España mercadeó con el Sáhara |
Manuel Jorques Ortiz | ||||||||||||||||||||||||||
Escrito por Manuel Jorques Ortiz | ||||||||||||||||||||||||||
miércoles, 19 de enero de 2011 | ||||||||||||||||||||||||||
Las “vergüenzas” de los gobiernos españoles respecto al SáharaDesde aquella literatura española del Desierto español, amable, llena de aventuras y personajes entrañables que recogió Ramón Mayrata en su conocido libro “Relatos del Sáhara Español” (CLAN editorial, 2.001), hasta el ambiguo pasar de puntillas, como hace Miguel Platón, en “Hablan los Militares” (Planeta Historia y Sociedad 2.001) sobre el escabroso y no resuelto problema del territorio y pueblo saharaui, no empezamos a conocer los lectores, interesados en el tema, algunas verdades ocultadas hasta que Tomás Bárdulo, en “La historia prohibida del Sáhara Español” (Ediciones Destino, 2.002) tuvo la valentía de aflorar una parte de las vergüenzas que los gobiernos de Franco, Carrero Blanco y Arias Navarro, durante la dictadura, y los de Suárez (transición política), Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar (hasta el momento de su publicación) y José Luis Rodríguez Zapatero como continuador de la senda democrática de sus antecesores, nos habían (y continúan) ocultando celosamente. Si Shakespeare hizo exclamar a Marcelo en el acto I de Hamlet aquello de “Algo está podrido en Dinamarca”, y José Mª Gómez Vilabella, refiriéndose a Ifni, dijo aquella famosa frase de que “nuestra Colonia no olía precisamente a colonia”, en el momento actual no nos cabe la menor duda de que aquellas afirmaciones pueden extrapolarse al Sáhara Occidental y a su fallido proceso de descolonización, autodeterminación e independencia. La torpeza de nuestros dirigentes políticos y militares entre 1.960, cuando se recibe el mandato de descolonizar la provincia, hasta 1.973 en que se crea el Frente Polisario y efectúa su primer ataque armado a nuestras fuerzas (20/05/1973, Pozo de Janquel Quesat, situado a 42 kilómetros al norte de Edchera donde capturan a cuatro policías territoriales y se llevan su armamento) fue de tal naturaleza que las tribus nativas, nada o poco inclinadas a ser absorbidas por Marruecos, intentaron liberarse del dominio de España, mediante la fuerza (hay contabilizadas 32 agresiones a las tropas españolas, siendo la última el 19 de diciembre de 1.975), y cuando el general Gómez de Salazar, con el secretario general Rodríguez de Viguri, llegaron a El Aaiun con instrucciones precisas de descolonizar y llevar al pueblo saharaui a la independencia tras un referéndum en el que se votara su autodeterminación, los nativos no les creyeron, los militares radicales se opusieron, y los lobbies económicos con intereses en Marruecos hicieron cuanto pudieron (que fue mucho) para que España dejara abandonados el territorio y a sus habitantes, manchando una vez más (como hizo en Ifni y algo parecido en Guinea Ecuatorial) su propio honor, mancilla que nos han trasmitido a todos los españoles. Y aunque el actual gobierno (como hicieron los anteriores) mire hacia otro lado y adule al “amigo” del Sur, lo cierto es que la Resolución S/2002/161, de la ONU, implícitamente anula los acuerdos de Madrid de 1.975, al estimar que España NO ha transferido la soberanía del Sáhara Occidental ni han otorgado a ninguno de los firmantes (Marruecos y Mauritania) el status de potencia administradora, estatus que España NO puede transferir unilateralmente. Como la cuestión del Sáhara Occidental se halla en la actualidad tan candente, y el Ministerio de Asuntos Exteriores no sabe/no responde a los requerimientos que se le hacen para conocer donde y cuando se publicaron los acuerdos de Madrid, que al no haberse hecho en el Boletín Oficial del Estado carecen de la fuerza legislativa que requieren el artículo 1, apartado 5 del Código Civil, en relación con los 63.2, y 93 a 96 de la Constitución Española, nos ha parecido que el amplio reportaje publicado el 7 de diciembre de 2010 en el número 1.382 de la revista catalana EL TEMPS (en ese idioma), compuesto de varios artículos escritos por Gemma Aguilera y Àlex Milian, tiene un notable valor documental, por lo que hemos procedido a su traducción al castellano para que su contenido tenga una mayor divulgación, tal como a nuestro juicio se merece. Manuel Jorques Ortiz España mercadeó con el Sáhara (Portada)
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Víctor Ferré y Enrique Oliva firmaban el 30 de Septiembre de 1.975 un voluminoso y detallado informe sobre el costo económico que había soportado España para la descolonización del Sáhara. 14.591.202.498 pesetas. ¿Por qué quería Madrid tal cuantificación? Posiblemente para cobrársela a los sahauries en el supuesto de que obtuvieran la independencia, o tal vez para vender la Colonia a Marruecos. El TEMPS analiza los originales de dicho informe. |
El día de la venta
Dicho y hecho. El 14 de Noviembre de 1.975, seis días antes de la muerte de Franco, se firmaban los acuerdos de Madrid. Sobre el papel se trataba de una declaración de principios entre el estado español, el de Marruecos y el de Mauritania respecto al Sáhara Occidental. España transfería la administración de la Colonia pero no la soberanía, a Marruecos y Mauritania. De tales acuerdos solo se hizo pública una imprecisa declaración: “España se propone poner fin definitivamente a su presencia en el Sáhara, y la fecha tope es el 28 de febrero de 1.976. En el intervalo se propone transferir sus poderes y responsabilidades a una administración temporal que se ha de formar, constituida por los gobernadores adjuntos -marroquí y mauritano- y el actual gobernador general. Tendrá la colaboración de la Yemáa, que expresará la opinión de la población”.
