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Los buenos servicios siempre se premian
En el campamento le habían sacado una verruga de la cabeza un teniente Médico (catalán); le puso primero un hilo de seda para secarla, después como que le saltaba el hilo se la cortó a tijerazo limpio, le puso una gasa y un esparadrapo por lo que estuvo unos días sin cortarme el pelo, cosa que en una de las revisiones que hizo al campamento se lo comentó al teniente Tejedor. Más tarde en una de las misiones que me encomendó el teniente San José, una vez resuelta, el teniente Coronel Mena le hizo formar con uniforme en el patio de la Local con toda la compañía, le hizo dar un paso al frente, le felicitó, le dio quinientas pesetas de las de entonces y le dijo lo siguiente: "EL POLICIA SIEMPRE ESTA DE SERVICIO, PERO LOS BUENOS SERVICIOS SIEMPRE SE PREMIAN". Reconoce haberse sentido satisfecho y orgulloso.
En Sidi Ifni, como bien sabes, todo era rutina, pero a veces se rompía, como aquel día, durante las Fiestas de la ciudad, un avión de Iberia procedente de El Aaiún tuvo una avería e hizo escala técnica en nuestro aeropuerto, y los de servicios especiales tuvieron que hacer lo posible para poner a todos los pasajeros en los pocos hoteles de la ciudad. El Delegado del gobierno, con el que Eduardo mantenía buena relación, le mando invitar a los pasajeros que quisieran participar de los festejos, a las casetas y allí organizaron un poco de baile. Todo iba de cine hasta que un sargento de la Legión que ya se había tomado unas copas de más, empezó a importunar, por cuyo motivo el Sr, Delegado le dijo textualmente "chaval, hazlo como quieras, o te llevas a este tío o se te va a caer el pelo" (como si él tuviera la culpa) ¡Manos a la obra! Oye Sargento "lejía", vente conmigo que te voy a enseñar la ciudad; lo metió en un bar, le hizo beber más y lo llevó al hotel "grogui" total, acompañándolo a la habitación donde se quedo dormido como un tronco –ya no salió–.
Durante ese proceso para terminar de emborracharlo, el sargento le informó de que en El Aaiún había ocurrido revueltas y disparos, información que pasó al Sr. Delegado. Al día siguiente llegó la pieza del avión y los viajeros siguieron su ruta, aunque antes estuvo hablando un rato con un soldado de Tropas Nómadas de El Aaiún, al que un par de años más tarde, cuando Eduardo iba por la carretera, cerca de Girona, en su Seiscientos Abarth, luces de larga distancia, niebla, ensanchadores de eje trasero, culata rebajada y dos salidas de escape, mira por el retrovisor y ve que a un motorista de la Guardia Civil (el antiguo soldado de Nómadas) quien, adelantándolo le hizo detener el coche, aparcó la moto. Eduardo le pregunta si puede parar el motor y si puede bajar del coche, a lo que le respondió afirmativamente. Le miró fijamente y le pregunto si era "el del aeropuerto de Ifni" ¡Si hombre, sí! Le dijo que el jefe de pareja lo había mandado a por él porque no llevaba las luces a una distancia reglamentaria (20 centímetros una de la otra). Mira, le dijo"como que tengo que obedecer solo te pondré 500 pesetas de multa. ¡Y a callar!
Una tarde-noche les informaron que la cañería del agua que suministraba la ciudad desde los depósitos, había sido rota, por lo visto fue algún pastor, la cuestión es que se desplazó con otros dos compañeros de los servicios especiales, siempre de paisano, allí se les hizo de noche y con la linterna sobre el suelo continuaron la vigilancia hasta que los relevaran a las diez de la noche; mientras jugaban a los "chinos" para matar el tiempo (deporte muy español) sobre las 21:30 horas vieron una luz que se acerca por lo alto... No hay que olvidar, dice Eduardo, que Sidi Ifni no era Gerona ni ningún otro lugar de España, por lo que tomaron precauciones, separándose y camuflándose entre las tabaibas con la "pipa" (pistola del nueve largo) a punto, y a esperar, hasta comprobar que era una patrulla de soldados, pero no podían decir nada ni hacer nada ya que no sabían el Santo y Seña del día, iban de paisano y armados, por lo que esperaron a que pasaran a unos veinte metros de donde ellos estaban y al cabo de un rato, sigilosamente, bajaron al pueblo donde lo primero que hicieron fue tomarse un buen "cubata"; luego, en la compañía, escribieron el parte y a dormir. ¡Servicio cumplido!
El cabo 1ª de la Policía del puerto (el recientemente inaugurado transbordador) era su buen amigo Fermí, con el que cuando bajaba la marea colocaban entre roca y roca una red y cuando volvía a bajar estaba llena de pulpos como el puño, quisquilla y alguna que otra cosa, que con la bolsa llena de lechugas, cebollas y tomates comprados en el Zoco preparábamos una ensalada y en una lata de "Esso Oil" abierta, mal salteaban los pulpos y lo pescado... Puedes creerme, dice Eduardo, que no he comido rancho de pescado tan bueno como aquellos. ¡No todo eran malos ratos!, añade, como el que me pasa a relatar.
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