Fuente: Revista Ejército nº 922 (Enero/2018)
Fuente: AVILE
Si lanzarse al vacío por la puerta de un
avión une a mandos y tropa (pues el riesgo del salto no distingue
divisas), el hacerlo con un enemigo esperándoles en tierra y con
posibilidad de ser un blanco fácil de sus disparos incrementa aún más la
confianza y unión entre los distintos empleos. El bautismo de fuego y
los saltos de guerra en Ifni marcaron un estilo y espíritu de los
paracaidistas del Ejército de Tierra que aún perdura, 60 años después.
Por orden reservada de octubre de 1953
se creó la I Bandera Paracaidista y se designó como comandante jefe a
Tomás Pallás Sierra, en ese momento al mando de la V Bandera de la
Legión. Sus primeros cuadros de mando y tropa realizaron su primer salto
como alumnos del primer curso paracaidista el 23 de febrero de 1954,
fecha en la que los paracaidistas celebran su aniversario. La I Bandera
recibió la denominación de «Roger de Flor» y sus componentes la de
«Caballeros Legionarios Paracaidistas » (CLP). Un año más tarde, en mayo
de 1956, la bandera se trasladó a Fuerteventura y desde allí la 1.ª
compañía se desplazó al Sáhara, primero a Villacisneros, luego a Tan Tan
y finalmente a Villa Bens. En julio, la Roger de Flor se desplegó
urgentemente en Sidi Ifni y se alojó en un viejo cuartel a los pies del
monte Bu Laalam, junto al aeródromo.
Llegada de los paracaidistas. Su actuación,
junto con legionarios, tiradores de Ifni, soldados de reemplazo y
algunos policías indígenas leales fue determinante los primeros días del
conflicto.
El motivo de enviar a Ifni la I Bandera Paracaidista se debía a un
progresivo empeoramiento de la situación en este territorio, ya que tres
meses antes, el 7 de abril de 1956, España concedió la independencia a
Marruecos y se iniciaron una serie de incidentes y sabotajes en los
territorios del África Occidental Española (AOE) bajo los auspicios del
partido Istiqlal y su brazo armado, el Yeicht Taharir, o Ejército de
Liberación (EL). Este, una vez finalizada su lucha contra los franceses
en su protectorado marroquí, incitaba ahora a la deserción de los
soldados y policías indígenas que servían en las unidades españolas y a
la rebelión general en los territorios que aún administraba España:
Ifni, Tarfaya y Sáhara español, todos ellos bajo el mando del general
Ramón Pardo de Santayana, gobernador del AOE. Para reforzar la
escasísima guarnición militar de estos dos últimos, la recién creada
XIII Bandera de la Legión se incorporó al Sáhara en julio de 1956, al
mismo tiempo que la I de Paracaidistas lo hacía en Ifni.
Primeras bajas de la Brigada Paracaidista.
Seis meses después, a finales de enero
de 1957, la Roger de Flor fue relevada por la II Bandera Roger de Lauria
(menos la 8.ª compañía, que se quedó en Alcalá por adaptación
orgánica). Cabe señalar que cuando el teniente coronel Pallás Sierra
desembarcó en Sidi Ifni al mando de la II Bandera no era la primera vez
que pisaba el AOE, pues de teniente y capitán había estado destinado en
el III tabor (Bón) de Tiradores de Ifni. No se imaginaba que, pocos
meses después, sus paracaidistas iban a luchar, codo con codo, con los
legionarios del 2.º tercio y, más aún, que los principales combates iban
a desarrollarse para liberar a las tres compañías de fusiles de su III
tabor de Tiradores de Ifni, entre ellas la 11.ª, que había mandado de
capitán, tras ser cercadas por los rebeldes.
