Sesenta Años después: Muere Adolfo Cano Ruiz
Colaboraciones - Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Manuel Jorques Ortiz   
lunes, 27 de noviembre de 2017

Sesenta Años después: Muere Adolfo Cano Ruiz, excombatiente de la Guerra de Ifni y primer presidente de la Asociación de Veteranos de Ifni del Levante Español (AVILE)

Sesenta años son los que, exactamente, han transcurridos desde que el 23 de Noviembre de 1957 Marruecos atacó alevosamente nuestras colonias en Ifni-Sahara, aquellos territorios que se denominaron el África Occidental Española (A.O.E.), dando lugar a la conocida como “Guerra Ignorada” que marcaría para siempre a los soldados de reemplazo obligatorio que sobrevivieron a la contienda en la que hubo muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos jamás encontrados.

Ayer domingo 26 de Noviembre de 2017 se nos fue, para siempre, uno de aquellos soldados, el Tirador de Ifni ADOLFO CANO RUIZ que arrastró toda su vida la secuela sicológica de haber matado a un “enemigo” al lanzar un par de bombas dentro de la cueva donde se escondía y desde la que había tiroteado a la retaguardia de la 23ª compañía (la suya) del IV Tabor que, tras liberar T’Zelata y Tilliun retrocedía sobre Sidi Ifni con los españoles sitiado. Adolfo era solo un joven de 21 años sin preparación para tan duras y repentinas circunstancias bélicas que le convirtieron en una especie de “fiera” (como él decía), hasta el punto de que al entrar en la cueva, para comprobar si el moro estaba muerto, se apoderó de un macuto conteniendo un pan que devoró glotonamente (con el tirador que le acompañaba) pues hacía dos días que no habían comido nada…

Adolfo luciendo orgulloso la medalla que le regalaron sus compañeros (Foto: archivo personal de Manuel Jorques Ortiz)
Adolfo luciendo orgulloso la medalla que le regalaron sus compañeros.
(Foto: archivo personal de Manuel Jorques Ortiz)

Ayer domingo 26 de Noviembre de 2017 se nos fue, para siempre, uno de aquellos soldados, el Tirador de Ifni ADOLFO CANO RUIZ que arrastró toda su vida la secuela sicológica de haber matado a un “enemigo” al lanzar un par de bombas dentro de la cueva donde se escondía y desde la que había tiroteado a la retaguardia de la 23ª compañía (la suya) del IV Tabor que, tras liberar T’Zelata y Tilliun retrocedía sobre Sidi Ifni con los españoles sitiado. Adolfo era solo un joven de 21 años sin preparación para tan duras y repentinas circunstancias bélicas que le convirtieron en una especie de “fiera” (como él decía), hasta el punto de que al entrar en la cueva, para comprobar si el moro estaba muerto, se apoderó de un macuto conteniendo un pan que devoró glotonamente (con el tirador que le acompañaba) pues hacía dos días que no habían comido nada…

El estrés, los recuerdos, la mala alimentación y no se sabe muy buen qué más lo sumieron, después de ser licenciado en Junio de 1958, en una extraña enfermedad que acabó con toda su dentadura (la llevaba postiza desde los 25 años de edad) y se fue de una España (del Gobierno de entonces) que no reconoció sus sufrimientos, que no tuvo “una sola palabra amable” para los veteranos de guerra, marchando al “exilio laboral” (como tantos otros) a Francia, país en el que durante largos años desarrolló su oficio de maestro relojero. Regresó a España pero no a su Valencia natal sino, por motivos familiares, a Alicante, en donde el pueblo de El Campello le acogió con su esposa e hijas y en el que montó su taller de relojería; trabajó hasta que la salud le obligó a jubilarse de autónomo y con la pensión que recibía de Francia y la de aquí fue (expresión muy suya) “tirando para adelante”.

Adolfo siempre mantuvo con nosotros, sus amigos, que por “terapia de salud mental” había olvidado todo lo relativo a su mili y a la guerra; los recuerdos le vinieron de golpe a la cabeza cuando, como reunión previa a la constitución legal de AVILE, se hizo una comida en “su pueblo” (El Campello) a la que acudieron más de sesenta compañeros. Desde ese momento fue desgranando sus vivencias en numerosos escritos, publicó un par de libros y se convirtió en uno de los mayores conocedores del tema de Ifni, tanto en su vertiente histórica, geográfica o política, como en la meramente militar-bélica y, muy especialmente, en su reivindicación de los soldados muertos y abandonados para festín de los chacales que siempre figuraron como “desaparecidos” en las listas oficiales.

Fue el primer presidente de AVILE por indiscutibles méritos propios y la primera providencia que llevó a cabo la Junta Directiva fue comprarle la medalla (física) de la Campaña Ifni-Sahara (solo la tenía en “papel”) e imponérsela en un acto íntimo, supliendo la dejación (por no decir el desprecio) del Gobierno que se la otorgó.

Como hemos dicho al inicio de estas líneas, se nos ha ido para siempre el amigo, el compañero, el ameno e inquieto conversador con el que tantas horas hemos compartido… Pese a sus tibiezas religiosas (que no tenía rubor en confesar) como hombre de bien, como buena persona, seguro que estará en el pelotón de los Justos y, dentro de él, entre los que han sufrido por defender a esa madre patria (madrastra en su caso) con las armas en la mano que le tienen que conferir el Honor Relevante de formar “Guardia de Honor” con sus compañeros Tiradores que le han precedido en el viaje hacia la eternidad.

El sábado 30 de Septiembre acudió Adolfo (no faltaba nunca) a la comida de hermandad de AVILE y, pese a su estado de salud, fue tan ameno, dicharachero y amigable como si no “tuviera nada”.

Adolfo (con gafas oscuras) el 30/09/2017 (Foto: archivo personal de M. Jorques)
Adolfo (con gafas oscuras) el 30/09/2017.
(Foto: archivo personal de M. Jorques)

Adiós querido amigo y compañero. Guárdanos un lugar a tu lado en el “Sitio de Privilegio” en el que seguro debes estar ya, pues méritos para ello te sobran.

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juancarlitros   |27-11-2017 15:33:54
Amigo Adolfo, eres un ejemplo de persona y no te olvidaremos.

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