Libros escritos por soldados de ifni |
Manuel Jorques Ortiz | ||||||
Escrito por Manuel Jorques Ortiz | ||||||
martes, 08 de febrero de 2011 | ||||||
A modo de preámbuloAntes de entrar en el tema especifico enunciado en el título del presente trabajo, queremos poner de relieve la carencia de relatos escritos y/o publicados por soldados de reemplazo obligatorio que, durante la segunda mitad del siglo XIX fueron llevados a las Colonias de Cuba, Puerto Rico, Isla de La Española (la actual República Dominicana-Haití), Islas Marianas, Islas Marianas y las Islas Filipinas. Tiene una lógica explicación: Aquellos jóvenes eran pobres y analfabetos; si todo iba bien y no caían reenganches por algún castigo, se pasaban seis o siete años en aquellos remotos e inhóspitos parajes y los que volvían lo hacían con poca salud y ante la indiferencia de sus paisanos. Perdidas aquellas Colonias ultramarinas, los empeños imperiales de las clases dominantes (capitalistas y el clan militar en el que se sustentaban) llevaron al ejército español al norte y oeste de África, en donde los soldados tuvieron el honor de morir por la Patria, los militares de carrera, muertos o vivos, se cargaron de medallas, prebendas y honores, y los capitalistas engordaron sus cuentas bancarias. Los soldados sobrevivientes, con sus tres años de servicio, se convirtieron en “cadáveres verticales” que volvieron a tirar de los arados en sus pueblos de procedencia y no supieron dejar constancia de los horrores que habían vivido en aquel maldito Marruecos. En el año 1.921, cuando se produce el Desastre de Annual, con el hundimiento de la Comandancia Militar e Melilla y el vil asesinato de más de diez mil soldados españoles, muchos de ellos degollados y horriblemente mutilados, obligó al Gobierno de la Nación a enviar refuerzos desde la Península, los famosos Batallones Expedicionarios en los que iban encuadrados aquellos soldados llamados “cuotas” (procedentes de las clases pudientes y muchos de ellos con estudios universitarios) que escribieron y dieron a conocer que era aquello de la “guerra con el moro”. De esta forma Ernesto Giménez Caballero, profesor de español en una universidad alemana, escribió contando sus experiencias en un libro titulado “Cartas Marruecas de un soldado”, por el que fue encarcelado; Ramón J. Sender, el aragonés universal, nos dejó un emotivo relato en su “Imán”, cuya lectura recomiendo; José-Díaz Fernández, con su novela de la guerra marroquí “El Blocao”, ofrece su testimonio personal de lo que eran aquellos pequeños “fuertes”, asediados por el enemigo; en el II Tomo de su trilogía “La forja de un rebelde”, que titula “La Llama”, el madrileño Arturo Barea, que en sus tres años de mili ascendió de soldado a sargento explica, sin pelos en la lengua, la cloaca de corrupciones en que se habían convertido Ceuta y Tetuán, donde todos medraban a costa de los infelices soldados cuyo único derecho era el de morir por la Patria. Después de esos años veinte del pasado siglo (la guerra en aquellos territorios africanos finalizó en 1.928) hubo un pequeño lapsus de tranquilidad que se quebró con la incivil contienda entre españoles -1.936-39- y casi sin tiempo de recuperación Franco y las circunstancias políticas enviaron varios miles de soldados a Rusia, aquella casi olvidada División Azul. De esas contiendas han quedado bastantes relatos escritos por soldados (Dionisio Ridruejo, Tomás Salvador, Ricardo Fernández de la Reguera, etc.), pero de la última guerra colonial en África (Ifni-Sahara 1.957-58) ningún soldado ha publicado un libro con ese tema. Y aunque en esos años seguro que había una gran cantidad de jóvenes con las facultades literarias para ello, lo cierto es que la férrea censura que el tándem Franco-Carrero habían impuesto sobre esos temas debieron hacer abortar cualquier intento, por tibio que fuera. Y no ha sido hasta los inicios del siglo XXI, cuando algunos soldados se han lanzado a publicar sus libros de memorias, que son lo que a continuación voy a reseñar. Lluis Noguer PastóCronológicamente el primero en llevar a la imprenta sus recuerdos y vivencias en Ifni fue el catalán LLUIS