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Verano de 2008: viaje en moto hasta Sidi Ifni Imprimir E-Mail
Colaboraciones - Manuel Jorques Ortiz
viernes, 20 de marzo de 2009
Índice del Artículo
Verano de 2008: viaje en moto hasta Sidi Ifni
Tanger
Agadir
En camino hacia Ifni
¡Una suerte loca!
El puzzle de los recuerdos
De paseo
Mis impresiones
El regreso

¡Una suerte loca!

Estoy haciendo la misma ruta que una parte de los guerrilleros armados que manejaba Marruecos para arrojarnos al mar de este territorio con bandera española (según algunos libros de historia, tras “pasar a cuchillo” a los militares), y en los arrabales de la población veo el pequeño morabito levantado junto al río (totalmente seco) llamado Ifni, así como, adyacente, el cementerio musulmán y, no muy lejos, una zona con algún arbolado que, sin duda, debe ser aquel coqueto parque zoológico que ya aparece documentado en 1.951, donde limpia y ordenadamente se podían contemplar ejemplares de la fauna autóctona (gacelas, cabras, un avestruz, etc.) y que, como es bien sabido, cuando el 30 de Junio de 1.969, las tropas del Ejército Real Marroquí ocuparon este lugar, se dieron un gran festín gastronómico en el que sacrificaron y se comieron a todos los animales. 

La moto aparcada frente al “Suerte Loca”
La moto aparcada frente al “Suerte Loca”

Ya rodando por las calles que tienen un firme irregular, poco cuidado, voy observando la vetustez de las viviendas, de planta baja y un piso (no hay edificios altos), en contraste con los edificios oficiales como el ayuntamiento y el palacio del gobernador, que parece han sido recientemente rehabilitados (después me enteraré que se hicieron obras con motivo de la visita de Mohamed VI). Como mi destino es el antiguo y famoso hotel “Suerte Loca”, a cuyo propietario actual mi padre me ha recomendado, voy bajando desde la planicie en que se encuentra subido el pueblo a lomos de un soberbio acantilado, por un intricado camino rodeado de casas y gente que me observa hasta darme casi de bruces con el hotel.

Con diversas ampliaciones y reformas, este establecimiento hotelero fue el primero que se levantó en los primeros tiempos de la ocupación del territorio por el Coronel Capaz el 6 de Abril de 1.934. Un emprendedor canario apellidado Gran, que tenía un pequeño negocio de transportes por el protectorado francés, fue invitado a montar algún tipo de albergue que sirviera de hospedaje para los oficiales del ejército que iban siendo destinados a esta colonia, y parece ser que (según cuenta su hija Roberta Gran) al llegar a aquel mísero poblado llamado entonces por los nativos como Armezong, cuando se le dio la posibilidad de elegir el terreno que quisiera para levantar su posada, se prendó de la parcela que con unas vistas preciosas al mar, le hacían soñar con un futuro estable y próspero, para su numerosa familia, y exclamó: ¡Hemos tenido una suerte loca!. De ahí el nombre.

Al presentarme al actual propietario del local, Ahmed Essaidi, ya estaba apercibido de mi llegada por una llamada telefónica de mi padre, por lo que a la proverbial hospitalidad del pueblo aitbaamaran se unía un plus por el conocimiento de mi progenitor, del lugar, y el regalo que le llevaba en forma de un libro de las memorias de la mili que había publicado un año antes. Tanto Ahmed como sus hermanos y una hermana que atendía al público en la barra, hablaban un perfecto español, y se quitaban de las manos el libro, unos a otros, para leer las aventuras de aquel joven español que estuvo encuadrado en el ejército ocupante, precisamente en las fuerzas de policía, cuyo cometido era el orden público en la ciudad, por lo que durante un año y medio había recorrido sus calles y conocido a la población musulmana. No le quedaban habitaciones libres y me envió, para dormir al antiguo edificio de Marina (hoy hotel) para dormir, pero todas las comidas y ratos libres las haría y pasaría en el “Suerte Loca” ya que Ahmed se convirtió en mi “tutor” y “protector”.

 
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