para llevarnos al aeródromo de Gando para volar a nuestro destino final. Y digo destino final con humorismo negro pues la verdad es que hubo momentos de ese vuelo en que creí firmemente que este era mi destino final de todo.
El avión que nos esperaba en la pista era un viejo bimotor Junkers, de edad desconocida, de pasajeros y carga, pero que carga frutas, botellas de agua mineral, carne, neveras, prendas de vestir, etc., apenas nos dejaban sitio para sentarnos los tres pasajeros junto a los tripulantes. Abandonamos la pista de despegue con un ruido ensordecedor y ya sobre el mar el ruido fue aminorandose y nuestro miedo fue desapareciendo poco a poco. Pero nuestra tranquilidad disminuyó cuando el copiloto llamò al soldado, que iba como tripulante, para decirle algo, alguna orden que el subordinado rápidamente puso en marcha. Abrió la puerta de salida del Junkers y empezó a tirar al mar parte de la carga, comenzando por las cajas de agua mineral y terminando, no sin mucho esfuerzo y ayudado por el copiloto, con la nevera, todo eso volando y como si no ocurriera nada que no estuviera previsto. El piloto creo que se apiadó de nuestro miedo y nos comunicó por medio del soldado que estuviéramos tranquilos que no pasaba nada, que únicamente se había parado un motor y para llegar bien a nuestro destino sin problemas había que aligerar carga tirando al mar lo menos precioso y pesado.
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