Los viejos 'paracas' nunca mueren
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Escrito por antonio herrero   
lunes, 23 de febrero de 2015

Fuente: La Opinión de Tenerife

La unidad de paracaidistas es la punta de lanza del Ejército de Tierra por su capacidad de despliegue en tierra hostil

Hoy se celebra el 61 aniversario de la creación de las tropas paracaidistas del Ejército de Tierra. Desde Tenerife, la Asociación de Veteranos Paracaidistas quiere darle el realce que se merece y no olvidar a todos aquellos que formaron parte de la que hoy es considerada la punta de lanza del Ejército español, formada por unos 3.000 hombres. La Primera Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra fue creada el 17 de octubre de 1953, siendo destinado para su mando el día 8 de diciembre del mismo año al entonces comandante Tomás Pallás Sierra. Posteriormente se crearían las otras dos.

Los antiguos caballeros legionarios paracaidistas (CLP) Julián Rodríguez, Andrés Méndez y Francisco Jesús Padrón. A.H.
Los antiguos caballeros legionarios paracaidistas (CLP) Julián Rodríguez, Andrés Méndez y Francisco Jesús Padrón. A.H.

Hoy se cumplirán los 61 años de la fundación de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra. Un acto de la Asociación de Veteranos Paracaidistas de Tenerife (Asvepa) recordará el próximo sábado a todos aquellos caballeros legionarios paracaidistas (CLP) que sirvieron bajo alguna de las tres banderas que la forman en el patio del acuartelamiento de Almeyda.

La primera de ellas, denominada Roger de Flor, debe su nombre al caudillo almogávar al servicio de la Corona de Aragón durante el siglo XIII. La segunda, Roger de Lauria, al almirante al servicio de la Corona del reino de Aragón. La última en crearse, Ortiz de Zárate, nace en 1960 sobre la base de 230 paracaidistas de la Primera Bandera, y recibe el nombre en memoria del teniente de la sexta compañía muerto en combate en Sid-Ifni.

Se le encomienda la misión de crear una unidad aerotransportada al comandante Tomás Pallás Sierra que, junto a ocho oficiales, 12 suboficiales y 149 de tropa formarán el primer curso de paracaidistas. El 23 de febrero de 1954 se realiza el primer salto en paracaídas del Ejército de Tierra, desde aviones Junkers y Savoia y utilizando paracaídas modelo T-6. Mientras, se va perfilando y conformando la unidad que en principio se nutre de antiguos legionarios con los que se produce un continuo pique (estos son legías y los últimos, brillantinas) cuando se produce el conflicto de Ifni-Sahara que supondrá el bautismo de fuego para estas tropas.

Debido a su preparación -al hecho de poder saltar tras las líneas enemigas; realizar incursiones en la profundidad del territorio enemigo y estar dotadas de un armamento superior al del resto de las tropas convencionales- el mando decidió su envío a tierras africanas donde permanecerán hasta el momento de su entrega a Marruecos.

En el transcurso de aquellos combates, los paracaidistas pierden a un total de cuatro oficiales y 33 CLP. Otros 80 resultan heridos. Nombres como Tiguisit Igurramen, Ercunt o T`Zelata al-Isbua están grabados en la memoria de muchos veteranos paracaidistas, algunos de los cuales viven en Tenerife.

Francisco Jesús Padrón García es uno de los miembros de Asvepa. Pertenece al curso 270 y tiene en su haber nada menos que 29 saltos. Quedó encuadrado en la Primera Bandera y se integró en la compañía de armas de apoyo. Tiene actualmente 58 años, es natural de Santa Úrsula y se alistó a los 20. De su paso por la Bripac recuerda las numerosas maniobras que llevó a cabo y que le permitieron conocer gran parte de la Península.

Julián Rodríguez González es otro CLP. Pertenece al curso 422 y sirvió en la II Bandera Roger de Lauria, en Alcalá de Henares. De 51 años, fue como voluntario y llegó a reengancharse. Tiene en su cartilla un total de 21 saltos.

Andrés Méndez Hanley, del curso 500, tiene 30 saltos y estuvo encuadrado en el cuartel general de la Bripac, concretamente en la Policía Militar.