Desde que se incorporó la II Bandera a
Ifni los incidentes armados y sabotajes de las bandas rebeldes fueron en
aumento. Mientras, los paracaidistas incrementaban su grado de
adiestramiento, el conocimiento del terreno y la adaptación a saltos
paracaidistas con equipo completo de combate. Fue precisamente en uno de
ellos, el 8 de mayo de 1957, cuando un avión Junquer JU-52, que acababa
de despegar del aeródromo de Sidi Ifni para efectuar un lanzamiento,
se desplomó sobre tierra cuando apenas había comenzado a remontar el
vuelo y acto seguido se incendió. Murieron los cuatro miembros de la
tripulación del Junker, el comandante Escuín, de tiradores, siete
paracaidistas de la 9.ª compañía y el jefe de la misma, el teniente
José Cañadas. Uno de los miembros de la patrulla, el cabo primero Ángel
Canales, herido en el accidente, a pesar de que se estaban produciendo
explosiones en el avión, entró varias veces en el aparato incendiado,
con alto riesgo de su vida, para rescatar a sus compañeros, y sufrió
graves quemaduras. Por esta acción fue condecorado con la Medalla
Militar Individual, la primera que recibía un miembro de las fuerzas
paracaidistas españolas desde su creación.
A finales del mes siguiente, el 21 de
junio, y ante la petición de refuerzos del gobernador Pardo de
Santayana, la 3.ª compañía de la IV Bandera de la Legión, recién
incorporada al desierto, se desplazó desde el Sáhara a Ifni. De esa
forma se suplía la falta de la 8.ª compañía paracaidista. El 30 de
julio los incidentes que estaban ocurriendo en el Sáhara obligaron a que
la 3.ª compañía de la Legión fuera sustituida por la 13.ª mia
(compañía) del III tabor de Tiradores de Ifni, precisamente procedente
del desierto. En agosto lo harían también la 11.ª y 12.ª mias del tabor
de Tiradores de Ifni que, tras 17 años de guarnición en Tarfaya y en
otros destacamentos en el Sáhara, regresaban a Ifni.
El Grupo de Tiradores de Ifni n.º 1 (de
entidad regimiento), mandado por el coronel Guillermo Rodríguez,
contaba con cuatro tabores, si bien a raíz del inicio de incidentes,
sabotajes y deserciones se licenció a la mayoría de los soldados
indígenas, que fueron sustituidos por soldados españoles de reemplazo,
y se concentró a los nativos, desarmados, en el I tabor, que pasó a
denominarse «Tabor Musulmán» y efectuaba misiones de apoyo. Por otro
lado, el III tabor sahariano estuvo destacado en el desierto hasta el
verano de 1957, por lo que hasta esa fecha, a efectos operativos, solo
se podía contar, junto a los paracaidistas, con el II y el IV tabor de
Tiradores.
Precisamente el 16 de agosto de 1957, a
su regreso de Id Aisa, el Subgrupo Táctico B de paracaidistas sufrió un
fuerte tiroteo a la altura de Tiguisit Igurramen. La reacción de las
secciones de los tenientes García Andrés y Ortiz de Zárate, con el
apoyo de la de ametralladoras del teniente López Duplá, propició una
acción envolvente, realizada por la sección del teniente Soto del Río,
que causó al enemigo cuatro muertos y un herido. En esta misión, que se
puede considerar como el bautismo de fuego de los paracaidistas, la
unidad sufrió su primer herido en combate, Vicente Vila Pla. A su vez,
el Subgrupo Táctico A, mandado por el capitán Polavieja, actuó ese mismo
mes y el siguiente en la zona sur, por Tiliuín y Asaka, sin sufrir
ninguna baja.
