Ifni, 1957-1958. Hijos de Jódar en la última guerra de España
Dr. Miguel Yanes Puga
Escrito por Miguel Yanes Puga   
sábado, 04 de julio de 2015

Fuente: Revista Saudar, nº 110, diciembre de 2014
(Revista de la Asociación Cultural "Saudar" de la Ciudad de Jódar)

En reconocimiento y honor de quienes combatieron en la guerra de Ifni. En honor, sí, un concepto hermoso que yace escondido en una palabra en desuso. Y en honor también de cuantos después guardaron el territorio, la mayoría soldados de remplazo, hasta su retrocesión a Marruecos en 1969

Sidi Ifni, capital del África Occidental Española.
Primeras horas de la tarde del 11 de agosto de 1957.

Suena el teléfono y aquella mujer se apresura por el pasillo de su casa hasta alcanzarlo.

- Dígame.

- Buenas Filo, ¿ha regresado ya tu marido?

- No José, no ha vuelto. Desde tu anterior llamada me he asomado varias veces a la ventana, por si lo veo pasar, pero nada.

- Está haciendo un servicio, me lo han dicho en la compañía. Bueno, creo que voy a salir enseguida pero de todas maneras, si llega pronto que me llame, por favor. A mi despacho y si no estoy ya, que llame al campo de aviación.

- Se lo diré, no te preocupes.

- Adiós Filo, cuídate.

- Adiós.

La mujer se asoma de nuevo a la ventana. Su casa está en la plaza de España, el centro neurálgico de la ciudad. Ocupa un pabellón junto al edificio de la jefatura del Grupo de Policía de Ifni, en el que sirve su marido. Pero la calle está desierta y la tarde más fresca de lo que corresponde al verano africano. Ella sabe que en los días así, el tagut, esa bruma nacida en la inmensidad del Atlántico, acabará engullendo la playa y el campo de aviación, e irá ascendiendo después por los acantilados hasta cubrir las calles de la ciudad. Las cosas están fatal, piensa. La semana de la comunión de la niña asesinaron en la misma capital a un sargento y un soldado nativos, ambos a las órdenes de su marido en el Grupo de Policía. Y poco después al capitán de Tiradores Mohamed Ben Lahsen, tiroteado mientras tomaba el té en una terraza del centro de la ciudad(1,2,3). El mes pasado, un soldado indígena del pequeño puesto español de Sidi Inno asesinó al cabo europeo que lo mandaba(4,5). Esta mañana le han contado que una patrulla del ejército fue tiroteada ayer por las bandas rebeldes mientras intentaba reparar un sabotaje en la línea telefónica entre los puestos de Id Aissa y Tagragra. Son esa gente que se hace llamar Yeicht Taharir, el Ejército de Liberación, del que el Sultán de Marruecos se desentiende oficialmente, pero que en Ifni todos intuyen que su instigador último no anda lejos del Palacio Real de Rabat. Todo el mundo está preocupado y ella no acaba de entender qué hace ahí con sus cuatro hijos. Desde la ventana recuerda su pueblo, Jódar, con nostalgia. El lugar donde han nacido también sus críos, al que añora y siente tremendamente lejano en una ciudad que se va haciendo cada día más tensa.

Pero esa mujer en la ventana no sabía entonces que acababa de despedirse para siempre del comandante José Martín Álvarez Chas. Tampoco sabía que este superior y amigo buscaba a su marido por haber sido el último oficial del puesto de Id Aissa, así como el anterior jefe del puesto y oficina comarcal de Tiugsa(6), y que quizá por ello era el mejor conocedor de la comarca de la montaña entre los oficiales disponibles en la capital. El alto mando había decidido bombardear las posiciones del Yeicht Taharir próximas a la frontera, en represalia al ataque sufrido por el grupo que intentaba reparar la línea telefónica. Y Álvarez Chas quería a su marido junto a él, como observador en aquel vuelo. Aquella sería entendida como la primera respuesta bélica de la aviación española en Ifni y acabaría fatalmente para los ocupantes del avión, pues la tardía salida del bombardero así como el tiempo empleado en montar en vuelo las bombas e identificar los objetivos, implicaría que el bombardeo no pudiera efectuarse con precisión. Según las conversaciones sostenidas por radio con el avión(2), a última hora de la tarde se decide suspender el ataque y cambiar el rumbo para soltar las bombas sobre el océano. Pero el Atlántico y sus brumas se tragaron el viejo Heinkell He-111. Nunca se encontraron sus restos ni los de ninguno de los hombres que integraban su tripulación. 

