Un escueto correo electrónico en holandés (mijn vadoz is vannachi overladen: mi padre ha fallecido)
nos trae desde Schiedam (Holanda), la ciudad conocida principalmente
por ser origen de la ginebra, por su centro histórico con canales, y por
poseer los molinos de viento más altos del mundo, la noticia de la
muerte de BERNARDO LEVIA PÉREZ, el alicantino que tras
su licencia en el ejército, en el año 1.962, tuvo que emigrar para
encontrar la estabilidad laboral que la España de entonces no le podía
otorgar; allí se fue con la consabida maleta de cartón que poco antes
había traído desde Sidi Ifni (con su licenciamiento), y en Holanda
encontró, además de trabajo digno y bien remunerado, esposa
(Guillermina), de la que tuvo dos hijos (María y Guillermo) y estos, a
su vez, le dieron cuatro nietos que eran la delicia de su vejez (Carmen,
Nuria, Joaquín y Yolanthe).
Los famosos canales de Schiedam.
El querido amigo y compañero Levia había nacido en el popular barrio
alicantino de La Florida, días antes de finalizar la guerra civil (4 de
Febrero de 1.939), en el que también este narrador vivió a partir de
1.955, lo que nos dio la oportunidad de tener una buena relación de
amistad que se consolidó cuando en Enero de 1.961, en el sorteo de
quintos en el ahora desaparecido cuartel de Benalua, nos tocó un "número
bajo" que llevaba el "reintegro" de un largo viaje: Al África
Occidental Española y muy concretamente a lo que quedaba del
territorio-provincia de Ifni tras la guerra de 1.957-58. Su destino el
Grupo de Tiradores de Ifni nº 1, mientras que el mío lo fue al Grupo de
Policía Ifni nº 1, los dos Cuerpos autóctonos creados por el propio
coronel Capaz tras la ocupación de aquellas tierras en el año 1.934.
Los anfibios de desembarco.
El viaje lo hicimos juntos en el
vetusto, asmático y jadeante vapor que llevaba por nombre el del "Poeta
Arolas" (un fraile levantino más conocido por sus escritos eróticos que
por sus obras pías), tras pasar unas escasas treinta y seis horas en el
Cuartel de Capuchinos de la ciudad de Málaga (en la que embarcamos),
cuartel que nos dio por confortable alojamiento las cuadras de los mulos
(sin los animales) en la que muchos durmieron dentro de los pesebres.
Tras tres días con sus consiguientes
noches el "Poeta Arolas" dio vista y lanzó el ancla ante la playa de
Sidi Ifni (no había puerto) a la que hubo de llegar en lanchas anfibias
con el consiguiente susto pues muchos de los reclutas era la primera vez
que veían el mar (y el océano Atlántico es algo muy serio). Pasar del
barco al anfibio tenía sus dificultades y empezaron a circular leyendas
sobre los jóvenes que en quintas pasadas se habían ahogado en aquel
trance (hecho cierto, según recoge la historia).
Se iniciaba aquel 23 de Marzo de 1.961
un largo periplo que no finalizaría hasta finales de Julio de 1.962:
Bernardo Levia fue llevado con otros miles de reclutas al Campamento del
Grupo de Tiradores en donde hizo la instrucción, fue elegido cornetín
de ordenes del III Tabor, y se chupó todas las rotaciones por los
puestos defensivos de la montaña que su Tabor y, muy concretamente, su
12ª compañía iba cubriendo, sufriendo las penurias tan típica de aquel
tiempo y lugar (falta de agua, abundancia de piejos, pulgas, chinches y
ratas, escasa y mala comida, pobre vestuario, mucho trabajo de pico y
pala, y un largo etcétera) que fue superando, como buen español y gran
Tirador que fue; en algunas horas de asueto (tras cuatro meses seguidos
de posiciones por la de montaña) se acercaba a la Compañía Mixta de
Policía, en la que estábamos un par de alicantinos, pudiendo ducharse y
comer sentado en una silla (en Tiradores lo hacían en el suelo), con
mesa y platos de duralex.
Y de esta manera fueron transcurriendo los meses en aquel reducido espacio de terreno, rodeado del Ejército Real Marroquí por todos lados (excepto a nuestra espalda en donde se hallaba "flamenco e indómito" el Atlántico). En las trincheras y reductos protegidos por alambradas y campos de minas.