La ley de descolonización del Sáhara fue aprobada por las Cortes españolas el 16 de noviembre y, a finales del mes de enero de 1.976, los últimos militares españoles abandonaban la Colonia. Tres años más tarde, en agosto de 1.979, Mauritania se retiraba de la parte sur y dejaba todo el territorio en poder de Marruecos.
Los anexos del pacto
Tal como consta en el acta de las conversaciones entre las delegaciones del Reino de Marruecos, la República Islámica de Mauritania y España a propósito de los aspectos económicos derivados de la transferencia de la administración del Sáhara, la única cuantificación que podría considerarse como indemnización hacía referencia a la pesca. Se acordaba que, durante veinte año, 800 barcos españoles podrían pescar en aguas del Sáhara pagando un canon modesto a partir del quinto año y, además, España podría mantener el control del 60% del negocio de los fosfatos, que entre Marruecos y el Sáhara sumaban aproximadamente el 100% de la producción mundial. En segundo lugar, se crearía una comisión mixta para inventariar los bienes públicos españoles que serían transferidos como parte integrante del territorio, y la de aquellos bienes que pudieran ser objeto de transferencia mediante pago de una indemnización. Tales acuerdos, no obstante, nunca fueron respetados por Marruecos, y España no hizo por ello un causus belli.
En ningún lugar se hacía referencia a un precio de venta, pero en los acuerdos de Madrid existen unos anexos secretos donde, al parecer, esté incorporado el informe de los dos soldados catalanes. Si Marruecos pagó o no los 14.591.498 pesetas posiblemente no se sabrá nunca de forma cierta –el gobernador general del Sáhara, Gómez de Salazar, y el secretario general, Rodríguez de Viguri, ambos muy disgustados con la entrega de la Colonia a los marroquíes, están muertos-, pero tanto Víctor Farré como Enric Oliva, que lo rememora en la entrevista que publicamos en las páginas 28 y 29, como ya lo avanzó el semanario del Ampurdán Hora Nova, recibieron la medalla al Mérito de África por su estudio económico.
Y, todavía más. La tarde en que se firmaron los acuerdos de Madrid, ambos soldados fueron convocados al despacho de los máximos dirigentes del gobierno general del Sáhara. Allí, Gómez de Salazar y Rodríguez de Viguri les informaron que el proceso de independencia había fracaso, pero que ellos tuvieran el consuelo de que el traspaso se había efectuado por el precio exacto calculado por los dos soldados catalanes.
El documento, de un centenar de páginas, desgrana minuciosamente las propiedades, desde los edificios hasta el material fungible de oficinas, pasando por inversiones en agricultura, carreteras construidas o material de señalización marítima. Algunas dificultades de acceso a la información, sobre todo en lo relativo a los edificios y extensiones de terrenos, hicieron que los economistas novatos advirtieran de que podía existir un margen de error en el cálculo del 3%.
En el texto introductorio los autores remarcan que en todo momento se han servido de “informes directos de todos los servicios de este gobierno, especialmente de los de Arquitectura, Registro de la Propiedad, Sección de Patrimonio y Hacienda y del Instituto Nacional de la Vivienda”, aparte de “informaciones recogidas in situ por esta Comisión Especial”. A modo de ejemplo, el valor de los inmuebles propiedad del estado español en la Colonia en los treinta núcleos de población existentes sumaba 3.360.768 pesetas.
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Los analistas destacan en su informe que el coste de las obras públicas
son más elevados debido a que se emplea mano de obra en vez de
maquinaria, para luchar contra la desocupación. A la derecha, un mapa
del Sáhara Occidental en el que se sitúan las obras realizadas. Debajo,
los cálculos del valor de los bienes muebles según dos supuestos: que el
Sáhara sea independiente, o que se tenga que efectuar una evacuación
forzosa del territorio. En este último caso alguno de los bienes se
quedarían en el territorio porque trasladar el material a Canarias o
Cádiz resultaría más caro. |
En el capítulo de obras públicas se inventariaron las obras a precio de coste y se actualizaban los valores aplicando un coeficiente combinado de depreciación y revalorización. Según los cálculos, la cifra invertida llegaba a 8.462.623.073 pesetas, es decir, más del 50% del total contabilizado en el estudio. En ese ámbito, el trabajo fue algo más sencillo, porque disponían de una estadística completa del kilometraje construido y el precio por kilómetro actualizado. Como el coste en la construcción de carreteras era muy elevado, Farré y Oliva consideraron oportuno aclararlo, a la vez que, de paso, se ponía de manifiesto la voluntad descolonizadora del gobierno del Sáhara: “Este valor es tan alto debido a que en la construcción de las pistas se hace servir preferentemente mano de obra, en detrimento de métodos de construcción más eficaces y no tan costosos. Tal hecho obedece a la política de lucha contra el paro, que ha sido una de las constantes preocupaciones del gobierno en este territorio”. En ese apartado se llegaron a contabilizar hasta las alcantarillas –en 1.965 se habían invertido tres millones de pesetas en el sistema de alcantarillado-, las conducciones de agua y el alumbrado público.
Respecto de la arquitectura, el informe cuantifica el valor de los hospitales, dispensarios, políticas sanitarias contra el cólera, polideportivos, piscinas, casinos, viviendas y también mezquitas, iglesias, mercados y mataderos, entre otros. El valor de los edificios religiosos, mataderos, cementerios y mercados, por ejemplo, ascendía a 57 millones de pesetas, mientras que la inversión en hospitales y atención sanitaria era de 61 millones de pesetas. La partida mayor se había destinado a la construcción de viviendas y urbanizaciones: 215 millones a precio de coste.
Con referencia al capítulo de agricultura, Farré y Oliva cuantificaron el coste de la ganadería que también pertenecía al estado español. Los animales habían costado 2,2 millones y en terrenos, cultivos y edificios y explotaciones ganaderas se habían invertido 105.280.000 pesetas. El estudio también calculaba el valor del parador de turismo del Sáhara: 218.928.968 pesetas.