Arriba: Mapa del reparto colonial de Marruecos entre Francia y España. Según el acuerdo de 1912, España mantenía dos zonas de protectorado: una al norte, con capital en Tetuán, y la otra al Sur, con cabecera en Villa Bens, actual Tarfaya. Además disponía de dos territorios de plena soberanía: el Sáhara Español e Ifni. Abajo: Primer mapa del territorio de Ifni, levantado en 1878 por la expedición del buque “Blasco de Garay”, dirigida por Fernández Duro.
Arriba: Mapa del reparto colonial de Marruecos entre Francia y España. Según el acuerdo de 1912, España mantenía dos zonas de protectorado: una al norte, con capital en Tetuán, y la otra al Sur, con cabecera en Villa Bens, actual Tarfaya. Además disponía de dos territorios de plena soberanía: el Sáhara Español e Ifni.
Abajo: Primer mapa del territorio de Ifni, levantado en 1878 por la expedición del buque “Blasco de Garay”, dirigida por Fernández Duro(13).

A estas alturas Madrid había dejado de restar importancia a los informes que llegaban desde Ifni y el Sáhara en el sentido de que estaban produciéndose importantes concentraciones de tropas del Yeicht Taharir, no ya de camino a Mauritania en sus hostilidades contra las fuerzas francesas, sino estacionadas en la frontera y realizando incursiones en territorio español. Marruecos había obtenido la independencia en 1956, Francia entregó entonces el gobierno de su protectorado al Sultán (Rey) de Marruecos, y España hizo otro tanto con el norte del suyo. Además, este nuevo país se estaba convirtiendo en un firme aliado de los Estados Unidos. Hasta entonces, el mensaje oficial y las órdenes de Madrid hablaban de promover la concordia entre pueblos hermanos y el espíritu de comprensión. Pero las cosas estaban cambiando, y mucho: Se establecen planes de defensa, se reorganiza la tropa de Tiradores de Ifni, agrupando a todos los indígenas en un único Tabor destinado a tareas auxiliares, alejadas del servicio de armas, y se desarma igualmente, de manera parcial, a los indígenas de la Policía, Grupo que recibe este año por primera vez soldados peninsulares de reemplazo(2,3,4,5).

Los hijos del teniente Yanes en la entrada del puesto de Tiugsa-Tagragra, junto a un policía indígena. Verano de 1956.
Los hijos del teniente Yanes en la entrada del puesto de Tiugsa-Tagragra, junto a un policía indígena. Verano de 1956.

La sábana de la Guerra Fría envolvía el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y el Régimen español llevaba algunos años sirviéndose de ello para intentar romper su aislamiento internacional. Pero el Sultán era un freno al comunismo en el convulso norte de África, en pleno proceso descolonizador. Y por ello un aliado de Estados Unidos, más relevante que España para los intereses americanos.

Por otro lado, el Ejército de Liberación había sido una herramienta útil para acelerar el final del protectorado francés. Una vez lograda la independencia, parte de sus efectivos se integraron en las recién creadas Fuerzas Armadas Reales. Unas fuerzas, por cierto, parcialmente armadas por España, algunos de cuyos subfusiles, fusiles y granadas fueron cedidos libremente para ser recuperadas luego como botín de guerra durante los combates de Ifni, en lo que constituye una de las principales evidencias de la estrecha relación entre las autoridades marroquíes y los atacantes de Ifni(1,3). El resto del Ejército de Liberación, en el que había bastantes elementos republicanos, renuentes al Sultán(15), fue enviado al sur, al Gran Sur, en lo que era un sueño compartido por el Palacio de Rabat y los ideólogos del Ejército de Liberación: Materializar el dominio sobre el Gran Marruecos, un vastísimo territorio que comprendiera desde las costas del Mediterráneo a San Luis del Senegal(2,5)

Oficina Comarcal y Puesto de Policía de Tiugsa-Tagragra en los años cincuenta del pasado siglo. En primer plano el aduar indígena y al fondo de la imagen, a la derecha, el pequeño cuartel del destacamento de Tiradores.
Oficina Comarcal y Puesto de Policía de Tiugsa-Tagragra en los años cincuenta del pasado siglo. En primer plano el aduar indígena y al fondo de la imagen, a la derecha, el pequeño cuartel del destacamento de Tiradores.

