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Cartas de un soldado (IV): en la montaña Ussugun Imprimir E-Mail
Colaboraciones - Víctor de Marcos
jueves, 21 de mayo de 2009
Radioteléfono ligero AN/PRC-6.
Radioteléfono ligero AN/PRC-6.
Características
Potencia: 0,25 W
Alcance: 1,600 m.
Frecuencia: de 44 a 55 Mc/s.
Canales: un canal presintonizado.

Uso: unidades de Infantería.
En un vehículo todo terreno tipo jeep, me suben con mi petate y todas mis escasas pertenencias hasta la montaña Ussugun, el compañero Manuel Castells (Valenciano), me recibe con agrado y me enseña el habitáculo que deberemos compartir, una estancia de dos habitaciones sin puerta, separadas por un pequeño muro, en una estaba la estación de radio y una centralilla de telefonía, en la otra dos camas metálicas, nuestro habitáculo esta integrado en una serie de edificaciones del P.M. (Puesto de Mando), me comenta sus conocimientos sobre el lugar, me indica lo mas principal, donde está situado el depósito del agua potable, al que semanalmente, con un camión aljibe nos abastecerán, y deberemos revisar periódicamente por si hubiese necesidad de pedirla.

Las edificaciones estaban construidas con ladrillos de adobe y techos de bovedilla. Justo al poco de llegar estuvo lloviendo, mas que llover diluviar, durante tres días seguidos, por lo que el agua entraba por el techo, así que colocamos unos plásticos tapando la emisora y centralita, las camas las colocamos en literas, también pusimos otro plástico en la litera superior, y a dormir los dos juntos en la inferior. 

Estas fuertes lluvias dejaron impracticables algunas de las pistas, que unían los distintos puestos de mando diseminados a lo largo de la montaña, fue la primera y única vez que llovió con tanta intensidad en todo el tiempo que estuve en Ifni, durante varios días los tiradores, tanto del grupo 1 como del 2, fueron los encargados de volver a poner las pistas en orden.

En el P.M. de Ussugun, estaba desplegada una compañía de tiradores, a las órdenes de un capitán. Esta compañía estaba distribuida por las cotas 348, 295, 304, 270 y el propio P.M.. En toda la frontera con Marruecos estaban distribuidos los distintos Tabor y compañías de Tiradores 1 y 2, en los puestos de mando principales existía una red de estaciones de radio y centrales telefónicas de campaña, tanto el material como los soldados, pertenecíamos a la sección de radio de la Compañía de Transmisiones del Bon. Mixto de Ingenieros, de la cual mi compañero Manuel y yo formábamos parte. En esta malla, cuya "Directora" era la emisora de E.M. (Estado Mayor Sidi Ifni) y las secundarias estaban en las posiciones siguientes: BULLARIFEN – GURRAN – USSUGUN – AYAIAX, a cargo de cada una estábamos 1 Cabo y 1 Soldado.

Entre el P.M. y las cotas no había caminos, tenían que ir campo a través. Diariamente hacia el mediodía y por la tarde, de las distintas cotas, llegaban tres o cuatro soldados con marmitas para recoger la comida de todos sus compañeros, ya que nos la subían en camión al P.M., desde ID NACUS, donde según nos dijeron estaban las cocinas para toda la zona, llegaba un poco mareada del viaje pero no había más, una pequeña odisea que tratábamos de suplirla con latas. Para el desayuno nos la componíamos como podíamos. 

Nuestra misión en la montaña consistía en mantener los equipos, tanto de telefonía local como de las transmisiones vía radio, con el E.M., la central telefónica de campaña, estaba conectada con las cotas dependientes del puesto de mando 270, 295, 304 y 348.

La línea exterior estaba formada por Universidad, Id Nacus, E.M. y la 243, esta perteneciente al puesto de mando “Xarafa”. El funcionamiento de la central de campaña de 10 líneas era muy simple, disponía de una pila de gran tamaño, las llamadas se hacían bajando un pestillo correspondiente al destino, y girando una manivela, para que una magneto enviara la señal, una chicharra sonaba en el otro extremo (la chicharra es una especie de timbre eléctrico) manteniendo el contacto. Estas pilas las usábamos también para alimentar nuestros pequeños radio transistores, con los que pasábamos el rato sintonizando emisoras de Canarias (recuerdo que esta pila me la dio en el Batallón un veterano que se licenció en septiembre del 66, me acompañó durante toda mi estancia en Ifni, y cuando me licencié en septiembre del 67, se la entregué a otro recluta, parecía no tener fin dado su tamaño).