Dos modelos de evacuación
En el apartado que cuantifica los bienes muebles, los autores ya hacían referencia a la evacuación del territorio y exponían dos supuestos: “En el supuesto 1 se evacua todo el material, y en este caso se facilita peso, volumen y zona de embarque del material. En el supuesto 2 se evacuan solamente algunos bienes que por sus características son de especial rendimiento y siempre que evacuarlos no implique una grave distorsión en el funcionamiento de los servicios. En este supuesto se valora el material que se quedará en el territorio”. En la relación de bienes muebles para servicios aparecen, por ejemplo, Radio Sáhara, valorada en 25.000.000 de pesetas; la delegación de la ONCE, con unos bienes que se valoraron en 49.048 pesetas; dos cámaras Polaroid Mini Portrait M-40, por un importe de 75.000 pesetas; o un videocasete Philips, valorado en 65.000 pesetas. En el supuesto que solamente se tuvieran que evacuar los materiales más valiosos y que se dejaran en el territorio los imprescindibles para el funcionamiento normal de los servicios o los de escaso valor, los bienes transportados abandonados en el Sáhara sumarian 94.855.405 pesetas.
Cerrado por evacuación
Una vez finalizada la tarea de poner precio a la Colonia española, los dos economistas catalanes recibieron un segundo encargo: calcular las indemnizaciones a que tendrían derecho los propietarios de negocios cuando tuvieran que abandonar el territorio. El documento es firmado el día 15 de noviembre de 1.975, justamente el día siguiente a la firma de los acuerdos de Madrid.
Pero, lógicamente, el trabajo de campo y los cálculos se habían iniciado muchos antes. Farré y Oliva explican que enviaron cuestionarios a las empresas, desde las más grandes hasta pequeños comercios. Solicitaban información sobre partidas del balance, como por ejemplo los recursos propios, el volumen de ventas y los beneficios, además de las inversiones realizadas en el negocio en los últimos años. La información se completó con los datos que poseía Hacienda.
En la introducción del estudio se deja claro que los economistas asumen que el Sáhara acabará en manos de Marruecos. “El objeto de este estudio es determinar los créditos a conceder a las empresas propiedad de europeos (nombre con el que se designaba a los españoles que vivían en el Sáhara pero que eran originarios de la península, mientras que a los saharauis, aunque tuvieran DNI español, eran conocidos por nativos), que hayan tenido que abandonar el territorio, como ayuda para poder reemprender sus negocios en otra provincia española”.
Si el Sáhara Occidental debía ser independiente, no hacía falta que las empresas abandonaran el territorio. Por tanto, cuando se hizo el informe, durante octubre y los primeros días de noviembre de 1.975, ya existían muchos rumores sobre la cesión a Marruecos. La comisión de estudios especiales propuso conceder créditos a un interés del 6%, a un plazo de diez años, con un primer año de carencia de pago de la cuota, aunque sí de los intereses. “Era una forma de indemnizarlos sin tenerles que pagar al contado” explica Víctor Farré, quien recuerda que también se propuso que los créditos se concediesen sin necesidad de avales “porque la mayoría eran gente cuya única solvencia consistía en su pequeño negocio o su trabajo”.
Dinero para reemprender el negocio
El presupuesto global de los créditos a conceder a las empresas propiedad de europeos residentes en el Sáhara ascendía a 803.670.000 pesetas para un total de 325 negocios. La empresa distribuidora de combustibles CEPSA cobraría 11 millones de pesetas, mientras que en el tramo inferior se situaban los bares, con indemnizaciones que oscilaban entre las 350.000 pesetas y 500.000. La sala de fiestas Ébano Club recibiría 3.300.000 pesetas; Insamarta, fábrica de harinas y pescado, percibiría 18.000.000 pesetas, mientras que el cine Aaiun debía ser retribuido con 7.500.000 pesetas. En total, Farré y Oliva pusieron como precio por el cierre de las más de 300 empresas, entre las que había un pescador catalán dedicado a la compra y venta de langostas, que tendría derecho a 4.000.000 pesetas.
Pero ¿los empresarios llegaron a cobrar tales compensaciones en forma de cheque o crédito “blando”? Rafael de Valdés fue el representante español en la comisión tripartita que negoció la cesión a Marruecos en los acuerdos de Madrid. Y, aunque no tenía el cargo oficial de gobernador general del Sáhara porque la Colonia ya no era española, se quedó en el territorio hasta el 28 de febrero de 1.976. Después presidió la comisión liquidadora en Las Palmas, que de hecho era la antigua delegación de Hacienda del Sáhara.
Esta comisión ya había desembolsado 163 millones de pesetas en concepto de indemnizaciones por el desarraigo sufrido por 3.500 evacuados cuando se empezó a estudiar el pago de compensaciones a comerciantes y empresarios. El organismo se hallaba integrado por diversos delegados ministeriales. Se tenía que hacer estudios sobre los negocios que reunían las condiciones necesarias para el percibo de indemnizaciones. Estas condiciones eran: que el inmueble en que se ubicara el negocio o industria no se pudiera desmontar, que las materias primas no pudiesen ser evacuadas o que se hubiesen perdido durante el trayecto, o cualquier otro perjuicio que se pudiera justificar directamente por los descolonizadores.
El hijo del presidente de esta Comisión, llamado también Rafael de Valdés, confirma que se hicieron los pagos a los propietarios: “Mi padre presidía esta comisión en Las Palmas, que efectivamente pago las indemnizaciones a los comerciantes que vivían en el Sáhara, muchos de los cuales rehicieron su vida en las Canarias. Si Marruecos pagó una compensación económica a España por la cesión no lo puedo asegurar, pero no me parecería muy extraño”, asegura.
