Fuente: COMEIN
Revista de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación, Nº 39 (diciembre 2014)
Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
En la primera parte de este artículo se situaba en los años cuarenta del siglo XX la generalización del neologismo saharaui,
coincidiendo con una campaña de investigaciones a cargo del Instituto
de Estudios Políticos y, después, del Instituto de Estudios Africanos.
Esta campaña llevó al Sáhara a muchos expertos y generó abundante
bibliografía dedicada al territorio.
Fernando Álvarez, por ejemplo, lo usa con habitualidad en sendos
artículos publicados en 1941: "La vida del saharaui es dura (…) nosotros
que, aún en épocas como la actual, consideradas difíciles, son
comparativamente con la del saharaui, vida cómoda y regalada (…) el
trabajo manual no es para el orgulloso saharaui (…) el saharaui es todo
un señor; nació para la guerra y la mujer es para él su descanso y
poesía" (1941, pp. 85-86), y "el saharui es altanero, soberbio,
ceremonioso, amable, obsequioso, político y audaz" (1941, p. 337). Pese a
que en 1944 el profesor Alcobé (1944, p. 20) todavía hablaba de moros,
sin más, al año siguiente, el biólogo Guinea (1944, p. 101) utilizó ya
el nuevo gentilicio, bien que citándolo entre comillas, como asimismo
harán otros autores.
Ángel Doménech Lafuente, cultivado militar y autor de una copiosa
obra de investigación, dudó al principio de la transcripción más
adecuada que debía dar al término. En 1945 escribe sahrauia, lo
que ciertamente resulta de difícil dicción en español: "Los «sahrauis»,
atónitos e imitando a Bens, se llevaban la mano a la frente –en ademán
de saludo– como prueba de respeto y acatamiento y simbolizando la
colaboración y el amor. Y la radio comunicó a España –por conducto del
ministro de Estado– la nueva paz para los «sahrauis» de buena voluntad"
(1945, p. 169); "El vestuario de los «sahrauis» es muy sencillo" (1945,
p. 172), y "Aún cuando el «sahraui» es esencialmente ganadero (…) Este
«sahraui» tan orgullosos altivo e independiente en sus relaciones con
los demás" (1945, p. 173).
Pero rápidamente resuelve el entuerto y añade la vocal que facilita
la pronunciación, utilizando desde entonces con generosidad los
neologismos saharaui (Doménech, 1949, pp. 17-18; 1953a, pp. 31-43; 1953b) y, en femenino, y tal como se dice en árabe, saharauia,
aunque escribiéndolos también entre comillas, o con cursiva, como para
poner de relieve su carácter novedoso, mientras que un funcionario
deportado en Güera que dejó testimonio escrito de sus sinsabores aludió a
"la población indígena (…) formada por moros propiamente dichos,
llamados aquí saharauis, es decir, habitantes del Sáhara" (Guzmán, 1953,
p. 56).
Lo mismo cabe decir de Alonso Allustante, que emplea el masculino y
femenino en español tal como se hace en árabe: "El modo de vida del
«saharaui» (…) las tribus «saharauias»" (1947, p. 6). Y, más adelante,
"El «saharaui» es fanático seguidor de la las doctrinas del Islam"
(1954, p. 61), aunque sigue refiriéndose a "cada tribu «saharauia»"
(1954, p. 61).
El mismo Bens, que había publicado en los primeros años de su
gobierno sendos informes de las primeras expediciones que realizó al
interior del desierto en las que hablaba de saharianos (Bens, 1907), utilizó en cambio, cuando editó sus memorias en 1947, la palabra moro,
si bien excepcionalmente en una de sus páginas dice: "Otra cualidad que
el «sharaui» ama mucho es la cortesía" (Bens, 1947, p. 204). Un caso
curioso es el de Julio Martín Alcántara, quien tituló su libro de
poesía, editado en 1955, Romancero saharauí, escribiendo el gentilicio como palabra aguda.
Julio Caro Baroja estuvo en el Sáhara español entre el 9 de noviembre
de 1952 y el 9 de enero de 1953 con su colaborador Miguel Molina
Campuzano. Fruto de estos dos meses de estancia fueron sus Estudios saharianos –una
de las tres obras capitales de etnografía sobre el Sáhara occidental,
con las de Sophie Caratini y Alberto López Bragados– así como una serie
de conferencias que dictó y se publicaron como monografías. Se puede
decir que al hablar de los habitantes del desierto español casi siempre
los denominó sencillamente nómadas, saharianos (1957, p. 12) o nómadas saharianos (1955a) y también población sahariana o sociedad sahariana (1985, p. 406), si bien en una ocasión pudimos leer –¿fue un mero error de imprenta?– saharanís (1954, p. 72) y también constatamos el uso, bien que excepcional, de saharaui: "Aunque el fatalismo del saharaui es grande y su tendencia a la inercia mayor aún que su fatalismo" (1955b, p. 229).
La provincialización de 1958 supuso la progresiva y habitual
utilización del neologismo. Los habitantes de la nueva provincia
empezaron a ser conocidos rápidamente como saharauis,
consagrando y castellanizando en la literatura administrativa el término
de origen árabe. Y de modo paralelo, la inicialmente sutil –y luego
tórrida– emergencia del nacionalismo autóctono asumió con naturalidad
este mismo vocablo como particularmente adecuado para definir la nueva
identidad colectiva. La literatura y la publicística del Frente
Polisario no tuvieron dificultad alguna en utilizar el neologismo y
cuando el 28 de febrero de 1976 proclamó en Bir Lahlu, frente a la
ocupación marroquí, la independencia de su pueblo, lo hizo constituyendo
una nueva entidad política que habría de denominarse República Árabe
Saharaui Democrática (RASD).