Éste es el escenario geopolítico en el que se llegaría a la Éste es el escenario geopolítico en el que se llegaría a la fatídica madrugada del 23 de noviembre. Por aquellos días, Mohamed V, Sultán de Marruecos, visitaba oficialmente los Estados Unidos de América, circunstancia que recogería también la prensa española de la época(7). Y el gigante occidental vetaba a España el empleo en Ifni de armas y equipos suministrados por la ayuda americana. La mujer en la ventana, inquieta pero aún ajena a la magnitud de lo que se le venía encima, decide retomar las tareas domésticas. Busca entonces a Brahim, el ordenanza de la policía, sin saber que el tableteo de las armas automáticas habría de llegar tres meses después a la capital de Ifni. Sin saber tampoco que el mismo Brahim a quien ahora llama, acabaría desertando armado en aquellos días.

Playa de Sidi Ifni en la actualidad (octubre de 2013). La barandilla que aparece en primer plano, y que da nombre al lugar, fue construida por España en la década de los cuarenta del pasado siglo, momento en el que se asentaron las bases del desarrollo urbanístico de la ciudad, capital primero del África Occidental Española y después de la provincia de Ifni. Al final de la playa puede apreciarse el cementerio musulmán, anexo al morabito del Chej Sidi Aali n’Ifni, y sobre la loma de Punta Mercedes, el antiguo cuartel del Grupo de Tiradores de Ifni.
Playa de Sidi Ifni en la actualidad (octubre de 2013). La barandilla que aparece en primer plano, y que da nombre al lugar, fue construida por España en la década de los cuarenta del pasado siglo, momento en el que se asentaron las bases del desarrollo urbanístico de la ciudad, capital primero del África Occidental Española y después de la provincia de Ifni. Al final de la playa puede apreciarse el cementerio musulmán, anexo al morabito del Chej Sidi Aali n’Ifni, y sobre la loma de Punta Mercedes, el antiguo cuartel del Grupo de Tiradores de Ifni.

Desfiladero de Despeñaperros.
Atardecer del 9 de diciembre de 1957.  

Un tren entra cansinamente en Andalucía. A bordo otra mujer acuna en brazos a su niño más pequeño, con únicamente cuatro meses de edad. El calor de la madre hace un rato que había aplacado su llanto y el bebé se duerme. Los otros dos están tranquilos, sentados enfrente y apretujados el uno contra el otro. Ella entonces, solo entonces, cierra también sus ojos. Está horrorosamente cansada. Lleva dos días viajando, primero en vuelo desde Sidi Ifni hasta Madrid, en un avión de carga sin escalas, después el desconcierto en Madrid, la pensión de mal dormir a última hora y a otro día el tren. Todo sin parar y a cuestas con los tres chiquillos, más sola que la una. Y con su marido constantemente en la cabeza.

La mujer se llama Gloria y no ve el momento de llegar a la estación de Baeza, de abrazar a su hermano y dejarse coger los bultos. Ya queda poco para pisar la cancela de su casa en Jódar, se dice a si misma.

Atrás quedaba Sidi Ifni, como una pesadilla inacabada. Nunca había tenido tanta certeza de no querer regresar jamás a un lugar. Atrás quedaba la angustia más grande que hubiera sentido nunca. Pero ella sabe que aún está firmemente atada a aquel territorio, que la pesadilla continúa. Allí ha dejado a su marido, militar en una guerra, y al menos mientras él siga allí, seguirán resonando en su cabeza los disparos, las detonaciones de los morteros y el ruido de los aviones. Ella lo sabe, y lo admite, pero eso no impide que un nuevo escalofrío recorra su médula, de arriba abajo como un latigazo, y que sienta ganas de llorar. En estos últimos días ella ha aprendido a tragarse sus lágrimas; aprieta los párpados y aguanta, escondida de sus niños en el asiento de enfrente.