Fosfatos y pesca, puntos clave
Aparentemente, el Sáhara Occidental es un desierto. Pero alrededor de este territorio siempre se ha escondido una espesa red de intereses históricos, económicos y geoestratégicos entre España y Marruecos, que explican porque finalmente la colonia española no obtuvo la independencia. Marruecos quería el control absoluto de los abundantes recursos naturales del desierto, especialmente la fosforita, una ronca que contiene pentoxido de fosforo, componente esencial del ácido fosfórico. Este producto es de gran importancia para la agricultura, porque es un componente de los fertilizantes. La mina de Bucraa, una de las mayores del mundo, fue descubierta en territorio sahariano en 1.963. Al precio actual, los fosfatos procedentes de dicha mina aportan a las arcas del reino de Marruecos unos 1.250 millones de euros anuales.
Posiblemente, el hallazgo de esta mina hirió gravemente las aspiraciones de independencia del Sáhara Occidental, pese a que tres años antes el gobierno español había empezado el proceso de descolonización.
Por otro lado, la industria pesquera también explica la conjunción de intereses que 35 años después mantienen bloqueada la situación nacional del Sáhara. La costa sahariana es un punto estratégico para Marruecos. De hecho, entre el70% y el 90% de las capturas marroquíes se embarcan en territorio sahariano.
Los recientes incidentes de El Aaiun han devuelto la actualidad al conflicto. El motivo de estos incidentes es que Rabat desmanteló por la fuerza el campamento que los saharauis habían instalado a las afueras de la ciudad, reclamando mejoras de sus condiciones económicas. El Frente Polisario y Marruecos han de iniciar conversaciones, y el día 13 de Septiembre, la UE abordará con Marruecos la situación del Sáhara Occidental. Mientras tanto, el gobierno español mantiene unas ambiguas posiciones respecto al territorio que hasta hace algo más de tres décadas era una provincia más.
Fuente: El Temps nº 1.382, pp. 28 y 29 (en catalán)
Autora: Gemma Aguilera
Traducción: Manuel Jorques ortiz
Un buen día, un soldado raso destinado en el Sáhara, se convirtió en un experto economista, disfrutando de total confianza de los máximos mandatarios del gobierno general del Sáhara y del Ministerio de la Presidencia español para llevar a cabo, ni más ni menos, que la cuantificación del valor de la colonia española ¡Puede parecer una “batallita” de la mili, pero no lo es!
El economista Enric Oliva (Figueres, 1.950) perteneció al último contingente de tropas de reemplazo destinadas al Sáhara, entre enero y noviembre de 1.975. Vivió en primera persona el fallido proceso de independencia de la colonia española. Y elaboró, juntamente con otro soldado, Víctor Farré, un estudio que cuantificaba el precio del Sáhara. El resultado 14.591.202.498 pesetas. |
Pues no… Yo tenía 25 años y había acabado económicas tras solicitar prórrogas por estudios. En enero de 1.975 me destinaron al Sáhara, aparentemente al peor sitio que podía ir un soldado. Mi destino era lavaplatos de artillería en el que lavaba cada día unos 5.000 platos y pelaba centenares de patatas. Hasta que un día, sobre el mes de abril, vino a vernos –a Víctor Farré y a mí- un compañero catalán, Manuel Ballvé. El trabajaba en el gobierno general del Sáhara –regido por militares- coordinando unas cooperativas textiles de mujeres, porque el gobierno preparaba a la población sahariana para ser independiente. Nos dijo el gobernador del Sáhara, Gómez de Salazar, que necesitaba economista para resolver un encargo que le habían hecho desde Madrid, el Ministerio de Presidencia: valorar el territorio teniendo en cuenta las inversiones que había hecho el gobierno español. Y lógicamente, aceptamos el encargo. Recuerdo perfectamente el momento, estaba pelando patatas, tenía las manos sucias y un aspecto desaliñado.
¿Si el Sáhara tenía que ser independiente, por qué Madrid quería poner precio al territorio? ¿Para cobrar la independencia?
Ciertamente todo era bastante extraño, y es posible que ya entonces, seis meses antes de que la política española respecto al Sáhara diera un giro radical y se le entrega a Marruecos, ya había alguien que no creía en el proceso de independencia.
¿Y que hacen dos jóvenes de 25 y 23 años ante tanta responsabilidad?
No teníamos ninguna experiencia. Lo hablamos entre nosotros, extensamente, y finalmente decidimos la metodología de trabajo y nos metimos de lleno en la faena. Preparamos cuestionarios que se enviaban a todas las delegaciones del gobierno del Sáhara: industria, minas, arquitectura, obras públicas, agricultura, etc., para que nos dijeran las inversiones y gastos que habían tenido, y después nosotros actualizamos las cifras con la depreciación de los bienes muebles e inmuebles, el precio de compra inicial, las inversiones posteriores y otros muchos conceptos.
¿Fue un trabajo muy controlado o censurado posteriormente?
En absoluto. Nos dieron libertad total para realizar el estudio. Allí no había ningún economista que nos supervisara. La única indicación que se nos hizo es que no contabilizáramos las inversiones militares y la industria de los fosfatos, un sector contralado casi al cien por ciento por Marruecos y el Sáhara en todo el mundo.
¿O sea, vuestro trabajo era valorar el territorio del Sáhara?
El gobierno español nos pidió que pusiéramos precio al Sáhara cuantificando las propiedades en la Colonia y las inversiones que se habían realizado. Encontramos datos desde el año 1.962. La suma total fue 14.591.202.498 pesetas. Víctor y yo pusimos precio al protocolo de venta que se firmó en Madrid entre los gobiernos de España y Marruecos. Y también hicimos u segundo informe, valorando las empresas europeas en el territorio y cuantificando las indemnizaciones que se tenían que abonar en caso de que tuviesen que abandonar el Sáhara. Nuestra estimación fue 803.670.000 pesetas, que propusimos se dieran en préstamos a largo plazo y con unas condiciones preferentes.
Oficialmente, no se hizo público el protocolo de venta al que se ha referido usted. La versión oficial es una declaración de principios entre España, Marruecos y Mauritania sobre el Sáhara Occidental, que contiene una declaración política y diversos anexos secretos.