NOGUER PASTÓ, nacido en el año 1.921 en Vilosell (Lérida) en donde todavía vive, felizmente, con 89 años de edad, siendo por tanto el veterano de aquellos territorios más antiguo. Escrito en catalán, vio la luz de la mano de Solsona Comunicacions S.L., en Octubre de 2.002, hallándose actualmente agotada su única edición y descatalogado por la editorial emisora. En este libro de solo 141 páginas, el amigo y compañero Lluis Noguer nos relata cómo retomó su interés por el tema e Ifni al tener conocimiento de que un diputado por CIU en el Congreso de los Diputados había solicitado un reconocimiento y una compensación económica para los soldados que lucharon en la guerra del 57-58. De ahí a recoger los dispersos recuerdos, las notas y fotografías amarillentas por el paso de los años, fue todo uno y, manos a la obra, va explicando las aventuras de aquellos jóvenes que por primera vez salían de su terruño, cuando la II Guerra Mundial se hallaba a nuestras puertas (los alemanes en la frontera pirenaica), los Aliados en el norte de África (Marruecos, Túnez Egipto y Libia). Todo eso ocurría en los primeros meses de 1.943 cuando España envió, por vez primera, reclutas a los territorios del AOE.: 135 catalanes a Tiradores de Ifni, cuyos tabores integrados mayoritariamente por nativos, completados por oficiales, suboficiales y algunas clases de tropa europea (voluntarios que se reclutaban en los cuarteles insulares y/o peninsulares) se hallaban desplegados, uno en Guinea Ecuatorial, dos en Ifni, uno en el Sahara Occidental y dos en Canarias (Tenerife y Las Palmas). El viaje en aquellos trenes a vapor, en vagones ganaderos, con “parada y fonda” en Madrid, transbordar en otro –tan malo o peor- hasta Cádiz, el embarque en el “Domine”, la llegada a Las Palmas y el paso de todos los reclutas por una zona rotulada como “Desinfección Militar”, en donde los pelaron al cero y les desinfectaban la ropa que llevaban desde que salieron de sus casas, lo relata con minuciosos detalles y un gracejo muy de “pagés” catalán, con aquel tinte socarrón de que hacía gala Josep Pla. En el campamento de Guanarteme, sito a unos 6 kilómetros de Las Palmas, habían soldados de varias quintas (la más antigua de 1.936) que no eran desmovilizados debido a la situación político-militar por la que pasaba España, tuvieron que meterse en el último y peor rincón del recinto ya que eran reclutas y tenían allí “padres”, “abuelos” e, incluso, “tatarabuelos”, con una pinta entre pasota y patibularia. Tras el periodo de instrucción, los enchufados (había recomendaciones hasta de obispos) se quedaron en Canarias y los demás repartidos por todo el AOE, incluso un grupo fue desplazado a Guinea. Lluis fue a Ifni, a donde no pudo llegar su amigo y paisano Jaime Noró que murió seguramente de tristeza ya que desde que salieron de Lérida no pudieron hacer que cantara o riera como los demás. En el Campamento aprendieron a convivir con las pulgas, piojos y chinches que no les abandonaron en toda la mili y con los insectos (era imposible acabar con ellos) en el carguero “Castillo de Valldemosa”, buque requisado a la URSS y que aún llevaba la hoz y el martillo en una chimenea, fueron llevados a la playa de Sidi Ifni y desembarcados en cárabos el 25 de junio de 1.943 (hacía más de tres meses que habían salido de sus casas). La lectura de su descripción de las instalaciones de Tiradores llenaría de sorpresa a los compañeros de quintas posteriores (sobre todo a partir de 1.960) ya que la falta de agua era total (tenían que bajar a la playa para lavarse, no demasiado a menudo). Los servicios de armas eran realizados por los tiradores nativos y los europeos estaban destinados en las oficinas. Cuando pidieron voluntarios para encuadrarse en la Policía Indígena, como profesional, varios tiradores (entre ellos Lluis) no dudó en cambiar de Cuerpo, donde la paga era superior, la comida inmejorable, y enseguida le endosaron los galones de cabo. A lo largo de este interesante y entrañable libro, el amigo Noguer cuenta gran cantidad de sucedidos y anécdotas, que hacen sumamente agradable su lectura. Escribe de la misma forma que habla, según