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La mili en Ifni (en su contexto y sin politizarla) Imprimir E-Mail
Colaboraciones - Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Manuel Jorques Ortiz   
jueves, 22 de febrero de 2018
Índice del Artículo
La mili en Ifni (en su contexto y sin politizarla)
Lluis Noguer Pastó
Josep M. Contijoch Casanovas
Pius Pujades Lladó
Josep Carreras Mor
Josep Augué Solé
Antonio Teruel Vidal
Josep Majó
Enrique Escribano Bergadá
Eduardo Tauler Ruiz

Antonio Teruel Vidal

ANTONIO TERUEL VIDAL, de Barcelona, nacido en 1939, llegó a Sidi Ifni el 23 de marzo de 1961 en la primera expedición de reclutas de aquella quinta. De los desembarcados aquel día, unos sesenta fuimos al campamento de reclutas del Grupo de Policía al haber sido destinados a dicho Cuerpo. Aquellos primeros "pipiolos" procedían de Cataluña, Región Valenciana y Murcia, casi exclusivamente. Nos agruparon en las cinco primeras chabolas (que hubimos de montar nosotros, para no dormir a la intemperie, y durante los cuatro meses de Campamento convivimos juntos: primero en la chabola nº 5, cuyo cabo instructor era Manuel Ribas, de Salamanca, y tras un traslado (por motivos ignorados) en la chabola nº 3, cuyo cabo instructor se llamaba Edmundo y era madrileño. Jamás, ni a uno ni otro instructor, ni al sargento que nos tenía bajo su mando (Felipe Blanco), ni al psicópata cabo 1º Rey, que mandaba la siguiente sección en la que se encuadraron los reclutas de la segunda expedición a partir de la chabola nº 6 (madrileños, castellanos y vascos), les oímos jamás discriminarnos por nuestra procedencia ni por hablar catalán, valenciano o vascuence. Es más: los mejores destinos (una vez jurada bandera) fueron mayoritariamente para los catalanes y levantinos, con o sin recomendación, que los jefes de las distintas compañías exigían para reemplazar a los veteranos de idéntica procedencia y tan excelente resultado profesional.

A la Compañía Mixta, convertida poco después en Grupo Mixto fuimos destinados 40 de los reclutas de la Policía, mayoritariamente catalanes, levantinos, gallegos y algún vasco, extremeño, andaluz y madrileño que por sus profesiones u oficios civiles eran convenientes para la buena marcha de la Unidad.

Antonio Teruel fue destinado a la forja ya que venía de un taller familiar de forja artística de Barcelona; era (y dichosamente podemos decir que todavía es) un gran artista que además de hacer aquellas piezas de hierro que se requerían para los vehículos del gobierno, con vainas de proyectiles de artillería fabricaba lámparas de sobremesa que los jefes se llevaban y le gratificaban; gran dibujante y notable grabador (de su casa le enviaron las herramientas necesarias) se dedicó a grabar iniciales en mecheros y pitilleras (cobrando modestamente) haciéndose "famoso" por sus artes tanto entre los jefes como entre sus compañeros.

Teruel, con el autor y nuestras respectivas esposas en un encuentro celebrado en Sitges (Barcelona) en el año 2008 (Foto archivo personal de M. Jorques).
Teruel, con el autor y nuestras respectivas esposas en un encuentro celebrado
en Sitges (Barcelona) en el año 2008 (Foto archivo personal de M. Jorques).

Su obra maestra como grabador la hizo a petición de un grupo de jefes y oficiales de la guarnición que querían homenajear al coronel Don Mateo Prada Canillas (próximo a ascender a general); este jefe había sido condecorado con la medalla miliar individual durante la Guerra Civil, y deseaban que en la placa de plata que le iban a entregar, además de las palabras dedicatorias se grabara una reproducción de dicha medalla cuyo original le proporcionaron. El trabajo tan extraordinario (los compañeros pudimos verlo) que el coronel Prada quiso conocer al orfebre y allá que se presentó una mañana en nuestro acuartelamiento (¡tres estrellas de ocho puntas, casi ná) y Teruel tuvo que salir de su cubil de la fragua, con su traje de faena (un mono tan sucio que se podía poner de pie, como una armadura medieval), le dio la mano y se la estrechó (pese a tenerla sucia de carbón) y le gratificó espléndidamente... Obviamente, este catalán no sufrió de forma diferente al resto de sus compañeros de mili ni fue despreciado; por el contrario. Fue profusamente apreciado por todos.


 
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