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Capítulo 1. Después de Ifni
Mi SMO ‒Servicio Militar Obligatorio‒ lo
fue inmerso en una guerra sobrevenida, en Ifni, durante dieciséis
meses, en su mayor parte cumpliendo con el absurdo deber de defender,
con un fusil Máuser remendado de la Guerra Civil, un territorio que no
era ni patria, frente a un enemigo al que debías matar, por sobrevivir.
Un SMO en un territorio inhóspito tratado como un perro famélico,
luchando contra el moro astuto, donde me dejé parte de mi juventud y la
sonrisa. Me casaron con la muerte, me divorciaron en junio de 1958,
dejando atrás, en el eco de las vaguadas, los gritos de dolor y muerte,
acompañados de explosiones de mortero y el eco del disparo «¡Pa! ¡Cum!»,
llamados "Pacos", o de los que venían rebotados que sonaban como
abejorros haciendo grandes destrozos. Salí de aquel infierno que fue
Ifni hacia Las Palmas de Gran Canaria, terminando por mar en Cádiz.
Durante la "mili" en Ifni.
Así empieza una nueva etapa de mi vida, llena de obstáculos que tuve que sortear.
Al
llegar desde Cádiz a la estación norte de Valencia, solo estaba para
recibirme mi amigo Fernando con su moto. Fernando era ese amigo que
siempre está, podría decir que nacimos juntos, pero como es algo que no
puede ser, sí que puedo decir que crecimos juntos, que éramos como
hermanos y que lloramos juntos en la Guerra Civil. Vagos o fugaces
recuerdos, que me trasladan a aquellos años de guerra donde sonaban las
sirenas por un ataque de la aviación y nos refugiábamos en la planta
baja, donde los padres de Fernando tenían una tapicería. Son esos vagos
recuerdos que a los tres años se han adherido al subconsciente y
aparecen de forma fugaz, son los restos de momentos dolorosos de un
pasado que aparece difuminado. Fernando era de familia pudiente dentro
de la escasez del momento, más de una vez me alivió el hambre y
compartió sus juguetes, yo no tenía.>
En nuestra misma escalera
vivía el Sr. Manolo, que tenía un puesto de jamones en el mercado
central, lo curioso es el mal recuerdo de aquellos momentos de hambruna.
Tenía unos diez años. Mi padre por ser de izquierdas, aunque trabajaba
en la UNL, tenía un puesto de trabajo mal retribuido. Recuerdo un día de
Nochebuena, aquella noche en la mesa había unos exquisitos boniatos y
medio litro de vino. Mi padre me dijo: "Fito ‒en casa, de Adolfito me
quedé en Fito‒ baja y le pides un papel de fumar al Sr. Manolo", claro
que no era especialmente a pedir el papel de fumar que el Sr. Manolo me
dio por lo que bajé. Salió su mujer y me hizo esperar, al poco sacó
envuelto en papel de periódico cortezas de jamón con algo de tocino
adherido, aquella noche podríamos decir que cenamos boniatos con
jamón... Son vagos recuerdos.
Mi padre, aunque siempre fue de
izquierdas, poco a poco llegó a ser jefe de la sección de casco en la
UNL, porque era persona intelectualmente preparada, comprendió que había
de ser un poco menos de izquierdas para poder subsistir, sobre todo la
familia.
A mi llegada me extrañó el no ver a mi madre y a mis
hermanos, según me dijo Fernando me esperaban en casa. Lo cierto es que
mi amigo, seguramente de buena fe, había organizado una sorpresa que
para mí fue desagradable. Montado en su moto con mi maleta de madera, me
dejó a la entrada de mi calle para que hiciera el "paseíllo". La calle
es larga y estrecha, en los balcones había vecinos curiosos al igual que
en los portales, se oía como un murmullo y algún que otro discreto
saludo. Me sentí molesto de ser centro de curiosos en aquel paseíllo. Al
llegar a mi portal me encontré con mis hermanos y una anciana vestida
toda de negro, era mi madre, que con 45 años había adelantado al tiempo y
parecía una persona de 80 años.
Hoy puedo decir que la muerte de
mi padre, estando su hijo en aquella absurda guerra donde se moría, la
hizo somatizar el sufrimiento formando un cáncer de estómago. Murió seis
meses después. Es un recuerdo cruel y una demostración de que aquella
nefasta guerra tuvo efectos colaterales que nadie menciona, habría que
añadir las secuelas que arrastramos. Yo cogí en Ifni una enfermedad por
la que paulatinamente fui perdiendo los dientes, por lo que a los 24
años era merecedor de una dentadura postiza. Ifni me robó la sonrisa.
También traje de Ifni una úlcera de estómago que se perforó tres años
después. Son cosas que no se olvidan...
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