Volver a Sidi Ifni 50 años después
Colaboraciones - Francisco del Couz
miércoles, 28 de abril de 2010
Llegando a Sidi Ifni. Francisco, Sonia y Cristina.
Llegando a Sidi Ifni. Francisco, Sonia y Cristina.

Qué lejos queda aquel 3 de Marzo de 1959, cuando yo salía de mi pequeña aldea del occidente de Asturias, con mi maleta de madera (por aquellas fechas en el ejercito español no existían los petates) camino de Sidi Ifni para cumplir con mis deberes con el ejercito español, dejando a toda mi familia y a mis amigos preocupados por la lejanía del lugar al que iba destinado y la incertidumbre que producían las escasas noticias que llegaban sobre la situación militar en aquel pequeño territorio español, para muchos desconocido

Y qué largo fue el viaje: tren hasta La Coruña, vía León, y barco, el “Marqués de Comillas”, La Coruña-Cádiz-Las Palmas de Gran Canaria, a donde llegamos un 19 de marzo con un sol radiante y una temperatura desconocida para los que vivíamos en el norte de la península. Tres meses de instrucción en La Isleta, jura de bandera y al lugar de destino, adonde llegamos al anochecer para fondear el “Virgen de África” y ver el centellear de las luces de la ciudad, que nos creaban un poco más de preocupación sobre lo que nos esperaba. Al día siguiente, al amanecer, a la escalerilla de cuerda y a los “anfibios”, hacia la playa (un desembarco como el de Normandía pero sin tiros), de ahí, maleta al hombro, al cuartel del Grupo de Tiradores: grande, amplio, bien situado sobre le acantilado y con preciosas vistas, que todo hay que decirlo. Eran los primeros días del mes de junio de 1959, habrían de pasar 12 largos meses para hacer el viaje a la inversa y regresar a la vida civil. 

Placa en la Plaza de España.
Placa en la Plaza de España.
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Pero lo que yo nunca me había propuesto era el volver, y mira por donde 50 años después he vuelto a Sidi Ifni, otra vez sin yo participar en nada de la organización del viaje. Esta vez las organizadoras fueron mis hijas: Ana, Sonia y Cristina, con las dos últimas como compañeras de este segundo viaje, pero eso sí, en unas condiciones nada comparables a las de hace 50 años.

Para mí, lo más importante de este segundo viaje a Sidi Ifni, además de la compañía de mis hijas, fue el reencontrarme con viejos recuerdos: el cuartel de Tiradores, La Plaza de España, El Zoco, el Cine Avenida, El Hotel Suerte Loca, la calle 6 de abril, el recuerdo del Capitán Mayoral esperando días y días a que la mar se calmase, para desembarcar los víveres para que no nos faltase el “rancho”, y otras tantas cosas que me han devuelto por momentos a los 22 años que uno tenía por aquel entonces. 

¿Qué cambios pude apreciar en Sidi Ifni 50 años después? La verdad es que no muchos en relación con el tiempo trascurrido. La ciudad creció en la llanura frente al cuartel del Tiradores, por donde hacíamos las marchas y la instrucción, con el barrio de Colominas construido con posterioridad a 1960, y sigue creciendo en esta zona. También hay nuevas edificaciones en los laterales del aeropuerto. El núcleo central de la ciudad está como estaba, pero mas deteriorado. 

El Cuartel de Tiradores en estado de deterioro, con dos soldados que impiden el paso, igual que el campo de fútbol y la zona deportiva anexa, aunque la portería más próxima a la calle de entrada se mantiene en pie. La Plaza de España (hoy de Hasan II) descuidada, su fuente, sus jardines y sus árboles. La estatua del Coronel Capaz la han decapitado y el resto del monolito sigue en pie cumpliendo su función. La lápida con la lista de soldados españoles que allí murieron fue sustituida por el listado de nativos. Así es la historia. La Iglesia, eliminada la Cruz, es hoy un edificio administrativo descuidado. El edificio de la Tesorería, o Pagaduría, cerrado y abandonado, con las ventanas tapiadas, queda, eso sí, en su frente el Escudo de España. El aeropuerto abandonado. El antiguo zoco destartalado es hoy un mercado en el que venden los pescados que acaban de traer de la mar, nada comparable con el abigarrado comercio que allí había y en donde todos comprábamos recuerdos para traer el día que nos licenciaran. En general, he visto una escasa actividad, nada comparable con la que había hace 50 años. 

El escudo del Aguila Imperial en la fachada de la Pagaduría.
El escudo del Aguila Imperial en la fachada de la Pagaduría.

Pero no todo es negativo. Dos mejoras importantes son: el puerto pesquero, aunque dicen que sólo sirve para descargar el pescado que luego se transforma en Agadir, y una impresionante Mezquita, aparentemente nueva, en el barrio de Colominas frente al Grupo de Tiradores. Los dos edificios públicos más atendidos en su aspecto exterior son el Ayuntamiento y el Palacio del Gobernador, hoy del Rey marroquí. 

Hay un incipiente turismo basado en autocaravanas, para lo que han preparado un gran aparcamiento en la zona de la playa, y de jóvenes que practican el surf. 

¿Qué queda de la presencia de España?: algunos recuerdos, más que nada testimoniales. El Águila Imperial en el edificio de Pagaduría, la estatua del Coronel Capaz en las condiciones ya referidas, nombres de calles que siguen conviviendo con los de las actuales en lengua árabe, Seis de Abril, Oviedo, Suboficial Zabala, Teniente Vázquez, Batallón de Ingenieros de Tetuán, y como allí no se aplica la Ley de Memoria Histórica, además del Águila Imperial con el “Una Grande y Libre”, la calle dedicada al General Mola y la Escuela Laboral Carrero Blanco, hoy de Artesanía marroquí, y los buzones de la correspondencia en el edificio de Correos. Nombres de establecimientos comerciales de hostelería: Hotel Suerte Loca, La Mar Pequeña, Café Canarias, etc.

No sé cuántos españoles quedan por allí, según la dueña del Suerte Loca ninguno. Me encontré con dos personas que hablaban español, francés todos. Una vez más, perdimos la oportunidad de dejar testimonio de lo más importante, nuestra lengua. 

Buzones de correos.
Buzones de correos.

Termino esta reseña de mi segundo viaje, animando a todos los que por los motivos imperantes en el tiempo que nos tocó vivir, a que vuelvan a Sidi Ifni, merece la pena el viaje. Madrid-Casablanca-Agadir. Desde Agadir, unos 180 Km en taxi (130 euros) o también en coche de alquiler. La carretera está bien y el tráfico, a partir de Tizniz, ciudad que merece la pena ver, es escaso, ¡ah! y en línea continua, si no viene nadie de frente, se adelantan todos. Hay donde hospedarse, el Suerte Loca, que lo lleva una chica marroquí que su padre trabajo allí siempre con los dueños españoles y habla un perfecto castellano, y el Belle Vue, que antes era el Hotel España, y otros más. No esperéis gran confort, pero sí tranquilidad y sosiego. Yo quedé con ganas de pisar el patio de Tiradores y de hacer una visita a alguno de los poblados del interior: Mesti, Tenin, Tamucha, etc. Buyarifen y las otras posiciones defensivas mejor olvidarlas. 

 

P.D.: Si alguno de mi reemplazo 1959/60, mis antiguos compañeros de la Cia. Nº 1 del Grupo de Tiradores, o de los que compartimos tienda en el campamento, leéis esto, os ofrezco mi correo y me alegraría conectar con alguien.
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FRANCISCO RODRÍGUEZ  - SALUDOS   |06-11-2010 14:51:54
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