Requiém por un veterano de Ifni
Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Manuel Jorques Ortiz   
miércoles, 05 de enero de 2011

Ha muerto en Cádiz, a las 6 de la mañana, del 3 de Enero de 2.011

CARMELO MEDINA RUIZ

Carmelo, al fondo, tercero por la izquierda, con el petate a cuestas camino del puerto de Cádiz.
Carmelo, al fondo, tercero por la izquierda, con el petate a cuestas camino del puerto de Cádiz.

Carmelo, como la mayoría de nosotros, fue una insignificante partícula para la trituradora de jóvenes encuadrados en el ejército colonial de Ifni, aunque para sus amigos y compañeros del Grupo de Policía y, especialmente, de la Compañía Mixta, fue la sal, la luz y alegría de su San Fernando natal, aquella Isla del León en donde hace ahora dos siglos se gestó la Constitución de 1.812. Hoy, a la hora de costumbre, la corneta con el toque de “diana” que nos despertaba en el Cuartel no le ha despertado a él sino que le ha cerrado los ojos para siempre, y ha marchado con paso firme y ligero de equipaje hacia su nuevo destino. ¡Allí nos reencontraremos, querido amigo! 

Nacido en 1.939 perteneció a la quinta de 1.960 que fue llamada a filas en Marzo de 1.961, y le tocó un número bajo en el sorteo de los reclutas, por lo que su destino le llevó a África, y más concretamente a una provincia de reciente creación, llamada Ifni, y que con toda su parafernalia de organismos, gobernadores, secretarios generales y un cúmulo de prebendas, honores, medallas y dineros (para algunos) resultaba que tenía unos 150 kilómetros cuadrados de extensión y se hallaba cercada por el ejército de Marruecos, que miraba a nuestros Tiradores en la trinchera de enfrente, en espera de que les cayera la fruta madura que maceraban los políticos.

De “marcha” por tierras de Ifni.
De “marcha” por tierras de Ifni.

Aquella primavera de 1.961 empezó con malos augurios para España en sus provincias africanas, ya que solo unos días antes de que llegáramos nosotros a Ifni los marroquíes habían penetrado en nuestro Sahara y secuestrado a un grupo de técnicos de una empresa petrolera. “Pitaban bastos”, como dirían los castizos, pero nosotros ignorábamos totalmente los sucesos que tal vez iban a condicionar nuestro futuro. Por esa u otras circunstancias desconocidas, el Campamento de Reclutas del Grupo de Policía “Ifni nº 1” tuvo una duración de cuatro meses, en el que hubo de todo menos el trato que se presume debe darse a un ser humano, máxime cuando ha sido llevado obligatoriamente a aquel recóndito rincón y encuadrado a la fuerza en una Agrupación Militar que había sido siempre profesional (la mayoría miembros nativos) y que tras el final de la guerra (1.958) fue “europeizada”. 

Tal como he dicho, nuestro Campamento de Reclutas en aquel año 1.961 fue tremendamente duro, ya que se carecía totalmente de agua (un botijo para 16 reclutas), se comía en el suelo, por parejas, a pleno sol, y desde las 6 de la mañana a las 10 de la noche no se paraba un momento: Instrucción en orden cerrado y abierto, tiro con diferentes armas, largas marchas por el campo, imaginarias, limpieza del perímetro del campamento, teóricas militares y policiales, castigos y arrestos a capricho de los instructores y subalternos. Carmelo tuvo algo de suerte en su Agrupación (los 300 reclutas fuimos divididos en dos grupos, cada uno al mando de un teniente) ya que estuvo a las órdenes directas del sargento Rubio, el suboficial más mal hablado de todo el Ejército, pero también el de mejor corazón; en el otro grupo hubo un terrorífico cabo 1º al que nadie ha olvidado.

El cabo 1º Rey, en el campamento, 1.961.
El cabo 1º Rey, en el campamento, 1.961.

