El salto en guerra de Erkúm
Artículos digitales
Escrito por Juan er 73   
domingo, 04 de octubre de 2009

Fuente:  Blog Sin Pasión

El salto en guerra de Erkúm ha sido relatado por el veterano paracaidista y actor de aquella epopeya en la conferencia que nos ofreció en su día José Luís González Vicente. Y el periodista Ramiro Santamaría que estuvo en Ifni durante la campaña, nos cuenta su versión del citado salto, en su libro Ifni-Sahara La Guerra Ignorada. (Páginas 161 y 162).

Erkun espera.Y amanece el día 19 de febrero. Desde antes de la aparición de las primeras luces, la II bandera ocupa la base de partida. A las 8,20 horas y tras una preparación intensa, rebasa nuestra conocida posición de Buyarifen. Una hora más tarde, desde la cota 435 la 6ª compañía apoya con sus fuegos el avance de la VI Bandera de la Legión. El fuego enemigo es cada vez más intenso. Se penetra en un terreno sumamente accidentado, con alturas que oscilan entre los 50 y 453 metros sobre el nivel del mar en un continuo subir y bajar. En tales condiciones no se sabe si es peor la acción del enemigo o la sed, el peso del equipo, el cansancio.
 

Mientras nuestra II bandera y la VI de la Legión se baten coco a codo contra estas fortalezas naturales, la I bandera, desde las ocho horas, permanece preparada en el aeropuerto esperando la orden de embarcar. Las horas van transcurriendo en medio de aquel hervidero de hombres, equipos, armas y aviones. Periódicamente despegan los viejos “Heinkel” (los “Pedros” como popularmente se les conoce) en misiones de bombardeo y ametrallamiento. A lo lejos, hacia el Norte, truena la artillería del crucero “Galicia” y del destructor “Almirante Miranda”, que apoyan desde el mar el avance paralelo a la costa. Pero la orden de embarque no llega. El Mando suprime la operación de desembarco aéreo a las 11,30 horas, dado que la situación en ese instante hace innecesario el lanzamiento. Solamente la 3ª compañía reforzada deberá avanzar en camiones hasta la línea ocupada por la Agrupación Táctica “M”, para desde allí lanzarse desplegada, atacar y ocupar Erkúm.

La II bandera ocupa, a las doce, la última línea de objetivos. Cuando la 3ª compañía desciende de los camiones para iniciar su avance pie a tierra, el comandante López Costa, que en previsión de un posible lanzamiento ha acompañado a esta pequeña columna, comunica a los oficiales que según lo anuncian por radio, la 1ª compañía, una sección de ametralladoras y un pelotón de morteros (ambos de la 5ª compañía) está a punto de de aparecer por el aire para ser lanzados en Erkúm. Vendrán bajo el mando del capitán Pedrosa y constituirán la mayor fuerza lanzada sobre el Territorio en acción de guerra. Entre los oficiales figura el teniente Galera, recientemente fallecido en acto de servicio.

Hay, entre los hombres de la 3ª compañía, un primer movimiento de rabia contenida al conocer la noticia: “¡Ese salto era nuestro!”

Cuando el cielo se llena de puntos, la tripulación de los navíos de guerra que apoyan la acción, saludan con gritos, aplausos y vivas el salto de los paracaidistas. Sus cañones desvían el fuego sobre las alturas que dominan la amplia hoyada, en cuyo fondo está Erkúm. Momentos después, la 3ª compañía enlaza con los que han venido del cielo. Atrás y a la derecha, formando un amplio arco, están los hombres de la Agrupación “M”, los paracaidistas y los legionarios. La tenaza se ha cerrado. (Ha costado tres muertos en la II bandera y numerosos heridos, entre ellos el capitán Ponciano Fernández. La VI Bandera de la Legión ha tenido peor suerte).

El enemigo, que no ha caído en la trampa, se finge pacífico ciudadano o se dispersa por aquel revuelto y complicado terreno. La frontera norte está ahí, bien a la mano, y nadie les va a perseguir a través de ella.

Ya no volverán. Desde este día el flamante Ejército de Liberación que contaba con masas de hombres unos meses antes, quedará reducido a unos grupos sin potencia suficiente para realizar acciones de gran envergadura.

Y ahora, amigo lector, permítanos volver unas horas atrás el reloj que regía el tiempo de la campaña. Recordemos aquella misteriosa filtración en el secreto militar que precedió a la operación “Pegaso”, como había precedido a todas las anteriores.

No se sabe cómo pudo llegar al Hospital Militar de Sidi-Ifni la noticia de que horas después la I bandera saltaría en el límite norte del Territorio. Los enfermos y heridos que se encontraban en el hospital corrieron al director solicitando el alta inmediata y asegurando que de no obtenerla se la tomarían ellos. Poco después, con el alta conseguid o si ella, se presentaron en sus compañías para ser incluidos en la operación “Pegaso”. Cuando ésta hubo concluido, algún paracaidista precisó nuevamente ser hospitalizado hasta su total curación. ¡Ya habría tiempo para ello!

La campaña de Ifni había, prácticamente, terminado.

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