Fuente: El Faro de Ceuta
Sobre la Guerra de Ifni se han escrito cientos de artículos, libros, y
otros, la mayor parte basados en opiniones, y muchas veces mezclando la
política, y otras vertiendo el rencor y la falsedad con el anterior
régimen, pero este no es el caso del protagonista de este artículo, José
María Contijoch Casanovas, que en su libro narra con estilo sencillo y
sin apasionamientos, lo que él vivió desde 1957 hasta 1958.
Cierto
es que Contijoch no participó directamente en los combates, ya que su
destino era en el Estado Mayor del Gobierno General, pero aun así, tuvo
que tragarse algunas lágrimas al ver perder a compañeros suyos, algunos
con los cuales le unía más que amistad, lazos de confraternidad, como
fue el caso de su gran amigo el cabo Eugenio Fraile García, fallecido en
la emboscada a la sección del alférez Rojas Navarrete. Aún hoy,
Contijoch recuerda cuando iba a salir con la comuna conduciendo un
camión. Contijoch le dijo: “no te preocupes que yo te guardo la cena”.
Eugenio Fraile con la premonición le contestó: “no creo que la pueda
comer”. Y así fue, ya que murió heroicamente en dicha emboscada.
Un grupo de policías de Ifni con hijos de
militares. Un círculo señala a la nieta del general Zamalloa, María Paz
Gómez-Zamalloa, y a la derecha un soldado musulmán.
Un buen catalán y español
Jose María Contijoch es catalán de pure cepa. Nació en Montblanc
(Tarragona), donde también vive un compañero suyo que sirvió en Ifni,
Ramón Roselló Sabaté. Comprendo perfectamente a los catalanes, además
que tengo lazos familiares, tíos y primos nacidos en La Cenia
(Tarragona).
Los admiro porque son trabajadores, serios y constantes en las más
difíciles empresas que nada tienen que ver con los grupúsculos que
reniegan de ser españoles, ignorando que catalanes fueron grandes
figuras en la historia de España, como Apeles Mestres, Luis Millet,
Eugenio d'Ors o Pi y Margall, entre otros muchos.
José María Contijoch Casanovas de uniforme del Grupo de Policía de Ifni. (Coloreada por El Rincón de Sidi Ifni)
En el
campo de la milicia, ahí están el general Prim o el Timbaler del Bruc
(Tambor del Bruch) que desde lo alto de una montaña, redoblando con brío
su tambor puso en fuga a miles de franceses que invadían Cataluña. Hay
muchos más, como el general López de Sepúlveda, el general Jaime Farré
Albiñana, héroe en las estepas rusas en la División Azul condecorado con
la Medalla Militar Individual, y al cual conocí personalmente en Lérida
siendo teniente coronel, el coronel Trino de Fontcuberta y Roger o el
héroe cabo 1º Ignacio Boix Figueras de la Escuela Militar de Montaña que
en el Pirineo salvó a varios excursionistas, perdiendo su vida en
beneficio de los demás.
Desgraciadamente, libros como el de
Contijoch donde narra sus memorias como lo que el vio y vivió, apenas
suelen tener publicidad como tan acertadamente escribió una vez un
periodista: “los temas militares apenas son conocidos porque no cotizan
en bolsa”.
200 páginas de alegría, tristeza, dolor y lágrimas
En
el libro de Contijoch "Memorias de un movilizado", este narra su historia
como soldado del Grupo de Policía en Ifni, aunque al tener tres años de
Derecho fue destinado al Estado Mayor del Gobierno General como
mecanógrafo. Esto le dio la gran ventaja de que no le contaron lo que
allí sucedió, al contrario, él lo presenció en primera persona. Hubo
momentos de alegría, otros de tristeza y otros en los que algunas
lágrimas le cayeron por sus mejillas, como cuando tenía que redactar
algunos telegramas a la Guardia Civil para que les comunicasen a los
padres que su hijo era uno de esos 184 soldados muertos en combate.
También
sufrió dolor, como cuando enterraron a los paracaidistas que murieron
al estrellarse el avión Junkers donde volaban junto con el teniente
Cañadas. Cuenta Contijoch que en el entierro le tocó llevar junto con
otros compañeros un féretro, cuando en un momento dado se percató de que
en la hombrera tenía unas manchas de sangre del fallecido. Lejos de
incomodarse, él recuerda que guardó la hombrera con las manchas de
sangre con mucho cariño, ya que era la sangre de un caído por la Patria.
Como
consecuencia de dicho accidente, en el Hospital Militar quedó el
féretro del teniente Cañadas al que había que darle guardia de honor.
Inmediatamente Contijoch se presentó ante sus superiores y pidió que él
quería darle guardia de honor con otros compañeros. Contijoch afirma que
él estaba donde tenía que estar y hacer lo que tenía que hacer. Hombres
como él, con su conducta y buen hacer engrandecen tanto a su Patria
chica como a la grande que es España.
Portada del libro de José María Contijoch.
A los largo de esas más de 200 páginas se puede comprobar que lo
escribe sin resentimiento, con un estilo sencillo y algunas veces ameno,
como cuenta como cierta vez se encontraba en el autobús que hacía el
recorrido Sidi Ifni, Casablanca y Tetuán, y en cuyo lateral se podía
leer esa ruta y ‘y viceversa’, y se encontró con un anciano moro que iba
con un pequeño, que sería su nieto, y el chaval por curiosidad le
preguntó al abuelo que significaba ‘viceversa’; el anciano moro durante
varios minutos se quedó en silencio pensando cómo podía explicárselo, y
al final le dijo: “eso dice que te va y que te viene”. Magnífica
respuesta para el pequeño nieto.
"En el libro de Contijoch Memorias de un movilizado, este narra su historia como soldado del Grupo de Policía en Ifni"
Recuerda
también Contijoch lo que presenció cierto día estando en la playa
realizando unos ejercicios de tiro al mando del teniente del Grupo de
Policía Silviano Rodríguez Afonso, natural Garachico (Tenerife) y
curtido en dos guerras en la División Azul. Estando en dicho ejercicio
uno de los soldados le dijo al teniente que en la playa tras unos
arbustos había un moro, por lo que bajó el teniente junto con un soldado
y le preguntaron, a lo cual contestó: “yo estar caliente”. De una
gambada el teniente lo levantó y apareció una pistola y varios
proyectiles, siendo llevado a la prisión.
El teniente general
Luis Alejandre Sintes en el prólogo del libro expone con claridad la
grandeza de Contijoch: “pone de manifiesto en su libro las cualidades y
los valores que los soldados españoles han portado a lo largo de la
historia”.
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