Tras la jura de bandera (14 de Mayo) el Campamento se prolongó hasta el 19 de Julio en el que los reclutas sustituimos a los veteranos, y Carmelo tuvo que soportar esos dos largos meses, pese a ser reclamado por un capitán de Infantería de Marina, oriundo del Puerto de Santa María, conocido de su familia, para que se lo destinaran como asistente. Ese capitán, cuya esposa e hijos vivían en Sevilla, adscrito al Gobierno General de la Provincia de Ifni, fue nombrado sustituto del capitán de la Compañía Mixta afecta al Cuartel General, que se iba con el permiso colonial de cuatro meses y además tenía que efectuar el curso de ascenso a jefe (se marchó en Junio del 61 y no volvió hasta enero del 62). En esa Compañía eran adscritos todos los “destinos” y “enchufados”, incluidos los “chupatintas” del Estado Mayor. Los sargentos del Campamento conocedores de la buena mili que se iban a “chupar”, nos cargaron, durante ese par de meses, de todo tipo de servicios nocturnos, de tal manera que se pasaban las noches de patrulla y los días con la instrucción, las marchas, el tiro y la teórica. Se resistió y cuando en el Mixto (había pasado de Compañía a Grupo en Julio por el ascenso del capitán sustituto a comandante) al amparo de Don José Guerra González, el día 25 de Julio (Patrón de España) cuando nos fuimos de paseo, Carmelo ya vestía de paisano, para envidia nuestra. 

El sargento 1º Rubio, 1.961.
El sargento 1º Rubio, 1.961.

En el Mixto, con el comandante Guerra del que yo era su secretario en la oficina de Autos y Jefatura Provincial de Tráfico, Carmelo se convirtió en un atípico asistente ya que no tenía señora a quien servir ni niños para cuidar. Se venía por las mañanas desde la vivienda de su jefe, hasta nuestro Cuartel, e iba por allí zanganeando sin nada que hacer ya que el comandante tenía otro asistente (un nativo llamado Yus, con él desde la Guerra Civil) al que encomendaba cualquier tipo de trabajo, diligencia o recado. Comía con todos nosotros y estaba muy unido al grupito que llamaban “los cuatro cabos” (Ricardo, Alfonso, Cremades y yo), porque teníamos una habitación separada del resto de los soldados, con lavabo propio. 

El autor, Carmelo y el cabo Cremades.
El autor, Carmelo y el cabo Cremades.

Claro que a la hora del único permiso de Navidad que se podía conceder (por buena conducta), Carmelo como buen paniaguado se marchó a su casa durante un mes y los demás nos tuvimos que quedar en Sidi Ifni pese a las promesas individuales que el comandante nos fue haciendo a sus más allegados, entre los que se encontraba este narrador. Lo malo fue que cuando volvió, el comandante Guerra había cesado, el comandante titular (Don Manuel Castilla Ortega) no era “íntimo” del otro y, encima, poco después se fue con cuatro meses de permiso colonial. Pudimos camuflar a Carmelo que se integró en el dormitorio comunal, convirtiéndolo en “chico para todo” que igual ayudaba al cantinero a preparar bocadillos, que en la oficina para cualquier tarea, o en los talleres para “echar una mano”. 

Y cuando pasados los meses llegó la licencia y volvimos a nuestra vida anterior, muchos de aquellos amigos quedaron en una especie de limbo al que solo uno tenía acceso cuando al encontrarte con algún compañero rememorabas la figura, los dimes y diretes de aquel que durante tantos meses compartió tu vida, comió en tu mismo plato, durmió a tu lado, hizo guardias, aguantó fatigas, te acompañó en los momentos tristes y alegres… A veces, cuando los hijos, un familiar, alguien te dicen que va a ir o ha estado en San Fernando, te sale del alma, como un trozo de juventud jalonada de nostalgia ¡Allí vive mi mejor amigo de la “mili”! ¡Se llama Carmelo y hace muchos años que no sé nada de él! Durante unos instantes evocas su figura y después continúas tu vida que por ser paralela a la suya no ha podido nunca converger. 

