Fogonazos de Ifni. Nº 1: el Twist Club
Artículos digitales
Escrito por Amapolas y Gasolineras   
martes, 09 de julio de 2019

Fuente: Amapolas y Gasolineras (Blog) (28/11/2016)

El 19 de septiembre de 1960 fue un día como otro cualquiera en Sidi Ifni. No se conservan las estadísticas meteorológicas de la época, pero es fácil deducir que el sol de finales de verano protagonizaría aquella jornada, obligando a los militares españoles y al resto de ciudadanos a circular por la sombra y resguardarse del calor. La pomposamente llamada “Plaza de Soberanía”, tan lejos de todo y de todos, se estiraba con languidez a lo largo de la costa, mirando al mar sin interés, como esos gatos que se enroscan a una prudencial distancia de la chimenea, sabedores de su mordisco de fuego. Seguramente alguien nacería ese día en Sidi Ifni, o moriría, o se casaría (en estos pueblos pequeños siempre está naciendo alguien, o muriéndose, o casándose), pero por muy importantes que puedan parecer tales acontecimientos (y que no se me enfaden aquellos que nacieron o se casaron en aquella fecha, los que se murieron me dan un poco igual), no fue eso lo más trascendente que pasó para Ifni aquel día. Lo más trascendente que pasó para Sidi Ifni aquel día tuvo lugar a diez mil kilómetros de distancia, al otro lado del Atlántico.

El 'Twist Club' de Sidi Ifni.
El 'Twist Club' de Sidi Ifni.

Ese día 19 de septiembre de 1960 se encaramaba a lo más alto de la lista Billboard una canción de título retorcido: “The Twist”, interpretada por Chubby (“gordito”) Checker, un vocalista completamente desconocido que revolucionó el mundo con un baile que aún hoy causa furor en los guateques más camp (“con el pie hágase como si apagara un cigarrillo contra el suelo, mientras con las manos simula secarse los riñones con una toalla imaginaria”, recomendaba un locutor enrollado). El bueno de Chubby repetiría un par de años después con “Let’s twist again”, para a continuación desaparecer de las listas y pasar a engrosar el memorial de los artistas que rozaron la gloria y después adiós muy buenas. Pero aunque no lo sepa, Mr. Checker dejó plantada una semillita que germinaría unos años después en aquella improbable Plaza de Soberanía de la que hablábamos al principio, y que llevó a algún empresario medio ye-yé (quizás enriquecido con el comercio de pescado, la fuente de riqueza local más apreciada) a liarse la manta a la cabeza y abrir el “Twist Club”, el establecimiento en el que menearon el esqueleto (por emplear la terminología de la época) los escasos habitantes de Ifni así como modernos, y que cerraría apresuradamente sus puertas el 30 de junio de 1969, el día en el que España cedió la soberanía de Ifni (¡incluyendo, que no se nos olvide, la del “Twist Club”!) a Marruecos.

Sifi Ifni, años 60.
Sifi Ifni, años 60.

Portada del álbum 'The Twist' de Chubby Checker.
Portada del álbum 'The Twist' de Chubby Checker.

Supongamos que allí actuaron los dos o tres conjuntos de melenudos locales (a falta de registros fiables, inventémonos sus nombres: Los Pinkie’s, o Los Easy Guitar’s, incluso Los Moritos del Ritmo) que había en todas las ciudades de su tamaño en España, y que suplían con entusiasmo sus carencias musicales. Supongamos que las chicas minifalderas (esas primas un poco locuelas cuya mera mención provoca murmullos reprobatorios entre las abuelas y las tías abuelas) acudirían encantadas a bailar y olvidar las angustias derivadas de la guerra en sordina que cercaba la cada vez más aislada Ifni. Supongamos que, en la oscuridad de sus esquinas y recovecos, se trabaron discretos adulterios, también romances que acabarían (o no) en boda. Supongamos que los camareros sirvieron con generosidad esas copas de anís y de orujo que tan eficaces fueron para hacer olvidar a la soldadesca los horrores de las trincheras, a apenas unos kilómetros de allí. Supongamos que algunos espíritus libres se atrevieron a fumar esas hierbas que, según juraban, expandían la mente y te hacían ver las cosas que se esconden en la cara B de la realidad. Supongamos que algún artista de la península (por ejemplo Los Bravos) accedieron a tocar sus hits en aquel rincón perdido (¿Sidi qué?, preguntaría un confundido Mike Kennedy cuando le montaron en el avión), logrando que los chavales más modernos y las chicas más vacilonas les acosaran por la noche, intentando convencerles para ir a bañarse a la playa, ¡podemos asar sardinas, Mike!, no, gracias, estamos muy cansados y mañana tenemos que madrugar para volver a Madrid. Supongamos que. Supongamos que. Supongamos que.

Pero lo que sigue no es una suposición, hay documentos que lo prueban, fotos, ahí tenemos una.  Muchos años después, en febrero de 2011, Muñoz se pone su camisa de colores y llega a Sidi Ifni haciendo uno de esos viajes que hace él (así como medio melancólicos y medio disparatados). Sale a conocer la ciudad, ve palmeras y mezquitas, se come un cuscús morrocotudo, pasea un poco para bajarlo, y, al torcer por la Plaza Hassan II, se encuentra de repente con la sorpresa de contemplar el cartel del “Twist Club” (¡El “Twist Club”! ¡Qué bueno!). Ya lo que le faltaba, no tarda ni un minuto en ponerse a fantasear: esto no es casualidad, qué sitio más ideal para poner un club de música, si lograra contactar con el actual propietario podría indagar si tiene interés por reabrirlo, podría intentar alquilarlo (no creo que me pidan una renta excesiva) y montar ese club de pop y rock con el que llevo tantos años especulando y al que siempre he querido llamar “Mogambo” (aunque reconozco que “Twist Club” es mejor aún como nombre, es insuperable), me vestiría como un supervillano de James Bond y me haría llamar Dr. Achilipú, solo se escucharía la música que a mí me gusta, nada de tecnomierdas ni de chorradas pseudolatinas, dedicaríamos un día (los jueves, por ejemplo) al pop español de la época, y solo dejaría entrar a aquellos que pertenecemos al Club de Corazones Solitarios, con un par de camareros tendríamos suficiente, ah, y pondría jazz los domingos por la noche, porque el jazz es una música muy de domingos por la noche, etc, etc, etc, todo ese arsenal de ensoñaciones que lleva años y años amasando y que no termina de edificar (pero qué buen rato pasa con ello, y además no hace mal a nadie)

En la puerta del 'Twist Club'.
En la puerta del 'Twist Club'.

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