Tras regresar a Alicante, al poco tiempo Bernardo que se encontró sin trabajo y con un ambiente algo enrarecido en su casa (el padre, viudo, había vuelto a casarse) tuvo conocimiento de que en Holanda podía encontrar trabajo para su oficio (era escayolista) y allí se fue, en el Invierno de 1.962, pasando más frio que vergüenza (como se dice vulgarmente), sin conocer una palabra del idioma holandés (que no es nada fácil para un latino) y en Holanda, como hemos dicho, se casó, estableció, tuvo hijos y nietos, aprendió holandés (hablado y escrito) y con la nostalgia de la "terreta" y el orgullo de haber formado parte de ese Cuerpo de Élite del Ejército Español (Tiradores, hoy desaparecido) no volvimos a reencontrarnos físicamente hasta el verano de 2.008 en que volvió por unos días a Alicante (aunque nunca nos faltó a los amigos su felicitación navideña por correo).
Bernardo, en la montaña.
Desde entonces, gracias a la existencia de Internet y el correo
electrónico, así como de la fundación de la ASOCIACIÓN DE VETERANOS DEL
LEVANTE ESPAÑOL (AVILE) de la que fue socio activo, colocando aquello
que la Historia define como "poner una pica en Flandes" (que aquí viene
como anillo al dedo), la comunicación entre los amigos y compañeros fue
casi diaria, dando ocasión a enviarle libros, revistas, el tarbuch de
Tiradores, con su insignia y otras muchas cosas que mantenían en
Bernardo encendida la llama de Ifni y de sus Tiradores.
Bernardo, Junio de 2.008, Restaurante “Mi Casa” de la Playa de San Juan.
Ese mismo día con el Cabo Cremades, el Dr. Susarte y el narrador.
Tras superar parcialmente una
enfermedad cardiaca, en el pasado año 2.015 los médicos que le atendían
le dieron permiso para viajar a España y aquí (en Alicante) pasó todo el
mes de Septiembre junto con su esposa Guillermina.
Cada vez estamos más convencidos de
que en aquel viaje de Bernardo asumía la despedida de su tierra, de su
hermano, cuñada y sobrinos, de sus más íntimos amigos y compañeros de
mili (Paco Susarte, cabo Cremades, Salvador y Paco Lázaro, y de nuestra
asociación de veteranos AVILE), pues el periplo fue constante,
recorriendo barrios y calles de la ciudad, visitando a los amigos,
comiendo con ellos, tanto en la capital como en Elche y Elda,
finalizando ese mes con su asistencia a la Asamblea celebrada en un
restaurante de Torrellano, en donde tomó la palabra para expresar su
orgullo de haber sido soldado del Grupo de Tiradores de Ifni, de haber
mantenido siempre la nacionalidad española, y de haber pregonado todos
esos valores de patriotismo en una época y ámbito territorial muy
adverso para los españoles en el resto de Europa y especialmente en
Holanda, donde todavía a los niños se les asusta si no comen o no
quieren dormir, con la llegada de los "españoles del Duque de Alba".
El tarbuch que se ponía Bernardo en casa, para regocijo de su nieto Joaquín.
El 26 de Septiembre de 2.015 por fin tuvo Bernardo la ocasión de asistir
a una Asamblea de AVILE con los numerosos compañeros que acudieron
desde diversos rincones de España (a destacar al matrimonio Marhuenda
que concurrió desde Algeciras), hablar con todos ellos, compartir el
"rancho" que se sirvió y vivir uno de los días de amistad más bonitos de
su vida, desde que se licenció de Tiradores en el ya lejano año 1.962.
Y como dice la esquela mortuorio que
hemos tenido ocasión de leer y traducir (por cierto que la fotografía de
su rostro en ella está coronada por una gorra con el distintivo de
Ifni), "Ik ben dood als niemand meer aaer nij denkt" (YO ESTARÉ
MUERTO CUANDO NADIE PIENSE EN MI)... Bernardo, pues, no ha muerto porque
está en el pensamiento y el corazón de sus familiares y de sus amigos
de Ifni, que le recordarán siempre como miembro de la chabola 175 del
Campamento de Reclutas de Tiradores de Ifni, y de la 12ª Compañía del
III Tabor...
Bernardo y esposa con los compañeros de Elda.
El matrimonio con el cabo Cremades, en Elche.
REQUIEM IN PACE Bernardo.
El cornetín de órdenes celestial, aquel cornetín terrenal que tú
tocabas en el Tabor, te ha llamado a formar entre los mejores... Aquí,
en la Tierra, tus amigos y compañeros se quedan en la posición del
primer tiempo de saludo y no bajaremos la mano hasta que tú nos lo
permitas, cuando algún día nos reunamos contigo, en la formación del
valle de Josafat, en espera del Juicio Final.
Bernardo, entre Paco Lázaro y Paco Susarte, tocado con el tarbuch de Tiradores.
|