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Esta es la narración, y las fotos, que mi hijo, José Luis Jorques Puig, me hizo de su viaje a Sidi Ifni en agosto de 2008. Descubrí que iba a hacer ese viaje pocas semanas antes de emprenderlo. La culpa era mía por lo mucho que durante toda la vida le he hablado de Ifni.
El viaje
Desde mi más temprana niñez tenía en la mente las historias, las fotos
y los recuerdos que mi padre nos relataba de su servicio militar, en un
país remoto del África Occidental, llamado Ifni, lleno de moros y de
aventuras, con el que fui creciendo. Siempre mantuve en mi interior un
deseo confuso de ir algún día hasta aquél lugar, pero las
circunstancias de la vida me impidieron llevar a cabo la que siempre
estimé como la “mayor aventura” de mi existencia.
La moto debidamente equipada
En el pasado año 2.007 me compré una nueva moto (soy aficionado al
motociclismo desde siempre y he tenido varias máquinas desde que cumplí
los 16 años), y fui madurando la idea, incorporando accesorios que creí
serían necesarios si, al final, llevaba a cabo mi propósito.
En la cena, rodeado de la familia de Alfonso
Tras muchas horas en Internet buscando información
de aquel territorio, hoy perteneciente al Reino de Marruecos, tuve que
romper el secreto en el que había mantenido mis gestiones y
preparativos, y a mediados de Julio de 2.008, emprendí el ansiado viaje
¡Por fin iba a cumplir mi sueño! Al amanecer ya estaba en ruta, para
culminar la primera etapa del bien meditado viaje: Algeciras, en donde
debía, al día siguiente, embarcar en el ferri de Tánger. En ese final
de etapa iba a encontrarme con la sorpresa de que me llamaba al móvil
un íntimo amigo de mi padre (Alfonso Maruenda), compañero de “mili” en
el Grupo de Policía Indígena Ifni nº 1, que me había reservado
habitación en un hotel, me guardó la máquina en un garaje y me llevó a
cenar con toda su familia.
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