Edificio de la Delegación de Hacienda, en la antigua Plaza de España, hoy de Hassan II. Estado actual (octubre de 2013).
Edificio de la Delegación de Hacienda, en la antigua Plaza de España, hoy de Hassan II. Estado actual (octubre de 2013).

El caso es que no había hecho más que pisar Ifni. Fue un mes antes del ataque y nada más llegar allí ya se dio cuenta de que aquello no era precisamente un lugar donde pasear niños al sol y conversar distendidamente con las esposas de otros oficiales. No, desde luego. La policía y los paracaidistas patrullaban las calles en grupos de tres hombres. Las azoteas de muchas casas sostenían también policías armados con fusiles y en las de los edificios principales había ametralladoras atendidas por varios soldados. Además, la única casa que le pudieron encontrar estaba en el barrio moro, rodeada de cientos de casas moras. Y le pusieron una sirvienta indígena, que le daba más miedo que ayuda. La casa estaba cerca del polvorín de la ciudad, en cuya protección servía su marido, teniente en el pequeño Grupo de Artillería con plaza en Sidi Ifni(8). Él le decía siempre que había muchos musulmanes leales a España, que no se preocupara, que la mayoría de la gente en Sidi Ifni quería a España y vivía de ella. Sería así, pero cuando estalló finalmente la guerra, un soldado europeo de la sección del teniente Alarcón venía todas las tardes a casa y allí quedaba hasta el día siguiente, armado, velando el sueño de la familia. El sueño de los niños más bien, porque el suyo lo perdió la primera noche, con los disparos iniciales junto al polvorín. Luego a ella le dieron unas nociones acerca del funcionamiento de las bombas de mano y le dejaron dos en casa, por si había necesidad de utilizarlas. A Gloria le dejaron las granadas y le quitaron el sueño.

Pero allí estaba la paisana Filo. Ella llevaba años viviendo en el centro de la ciudad. En un edificio con guarnición y junto al Palacio del General. Un día le ofreció venirse a su casa y desde entonces hasta su marcha de Ifni, Gloria y sus hijos pasaron las noches allí, junto a la otra mujer y los otros niños de Jódar. No fue mucho, una semana, hasta que por fin se le encontró hueco en un avión y Gloria pudo dejar atrás lo que nunca debió haber comenzado.  

El coronel Capaz había tomado posesión efectiva de aquellas tierras en 1934, durante la segunda república española(9). Un pequeño territorio, de una superficie similar a la de la vecina isla de Fuerteventura, que fue cedido por el Sultán de Marruecos en virtud de derechos más o menos históricos, pero en cualquier caso reconocidos en 1860 por el tratado de Tetuán, el cual a su vez había puesto fin a una anterior guerra de España en África(10).

Capaz llegó a Ifni tan solo veintitrés años antes que la mujer del tren, pero eso a ella no le importa, y menos en estos momentos. Está agotada, triste, y entre sus cerrados párpados se acaba escapando una lágrima. Sin abrirlos, inclina la cabeza y se arquea lo necesario para poder enjugarla con el hombro izquierdo, sin separar sus manos del bebé que guardan. Solo entonces abre los ojos y observa a los dos mayorcitos, también durmiendo. Los cierra de nuevo y ve a su marido, con uniforme de campaña, serio, sudoroso, armado… Aquel joven oficial que pronto, muy pronto, caería herido en la línea de fuego de su batería(8).

Océano Atlántico, frente a las costas de Essaouira.
29 de junio de 1958.

El mercante arrumba al noreste cargado de soldados veteranos de guerra, soldados que llegaron muchachos a un territorio que no sabían ni que existía, integrando los batallones expedicionarios que fueron enviados desde la Península tras el estallido de las hostilidades. Y entre ellos el soldado Alejo, que hasta su llegada a Cádiz nunca había visto el mar y que ya lleva dos grandes travesías bordeando la costa marroquí, la primera de ida, hace siete meses, y ahora ésta, infinitamente más agradable. De hecho no entiende como no se marea, como no se marea casi nadie. Será porque están todos felices, que se saben de regreso, con la licencia en la mano. Pero no hay en ellos lugar para la euforia, nunca hay lugar para la euforia entre los combatientes que regresan de una guerra. De hecho, pasadas las primeras horas del viaje, ya están casi todos encajados como pueden en cubierta, relajados, los más en silencio, como tomando conciencia de los meses anteriores, de todo aquello en lo que la tensión no les dejó pensar.

