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Aspecto parcial del comedor con A. Teruel en primer plano
Con una meticulosidad y orden que raya en lo cuartelero, la
gente va tomando asiento en las mesas rectangulares para doce
comensales. Veo en la mía a Enrique Escribano, a Antonio Teruel y a
Francesc Hurtado, como conocidos, y van tomando asiento las esposas y
otros familiares. Han contratado a un cantante de "rancheras" que
amenizara la comida. Josep Carrera, sentado en la
mesa de al lado, me comenta que cuando fue instructor en el campamento
de reclutas de la Policía en 1,960, un pobre soldado que se las daba de
"cantaor" tuvo que amenizar las comidas de sus compañeros (durante dos
semanas) por un arresto de un teniente cuyo apellido omitimos para no
enturbiar los recuerdos que hoy deben ser todos buenos y positivos.
Dulce colofón de una inolvidable reunión
La comida muy bien servida por un competente personal del
establecimiento de Cal Nastasi (se estaban dando otros banquetes de
comuniones y bodas, ya que hay salones con un aforo total de 3.000
personas), supervisado a "pie de cañón" por el propietario del local,
que pese a estar gravemente enfermo acude diariamente a supervisar el
trabajo de sus empleados, pasando mesa por mesa a preguntar sobre la
satisfacción del servicio que se nos estaba dando. Recuerda este señor
a aquellos hosteleros catalanes de los siglos XIX y XX que dignificaron
el término "servir". El más famoso sin duda fue el gran Paco Parellada,
dueño del Restaurante 7 Puertas de Barcelona, y de la "Fonda Europa" de
Granollers, cuya cocina era tan famosa que en 1.929, cuando al Rey
Alfonso XII tuvieron que darle un banquete con motivo de la Exposición
Internacional, no hubo más remedio que llevarlo a Granollers (a 30
kilómetros de Barcelona) en donde se sirvió el postre en unos platos de
oro que se hicieron expresamente para ese día, con el grabado (yo he
comido en uno de ellos varias veces) conmemorativo. La anécdota es que
pese a que todos los invitados eran de la alta sociedad, al final del
banquete faltaron seis de los platos de oro, y nadie pidió permiso para
llevárselos. El abuelo Parellada, su hijo y sus nietos, con los que
tantas veces he departido, me contaban como empezó el negocio en
Granollers, con una denominada "Fonda España", y al ampliarlo en otro
local, preguntó que había más grande que España. Le contestaron que
Europa, por ejemplo, y le puso por nombre "Fonda Europa", que
actualmente persiste. Pido perdón por la disgregación y continúo con el
relato.
Consumidos los deferentes platillos y platos, reiterados los
brindis una y otra vez, se van apagando las luces del comedor y entra
entre fuegos de artificio una plataforma móvil sobre la que se alza el
pastel de la conmemoración que celebramos.
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