A partir de entonces, el gentilicio tuvo plena consagración no sólo
legal e incluso internacional –la RASD, aún con buena parte de su
territorio ocupado, es un estado reconocido por muchos otros y miembro
de pleno derecho de la Unidad Africana–, sino también académica. Los
autores contemporáneos lo incorporan con toda claridad, empezando por
los autóctonos.
Y así Larosi Haidar explica que "el pueblo saharaui es un pueblo
africano híbrido de poblaciones árabes y bereberes, de religión
musulmana, que habla una variante árabe denominada hassanía y
estuvo vinculado a España durante más de un siglo" (2007, pp. 34-35). Un
dato curioso es el que me explicaba este mismo autor (entrevistado el
20/09/2013) al recordar que, cuando era niño y asistía como alumno al
Colegio Nacional La Paz de El Aaiún, los alumnos de la ciudad
menospreciaban a sus congéneres llegados del interior del territorio y
les llamaban despectivamente "saharaui zaccu laul", o sea, "saharaui de culo mustio". Y es que entonces los niños nativos de la ciudad aplicaban el gentilicio saharaui
para adjetivar a sus congéneres procedentes del campo. Cuando el Frente
Polisario empezó a usar el gentilicio para identificar a toda la
comunidad nacional, entonces dejó de tener carácter peyorativo y los
niños nativos del interior fueron adjetivados "emdejna", o sea, "indígena de color ceniza".
Antonio Carlos de Laiglesia menciona en su excelente libro sobre las
tribus moras a "los habitantes del antiguo Sáhara español, conocidos
como saharauis" (1985, p. 89). Y Alberto López Bargados ha definido el
gentilicio, del que bien podemos decir sin temor a error que, por fin,
ha dejado de ser un neologismo, como la "denominación castellana con la
que han sido designados los «habitantes del Sáhara» y que ha devenido un
etónimo [nombre de un grupo étnico] para designar al pueblo de origen bidán
(arabófono) que habita en el antiguo Sáhara español" (2007, p. 501).
Ese mismo autor recuerda la penetración española hacia el interior a
partir de 1934 y añade: "Por primera vez en la historia colonial
sahariana los administradores comenzaron a establecer contactos
prolongados y concretos con las poblaciones bidán de esta parte del Sáhara que bajo la impronta colonial española, empezaron a convertirse progresivamente en saharauis" (2007, p. 508).
Séanos permitido añadir que el término saharaui es, sin
duda, el ejemplo más evidente del bumerán lingüístico: un fenómeno muy
real interactivo, que es fruto del contacto colonial entre dos pueblos y
en el que cada uno de ellos –y no sólo el colonizador sobre el
colonizado– influye, a veces subliminalmente, sobre la lengua del otro.
Ver la primera parte...
Para saber más
Alcobé, Santiago (1944). "Perspectivas para el estudio antropológico del Sáhara español, en África, núm. 25.
Alonso Allustante, Enrique (1947). "Del poblado Tarfaia (Apuntes para su historia)", en Mauritania, núm. 230.
Alonso Allustante, Enrique (1954). "Leyendas, creencias y supersticiones", en Mauritania.
Álvarez Amado, Fernando (1941). "Notas del Sáhara español. Las tribus", en Mauritania.
Bens, Francisco (1907). España en el África occidental, Tipografía San Justo 4, Las Palmas.
Bens Argandoña, Francisco (1947). Mis memorias. 22 años en el desierto, Ediciones del Gobierno del África Occidental Española, Madrid.
Caro Baroja, Julio (1954). "Una visión antropológica del Sáhara español", en Archivos del IDEA, núm. 28.
Caro Baroja, Julio (1955a). "La historia entre los nómadas saharianos", en Archivos del IDEA, núm. 35.
Caro Baroja, Julio (1955b). Estudios saharianos, Instituto de Estudios Africanos, Madrid.
Caro Baroja, Julio (1957). "El grupo de cabilas hasanía del Sáhara español", en África, núm. 82
Caro Baroja, Julio (1985). Disquisiciones antropológicas, Universidad de Madrid, Madrid.
Doménech Lafuente, Ángel (1945). "La tribus", en Mauritania, núm. 211.
Doménech, Ángel (1949). "El Sultán azul", en África, núm. 90.
Doménech, Ángel (1953a). "Del vivir nómada de las tribus", en Cuadernos de Estudios Africanos, núm. 21.
Doménech, Ángel (1953b). Ma el Aini, Señor de Semara, Editora Marroquí, Tetuán.
Guinea, Emilio (1944). "La cultura botánica de los nómadas en el Sáhara español", en África, núm. 29.
Guzmán, Rafael de (1953). Horas en el sáhara, Instituto Editorial Reus, Madrid.
Haidar, Larosi (2007). Cuentos saharauis Traducción y aproximación a los cuentos de animales, Ediciones IDEA, Santa Cruz de Tenerife.
Laiglesia, Antonio Carlos de (1985). Breve estudio de las tribus moras de Mauritania, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, Madrid.
López Bargados, Alberto (2007). "Images coloniales et poscoloniales des saharaouis en espagne", en Colonisations et héritages actuels au Sahara et au Sahel, volumen II, L’Harmattan, París.
Martín Alcántara, Julio. (1955). Romancero saharauí, Sáhara.
Pablo-Ignacio de Dalmases
Periodista, doctor en Historia y colaborador docente de la UOC
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