No fue hasta el amanecer del 23 de
noviembre cuando las acciones bélicas se fueron extendiendo. En el
Yeicht Taharir se pasó de sabotajes, asesinatos y pequeñas acciones
aisladas a un ataque general, coordinado y simultáneo tanto a la
capital, Sidi Ifni, donde fracasó gracias a una alerta de un miembro de
la inteligencia militar, como a todos los destacamentos y cuarteles del
interior defendidos por las 11.ª, 12.ª y 13.ª compañías del III tabor
de Tiradores de Ifni y por las 2.ª y 3.ª compañías del Grupo de Policía
Indígena I, bajo el mando del comandante Francisco Mena. En la
operación quedaron cercadas nueve posiciones: Tiliuín, Tiugsa
(Tagragra), Tenín de Amel-lu, Telata, El Arbaa de el Mesti, Tabelcut,
Hameiduch, Bifurna y Tamucha, y en manos de las bandas rebeldes cayeron
por rendición o deserción los tres pequeños puestos de la Policía
Indígena en Sidi Uarsik, Sidi Borya y Uggug.
Esa misma noche del día 22 de noviembre,
la 7.ª compañía de paracaidistas fue designada para reforzar los
puestos de la Policía Indígena en Ifni, mientras que el resto de la II
Bandera quedaba de reserva en su acuartelamiento. Aprovechando la
oscuridad, un grupo de rebeldes armados intentó penetrar en la ciudad
utilizando el cauce seco del uad (río) Sidi, en la zona denominada «Las
Palmeras», donde los paracaidistas tenían un puesto de guardia con
fusil ametrallador. Al ser descubiertos se inició una serie de disparos
en la que fue herido leve un cabo paracaidista. Acudió el teniente
Calvo Goñi con un grupo de paracaidistas y policías indígenas y se
estableció un pequeño combate en el que el paracaidista José Torres
Martínez resultó muerto (fue el primer caído en combate de la unidad) y
otro paracaidista fue herido de gravedad. Los rebeldes fueron rechazados
y también otros grupos rebeldes que atacaron los accesos al aeródromo.
El 22 de noviembre de 1957 la guerra de
Ifni había empezado. La radio de Allal el Fassi, líder del Istiqlal,
llamaba insistentemente a los habitantes de la zona a combatir,
incitando a una sublevación general. Desde Madrid no se quería una
liberación de los puestos sitiados en el interior a costa de
desguarnecer la capital, Sidi Ifni, pues aún permanecía en la memoria lo
ocurrido en Melilla durante el Desastre de Annual, en 1921. Por tanto,
a falta de fuerzas suficientes, había que esperar la incorporación de
refuerzos procedentes de la Península y Canarias. Mientras tanto, desde
el interior del territorio llegaban las noticias de la caída de cuatro
puestos menores con poca guarnición o situados en lugares poco
defendibles, como los de Tabelcut, Hameiduch, Bifurna y Tamucha, donde
se supo que algunos de sus defensores habían caído prisioneros y
quedaban solo cinco puestos ocupados.
Ante el ataque generalizado del 23 de
noviembre se ordenó a la I Bandera Paracaidista que regresara de nuevo a
Ifni y con ella se incorporó la 8.ª compañía de la II Bandera, que
había llegado, así como el teniente coronel Crespo, jefe de la
agrupación, con su plana mayor. Por su parte, a la VI Bandera de la
Legión, recién incorporada a El Aaiún, se le ordenó su traslado
inmediato a Sidi Ifni por vía aérea y se alojó en el cuartel de
tiradores. El resto de fuerzas expedicionarias de refuerzo (una compañía
de infantería de marina, cuatro batallones de los regimientos de
infantería Fuerteventura, Soria 9, Pavía 19 y Cádiz 41, dos compañías de
ingenieros, otras dos de infantería de los regimientos Uad-Ras y
Belchite, entre otras fuerzas) empezaron a ser trasladadas con urgencia
a Ifni mediante un puente aéreo continuo. El 30 de noviembre, en apenas
siete días, ya habían sido aerotransportados a Ifni un total de 1.667
hombres con equipo, armamento y 86.160 kilogramos de víveres, municiones
y material de transmisiones.
La primera unidad en enfrentarse a una
emboscada y quedar cercada fue la 3.ª sección de la 7.ª compañía de
paracaidistas, mandada por el teniente Ortiz de Zárate; luego quedó
cercada la 6.ª compañía en Alat Ida Usugún y, por último, la 8.ª
compañía tuvo que empeñarse a fondo ante una emboscada mientras protegía
la retaguardia de la columna que evacuaba Tenín. La presión de los
rebeldes era continua y en todo el territorio de Ifni.