Oficialmente, el Sáhara se entregó a Marruecos, no se vendió. Pero hay suficientes elementos que hacen pensar en que alguna cosa más había.
¿A usted y a Víctor Farré les llaman al despacho del general gobernador del Sáhara, Gómez de Salazar, y del secretario general, Rodríguez de Viguri, la misma tarde en que se firmaron los acuerdos de Madrid, el 14 de noviembre de 1.975?
Nos notificaron que se acababa de firmar la venta de la Colonia a Marruecos. En ese momento, y con evidentes signos de rabia y pena, nos dijeron que podíamos nosotros estar satisfechos porque el precio que se había estableció era el que constaba en el estudio de valoración del territorio que habíamos realizado. Era un contrato por el que se cambiaba la administración y el valor de este cambio era la cifra que nosotros habíamos dado.
¿Por qué sentían rabia los dos militares?
Porque aquella operación destruía la labor que venían haciendo por la educación y mentalización de los habitantes del Sáhara de que eran una Nación y que pronto iban a ser un país libre e independiente. Rodríguez de Viguri era un hombre muy interesante y culto, y le sentó muy mal que le cambiasen la orden. Pero como era militar, tuvo que obedecer. Ellos habían pasado quince años diciendo a los sahauries que se les daría la independencia y, encima, reciben la orden de que cambiaba la política.
¿Y cómo se sintieron ustedes?
Decepcionados. Se había engañado a aquel pueblo, una injusticia más en este mundo. Hay que pensar que solo unos meses atrás -y hacía quince años que los militares trabajaban en el territorio para llevar a cabo la descolonización- casi todos los cargos institucionales españoles y de representación en el exterior daban por hecha la independencia.
¿A que atribuiría el súbito cambio de estrategia del estado español?
A mi parecer, a una lucha de facciones dentro del gobierno. En aquellos momentos, Franco estaba en la cama gravemente enfermo, Por tanto, él no opinaba. Opinaba su entorno, con un peso especial del embajador español en la ONU. Y también pesaban mucho los intereses económicos hispano-marroquíes.
Y en enero de 1.976 os convocan al Palacio de la Moncloa para otorgaros la medalla de la Orden e África. No se dan, esa clase de medallas, a los soldados...
Nos la dio el Ministerio de la Presidencia como agradecimiento a los servicios prestados, que, en nuestro caso, fueron los informes de cuantificación de las inversiones y de valoración de las indemnizaciones a las empresas. También se la dieron a dos compañeros economistas, asimismo catalanes, que se ocuparon de la evacuación de los civiles del territorio en la Operación Golondrina.
¿Por qué cree que después de 35 años todavía no se ha resuelto el conflicto del Sáhara y que el estado español mantenga una actitud tan ambigua?
Marruecos domina con mano de hierro el territorio, y no existe interés alguno para defender a los saharauis. Tampoco España, que quiere estar a buenas con Marruecos porque este país cuenta con el soporte de Francia y los Estados Unidos. Implicarse en el Sáhara sería enfrentarse a este gran poder. Ningún gobierno, desde el de Felipe González hasta ahora, no se ha atrevido a implicarse en este conflicto, porque Marruecos es la estrella nº 51 de los Estados Unidos.
¿Quién puede desatascar el conflicto?
La ONU, España, Marruecos, Argelia, la UE y los Estados Unidos. Y, naturalmente, los saharauis, que tienen derecho a decidir su futuro.
¿Los últimos incidentes podrían ser el desencadenante del inicio de un proceso de resolución?
La solución debe estar más cerca porque han pasado muchos años y, teóricamente, un conflicto político no debe ser eterno. Pero no sé cual será. Bien, seguro que no será la que a mí me gustaría, ni la justa, porque existen unos intereses marroquíes que no cuestiona nadie. Desgraciadamente, el pueblo saharaui no le importa a nadie. Lo máximo que puede pasar es que lo disfrazarán con una velada autonomía. ¿Y quiénes serán los dirigentes? Probablemente, gente puesta por el mismo Marruecos.
Fuente: El Temps nº 1.382, pp. 30 a 32 (en catalán)
Autores: Gemma Aguilera y Àlex Milian
Traducción: Manuel Jorques ortiz
Un teletipo de la agencia EFE, en primera página en la portada de “La Realidad”, el diario de El Aaiun, encendió todas las luces de alarma en la provincia del Sáhara Occidental. En aquellos momentos la población sahariana, que había recibido la expresa promesa de que tendría un referéndum de autodeterminación en el que podría elegir su relación con los vecinos, intensificó las manifestaciones. El Frente Polisario, que –según el informe de la misión de la ONU que había visitado el Sáhara seis meses antes- “parecía era la fuerza política dominante en el territorio, pese a estar considerado como un movimiento clandestino hasta la llegada de la misión”, intentó realizar una demostración de su fuerza antes de que se tomaran las últimas decisiones.
En aquel momento, el general gobernador del Sáhara Occidental desempolvó el protocolo de evacuación que tenía diseñado, denominado Operación Golondrina. Todos los conocedores de este documento consultados por EL TEMPS coinciden en que fue redactado antes de la Marcha Verde. Como se puede ver en la primera página (observen la fotografía de la derecha), el título es Desarrollo e la Operación Golondrina bajo el supuesto de situación de emergencia, lo que hace pensar hecho para el supuesto de un ataque por Marruecos o una rebelión de los saharauis: “Al recibir orden de evacuación –dice la primera frase-, provocada por un ataque de países limítrofes o por una degradación de la situación interior, la población europea y los nativos –si su lealtad y deseos lo aconsejan- han de ser concentrados en los puntos…”
Pocos días después, el Ejército se encargó de instalar unas barreras entre los barrios europeos de El Aaiun y los que ocupaban los saharauis para garantizar que la salida de civiles y militares hacia el aeropuerto de la ciudad no encontraría dificultades. Según el testimonio sobre los hechos realizada por un recluta, aquella medida creó una división artificial: “Aquellos que vivían en paz y armonía con los saharauis (yo compartía un piso con unos amigos en su barrio) tuvimos que salir de allí por las presiones de los militares. Teníamos amigos saharianos y nos encontrábamos completamente seguros, pero ya no pudimos mantener la misma relación”.