Y es que han sido muchas noches. Demasiado paqueo. Desde primeras, su sargento les tenía dicho que ojo, que el moro se esconde y tira una sola vez, que aplicado al terreno se muda de sitio y, si le es dada la oportunidad, tira de nuevo. Dar viso en la posición podía ser fatal para un soldado en cualquier momento.

Y el pico, y la pala, venga a abrir trincheras y pozos de tirador. Y de cuando en cuando los morteros… Aunque a Alejo se le escapa una sonrisa, pensando que no sabe qué es peor, si el mortero o las legiones de pulgas que pueblan las posiciones. 

Pero le dura poco la sonrisa. Porque Alejo ha visto la muerte de cerca. Y le regresa. Esa muerte joven, que es la más cruel. Lo peor fue aquello de finales de enero, lo que llamaron la operación Diana, cuando tuvieron que cubrir el avance de los paracaidistas, la Legión y los del Soria(11)

Alejo no envidia a los del Soria. Han caído a borbotones. En Ifni todo el mundo habla del alférez Rojas, que a más señas es paisano, de Úbeda. Él no volverá a ver los olivares. Pero no ha sido él solo, en la misma acción, cuando les emboscaron en el Tifguit, fueron quince las bajas solo en el Batallón expedicionario del Regimiento Soria(5).

A partir de marzo la cosa vino a menos. El fuego, que se dice Alejo. Pero seguían las pulgas y siempre, siempre en las posiciones, la incertidumbre del paco. Así hasta bajar de las defensas, hasta el mismo día del embarque. 

Dicen que han ganado la guerra. El joven soldado de Jódar no entiende de guerras, que de lo que él sabe es del tiempo de la sementera, que según el grano, y de cómo varear un olivo sin estropearlo. En guerras ni siquiera entiende de ésta, que ha sido la suya. Pero hay algo que no le cuadra. Si se ha ganado la guerra, ¿cómo es que se ha perdido la mayor parte del territorio? Dicen que en el Sáhara se ha barrido el desierto, que no queda un rebelde sobre la arena. Ya, será así, ¿pero en Ifni también?... 

Algunas calles de Sidi Ifni aún conservan las placas con sus nombres españoles. (Octubre de 2013).
Algunas calles de Sidi Ifni aún conservan las placas con sus nombres españoles. (Octubre de 2013).

El vecino le da un codazo. Es un soldado de Córdoba capital. Su amigo “Córdoba”; ambos han permanecido juntos toda la campaña en Ifni.

- Eh, ¿en qué piensas?... Que se te pone cara de tonto.

- No, pensaba en lo que dejamos atrás.

- Bien está ahí, déjalo. Para nosotros se ha terminado.

- Ea.

- ¿Hace un pitillo?

- Trae.

Y la brisa del mar empuja una densa bocanada de humo blanco, que se diluye rápido en cubierta, sobre las cabezas de los soldados, tal que una guerra que pareciera nunca haber existido.

Teniente Graciano Yanes Arocha 

Nacido el 18 de abril de 1918 en Icod (Tenerife), el teniente Yanes estuvo casado con Filomena Puga de Juan, natural de Jódar, y mantuvo durante toda su vida una estrecha relación con este pueblo, de manera especial durante su jubilación.

Militar profesional del Arma de Infantería, llegó destinado a África en abril de 1948(6). Primero al protectorado español, en el norte de Marruecos, sirviendo como oficial en los Grupos de Regulares Xauen nº5 y Larache nº 4, y residiendo con su familia en las ciudades de Xauen y Alcazalquivir. 