pude comprobar tanto en nuestra primera entrevista en Sitges como en una segunda y última en Mayo de 2.009, esta vez en Lérida donde animó todas las tertulias y corrillos que se formaban a su alrededor. Era el más “veterano” de los “Veteranos”; con amplia sonrisa nos contaba como su capitán en la Policía, en la oficina de Pagaduría, tenía un letrero que decía: “Una mujer, solo una mujer, pero no siempre la misma mujer”. Parece ser que el Oficial seguía esas precisas instrucciones. Lluis, enigmático, dejó en el aire si él también las acató. Lástima que el libro esté agotado y que, en su momento, no fuera traducido al castellano para una mayor y merecida difusión. José Mª Contijoch CasanovasEl segundo libro escrito por un ex soldado de Ifni, es también del año 2.002, y su título es “SIDI IFNI 57. Impresiones de un movilizado”, y lo firma JOSÉ Mª CONTIJOCH CASANOVAS, otro catalán (de Montblanc, Tarragona), aunque escrito en castellano. Contijoch pertenece al primer reemplazo obligatorio destinado a la Policía del Territorio, formada hasta entonces casi exclusivamente por nativos, siendo los europeos en ella integrados voluntarios que se reclutaban en Tiradores ante la perspectiva de mejor salario y, en muchos casos, para profesionalizarse. Esa quinta fue muy dura para todos los sorteados a Ifni y especialmente para los policías ya que al carecer de instructores tuvieron que “sufrir” a los de la Bandera Paracaidista, y luego verse envueltos en las acciones terroristas y en la guerra, con muchos muertos, heridos e, incluso, prisioneros. Este libro, muy buen escrito, es ameno de leer aunque adolece de falta de rigor en cuanto a fechas y hechos acaecidos entre Marzo de 1.957 (cuando llegaron de quintos) a Junio de 1.958 (cuando fueron licenciados), que el autor asume por haber extraviado el diario manuscrito que llevó durante aquel periodo y haberse tenido que fiar solo de la memoria, después de tantos años transcurridos. Este tipo de publicación tiene una escasa difusión pues el tema parece ser que solo interesa a los “abueletes” o a los nostálgicos. No obstante, el mismo año en que fue editado tuve noticia de su existencia y al leerlo (eran las primeras impresiones de un soldado que leía desde que me licencié en 1.962) me llevé la sorpresa de que se trataba de un policía (como yo mismo), que había estado en mi misma compañía (la Mixta), y que varios de los personajes que mencionaba los pude conocer tres años después de que él se marchó. Cuenta el mencionado libro con dos valiosos apéndices, muy útiles para la localización de antiguos compañeros; uno está dedicado íntegramente a las Banderas Paracaidistas que tomaron parte en el conflicto bélico, y el otro se trata de una extensa relación alfabética de los miembros de la Asociación de Veteranos Catalanes de Sidi Ifni, con indicación de las ciudades donde residen. El amigo Contijoch, intelectual y cosmopolita, fino escritor en su idioma materno, nos ha dejado unas páginas muy amenas de leer ¡Lástima que el libro se halle agotado según puede comprobarse en Internet y en la propia editorial Cossetània, de Valls (Tarragona). Manuel Jorques OrtizSiguiendo el orden cronológico de publicaciones, he de decir que en tercer lugar se halla un libro mío (MANUEL JORQUES ORTIZ) las memorias que escribí en 400 folios de apretada escritura y que fui pasando en limpio (actualizándolas) durante un largo periodo de tiempo. Lo titulé “IFNI 1.961-62, Memorias de un soldado”, cuya primera edición de 2.007 y la 2ª de 2.009 se hallan también totalmente agotadas y no se volverán a editar puesto que me he animado a escribir y en breve aparecerá otro libro de relatos ("Historias secretas de Ifni. Hablan los soldados") en el que recojo las vivencias, aventuras, desventuras y muchas historias de compañeros de Ifni, a lo largo de más de 700 páginas y más de 700 fotografías, la mayor parte de ellas inéditas.
Pius Pujades Lladó
En el mismo año 2.008, el ex tirador y periodista PIUS PUJADES LLADÓ escribió “Memòria d’Ifni”, que publicó CCG Edicions, de Gerona, en su idioma vernáculo lo que, obviamente, ha limitado su difusión fuera de Cataluña.
