Un navarro héroe y mártir |
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Escrito por Antonio Herrero Andreu | ||||||
lunes, 14 de octubre de 2019 | ||||||
Fuente: El Faro de Ceuta (7/3/2017) Confieso que hasta que no conseguí la foto de este héroe y mártir, desconocía y no sabía el gran mérito de los historiadores, prueba de ello es que desde 1985 investigué y conseguí datos y testimonios de Luis de Gastearena Larrea pero, su foto, ni en archivos militares, hemerotecas, prensa, etc. Todo era negativo. Incluso contacté con varios militares que le conocieron en Ifni. Ninguno tenía la foto. Hasta localicé a un sobrino en Pamplona. Pero nadie tenía su foto. Finalmente, después de 21 años, lo conseguí a través de mi amigo José María Barranco, hijo de militar de Ifni, que me puso en contacto con Roberta Gran, de Barcelona, quien me proporcionó la foto de este héroe.
Una bien ganada medalla militarLuis de Gastearena Larrea nació en esa tierra de nobles hidalgos, Pamplona, cuyos hijos son sobrios, rudos, religiosos y muy amantes de las tradiciones. Tierra que dio ilustres hombres y mujeres a España, como Sarasate, Arrieta, Gayarre, Barbarin, San Martín, Azplicueta, Ramón y Cajal, Espoz y Mina y Eslava, entre otros. Aquel joven navarro, luciendo los galones de cabo de Infantería en uno de los combates en los que intervino, se le reconoció el heroísmo por cuyos hechos el texto de la concesión así dice: “Durante las operaciones efectuadas en el Sector de Corbera, del 3 de septiembre al 5 de octubre de 1938, en circunstancias extraordinariamente difíciles, atravesó un terreno batido por intenso fuego de armas automáticas y artillería y logra municionar a su unidad, dando ejemplo a sus compañeros con su elevado espíritu […]”. En Orden Circular de 11 de noviembre de 1938, publicada en el Boletín Oficial del Estado, se le concede al sargento de Infantería la “Medalla Militar Individual”. Posteriormente, abandonó la vida militar y, con su alma de bohemio y aventurero, se traslada al África Occidental española, instalándose en Sidi Ifni para más tarde trasladarse a Tagagra (Tiugsa), donde regentaba un “Bakalito”, lo que aquí vulgarmente se conoce como una “venta”. Su corazón tan generoso, cuentan aquellos que le conocían, que gran parte de lo que vendía no lo cobraba porque, su alma generosa, lo regalaba a las familias humildes de los musulmanes escasas de recursos. Los “guayetes” (niños) iban tras de él porque sabían que en la caridad de sus bolsillos siempre había unas monedas.
Con la mayoría de los que he contactado que le conocieron, coinciden en que Luis de Gastearena era todo un caballero, simpático, bonachón y siempre abierto a servir a los demás, pero un navarro forjado en esa escala de valores que así dice “[…] Todo se compra,…todo es economía… ¡No se compra la juventud, el Honor, la Fidelidad, la Ética y la verdad!…”. Ciertamente, mantener esos valores conlleva muchas veces pagar un precio muy caro, pero no importa a los otros, que así calificaba el célebre Quevedo: “Es cosa imposible que el que no acompaña, que no miente y adula y que no engaña, alcance de la gente, lo mismo que el que engaña, adula y miente […]”. Luis de Gastearena era un navarro con ese espíritu misionero que da siempre el español, el espíritu de paz, amor y civilización. La cobardía que le asesinó
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