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Fuente: Telquel (en francés)
La
mayoría de los barrios de la ciudad fueron inundados por las aguas. Los
puentes se han derrumbado, excepto uno de la época española. El acceso a
la ciudad sigue siendo muy difícil. Las devastadoras inundaciones han
cortado o dañado seriamente las dos carreteras, la de Guelmim y la de
Tiznit, aislando Sidi Ifni. Un aislamiento que hace la vida más difícil
para las víctimas sin hogar.
Atrapados
entre el océano, el desierto y las montañas, la región de Sidi Ifni
dibuja una especie de enclave natural. Tras las graves inundaciones que
afectaron al sur de Marruecos, del 22 de noviembre hasta el 1 de
diciembre, en el pueblo de Sidi Ifni se vieron completamente aislados
del mundo. Más de un mes después del desastre nos fuimos a la antigua
joya española, donde el enfado crece entre las víctimas.
Construcción incontrolada en el cauce del "Oued"
Rocas, árboles caídos, barro y paredes derrumbadas... las cicatrices siguen vivas en Sidi Ifni, que fue particularmente afectada por el clima. Las excavadoras están ocupadas hoy cerca de los campings y las pocas casas construidas cerca del río están totalmente devastadas. El camino a Guelmim se derrumbó bajo la fuerte corriente. En medio de la catástrofe, muchas personas reconocen haber tenido que valerse por sí mismas por falta de ayuda que pudiese llegar a ellas. En la playa, hay toneladas de plantas que se han acumulado, amontonadas por las mareas altas.
Los habitantes denuncian construcciones anárquicas sobre una zona inundable (Foto: Tarek Bouraque)
Cerca del camping, algunas voces se levantan en contra de la construcción anárquica de edificios turísticos y de casas en medio de la rambla, aunque existe una ley que exige que se tenga en cuenta el riesgo en los documentos de planificación urbanística. Una operación hizo posible una "sobreelevación de siete metros de tierra" en el lecho del río, afirman.
Hoy en día sólo quedan las ruinas de las casas construidas en la zona inundable. En el lugar señalan con el dedo a los responsables de la ciudad de Sidi Ifni sospechosos de la expedición de permisos a pesar de los riesgos.
Abdessalam Naciri quiere mostrar los restos de su casa todavía enterrados bajo el lodo. Aquí, casi el 90% de los hogares cerca del "Oued" se derrumbaron. En el exterior, algunos muebles y equipos recuperados bajo una masa de barro se secan al sol. Con la ayuda de la municipalidad, Abdessalam participa en la gran limpieza de su casa, que no deja de estar bajo la amenaza inminente de hundimiento. "Todo lo que teníamos se ha ido", suspira.
Algunos muebles y equipos se secan al sol. (Foto: Tarek Bouraque)
"Es cierto que este año hemos tenido muchos más daños, pero es el mismo escenario que se repite todos los años en este barrio", dice la esposa de Abdessalam que aún recuerda la visita del Ministro del Interior, Mohammed Assad, y el ministro de Agricultura y Pesca Marítima, Aziz Akhenouch, a su barrio.
Las víctimas del desastre indigentes sin refugio
Por más de un mes, Abdessalam y su familia, y una veintena más de personas, viven en tiendas de campaña improvisadas a la entrada de la ciudad. "Construí dos carpas, una para mis 4 hijos y otra allí para mi esposa, mi hijo pequeño y yo. Hace ya 27 días que estamos así, estamos sin agua, sin comida y sin misericordia", continúa.
Sin embargo, dice, la ayuda ha llegado bien a Sidi Ifni. A partir del 1 de diciembre en barcos, proporcionados por los armadores de Agadir, fueron los encargados de trasportar por mar grandes cantidades de comida, estaciones de tratamiento de aguas y bombonas de gas. Varias asociaciones locales, como la AMDH, entonces denunciaron "un desvio de las ayudas" destinadas a las víctimas.
"El apoyo de nuestro Rey y benefactores ha llegado, pero no hemos visto nada de todo esto, no nos dieron nada", se lamenta por su parte Abdessalam.
Los niños que viven durante un mes en una tienda de campaña improvisada. (Foto: Tarek Bouraque)
"Soy sólo un simple pescador, trabajo tres meses y estoy en paro el resto del año. Tengo 5 niños y su madre, pero es Dios quien es muy poderoso. Estoy aquí desde hace 20 años, todo lo que tenía el río se lo ha llevado, como puedes ver", se aflige, porque aquí hay que admitir que es ahora una lucha diaria por sobrevivir. "Es la segunda vez que somos golpeados por las inundaciones, y no hay ni responsables ni nada en absoluto, que nadie intente contarte historias", se enfurece Abdesselam.
La gestión de las inundaciones en cuestión
En una carta enviada el pasado 23 de diciembre al Ministerio de la Agricultura y Pesca Marítima, doce asociaciones locales pidieron la «reparación de los daños causados por las inundaciones», combinadas con la colocación de varias disposiciones preventivas. También recuerdan que Sidi Ifni, al igual que Guelmim y Bouizakarne, forma parte de los lugares protegidos con prioridad por el Plan Nacional de Protecciones contra las Inundaciones (PPT, 15 Mb).
La carretera entre Sidi Ifni y Guelmim dañado por las inundaciones devastadoras. (Foto: Tarek Bouraque)
Mientras que numerosas preguntas quedan aun sin contestar sobre la eficacia de las medidas de gestión de las inundaciones en Marruecos, las asociaciones apelan a una nueva política de gestión anticipada de intensidad de los riesgos. En la región de Marrakech, las inundaciones de hecho se han podido controlar después de los trabajos de reparación que han hecho posible contener las crecientes aguas, sino también a través de los dispositivos de emergencia y de alerta temprana. Este no ha sido el caso en las regiones del sur, incluyendo Sidi Ifni, dicen los actores de la sociedad civil. "El Moqadem ha advertido a los habitantes ricos que viven cerca del río de la posibilidad de inundaciones, pero a los que vivimos en casas de agrícolas, no hemos recibido ninguna advertencia", dice por su parte Abdessalam.
Además de la reconstrucción, las doce asociaciones solicitan particularmente al Ministerio que emprenda «trabajos de ampliación y de mantenimiento de Oued», así como la puesta a disposición de la provincia de Sidi Ifni «de los equipos para hacer frente a las crecidas».
En Sidi Ifni, si la preocupación se lee en las caras, la hora de las cuentas también ha sonado. Todos ellos confian y se mobilizan para que finalmente lecciones reales se aprendan de los errores cometidos en la gestión de estas inundaciones que costaron la vida a 36 personas.
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