Estos antiguos paracas son algunos de los encargados de la exposición del fuerte militar de Almeida, donde se pueden ver desde los uniformes hasta el armamento que emplearon estas tropas. Estos veteranos permanecen fieles al ideario paracaidista y se sienten orgullos de portar el tan ansiado rokiski, que se consigue tras seis saltos. A partir de ahí, comenzará la especialización del CLP, que podrá formar parte de una patrulla que practique el HALO (High Altitude-Low Opening), en inglés salto a gran altitud. En la mayoría de saltos HALO se hará necesario el uso de una máscara de oxígeno, debido a que el paracaidista saltará desde altitudes cercanas a los 8.000 metros. Otros compondrán las PRP (patrullas de reconocimiento en profundidad), que actuarán tras las líneas enemigas.

Precisamente, un CLP tinerfeño, Emilio Pascual Hernández, fue el primer paraca en participar en un salto de guerra. Iba encuadrado en la séptima compañía a cargo del capitán Juan Sánchez Duque y fue el primero en saltar del Junkers que lo transportaba junto a otras tres secciones que conformaban el grupo de asalto que debía liberar la posición de Tiliun, en Sidi-Ifni, que se encontraba sitiada y con personal civil en su interior.

Con el paso de los años y una vez finalizó la aventura africana, la Bripac comienza a adiestrarse con otros ejércitos, como el francés, el portugués o el americano. Precisamente, el desarrollo de las maniobras con las tropas francesas pasa a denominarse Galia y el que se lleva a cabo con las fuerzas portuguesas, Lusitania.

En los años 80, la Bripac sufre una transformación al agruparse sus banderas, dos permanecen en su base de Alcalá de Henares y otra se turnará entre el cuartel grancanario de Las Rehoyas y la base del batallón de Instrucción Paracaidista en Jabalí Nuevo, en Murcia, hasta que el Estado Mayor de la Defensa, con la entrada en vigor de los nuevos planes, entiende que es mejor agrupar a la Bripac en una base nueva, en Paracuellos del Jarama y desaparece el cuartel de Las Rehoyas.

Así nace la Brigada Ligera Paracaidista Almogávares VI. Ante los nuevos retos a los que se ha de enfrentar la Brigada Paracaidista, se hace necesario dotarla de una serie de unidades de apoyo. Así surgen el grupo de artillería de campaña paracaidista, el batallón de zapadores, el grupo logístico, la compañía de transmisiones y el cuartel general.

Pero la Bripac no para y los CLP que la integran ganan en preparación y cualificación a medida que pasan los días. Este hecho unido a la capacidad técnica será determinante para que el Ministerio de Defensa ponga sus ojos en la primera misión internacional a gran escala en la que participa nuestro país. Se trata de la operación Alfa-Kilo de ayuda humanitaria al pueblo kurdo en el norte de Irak. De este modo se organizó en abril de 1991 la agrupación táctica Alcalá. Este grupo estaba formado 350 paracaidistas y personal de ingenieros de la Bripac, siete helicópteros, (dos Chinook y cinco UH-1H) de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, el Escalón Médico Avanzado del Hospital Militar de Sevilla, una unidad de zapadores perteneciente al Mando de Ingenieros, una sección del Regimiento de Transmisiones Tácticas nº 21, un destacamento de la Agrupación de Abastecimiento nº1, y personal de mando y servicios de apoyo, jurídico, intervención, religioso y pagaduría. En total 635 militares, los cuales iban a ser desplegados a 4.000 kilómetros de distancia de sus bases. El contingente español, además de proporcionar seguridad en el entorno de Zakhu, transportó refugiados, construyó, organizó y abasteció campamentos de refugiados, y distribuyó la ayuda humanitaria española e instaló un hospital de campaña donde atendió a una numerosísima población kurda. Se repartieron más de 110 toneladas, 560 de ropa y calzado, más de 150 de diverso material y se utilizó una tonelada de productos farmacéuticos. A finales del mes de junio regresaban a sus acuartelamientos las tropas sin haber sufrido baja alguna.

A partir de aquí el Estado Mayor de la Defensa incluyó a la Bripac entre las unidades que participarán en los diferentes despliegues internacionales en los que España ha intervenido.

Así, miembros de las distintas banderas paracaidistas han intervenido en Kosovo, en El Líbano, donde seis de ellos murieron en junio de 2007, cuando viajaban por la carretera en el sur del país como cascos azules. El atentado fue cometido mediante una bomba oculta en un coche Renault Rapid de color blanco, con matrícula falsa, que fue accionada por control remoto. En 2002 la Bripac llegó a Afganistán, bajo el mandato de la OTAN formando parte de la ISAF, donde perderá en atentado terrorista a tres de sus miembros.

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