El general Mariano Gómez de Zamalloa,
nuevo gobernador del África Occidental española en sustitución de Pardo
de Santayana, realizó dos excepciones a la orden recibida desde Madrid
el 30 noviembre de esperar la llegada de los refuerzos para actuar en el
interior: la primera fue enviar por tierra el mismo día 23 una sección
reforzada en socorro a la posición de Telata y la segunda lanzar desde
un avión el día 29 una compañía de paracaidistas para reforzar la
posición de Tiliuín, ambas de gran importancia.
El teniente Ortiz de Zárate, muerto heroicamente cuando acudía en socorro del puesto de Telata.
El mismo día 23, del ataque general de
los rebeldes, se cursó orden a la II Bandera de Paracaidistas de
«liberar el puesto de Telata y proporcionarle el apoyo sanitario que
precisa. La misión la efectuará una sección reforzada». Se designó a la
7.ª compañía que, a su vez, encomendó la misión a la 3.ª sección,
compuesta por 37 caballeros legionarios paracaidistas y mandada por el
teniente Ortiz de Zárate, que contó con una escuadra de morteros de 50
mm, otra de ametralladoras de la 10.ª compañía y enlace radio con dos
operadores de la 9.ª compañía. Del Grupo de Tiradores se les agregó un
equipo médico con el capitán médico Freixas, el brigada practicante
Manrique y una ambulancia con conductor. En total 56 hombres. Antes de
partir, el teniente Ortiz de Zárate le dijo a su capitán, Sánchez
Duque, con un gesto tranquilo y sereno: «Llegaremos mi capitán, entraré
en Telata o en el cielo».
Tras avanzar el día 23 unos 25
kilómetros, la unidad se detuvo para pernoctar. Al amanecer del día 24
se reanudó la marcha. En un alto en el movimiento se les acercó un
policía indígena que les transmitió un mensaje de parte del teniente
Cuevas, jefe de la Policía Indígena de Telata. El mensaje indicaba que
uno de sus confidentes le había informado sobre el lugar exacto de una
emboscada que los rebeldes tenían preparada contra los paracaidistas en
un collado próximo al yebel Agri. Ortiz de Zárate, sospechando que
aquella información podía tratarse de una trampa, decidió continuar la
marcha como lo tenía previsto pues, ante todo, tenía una misión que
cumplir lo antes posible.
A las 10:45 horas, al llegar a la altura
del vértice Timgrat del yebel Agri, tal y como le habían advertido, la
sección fue atacada con fuego de armas automáticas y fusiles desde tres
puntos distintos: las cotas 628 y 624 y un aduar próximo. El teniente
ordenó ocupar a la Fuerza la loma más inmediata, la 624, y desde allí
repeler la agresión. En el ataque a la 624 murió el cabo primero José
Civera junto con dos paracaidistas. Otros tres sufrieron heridas. El
mortero de 50 mm entró en acción, pero tras disparar ocho granadas se
le rompió el mecanismo de disparo y la sección quedó sin apoyo de fuego.