A Ifni llega en 1951, como teniente del recién creado Batallón de Infantería Sta. Cruz de Ifni nº 28, batallón que posteriormente se integraría en el Grupo de Tiradores de Ifni, como IV Tabor(11)

En septiembre de 1952 pasa a la Policía Indígena de Ifni, quedando al mando de la Sección de Seguridad de este Grupo, donde permanece hasta su destino en los puestos del interior en 1956 coincidiendo con la independencia de Marruecos. Primero a Id Aissa, en la frontera este, y después en Tiugsa-Tagrara, ocupando su mando hasta el 12 de abril de 1957, cuando hace entrega del mismo a un nuevo capitán. Unos meses después este puesto quedaría sitiado durante dos semanas, en lo que fue uno de los más largos asedios de la guerra. Trasladado de nuevo a la capital, se encuentra en ella al inicio de la guerra y durante ésta se le asigna, conjuntamente con otro teniente, la defensa interior de uno de los tres sectores en los que fue dividida la ciudad de Sidi Ifni.

Desde su creación, el Grupo de Policía de Ifni había estado integrado exclusivamente por tropa profesional, en su mayoría indígena, hasta 1957 cuando recibe por primera vez soldados de reemplazo(14). El Grupo de Policía sufrió durante la contienda 11 muertos, 16 heridos y 46 desaparecidos(5). La mayoría de desaparecidos corresponden a deserciones de tropa indígena, pero también a europeos y musulmanes que fueron hechos prisioneros en diversos puestos del interior y no liberados hasta 1959, en Rabat. Acabada la guerra, en agosto de 1958, el teniente Yanes es ascendido a capitán y abandona África junto a su familia, con destino a Madrid, donde a partir de entonces desarrollaría el resto de su carrera profesional.

El teniente Yanes, un suboficial y un grupo de tropa europea e indígena de la Policía de Ifni, en diciembre de 1957, en el momento de partir a una acción de guerra que quedaría consignada en su Hoja de Servicios (6). A pesar de constituir un circunstancial grupo de élite creado para aquella operación, la imagen resulta ilustrativa de la penuria de medios materiales disponibles por el Ejército Español durante la contienda de Ifni.
El teniente Yanes, un suboficial y un grupo de tropa europea e indígena de la Policía de Ifni, en diciembre de 1957, en el momento de partir a una acción de guerra que quedaría consignada en su Hoja de Servicios(6). A pesar de constituir un circunstancial grupo de élite creado para aquella operación, la imagen resulta ilustrativa de la penuria de medios materiales disponibles por el Ejército Español durante la contienda de Ifni.

Teniente Aurelio Alarcón Cortés

Miembro de una familia estrechamente vinculada a Jódar y Oficial del Arma de Artillería (5ª promoción de la Academia General Militar de Zaragoza), Aurelio Alarcón Cortés había nacido circunstancialmente en Granada el primero de mayo de 1925. Tras varios años como teniente en Córdoba, solicita su incorporación con el mismo empleo al territorio de Ifni, donde llega en mayo de 1957 incorporándose al Grupo de Artilleria a Lomo(8), la única unidad de artillería existente por entonces en tal plaza(16). Al poco se incorpora su mujer, Gloria López Serrano, natural de Jódar, acompañada de sus tres primeros hijos.

El teniente Aurelio Alarcón.Durante sus primeros meses en Ifni presta servicio en la primera batería de esta unidad, hasta el 13 de noviembre de 1957, fecha en que se hace cargo del depósito de municiones. Diez días después este polvorín sería objeto de asalto por el Yeicht Taharir. De aquella circunstancia refiere la Hoja de Servicios del teniente Alarcón(8): “La madrugada del 23 de noviembre es atacado el Polvorín del Grupo por una partida de rebeldes, rechazando a estos y teniendo una baja en el personal de sus órdenes”. Aquella baja fue la del primer español muerto en combate en la guerra de Ifni, el soldado de reemplazo José Rico Castelao. Pocos días después, la custodia del polvorín queda en manos de otra fuerza y el teniente Alarcón regresa a su primera batería en el Grupo de Artilleria.

