Fuente: La Opinión de Tenerife
La unidad de paracaidistas es la punta de lanza del Ejército de Tierra por su capacidad de despliegue en tierra hostil
Hoy se celebra el 61 aniversario de la
creación de las tropas paracaidistas del Ejército de Tierra. Desde
Tenerife, la Asociación de Veteranos Paracaidistas quiere darle el
realce que se merece y no olvidar a todos aquellos que formaron parte de
la que hoy es considerada la punta de lanza del Ejército español,
formada por unos 3.000 hombres. La Primera Bandera Paracaidista del
Ejército de Tierra fue creada el 17 de octubre de 1953, siendo destinado
para su mando el día 8 de diciembre del mismo año al entonces
comandante Tomás Pallás Sierra. Posteriormente se crearían las otras
dos.
Los antiguos caballeros legionarios paracaidistas (CLP) Julián Rodríguez, Andrés Méndez y Francisco Jesús Padrón. A.H.
Hoy se cumplirán los 61 años de la
fundación de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra. Un acto de
la Asociación de Veteranos Paracaidistas de Tenerife (Asvepa) recordará
el próximo sábado a todos aquellos caballeros legionarios paracaidistas
(CLP) que sirvieron bajo alguna de las tres banderas que la forman en el
patio del acuartelamiento de Almeyda.
La primera de ellas,
denominada Roger de Flor, debe su nombre al caudillo almogávar al
servicio de la Corona de Aragón durante el siglo XIII. La segunda, Roger
de Lauria, al almirante al servicio de la Corona del reino de Aragón.
La última en crearse, Ortiz de Zárate, nace en 1960 sobre la base de 230
paracaidistas de la Primera Bandera, y recibe el nombre en memoria del
teniente de la sexta compañía muerto en combate en Sid-Ifni.
Se
le encomienda la misión de crear una unidad aerotransportada al
comandante Tomás Pallás Sierra que, junto a ocho oficiales, 12
suboficiales y 149 de tropa formarán el primer curso de paracaidistas.
El 23 de febrero de 1954 se realiza el primer salto en paracaídas del
Ejército de Tierra, desde aviones Junkers y Savoia y utilizando
paracaídas modelo T-6. Mientras, se va perfilando y conformando la
unidad que en principio se nutre de antiguos legionarios con los que se
produce un continuo pique (estos son legías y los últimos, brillantinas)
cuando se produce el conflicto de Ifni-Sahara que supondrá el bautismo
de fuego para estas tropas.
Debido a su preparación -al hecho de
poder saltar tras las líneas enemigas; realizar incursiones en la
profundidad del territorio enemigo y estar dotadas de un armamento
superior al del resto de las tropas convencionales- el mando decidió su
envío a tierras africanas donde permanecerán hasta el momento de su
entrega a Marruecos.
En el transcurso de aquellos combates, los
paracaidistas pierden a un total de cuatro oficiales y 33 CLP. Otros 80
resultan heridos. Nombres como Tiguisit Igurramen, Ercunt o T`Zelata
al-Isbua están grabados en la memoria de muchos veteranos paracaidistas,
algunos de los cuales viven en Tenerife.
Francisco Jesús Padrón
García es uno de los miembros de Asvepa. Pertenece al curso 270 y tiene
en su haber nada menos que 29 saltos. Quedó encuadrado en la Primera
Bandera y se integró en la compañía de armas de apoyo. Tiene actualmente
58 años, es natural de Santa Úrsula y se alistó a los 20. De su paso
por la Bripac recuerda las numerosas maniobras que llevó a cabo y que le
permitieron conocer gran parte de la Península.
Julián Rodríguez
González es otro CLP. Pertenece al curso 422 y sirvió en la II Bandera
Roger de Lauria, en Alcalá de Henares. De 51 años, fue como voluntario y
llegó a reengancharse. Tiene en su cartilla un total de 21 saltos.
Andrés
Méndez Hanley, del curso 500, tiene 30 saltos y estuvo encuadrado en el
cuartel general de la Bripac, concretamente en la Policía Militar.
Estos
antiguos paracas son algunos de los encargados de la exposición del
fuerte militar de Almeida, donde se pueden ver desde los uniformes hasta
el armamento que emplearon estas tropas. Estos veteranos permanecen
fieles al ideario paracaidista y se sienten orgullos de portar el tan
ansiado rokiski, que se consigue tras seis saltos. A partir de ahí,
comenzará la especialización del CLP, que podrá formar parte de una
patrulla que practique el HALO (High Altitude-Low Opening), en inglés
salto a gran altitud. En la mayoría de saltos HALO se hará necesario el
uso de una máscara de oxígeno, debido a que el paracaidista saltará
desde altitudes cercanas a los 8.000 metros. Otros compondrán las PRP
(patrullas de reconocimiento en profundidad), que actuarán tras las
líneas enemigas.