En los talleres del Mixto (de uniforme) entre Alfonso y José Montes.
En los talleres del Mixto (de uniforme) entre Alfonso y José Montes.

Pero un día salta la chispa. Resulta que un viajante de zapatos y artículos de piel que viaja la zona de Cádiz, charlando con el cabo Cremades, en Elche, le dice que un cliente suyo (Carmelo) le ha comentado que hizo la “mili” con un compañero de esa localidad y, hablando, hablando, resultó que los pudo poner en contacto, y a partir de ese momento la relación por vía telefónica fue todo lo fluida que cabía esperar. Se programó un encuentro personal y se aprovechó la circunstancia de que la hija pequeña de Ricardo se casaba en Madrid, para acudir allí los amigos con las esposas, acogidos en el Hotel Atlántico, de la Gran Vía, regentado precisamente por uno de los hijos de Carmelo ¡Si nos descuidamos no llegamos a la ceremonia de la boda! Fueron horas y horas de charla, recuerdos, canticos, abrazos… 

Ricardo, Carmelo, yo, el cabo Cremades y Alfonso. Año 2.006.
Ricardo, Carmelo, yo, el cabo Cremades y Alfonso. Año 2.006.

De ese primer encuentro, además de la alegría, conocimos también el golpe que el matrimonio Medina había sufrido al perder a uno de sus hijos, ya adulto, en accidente, y surgió el propósito de realizar un viaje en el verano próximo para con cuartel general en San Fernando visitar toda la bahía de Cádiz, viaje que estuvo a punto de abortarse porque en el ínterin murió su esposa. Carmelo y sus hijos insistieron en que no se aplazara el viaje, y se convirtieron en los anfitriones perfectos, ya que incluso cerraron su tienda durante la semana que permanecimos allí. 

Fueron unos días entrañables y les pude sorprender con el libro de Memorias que escribí y publiqué tras nuestro encuentro en Madrid, en el que los amigos tenían un lugar de privilegio en mis recuerdos. Padre e hijo (Carmelo y Alejandro) acudían al hotel a la hora del desayuno para recogernos y nos llevaban a los lugares más singulares de aquella maravillosa tierra, por lo que recorrimos El Puerto de Santa María, San Lucar de Barrameda, la capital de Cádiz, y sobre todo, San Fernando, bella ciudad en la que puede resumirse el sol y la gracia de toda Andalucía. 

El cabo Cremades, Alfonso, yo y Carmelo (Septiembre de 2.007).
El cabo Cremades, Alfonso, yo y Carmelo (Septiembre de 2.007).

Como vecinos de toda la vida que eran los Medina, con comercio abierto en la principal arteria local (la calle Real), eran conocidos y recibidos con los brazos abiertos a cuantos lugares nos llevaban, en los que nosotros, sus amigos, pasábamos a ser camaradas de aquellas personas a las que antes no habíamos visto nunca, y no era de extrañar que en algún bar la ronda de “pescadito frito” la pagara un señor desconocido sentado en un rincón que levantaba la mano y la voz para exclamar ¡esa la pago yo! 

Solo voy a añadir, respecto de aquellos días, que pudimos visitar el Museo de la Marina, de San Fernando, en una visita guiada para nosotros solos, y el cicerone se esmeró de tal manera en el recorrido que salimos con tal satisfacción que hasta el momento presente es motivo de rememoración cuando nos encontramos los amigos. 

Grupo familiar. Carmelo es el primero por la derecha.
Grupo familiar. Carmelo es el primero por la derecha.

La despedida nos la brindó toda la familia Medina que en esos momentos se encontraba en San Fernando, en un Restaurante de la costa, y fuimos agasajados con grandes muestras de afecto. Ellos entraron (y continúan) en nuestros corazones y desde entonces forman parte de nuestra familia que se ha prolongado a San Fernando. 