El 19 de diciembre de 1957, mientras se encontraba en la posición Cota 496 haciendo fuego de hostigamiento con su batería contra el llamado Ejército de Liberación, resulta accidentalmente herido y es evacuado al Hospital de Sidi Ifni. Posteriormente sería trasladado al Hospital de Santa Cruz de Tenerife, de donde regresa el 12 de febrero de 1958, incorporándose a la posición de Dar-Lassan, donde se encontraba su unidad. Posteriormente y durante el resto de su tiempo de permanencia en Ifni, se desplaza con la batería ocupando distintas posiciones a criterio del mando de operaciones.

El pequeño Grupo de Artillería que existía en Ifni antes del inicio de la contienda sufrió en el desarrollo de las operaciones un muerto y seis heridos (5), entre ellos precisamente el teniente Alarcón. A mediados de mayo de 1958, el teniente Alarcón abandona finalmente Ifni con destino a un Regimiento de Artillería en Madrid. 

Arriba: El teniente Aurelio Alarcón, en Ifni. Abajo: Momento del disparo de una pieza, en fuego sobre el cruce de Biugsta; a la izquierda de la imagen el teniente Alarcón, al mando de la batería. Febrero de 1958.
Arriba: El teniente Aurelio Alarcón, en Ifni.
Abajo: Momento del disparo de una pieza, en fuego sobre el cruce de Biugsta; a la izquierda de la imagen el teniente Alarcón, al mando de la batería. Febrero de 1958.

Soldado Alejo Godoy Serrano

El soldado Alejo Godoy había nacido en Jódar el 5 de agosto de 1935. Desde muy joven y a lo largo de toda la vida hizo su oficio de las tareas del campo, pero como cualquier mozo de la época entró en caja de reclutas cuando le llegó la edad. En el sorteo resultó asignado al Regimiento de Infantería Cádiz nº 41, con plaza en esta ciudad, a la que se incorpora el 25 de marzo de 1957, jurando bandera dos meses después y quedando en los servicios propios de la guarnición(12).

Ahora bien, los hechos de Ifni provocaron el quiebro radical de un servicio militar que el joven soldado podía prever tranquilo. Ante la gravedad de la situación en Ifni y su escasa guarnición, muy inferior en efectivos al enemigo que asediaba los puestos del interior y la ciudad de Sidi Ifni, el alto mando decide reforzar la plaza mediante el envío de varios batallones desde la Península. Probablemente por su presencia en plaza de embarque, el primero de ellos fue el Batallón Expedicionario del Regimiento de Cádiz, que parte en el crucero Canarias el 27 de noviembre de 1957(1). En aquel gran buque de la armada viajaba el joven soldado Alejo Godoy, quien llega a Ifni con su batallón el día 29. El crucero quedaría entre las Islas Canarias y el teatro de operaciones durante toda la contienda, y sus cañones serían empleados para batir posiciones del Yeicht Taharir en la línea de costa de Ifni. También en la incruenta demostración de fuerza frente a la ciudad marroquí de Agadir, el 7 de diciembre, una acción que, en opinión de distintos historiadores(2,5,15) resultó relevante para disminuir la intensidad y duración del conflicto. 

Pero todo eso fue después de dejar a Alejo y sus compañeros en la playa de Sidi-Ifni. Ellos pasan la primera noche en tiendas de campaña instaladas junto al campo de aviación y al día siguiente, 30 de noviembre, parten hacia el campo de batalla, con objeto de relevar al Tabor de Tiradores que combate en la vertiente este del monte Bu-Lalam(4).

A lo largo de la campaña, el soldado Godoy tomó parte como fusilero con su Batallón en las operaciones que se desarrollaron en el territorio, ocupando fundamentalmente posiciones en la defensa del sector sur. Durante la guerra, el conjunto de los batallones expedicionarios tuvieron que lamentar un total de 36 muertos, además de un centenar de heridos(5)

A finales de junio de 1958 la guerra había acabado. El siguiente reemplazo estaba en Ifni y para el soldado Godoy se acercaba el final del servicio militar obligatorio. Unos días después, ya licenciado, Alejo llegaba a su localidad natal. Por las mismas fechas fueron regresando también a Jódar los demás miembros de su quinta. Pero tan solo él volvía de una guerra. Tan solo él regresaba con el valor acreditado; algo que, por otro lado, nadie se preocupó de consignar así en su Cartilla Militar. 