Entre los dos compañeros establecimos de mutuo acuerdo el realizar el servicio cada 24 horas, por lo que el que estaba libre era el encargado de realizar otras labores, como recoger la comida para los dos, y cada semana uno de los dos, con un pequeño macuto al hombro se encargaba de bajar al Batallón. Lo primero que hacíamos era pegarnos una buena ducha, ya que en la montaña nos lavábamos como los gatos, cambiarnos de ropa y a continuación recoger la correspondencia, equiparnos con algunas latas para variar el menú del rancho, que comprábamos en la cantina del batallón, así como leche condensada, café (para los desayunos) papel, cartas, etc. etc. Yo comía en el batallón y ya por la tarde, de vuelta a la montaña, por el tiempo que tardaba en recorrer la distancia “una hora y media”, calculo que habría de 8 a 10 Km., el camino lo hacíamos andando y si teníamos suerte, subíamos con algún camión de pertrechos, que eran pocas las veces. 

La conexión telefónica con las cotas se realizaba con cable tirado por la superficie de terreno pedregoso, por lo que estaba bastante deteriorado. De vez en cuando la conexión se cortaba, así que, el que estaba libre, se encargaba de recorrer el terreno siguiendo el cable hasta encontrar el corte, lo empalmábamos y reforzábamos con alambre sujeto con cuerda. Para este menester solíamos llevar un radioteléfono portátil, un “AN-PRC 6” perteneciente a la Cia. de Tiradores para contactar con la cota afectada por el corte, nos llegábamos hasta esta, contactábamos con el puesto de mando por el teléfono y volvíamos. 

Las cotas que pude visitar en mi estancia en Ussugun, se pueden describir como unas rudimentarias trincheras escavadas en la tierra, que unían unas pequeñas edificaciones, donde estaba desplegado el armamento, ametralladoras pesadas, ligeras y otro material bélico, así como los habitáculos donde la tropa, compuesta de no más de 10 soldados, 2 cabos, un Cabo 1º o un Sargento, se encargaban de vigilar la frontera con Marruecos. Estas estaban rodeadas de alambradas y, en algunos casos, existían minas desplegadas con carteles indicándolo. En toda la montaña no había luz, por lo que las velas abundaban, y en cuanto llegaba la noche todos estábamos retirados en nuestros habitáculos. En las noches despejadas sin luna, era fantástico mirar al cielo y ver todas las estrellas relucientes, todavía lo recuerdo, nunca he vuelto a ver unas noches tan bellas.  

También, por que no decirlo, teníamos tiempo para charlar, durante días mi compañero Manuel me hizo un relato de su vida, en los meses desde que se enteró que le había tocado hacer el servicio militar en IFNI, dejó los estudios y se recorrió toda Europa en Autostop, me narró todas las aventuras que vivió. 

Estación de radio MK-II  de 16 w
La famosa estación de radio MK-II de 16 w se empezó a utilizar en la II Guerra mundial, se usó en la península y el Sahara e Ifni hasta los años 70.
(Imágen del Catálogo del PCMMT)
La estación de radio, una “MK II”, era alimentada por una batería de 12 voltios de grandes dimensiones, teníamos otra de repuesto para no quedarnos “colgados”. Cuando se descargaba la sacábamos al campo, y con un motor generador la cargábamos. Lo hacíamos así porque el motor metía un ruido de mil diablos, no había quien parase al lado, la gasolina nos la proporcionaban los camiones que nos subían la comida. 

En la tapa de la emisora teníamos escrito la frecuencia de transmisión, así como los indicativos de la estación. Normalmente la usábamos para transmitir por fonia (hablado) las novedades a la directora “E.M.” (Estado Mayor), todos los días a las 8 de la tarde (era la hora que nuestra estación tenía asignada para la retransmisión), siguiendo las instrucciones dadas. Además de las novedades propias, transmitíamos las que nos pasaba el puesto avanzado, situado a unos 100 metros de la cota 295, que no era mas que una rudimentaria edificación, en una altura fuera de las alambradas, en terreno de nadie, desde donde un soldado (sólo se ocupaba durante el día), con unos prismáticos, divisaba unas cabilas ocupadas por soldados marroquíes en una vaguada cercana. Al atardecer el soldado bajaba hasta la cota, y desde el teléfono de la misma, nos pasaba los informes. Una vez visité este puesto y pude ver las cabilas de los Marroquíes y las anotaciones que nos hacían en un cuaderno, estas eran del tipo “a las 10 horas un soldado ha salido a inspeccionar el terreno”, “a las 13 horas llega el camión de la comida”, ”a las 14 horas se marcha el camión”, etc. etc.