La “Operación golondrina”, el plan previsto para evacuar el Sáhara, acabó en manos de jóvenes reclutas, la mayoría catalanes. Mientras los barcos repatriaban 2.000 cadáveres de los cementerios, las esposas de los militares aprovechaban los vuelos para ir a comprar a la Colonia. |
Según algunas fuentes, la Operación Golondrina preveía la evacuación, en el conjunto el territorio, de 10.500 civiles, 4.000 toneladas de material y 1.350 vehículos. La evacuación de los civiles debía ser prioritaria, pero, según testimonios y los rumores iniciales, rectificaciones absurdas y algo de picaresca.
La evacuación de los militares fue más gradual y se alargó hasta el último día de febrero de 1.976. En total, las previsiones de la Operación Golondrina eran evacuar 7.000 hombres mediante barcos, 5.000 por vía aérea –se hizo con aviones Hércules hasta lavase de Getafe-, 11.600 toneladas de material y 2.120 vehículos.
A desenterrar cadáveres
Se había decretado el toque de queda en l Aaiun el día 28 de octubre. En la residencia de funcionarios, los autores del informe de valoración económica del Sáhara, Víctor Farré y Enric Oliva, y sus dos compañeros de “mili” y también de estudios en la Facultad de Económicas de Barcelona, Xavier Carrascosa y Javier de Aysa, jugaban a las cartas cuando oyeron el sonido de tanques por la calle. A toda prisa se presentaron en el edificio del gobierno general para ofrecer sus servicios. “Siempre asistíamos a todas las reuniones del gobierno del Sáhara, con los delegados ministeriales y Rodríguez de Viguri, y en esta ocasión pensamos que podíamos ayudar, aunque solo fuera sirviendo cafés. Y terminamos coordinando la evacuación de civiles y materiales desde la comisión especial de evacuación”, rememora Víctor Farré.
Entre todas las tareas que se tenían que hacer para desocupar precipitadamente el territorio, la más extraña le tocó a Javier de Aysa. Había que vaciar los cementerios y repatriar los cadáveres. “Los marroquíes no podían pisar tierra cristiana, por lo que entrarían en los cementerios con excavadoras y lo destrozarían todo. Mi misión era coordinar los trabajos de desenterramiento de los cuerpos de civiles españoles, los peninsulares, y localizar las familias para hacerles llegar los féretros hasta algún cementerio de España. Me ayudó la Policía al facilitarme el censo. Encargamos 500 ataúdes y 1.500 urnas y enviamos por barco los cuerpos a las familias que lo querían. Y los que no tenían familia o no se hicieron responsables, fueron a parar a una fosa común en Canarias”, explica De Aysa. Este joven soldado también dirigió la Operación Camello, que consistía en microfilmar todos los documentos oficiales que había en el Sáhara para tener una copia en Canarias. Así, la población podría recuperar partidas de nacimiento, certificados de propiedad, etc.
No evacuen a las prostitutas
En el caso de Víctor Farré y Enric Oliva, el trabajo era más de tipo logístico. Tenían que coordinar la evacuación de muebles, vehículos y mercancías de los civiles, pero tenían que empezar de cero porque no existía ningún tipo de infraestructura. Hasta el punto que tuvieron que montar una imprenta para imprimir facturas y hojas de instrucciones para la población que tenía que llevar sus muebles al punto de recogida. “Hasta tuvimos que robar una fotocopiadora de la sede de Falange”, recuerda Farré. El equipo de jóvenes disponía de 200 soldados para llevar a término la misión.
Bien mirado no eran muchos porque situaciones absurdas se mantuvieron hasta el último día. Un recluta catalán destinado en el Sáhara Occidental –y que prefiere mantenerse en el anonimato-, recuerda que en plena Operación Golondrina algún jefe dedicaba el tiempo de sus reclutas a construir el bar de oficiales del cuartel de Artillería. “Solo faltaban tres días para la evacuación del personal militar de aquella zona y el coronel González de Suso obligaba a realizar los últimos retoques al nuevo bar de oficiales. La razón –explica esta fuente- es que la construcción de este tipo de instalaciones daba puntos a los militares para ascender”.
Mientras, unos soldados sin experiencia se hacían cargo de la complejidad de evacuar la población civil, muy dificultosa por el hecho de que muchos se resistían a abandonar el Sáhara. Los protagonistas de esta historia recuerdan que la población no se creía que se tuvieran que ir, y es que, de hecho, oficialmente el acto de la cesión a Marruecos todavía no estaba firmado. Muchos pensaban que todo eran rumores y se negaban a marcharse de sus casas. Algunos “no sabían a donde ir y me pedían a mí consejo sobre a donde iría yo en caso de estar en su lugar”, dice Farré.
El recelo de la población, unas 35.000 personas, hizo que una noche, los militares decidieran blindar el barrio Colominas y rastrear la zona por la policía. “Fueron puerta por puerta a requisar los DNI de todos los vecinos, y los citaron para el día siguiente en la base de evacuación para decirles que les embarcarían a todos en un barco con destino a Canarias. Precintaron las viviendas y los llevaron al puerto. Pero la nave no pudo salir y los tuvieron toda una noche pasando frio y muy enfadados”, explica Víctor. “La gente estaba muy nerviosa, por lo que pensé que, para rebajar la tensión, les podíamos liquidar las indemnizaciones. Y así lo hice. Eran unas 30.000 pesetas por persona”, recuerda este hombre, que en aquel entonces era un soldado e solo 23 años de edad.