Es un libro francamente bien construido, con “saltos” hacia atrás para narrar los hechos de la guerra del 57-58, que al lector, versado o no en el tema, le facilita la comprensión del momento actual en el que vive el soldado de Tiradores. Evidentemente que, para poder captar la belleza de la narración, hay que dominar profundamente el idioma catalán ya que Pujadas es un depurado estilista, autor de muchas obras literarias, de fino talante irónico, muy riguroso consigo mismo. Incluso en los apuntes que transcribe, tomados en el hospital de Sidi-Ifni, cuando aún no “sabía escribirlo correctamente” (según propia confesión) se le nota ya un amplio vocabulario y una notable corrección ortográfica, que trasladaría años después al diario “Avui”, del que fue director. Y como última nota de este libro (y de su autor), a destacar su teoría de que los mandos del ejército en Ifni buscaban afanosamente catalanes para los destinos de oficina, que casi los copaban, por su laboriosidad, buen hacer y disciplina, con lo que estoy bastante de acuerdo ¡Ah! Y que el único mando catalán que tuvo (un teniente) no le trató demasiado bien, pese a ser paisanos. José Daniel Fuentes MachoAhora he de pasar a dar cuenta del que para mí es un libro-joya; lo mejor que se ha escrito sobre Ifni (y no solo por los soldados), que no es otro que “Sobre mi estancia en IFNI… Poemas y otros recuerdos…”, del romántico (así se define él) JOSÉ DANIEL FUENTES MACHO, que salió a la venta en 2.008 y que (afortunadamente) todavía puede ser adquirido por aquellos que deseen poseer el resultado de la recopilación, durante largos años, de fotografías, documentos y sinceros poemas del autor, enamorado hasta la médula de Ifni, territorio al que ha viajado en más de 20 ocasiones desde su licencia en el Grupo de Tiradores, en el año 1.962. El amigo Fuentes Macho es un animador indispensable en los encuentros de Veteranos, allá donde se celebren, para lo que se desplaza desde su residencia en Valladolid, y últimamente –según he podido comprobar personalmente- lo hace perfectamente uniformado de tirador, con su galón de cabo, insignias y tarbuch rojo. Este libro no es para comentarlo sino para leerlo, conservarlo e ir repasándolo de vez en cuando ya que siempre descubres algún matiz, alguna faceta nueva, que se te había escapado la última vez que lo tuviste en las manos. Francisco Susarte MolinaNo conozco ningún otro libro escrito y publicado por soldados que hicieron el servicio militar en Ifni, excepto los cinco mencionado, tres de ellos de autores catalanes, un vallisoletano y un valenciano (yo mismo), aunque no puede dejar de hacer referencia a otro, que tan solo se halla en soporte digital y al que hemos tenido acceso un circulo reducido de amigos. Y lo traigo a colación porque no creo que en el reemplazo de 1.961-62 (el mismo que Fuentes y yo mismo) hubiera un soldado más “puteado” y con mayor número de arrestos (cocina, patatas, imaginarias…) que su autor, FRANCISCO SUSARTE MOLINA, que se incorporó al ejército, después de algunas prorrogas por estudios, con el título de maestro nacional, médico y con la especialidad de ginecología en marcha, interrumpida por la “mili”. Paco Susarte, riguroso intelectual, hombre sabio y a la vez sencillo, amigo de sus amigos hasta la saciedad, gran escritor con obras en el mercado como “Bodas y Partos de las Reinas de España”, erudito estudio histórico-ginecológico, conocido filatélico, conferenciante y destacado médico en Elda (Alicante), tuvo una particular “guerra” con el capitán del Campamento de Reclutas de Tiradores, que finalizó con unas “tablas”, empate muy difícil en la relación de soldado-recluta y oficial de mando, pero que él, con entereza supo aguantar los embistes diarios que le llevaron a ser el soldado con el mayor número de arrestos del campamento, y que tras la jura de bandera le llevaron a ostentar el record de permanencia en primera línea ya que, a modo de ejemplo, paso ocho meses en la posición más alejada y peligrosa, la del monte Buyarifen. Nunca abdicó de sus ideas de rectitud y justicia, consiguiendo mejoras para la higiene de los soldados destacados, cloración del agua del aljibe (con lo que se redujeron las enfermedades intestinales), y siempre con el mosquetón en la mano tuvo tiempo para dedicarse a la taxidermia, disecando cuantos animales autóctonos le llegaban. Como él dice, aquellas trincheras, aquellas cuevas en las que dormían, fueron como un hogar donde estrechó lazos de amistad con los compañeros.
Ese libro titulado “Historia y recuerdos de la mili”, de Francisco Susarte Molina, es una lástima que no lo complete y publique para que los varios miles de tiradores sobrevivien-
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