En todo el periodo que permanecí en Ussugun, solo dos días transmití la señal en Morse y cifrado, fueron el 7 y 8 de diciembre de 1966, en que todo el territorio se puso en estado de alerta.

Los hechos comenzaron el día 7, cuando le pasamos una llamada telefónica urgente del E.M. al capitán del puesto de mando, este nos informó de las noticias que le habían comunicado “se estaban produciendo movimientos de tropas en la zona de Agadir”, acto seguido el capitán nos transmite, “hasta nueva orden”, las cotas deberán llamarnos telefónicamente cada hora, pasarle directamente las novedades a él en persona, nosotros recibiremos algo mas tarde nuestras propias ordenes en cuanto al funcionamiento de la estación de radio, cada dos horas en morse y cifrado enlazaríamos con nuestra directora E.M., para transmitir las novedades. 

Durante algo mas de 24 horas permanecimos los dos de guardia, cada hora las cotas comenzaron a llamarnos para transmitirnos sus novedades, cuando teníamos las de todas, le pasábamos los informes al capitán, seguidamente por la estación de radio, a nuestra directora en morse y cifrado.

El mismo día 8 por la tarde nos llega la información, todo había resultado ser que las tropas fueron a reprimir unas manifestaciones de obreros en huelga en Agadir, pero estuvimos dos días “acojonaditos”, valga la expresión, desde el capitán hasta el último soldado. Fue también la única vez que a nosotros nos obligaron a mantener nuestro CETME con el cargador colocado, pero con el seguro puesto. 

En la estación de radio MK-II, en la montaña USSUGUN
En la estación de radio MK-II, en la montaña USSUGUN
Para describir el tiempo que teníamos libre, puedo decir que nunca en mi vida he dormido tanto como en la montaña, algunos días que me tocaba libre, no teniendo nada que hacer me quedaba dormido, en una ocasión permanecí durante “18 horas” mi record, puede parecer mentira pero es cierto, esto ocurrió en los días posteriores a los acontecimientos anteriormente descritos.

Solíamos visitar, cuando la ocasión se terciaba, unas chumberas que teníamos en la zona y de la que varias veces comimos higos chumbos, muy exquisitos por cierto. 

La semana anterior a las Navidades le tocó bajar al compañero a Sidi Ifni, recogió la correspondencia, así como unos paquetes que nos habían mandado a él y a mi nuestros familiares respectivos, en ellos nos mandaban unos chorizos, jamón, así como algo de turrón y algunas latas. Por nuestra cuenta compramos también algunas latas más, un par de paquetes de cigarrillos, “Antillana extra con filtro” a 4 Ptas. cada uno, no fumábamos mucho 2 o tres cigarrillos al día, y “güisqui“. ¿Por qué esto y no una botella de vino?, por la sencilla razón de que la botella de VAT 69 (era la que había en la cantina del batallón) costaba 75 Ptas., y la de vino mas bien malo, 115 Ptas., así que la navidad y nochevieja comimos con Whisky. 

Nos podíamos permitir ciertos lujos, mi compañero Manuel como soldado cobraba 150 Pts. al mes y yo 400 Pts. En esta ocasión juntamos todos nuestros dineros y nos dimos ciertos caprichos.

Sin más sobresaltos terminó el año 66, y comenzó un nuevo año con todos los que estábamos en el P.M., mandos, suboficiales y tropa, un poco chispas acabamos la noche contando chistes. 

El 2 de Enero de 1967, serian las 9 de la mañana, me llaman por teléfono y me indican que, “prepárate el petate ya que por la tarde te iremos a buscar, mandaremos a otro para sustituirte en el puesto”, aunque me insinuaron algo de lo que pasaba, no me lo confirmaron. 