Las mujeres tenían prioridad en la evacuación. Pero cuando ya estaban en Canarias, Farré recibió una orden directa de los militares: habían dejado todo el territorio sin una sola prostituta. Era urgente que volviesen unas cuantas al Sáhara a prestar un servicio necesario para el ejército estacionado. En consecuencia, citaron a las prostitutas en un hotel y les ofrecieron billetes de avión para volver al Sáhara. Muchas volvieron. Sabían que harían negocio.
Quien también aprovechó los vuelos de evacuación –según la fuente anónima mencionada anteriormente- “fueron algunas mujeres de los militares, que viajaban en aviones Hércules desde Getafe a la Colonia española para ir de compras, porque los productos eran mucho más baratos, y después volvían con siete u ocho alfombras y un montón de radios y todo tipo de aparatos.
Si está roto, dejadlo
Esteve Olives era uno de los muchos médicos-soldados que llegaron al Sáhara. Después de desempeñar funciones de médico y de profesor en una escuela de enfermería, su misión en el proceso de evacuación fue desmantelar un centro sanitario próximo a la frontera marroquí. Encontró cuatro trastos viejos, camas y armarios en mal estado: “El sargento me sugirió que los acabáramos de inutilizar y de esa forma no tendrían que llevárselos. Desde allí partimos con dirección a El Aaiun, conduciendo una ambulancia cuyos frenos no funcionaban demasiado bien”. Pero antes los soldados habían preparado una broma a los marroquíes: “Había un bar y llenaron botellas de whisky con orina”. Después, él otros médicos todavía pasaron un mes en el territorio hasta volver a casa, “de ocho de la mañana a la una del mediodía, vestidos de militar, cerrados en la cantina del hospital militar, sin nada que hacer”.
Salvador Fontanet también prestaba servicios médicos en la zona. Tuvo más suerte que su compañero porque cuando empezó la evacuación se encontraba en Cataluña de permiso. Y cuando se reincorporó, el día de San Esteban, fue directamente a Canarias. Pero recuerda perfectamente que los sahauries creían firmemente en su independencia: “Querían pagar la independencia y que España se la cobrase con fosfatos y pesca a cambio de los servicios para organizar en el nuevo estado, y una vez saldada la deuda que se fuera”. Los acuerdos de Madrid lo impidieron.
El 28 de febrero de 1.976, el ejército arriba la bandera española. Los últimos militares se iban y los sahauries se quedaban a merced de marroquíes y mauritanos.
Fuente: El Temps nº 1.382, pp. 33 y 34 (en catalán)
Autor: Àlex Milian
Traducción: Manuel Jorques ortiz
Llegó usted al Sáhara en 1.974 para dirigir Radio Sáhara ¿Qué ambiente encontró?
Ya había estado en 1.971, en viaje de turismo en el que hice amistad con algunos saharauis, que mantuve en viajes posteriores. En 1.974 fui a consecuencia de un cambio en el gobierno general del Sáhara y en la política española sobre el territorio, que ahora se encaminaba a preparar la autodeterminación del territorio. Por eso se envió un nuevo equipo de gobierno al Sáhara, formado por Federico Gómez de Salazar como gobernador general, que eligió como su segundo a Rodríguez de Viguri, un coronel amigo suyo que era un personaje curioso, según explico en mi libro.
Dice usted que tenía estudiosSe hizo militar después de terminar sus estudios universitarios. Fue después de la guerra, empujado por el enfrentamiento, pero era licenciado en filología semítica. Una vez en el ejército se licenció, además, en Derecho. Pese a que era un militar de procedencia franquista, no había perdido su mentalidad civil. Sabía que una cosa era el ejército y otra la sociedad civil. Cosa muy útil ya que tenía el encargo de cambiar la política en el Sáhara, territorio que siempre habían controlado los militares a los que, evidentemente, eso de la autodeterminación les parecía una gran traición hacia España. En aquellos momentos, para los intereses de España en la ONU, la autodeterminación del Sáhara era lo correcto. Rodríguez de Viguri lo entendió perfectamente y llevó a efecto esa política.
¿En ese contexto llegó usted?
Sí. A mi ofrecieron ir en calidad de periodista y me incorporo, el 1 de Octubre de 1.974, para dirigir Radio Sáhara. No se ha dado demasiada importancia, pero tuvo muchísima porque en un territorio tan extenso, desértico, sin carreteras ni red telefónica, la radio llegaba a todas partes. La radio ya estaba montada y a mí me encargaron arabizarla, efectuar emisiones en hassanía, que es la lengua local, y cambiar el discurso político, que había sido demasiado españolista y en aquel momento ya podía dedicarse a encaminar a la gente hacia la autodeterminación y la independencia.
Pablo-Ignacio de Dalmases, autor de "Huracán sobre el Sáhara" (Ed. Base, 2.010), fue director de Radio Sáhara y fundador y director de “La Realidad”, de El Aaiun. El gobernador le cerró el diario cuando publicó el posible acuerdo hispano-marroquí, en 1.975 |
¿Quién le hizo a usted tal encargo?
El gobierno de Madrid y el gobernador general del Sáhara. Yo dependía del gobierno y despachaba cada tarde con Viguri. No lo conocía de nada, pero enseguida establecimos una afinidad estupenda y me dio vía libre: “Mire usted, Dalmases –me dijo-, haga todo aquello que quiera ya que tiene la máxima confianza, pero también la máxima responsabilidad”. Él siempre me defendió, pese a que la nueva política comunicativa no era entendida por los militares. Me enfrenté con ellos sin quererlo.
Usted cumplía el encargo
Era un encargo del gobierno. Pero a veces determinados grupos militares no lo entendían. Fuera como fuese, la radio no fue tan conflictiva por aquello de “las palabras se las lleva el viento” y porque los mensajes más conflictivos –los que hablaban de la autodeterminación- no se emitían en español sino en hassanía. Pero un día Viguri me propuso crear un diario.
