Fuente: El Faro de Ceuta (25/04/2018)
De las operaciones de Ifni/Sáhara en 1957, sin lugar a duda alguna,
fue la Legión quien llevó el mayor peso contra las bandas rebeldes
De las operaciones de Ifni/Sahara en 1957 sin lugar a duda alguna,
fue la Legión quien llevó el mayor peso en todas las actuaciones contra
las bandas rebeldes. Solo mencionar el triste 13 de enero de 1958 en el
combate de Edchera, donde más de 40 legionarios entregaron sus vidas a
parte de los más de 80 heridos. Ello da fe del heroísmo y bravura de
este glorioso cuerpo, verdadero baluarte de los valores castrenses.
Imagen tomada el 12 de enero de 1958. En el
círculo el sargento único superviviente
el 13 de enero en el combate de
Edchera, el resto todos muertos.
Los legionarios llegan a la Playa de Aaiún
El
1 de julio de 1956 pisaban la playa de Sidi Aotman (Aaiún) los
componentes de la recién creada XIII Bandera de la Legión, la cual se
formó en base a una compañía de la II, IV, VI y IX Bandera de los
Tercios “Gran Capitán”, “Duque de Alba” y “Don Juan de Austria”. Con una
compañía de cada una de sus banderas se hizo el Guion de Mando, el cual
estaba formado sobre fondo verde, con las cadenas de Navarra y sobre el
mismo las cadenas de Navarra y el bastón de mando en recuerdo del
General Emilio Mola Vidal, siendo su primer jefe el entonces comandante
Martin Guirao.
Una
vez que la XIII Bandera se aposentó en El Aaiún se puede afirmar que
pronto tuvo su primer bautismo de fuego. El 8 de diciembre de 1957 una
banda del Ejército de Liberación Marroquí atacaba el coche correo que se
dirigía a Villa Bens. Días más tarde, el 25 de noviembre una sección de
dicha bandera destacada en la Playa del Aaiún es atacada por otro grupo
rebelde, combate que duró hasta el día siguiente, resultando herido el
teniente José María Alonso Magariños, el cabo 1º Eduardo Jiménez Huertas
y los legionarios Alfredo Guirado y Manuel Suarez Bejarano.
De
nuevo el 30 de noviembre de 1957 la 3º compañía, que protegía un convoy
hacia la Playa del Aaiún, sufre un ataque de las bandas rebeldes,
siendo rechazado enérgicamente por los legionarios, que hicieron huir al
enemigo en auténtica desbandada, aunque pagaron un caro tributo,
muertos: German García Taboada y herido el capitán Venerando Pérez
Guerra, el cual fallecería días después en el Hospital Militar de Las
Palmas de Gran Canaria, y heridos el teniente Manuel Huertas Suarez de
Vega y los legionarios Manuel García Alcázar (muy grave), un cabo 1º y
cinco legionarios heridos de consideración.
Es justo citar a
un célebre escritor que narra las virtudes del soldado y en este caso a
las que adornan a la Legión: “Es pues una verdad que la grandeza del
alma debe ser compañera inseparable del soldado y seguirle en toda su
carrera, lo mismo en la paz que en la guerra, lo mismo con sus amigos
que con sus enemigos, bajo los techos suntuosos, como bajo las lonas de
los campamentos, en el palacio como en los cuerpos de guardia. Es
indudable que sin esta virtud no hay grande acción posible y que con
ella, cualquiera que sea la fortuna, jamás será un ente vulgar”. (Max
Caccia).
Un auténtico espejo que refleja las virtudes que
adornan a este glorioso cuerpo avalado por esa laureada hoja de
servicios a la Patria.
Sagrado juramento de no abandonar nunca a un compañero
Este
subtitulo es uno de los artículos del Credo Legionario y es el de no
abandonar jamás a un compañero si fuese preciso hasta perecer todos y en
sus hojas de servicio a lo largo de esos noventa y ocho años de
brillantes años al servicio de la Patria lo tiene rubricado con letras
de oro ese brillante historial.
El fallecido teniente
general Ricardo Rivas Nadal el 13 de enero de 1958 era el
comandante-jefe de la XIII Bandera, el cual tenía el valor acreditado en
la Guerra de España y en las estepas rusas en la División Azul, y a
propósito de este gran soldado se han escrito auténticas falsedades de
esa tribu de ignorantes y sobre todo indocumentados que ni saben lo que
hablan y por supuesto menos lo que escriben, incluso de que en el
combate de Edchera poco más o menos que el responsable de lo que allí
sucedió fue el entonces comandante Rivas Nadal.
Para los
que lo ignoran, el comandante Ricardo Rivas Nadal sabía muy bien lo que
era la guerra, lo había padecido en España y en las filas de la División
Azul. Por ello, no le era desconocido lo que iba a ser el combate de
Edchera. Además a Edchera no fue por puro capricho, se limitó a lo que
la Orden de Operaciones (PM-4) del Estado Mayor de la Capitanía General
de Canarias le entregó el coronel Manuel Mulero Clemente, Subgobernador
del Sahara. Dicha orden era complementaria a la del Estado Mayor Central
del Ejército, orden que había que cumplir.
Testigo
principal de lo que sucedió el fatídico 13 de enero de 1958 lo avala mi
buen amigo y compañero en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, el
entonces Cabo 1º (hoy comandante) Francisco Parra Vidal, al mando de un
Jeep-emisora de radio a las ordenes directa del entonces comandante
Ricardo Rivas Nadal, el cual fue testigo directo y principal de lo que
aconteció dicho 13 de enero de 1958, el hoy comandante de ingenieros
Francisco Parra Vidal, así recuerda lo vivido a las órdenes del
comandante-jefe de la XIII Bandera Ricardo Rivas Nadal: “Recuerdo que
bajo las órdenes del comandante Rivas Nadal, en un momento del combate
al comunicarle las novedades que se desarrollaban en el combate, desde
El Aaiún a través de la radio el comandante militar de El Aaiún le
ordena al comandante Rivas Nadal que se retire con su fuerza, la
respuesta del Comandante Rivas Nadal fue esta, ¡No abandonaré a ninguno
de mis legionarios, hasta perecer todos!”. La lectura de este texto es
más que elocuente y demuestra la realidad de los hechos.
Poco
más tarde aparecían los aviones “Heinkel” del Ejército del Aire y
ametrallaban las posiciones del enemigo, con el triste balance de 40
muertos y medio centenar de heridos.
Quien glosa la grandeza
del entonces comandante Ricardo Rivas Nadal es un legionario que
combatió en Edchera, buen amigo mío y recientemente fallecido: “Este
gran soldado, excelente compañero y grande entre los grandes Ricardo
Rivas Nadal. Si los valientes van al cielo, seguro que este gran jefe y
querido amigo esté allí”. (Victoriano Blanco Rodríguez, teniente
legionario).
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