Desde entonces no nos hemos vuelto a ver, pero el teléfono y el correo nos han mantenido unidos en todos los avatares de estos tres últimos años, hasta conocer el empeoramiento de tu estado de salud que te ha llevado a la muerte. A la hora en que estoy escribiendo estas líneas te estarán enterrando, o tal vez incinerando como a tu hijo y esposa. No hemos podido ir a San Fernando porque nuestros años y salud nos lo han impedido, aunque nuestros pensamientos están desde ayer contigo. Anoche el teléfono “echaba humo”: Ricardo, el cabo Cremades y Alfonso, nos llamábamos constantemente y les dije que como homenaje conjunto iba a escribir algo. Y eso es lo que he hecho. Antes que tu se fueron otros queridos amigos de tu misma Caja de Reclutas de Cádiz, como “El Chispa” (José Montes Cárdenas), Antonio Mateo Padilla (el fino “cantaor” de Algeciras) o aquel algecireño de adopción y famoso con el sobre nombre de “Miguelín” (el torero), Miguel Mateo…

Interior del Museo de la Marina de San Fernando (Cádiz).
Interior del Museo de la Marina de San Fernando (Cádiz).

Ignoro si en el sitio a dónde has ido y en el que ellos se encuentran os permitirán vestir el uniforme de la Policía y llevar la insignia de la media luna, la estrella y el camello, y si os pasará revista de “pelo” el comandante Mena (que también anda por allí). Incluso es posible que tu comandante Guerra te obsequie con alguna bandeja de quisquilla, de aquellas que por no poderlas enviar con el avión a Sevilla nos comíamos tu y yo, regada con Anís del Mono (invento nuestro)… No sé nada de todo eso, pero lo intuyo. Tus amigos (somos de la misma quinta) más pronto que tarde iremos tras tus pasos y como veteranos que seréis os pedimos que nos reservéis una buena litera, que no se nos hagan “novatadas”, y que podamos volver a comer en el mismo plato, a beber en el mismo botijo, a pasear sin tener que ir continuamente saludando a los superiores. Volveremos a recordar nuestra “mili”, aquellos meses que ahora sabemos que fueron los más felices de nuestra juventud ya que los pasamos sin los componentes de egoísmo, trabajos y agobios que la vida cotidiana depara a los seres humanos. 


Carmelo, con camisa oscura, a la puerta del Mixto.
Carmelo, con camisa oscura, a la puerta del Mixto.

Tal como estás en la anterior fotografía, caminando al lado de Sotero, con paso firme y sereno, hacia la eternidad, te recordaremos tus amigos y compañeros RICARDO SACRISTÁN CASTROVIEJO, ALFONSO MARUENDA TOMÁS, JAIME JUAN CREMADES y MANOLO JORQUES ORTIZ.

Un fuerte abrazo y hasta siempre, desde Madrid, Algeciras, Elche y Alicante, a cuatro de Enero del año dos mil once. 

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EDUARDO PAMPARÁ CASAS  - re: Me uno a vosotros...   |22-02-2011 06:16:49
Yo tambien soy de remplazo 1959
Me he quedado asombrado cuando he visto esta historia y me acuerdo de algunos que veo en la fotos. abrazo 
DE UN GADITANO.

(Eduardo pampará casas)]Me uno a vosotros para rendir mi más sentido pésame para sus familiares y amigos. Desde Ifni al cielo, un saludo para ti compañero Carmelo,
Mauro Bayona escribió:
Me uno a vosotros para rendir mi más sentido pésame para sus familiares y amigos. Desde Ifni al cielo, un saludo para ti compañero Carmelo, nos veremos pronto donde estés tú.
Mauro Bayona  - Me uno a vosotros...   |07-01-2011 19:23:34
Me uno a vosotros para rendir mi más sentido pésame para sus familiares y amigos. Desde Ifni al cielo, un saludo para ti compañero Carmelo, nos veremos pronto donde estés tú.

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