Precisamente, un CLP tinerfeño, Emilio Pascual
Hernández, fue el primer paraca en participar en un salto de guerra. Iba
encuadrado en la séptima compañía a cargo del capitán Juan Sánchez
Duque y fue el primero en saltar del Junkers que lo transportaba junto a
otras tres secciones que conformaban el grupo de asalto que debía
liberar la posición de Tiliun, en Sidi-Ifni, que se encontraba sitiada y
con personal civil en su interior.
Con el paso de los años y una
vez finalizó la aventura africana, la Bripac comienza a adiestrarse con
otros ejércitos, como el francés, el portugués o el americano.
Precisamente, el desarrollo de las maniobras con las tropas francesas
pasa a denominarse Galia y el que se lleva a cabo con las fuerzas
portuguesas, Lusitania.
En los años 80, la Bripac sufre una
transformación al agruparse sus banderas, dos permanecen en su base de
Alcalá de Henares y otra se turnará entre el cuartel grancanario de Las
Rehoyas y la base del batallón de Instrucción Paracaidista en Jabalí
Nuevo, en Murcia, hasta que el Estado Mayor de la Defensa, con la
entrada en vigor de los nuevos planes, entiende que es mejor agrupar a
la Bripac en una base nueva, en Paracuellos del Jarama y desaparece el
cuartel de Las Rehoyas.
Así nace la Brigada Ligera Paracaidista
Almogávares VI. Ante los nuevos retos a los que se ha de enfrentar la
Brigada Paracaidista, se hace necesario dotarla de una serie de unidades
de apoyo. Así surgen el grupo de artillería de campaña paracaidista, el
batallón de zapadores, el grupo logístico, la compañía de transmisiones
y el cuartel general.
Pero la Bripac no para y los CLP que la
integran ganan en preparación y cualificación a medida que pasan los
días. Este hecho unido a la capacidad técnica será determinante para que
el Ministerio de Defensa ponga sus ojos en la primera misión
internacional a gran escala en la que participa nuestro país. Se trata
de la operación Alfa-Kilo de ayuda humanitaria al pueblo kurdo en el
norte de Irak. De este modo se organizó en abril de 1991 la agrupación
táctica Alcalá. Este grupo estaba formado 350 paracaidistas y personal
de ingenieros de la Bripac, siete helicópteros, (dos Chinook y cinco
UH-1H) de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, el Escalón
Médico Avanzado del Hospital Militar de Sevilla, una unidad de zapadores
perteneciente al Mando de Ingenieros, una sección del Regimiento de
Transmisiones Tácticas nº 21, un destacamento de la Agrupación de
Abastecimiento nº1, y personal de mando y servicios de apoyo, jurídico,
intervención, religioso y pagaduría. En total 635 militares, los cuales
iban a ser desplegados a 4.000 kilómetros de distancia de sus bases. El
contingente español, además de proporcionar seguridad en el entorno de
Zakhu, transportó refugiados, construyó, organizó y abasteció
campamentos de refugiados, y distribuyó la ayuda humanitaria española e
instaló un hospital de campaña donde atendió a una numerosísima
población kurda. Se repartieron más de 110 toneladas, 560 de ropa y
calzado, más de 150 de diverso material y se utilizó una tonelada de
productos farmacéuticos. A finales del mes de junio regresaban a sus
acuartelamientos las tropas sin haber sufrido baja alguna.
A
partir de aquí el Estado Mayor de la Defensa incluyó a la Bripac entre
las unidades que participarán en los diferentes despliegues
internacionales en los que España ha intervenido.
Así, miembros de
las distintas banderas paracaidistas han intervenido en Kosovo, en El
Líbano, donde seis de ellos murieron en junio de 2007, cuando viajaban
por la carretera en el sur del país como cascos azules. El atentado fue
cometido mediante una bomba oculta en un coche Renault Rapid de color
blanco, con matrícula falsa, que fue accionada por control remoto. En
2002 la Bripac llegó a Afganistán, bajo el mandato de la OTAN formando
parte de la ISAF, donde perderá en atentado terrorista a tres de sus
miembros.
|