¿Y el diario estorbaba más que la radio?
Si, porque scripta manent. Lo que escribes queda escrito y, si no gusta a un militar, este lo envía a otro o al Servicio Central de Documentación, el espionaje, que dependía de la presidencia del gobierno. La Realidad tuvo un éxito acaparador inmediato, porque allí la información política siempre había sido muy cerrada. Viguri me dijo que explicáramos todo lo que pasaba, excepto los secretos militares. Hablamos de la visita de la misión de la ONU, de las deliberaciones del Tribunal de Justicia de La Haya… Para los militares fue terrible ¡y encima venía desde un diario del gobierno!
¿Y le hicieron cerrarlo?
Pronto empezó la Marcha Verde y nosotros dimos la noticia. La política española sobre el Sáhara daba tantos bandazos que Viguri estuvo a punto de dimitir. Pidió un permiso y se fue a Madrid, en el momento culminante de la Marcha. En plena crisis, cuando parecía que se iba a declarar la guerra entre España y Marruecos, llegó una noticia de la agencia EFE según la que el hermano del rey de Marruecos, Hassan II, había declarado que “España y Marruecos estaban condenadas a entenderse” y que España entregaría el Sáhara a Marruecos. Eso, para mí, era un “caramelo periodístico”. La di en primera plana y a cinco columnas.
Es normal
Al día siguiente, en una hora se agotaron los diarios.
¿Los saharauis se alarmaron?
Sí. Viguri que era la persona que me apoyaba, estaba en Madrid, enfadado por la situación. Yo estaba, por lo tanto, sin su soporte. Por la tarde me hicieron ir al gobierno general y me destituyeron.
¿Quién? ¿Gómez de Salazar?
No. Gómez no quiso verme. Me destituyó su segundo, el teniente coronel Rafael de Valdés. Al día siguiente se declaró el estado de alarma y El Aaiun fue envuelto de tanques, de alambre espinoso, para separar el barrio antiguo del europeo. A mí me vinieron a buscar a casa unos oficiales para castigarme. No fue una cosa oficial, sino los del bunquer de arena, como yo los llamo.
¿Los más peligrosos?
Sí. Me dijeron que si antes de 24 horas no me iba del territorio me matarían. Viguri ya había vuelto. Se soliviantó ante la amenaza, pero me dio el pasaporte y me hizo marcharme. “Que pase unas buenas navidades y después ya hablaremos”, me dijo.
¿Fue usted testigo de la evacuación?
En parte, sí. La evacuación empezó a prepararla Viguri en el verano de 1.975, de una manera ordenada. Tenía previsto evacuar a los civiles, dado que las unidades militares no dependían de él. Su cargo era el equivalente a un gobernador civil. Lo planificó todo a través de lo que se denominó Operación Golondrina, pensada para efectuar en el plazo de seis meses, como un proceso de descolonización. Pero en octubre todo se precipitó y se tuvo que hacer con muchas prisas.
¿Por qué el gobierno español cambió de opinión sobre el Sáhara?
Está claro que Franco no era partidario de entregar el Sáhara a Marruecos. Lo explica Jaime de Piniés, que fue embajador español en la ONU, en un escrito sobre su última visita a Franco. Afirma que hablaron sobre el problema del Sáhara y que no lo vio nada partidario de entregarlo a Marruecos. “Aún más –dice Piniés-, me dijo que Marruecos era nuestro enemigo permanente y que era posible que tuvieran que declararle la guerra otra vez más”. Eso lo dice Piniés. Otros autores hablan del famoso último consejo de ministros de Franco, a principios de noviembre de 1.975. Los médicos le autorizaron a presidirlo, llevando esas ventosas que te ponen para controlarte el corazón. Hablaron Arias Navarro, el ministro de Asuntos Exteriores, Cortina Mauri y cuando, al parecer, Franco se enteró de lo que pasaba en el Sáhara, algunos testigos afirman que dijo: “¡Eso es la guerra!” En aquellos momentos se dispararon todas las alarmas de los aparatos que le controlaban el ritmo cardiaco, entraron los médicos y se lo llevaron. Ya no salió de la cama.
¿Por que, entonces, el gobierno español deja el Sáhara?
Pues, simplemente, por la coincidencia de la enfermedad. Y porque habían opiniones favorables a Marruecos, dos fundamentalmente: Parece ser que el Alto Estado Mayor –formado por los estados mayores de los tres ejércitos- era partidario de entregar el Sáhara, al estimar como un peligro un nuevo país alineado con Argelia. Por otro lado, posiblemente existía un lobby empresarial que también defendía esta solución: empresarios españoles con intereses en Marruecos que también influyeron. Entre la enfermedad de Franco y la Marcha Verde, convencieron a Arias Navarro.
“Hubo un intento de atentar contra la Delegación de Marruecos para provocar la guerra” |
Pero, quien se desplazó al Sáhara fue Juan Carlos
El rey hizo una visita, encaminada a apaciguar a los militares, contrarios a la independencia, y que en aquel momento se sentían traicionados. Existió un intento de alzamiento militar, de explosionar el parador nacional de El Aaiun, destruir a la delegación marroquí y provocar la guerra. Lo intentó Ricardo Ramos Alcaraz.
Otra teoría es que el gobierno lo vendió
No lo creo. Nos fuimos con el rabo entre las piernas. Pese a que los acuerdos de Madrid tenían unos apartados secretos, en los que se hablaba de una parte de los Fosfotatos de Bucraa, unos acuerdos de pesca y no sé que otras cosas más, que ellos no cumplieron nunca, el objetivo era salir del Sáhara porque Arias Navarro tenía miedo de una guerra con Marruecos con Franco a punto de morirse y el rey a punto de asumir la Jefatura del Estado.
¿No es posible que hubiera una compensación económica?
No lo creo. En todo caso, la razón no era económica. La razón de la entrega del Sáhara era quitarnos de encima un problema que parecía irresoluble en un momento difícil.
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