Nada mas bajar al Batallón tengo que pasar por la oficina de la Compañía, todo fueron prisas, el capitán me comunica “rápidamente prepara todo lo que necesites llevar, el resto al almacén del furriel para guardarlo hasta tu regreso, tienes que marchar hacia Madrid en compañía de otros tres, para hacer el curso de radiotelegrafista de 1ª, mañana mismo tendrás todos los papeles en regla”. 

Al día siguiente, ya mas tranquilos, nos llaman a los cuatro componentes de la expedición, el cabo “Fernando”, de San Sebastián, el soldado “Blanco”, de Mieres (Asturias), otro soldado, del que no recuerdo su nombre, de Galicia y yo. Nos dan los papeles del pasaporte, los billetes de avión con destino al aeropuerto militar de Gando (Las palmas de Gran Canaria). En la relación del pasaporte, Víctor Marcos González figuraba como responsable de la expedición (esta documentación no la conservo la tuve que entregar nada mas llegar a Madrid). 

El día 4 de Enero de 1967 salíamos los cuatro, en un pequeño bimotor de IBERIA, con más pasajeros con destino a Las Palmas de Gran Canaria. 

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Benjamín Bono  - Ussugun: Recuerdos   |01-02-2010 18:57:47
Unas semanas más tarde del regreso de Victor al cuartel, hice un relevo en la misma posición. El relato de Victor de Marcos da una imagen casi idílica de aquellos inagotables meses de servicio militar. Se debe a la capacidad de nuestro subconsciente de borrar los malos recuerdos y guardar solamente los agradables. Yo no recuerdo cuándo ni cómo subí a Ussugún. Me destinaron a "línea". Así llamaban ellos a la frontera o frente de una guerra que nunca existió y que, por tanto, no pudo terminar mediante la firma de una paz o armisticio, ni siquiera una tregua, sino en una situación de "alto el fuego", como nos advirtieron en el BIR). Seguramente me subió el "Jeep" del Batallón Mixto, que bajaría al soldado que debía licenciarse pronto. Victor ha olvidado contar que la habitación con dos literas  donde dormían los dos soldados de Transmisiones tenía un ventanuco que daba a la parte trasera de las casetas, justo sobre un monolito que decía: "Aquí murió en [fecha que no recuerdo] el Teniente [nombre que no recuerdo]", etc. !Para no olvidar dónde estábamos! Lo mejor de este "destino" era que éramos los dos únicos milicianos (prefiero esta palabra a la de "soldado") del arma de Ingenieros en medio de una compañía de Tiradores (Infantería) y los mandos de la misma nos dejaban tranquilos, quizás por miedo a que nos quejáramos a nuestros propios oficiales. Esta actitud es lógica en unos militares con esquemas mentales anquilosados. Sin embargo, un oficial rompió el esquema. Un caitán de Tiradores padecía de insomnio y, de vez en cuando, daba la alarma en plena madrugada, haciendo formar a sus soldados en calzoncillos en el patio de la posición. Me dijo que ésto también se aplicaba a los de Ingenieros, con lo que la vez siguiente, tomé el "CETME", abrí la puestra de la habitación donde estaba la emisora y la centralita, cargué el arma y la dejé instalada a la puerta, dispuesto a defenderlas hasta que me ocurriese lo que al pobre teniente del monolito. Ningún telegrama ni ninguna llamada precedía a estos "ejercicios" y ésto lo sabíamos el capitán y el telegrafista. Las casetas de ambos estaban encaradas una a otra y consecuentemente el fusil no estaba bien posicionado. La puerta de la caseta estaba completamente abierta y el telegrafista, ante la emisora, esperando la información que debía transmitir. El hombre seguramente, ante el celo desplegado, temió una transmisión intempestiva a nuestro cuartel que fuera también oída por el Estado Mayor y su propio Grupo y finalmente sólo hice el ejercicio aquella vez.
Victor dice que a la otra parte de la línea había una vaguada. Desde la posición se veía un llano y unas construc...
MPulido   |23-05-2009 11:15:45
Magnificos relatos de Victor, (que se supera en cada uno nuevo de los que nos va ofreciendo), mostrandonos lo que era la vida diaria de un radiotelegrafista en las posiciones de Ifni, en este caso Ussugun; al igual que él otros compañeros suyos cumplieron su misión con gran responsabilidad en las distintas emisoras-centralitas telefónicas destacadas en el interior. Mi reconocimiento y agradecimiento a Victor y a todos los como él supieron asimilar las enseñanzas recibidas y cumplir con su deber durantes largos meses. Un abrazo

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