Desde entonces, Alejo ha sido y es el último soldado de Jódar en las guerras de la larga Historia de España… 

El soldado Alejo Godoy, junto a otros compañeros, durante un descanso en las posiciones de defensa de Sidi Ifni.Los batallones expedicionarios acudieron en auxilio de la guarnición de Ifni, viajando alojados en la cubierta de buques de guerra y mercantes.
Izqda: El soldado Alejo Godoy, junto a otros compañeros, durante un descanso en las posiciones de defensa de Sidi Ifni;
Dcha:
Los batallones expedicionarios acudieron en auxilio de la guarnición de Ifni, viajando alojados en la cubierta de buques de guerra y mercantes(11).

Referencias citadas

(1) Santamaría, R. 1984. Ifni-Sáhara: la guerra ignorada. Dyrsa. Madrid. 372 pp.

(2) Alonso, J.E. 2010. Sáhara-Ifni. ¿Encrucijada o abandono? Tomo I: 1956-1963. Mira editores. Madrid. 584 pp.

(3) Canales, C. y del Rey, M. 2010. Breve historia de la guerra de Ifni-Sahara. Ed. Nowtilus. Madrid. 286 pp.

(4) Jorques, M. 2011. Historias secretas de Ifni. Hablan los soldados. Autoedición, Gráficas Flora. Córdoba. 566 pp.

(5) Casas de la Vega, Rafael. 2008. La última guerra de África (Campaña de Ifni-Sáhara). Ministerio de Defensa. Madrid. 624 pp.

(6) Ejército de Tierra. 1983. Arma de Infantería. Hoja de Servicios de D. Graciano Yanes Arocha. Madrid. 70 pp.

(7) Vidal, L. 2006. Ifni, 1957-1958. La prensa y la guerra que nunca existió. Almena. Madrid. 366 pp.

(8) Ejército de Tierra. 1991. Arma de Artillería. Hoja de Servicios de D. Aurelio Alarcón Cortés. Madrid. 94 pp.

(9) Chaves, M. 2012. Ifni. La última aventura colonial española. Almuzara. Córdoba. 152 pp.

(10) Acaso, S. 2007. Una guerra olvidada: Marruecos 1859-1860. Inédita Edic. Barcelona. 300 pp.

(11) Bataller, V. 2012. Tiradores de Ifni: De la rebelión a la posguerra (1956-1969). Ed. Almena. Madrid. 296 pp.

(12) Ejército Español. 1958. Cartilla Militar de Tropa de D. Alejo Godoy Serrano. Madrid. 30 pp.

(13) Fuentes, J.D. 2008. Sobre mi estancia en Ifni… Poemas y otros recuerdos. Autoedición. C/A Gráfica. Valladolid. 372 pp.

(14) Contijoch, J.M. 2000. Sidi Ifni’57. Impresiones de un movilizado. Ed. Cossetània. Valls. 260 pp.

(15) Pastrana, J. 2013. La guerra de Ifni-Sáhara y la lucha por el poder en Marruecos. Tesis doctoral inéd. Universidad Pompeu Fabra. Barcelona. 604 pp.

(16) Segura, G. 2006. Ifni. La guerra que silenció Franco. E. Martínez Roca. Madrid. 372 pp.

Agradecimientos

A todas las personas que han facilitado sus testimonios, imágenes y/o documentos. Sin su colaboración, entender aquella época y redactar estas líneas no hubiese sido posible.

José Alberto Alarcón López, Juan Ayestarán Imaz, Josep Mª Contijoch Casanovas, Emilio Cuevas Puente, Eliecer Díez Temiño, Pablo Fraile Chico, José Daniel Fuentes Macho, Francisco García Vilchez, Xosé María Gómez Vilabella, Antonio Herrero Andreu, Fernando Hoyos Moreno, Lola Jiménez Godoy, Manuel Jorques Ortiz, José Jurado García, Gloria López Serrano, Loli Mayenco Chicote, Jesús Núñez Calvo, Antonio Pérez Pérez, José Sabater Fernández, Mª Teresa Suárez Lorenzo, Rosendo, Mª Carmen y Mª José Yanes Puga. 

 

 

 

 

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