Fuente: El País
El país necesita 200.000 nuevos empleos al año para colocar a los jóvenes.
Construcción del nuevo puerto Tánger Med en Marruecos, en 2008.- JULIÁN ROJAS
En el centro de Khouribga, una ciudad situada 140 kilómetros al
este de Casablanca, hay ya esta primavera casi tantos coches con
matrículas italianas como en pleno verano. Son inmigrantes
marroquíes en paro o sometidos en Italia a expedientes
temporales de regulación de empleo que han aprovechado estas
vacaciones forzosas para visitar a sus familiares en la región
de donde emigraron. Marruecos importa así la crisis.
Marruecos pensó durante un tiempo que iba a ser inmune al trance
por el que pasa Occidente. Éste empezó por las finanzas,
pero su sistema bancario está tan escasamente imbricado en la
economía internacional que apenas ha resultado afectado. "La
caída del precio del petróleo y las abundantes lluvias
levantaron incluso los ánimos del Gobierno y de parte de la
población", señala Mehdi Lahlou, profesor de
Economía en el Instituto Nacional de Estadística de Rabat.
La producción agrícola depende de la
pluviometría, y si ésta es copiosa repercute sobre el
conjunto del PIB. Las lluvias y las reformas económicas
explican, en buena medida, la etapa de bonanza que Marruecos
atravesó desde principios de esta década. El crecimiento
medio del PIB no agrícola fue del 4,6%. Se creó empleo y
se redujo el paro urbano al 9,6%, aunque la estadística no es
del todo fiable.
Para este año, el ministro de Finanzas,
Salaheddin Mezouar, mantiene aún su previsión del 5,8% de
crecimiento, pero las estimaciones independientes, como la del
Economist Intelligence Unit, apenas la sitúan por encima del 2%.
Con un porcentaje tan bajo, Marruecos no creará los casi 200.000
empleos urbanos que necesita para colocar a los jóvenes que cada
año se incorporan al mercado de trabajo.
"La
reducción de las remesas, la caída de las exportaciones
de fosfatos, textiles y repuestos de automóviles, la
contracción del turismo, etcétera, significan que la
crisis ya nos atañe", asegura Lahlou. En los dos primeros meses
del año, las exportaciones han disminuido en un 32%.
El
desglose de esas cifras es aún más llamativo. El
año pasado se destruyeron 48.000 empleos en el sector textil
regulado, a los que hay que añadir varios miles en el informal.
En enero y febrero, las remesas, de las que viven tantas familias,
cayeron un 15%, y esta fuente de ingresos representa casi el 10% del
PIB. El peso del turismo en la economía es algo superior, y la
ocupación hotelera disminuyó un 30%. El valor de las
ventas de fosfatos, principal producto de exportación, se redujo
un 61%.
Marruecos ha sido hasta ahora el principal destino de la
inversión extranjera en el norte de África, si se
exceptúa el sector de los hidrocarburos, pero uno tras otro
muchos de los grandes proyectos se aplazan o se cancelan. Nissan ha
renunciado a su fábrica de Tánger, mientras que su socio,
Renault, duda si seguirá adelante. Maersk, el gigante
danés de los contenedores, desiste de operar en Tánger
Med II, comprometiendo así la viabilidad de la ampliación
del puerto que aspira a competir con Algeciras.
La única
noticia halagüeña en medio de esta cascada de datos
adversos ha sido el descubrimiento, a finales de marzo, por la
petrolera española Repsol de dos yacimientos de gas en aguas del
Atlántico, unos 40 kilómetros al oeste de Larache.
Para
hacer frente a la crisis, el rey Mohamed VI acudió a mediados de
febrero en Fez al lanzamiento de un primer programa de ayuda a la
industria que movilizará 1.140 millones de euros, un 1% del PIB.
El banco central rebajó además en marzo el tipo de
interés al 3,25% (la inflación fue del 3,9% en 2008).
Probablemente serán necesarias más medidas para atenuar
el impacto.
En el Marruecos de Mohamed VI ha habido
pequeñas explosiones sociales localizadas y espontáneas,
las más recientes en Ifni y Sefrou, y hay una agitación
crónica por parte de algunos colectivos, como los licenciados en
paro, que se manifiestan casi a diario. Doscientos jóvenes
desempleados tomaron incluso en febrero la sede en Rabat del Istiqlal,
el partido del primer ministro, Abas el Fassi.
Pero esta
efervescencia no guarda ninguna relación con los violentos
estallidos que salpicaron la era de Hassan II y que se saldaron, a
veces, con decenas de muertos causados por la represión
policial. La emigración de muchos jóvenes y el
crecimiento sostenido explican, en buena medida, la desaparición
de esos brotes.
"Ahora, lo que se está ya disparando es la
criminalidad", afirma Mehdi Lahlou. "El impacto de la crisis nos
golpeará con fuerza con el Ramadán [mes de ayuno
musulmán] y la vuelta al cole" a finales del verano, vaticina. "Será un momento complicado socialmente", advierte.
Será la primera gran prueba social del reinado de Mohamed VI, que en julio cumplirá una década en el trono.
Cambio de ciclo económico en el Magreb |
- Crecimiento. Marruecos creció el 6,5% en 2008, y aunque el
Gobierno mantiene sus previsiones del 5,8% para 2009, el Economist
Intelligence Unit lo reduce al 2,3%. Argelia verá reducida la
expansión de su PIB del 3% en 2008 al 2,5% en 2009.
- Paro. El 9,6 % en Marruecos. En 2008 se destruyeron casi 50.000 empleos
en el sector textil. En Argelia, es del 11,3% y afecta sobre todo a los
menores de 35, que representan el 88% de los parados.
- Remesas.
En 2008, las remesas enviadas por los marroquíes en el
extranjero, principal fuente de ingresos, se redujeron un 2,4%. En los
dos primeros meses de 2009 han caído un 15%.
- Corrupción. Marruecos se sitúa en el puesto 80º de
180 países. Argelia, en el 92º, según Transparencia
Internacional.
- Indice de desarrollo humano: Marruecos
ocupa el puesto 127º de 179 países, y Argelia, el
100º, en este medidor, que toma en cuenta la sanidad y la
educación.
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