Cuando la situación empezaba a ser
crítica aparecieron tres aviones Heinkel-111 que, en vuelo rasante,
ametrallaron las zonas desde donde hacían fuego los rebeldes, que se
alejaron, lo que se aprovechó para formar dos perímetros defensivos, uno
para las horas diurnas y otro, más cercano, para la noche. Desde allí
se divisaba a lo lejos el destacamento cercado de los tiradores de
Telata y, a menos de 1.000 metros del anterior, se encontraba el cuartel
de la Policía Indígena, también sitiado. A pesar de varios intentos no
se pudo enlazar por radio ni con Sidi Ifni ni con Telata. Los
paracaidistas estaban solos, sin enlace y totalmente rodeados por los
rebeldes, que les disparaban desde orígenes difíciles de identificar y,
por tanto, de repeler. La situación era desesperante y el teniente se
movía por los puestos de tirador, de día y de noche, con alto riesgo de
su vida para dar ánimo a sus hombres. En la madrugada del 26 la
posición sufrió un fuerte asalto que, aunque fue rechazado con
dificultades, causó la muerte del teniente Ortiz de Zárate y la de
Vicente Vila, que había sido el primer herido en el bautismo de fuego de
los paracaidistas. El único sargento de la sección, Moncada Pujol, tomó
el mando, y contó con tres cabos primeros supervivientes, Jiménez
Calderón, González García y Oliva Hernández, cuya actuación entre los
soldados fue decisiva para mantener su moral.
A medida que transcurrían los días el
sufrimiento se agravaba aún más al no disponer de agua y debido a la
escasez de comida que no cubrían los intentos del difícil
abastecimiento aéreo. Las hojas de las chumberas se convirtieron en el
único recurso para aliviar un poco la sed. Los tiroteos y asaltos no
cesaban y los heridos iban aumentando día a día. Algunos, ante la
desesperación por la falta de agua, empezaron a beber sus propios
orines. Pero aún peor que la sed era ver sufrir a los heridos, oír sus
gemidos de angustia y no poder ayudarles. Ellos veían la muerte cerca y
la pedían o deseaban como una liberación. Así fueron transcurriendo los
días hasta la madrugada del 2 de diciembre, en la que fue rechazado un
nuevo asalto masivo. Ese mismo día, hacia las 14:00 horas, los sitiados
oyeron hablar en lengua nativa. En silencio, los paracaidistas calaron
bayonetas decididos a enfrentarse cuerpo a cuerpo al asalto definitivo.
Cuál sería la sorpresa cuando, poco más tarde, aparecieron los hombres
del IV tabor del Grupo de Tiradores de Ifni que venían a rescatarlos.
La 8ª compañía paracaidista, al mando del capitán Páez, acude en socorro de T´Zenin.
Recién iniciado el conflicto se realizó
el primer salto de guerra en Tiliuín y, posteriormente, en la operación
Pegaso, en Erkunt, se realizó el segundo lanzamiento de guerra y último
hasta ahora.
Dada la proximidad del cuartel de la
policía de Tiliuín a la frontera con Marruecos y a Goulimin, sede del
cuartel general del Ejército de Liberación, los rebeldes que atacaban
eran numerosos y se relevaban continuamente. A pesar del extenso
perímetro de este cuartel, su guarnición se reducía a una sección de la
Policía Indígena, a las órdenes del teniente Pradillo, reforzada con
otra de tiradores mandada por el teniente Alvar y algunos civiles. Se
habían producido varias bajas y siete heridos necesitaban asistencia
médica. Por el este, paralela al muro del cuartel, discurría la pista de
aterrizaje de un pequeño aeródromo.
Primer salto de guerra de la Brigada efectuado sobre Tiliuín, durante la operación Pañuelo.
Para socorrer al destacamento se planeó
la operación Pañuelo, que básicamente consistía en el lanzamiento de
una compañía de paracaidistas que tomaría contacto con los defensores
del fuerte, reforzaría sus defensas y, a ser posible, prepararía el
terreno para el aterrizaje de los aviones. En caso contrario se
esperaría a las columnas que por tierra iban a socorrerles y se
evacuaría y destruiría el cuartel. El nombre de «operación Pañuelo» le
fue adjudicado por el pequeño espacio de terreno en el que debía
efectuarse el salto. El aeródromo no pudo ser utilizado por encontrarse
bajo fuego enemigo.
A las 2 de la madrugada del día 29, la
7.ª compañía de la II Bandera, mandada por el capitán Sánchez Duque,
recibió la orden de alerta. Solo se prepararon las secciones de los
tenientes Calvo Goñi y García Andrés, puesto que la tercera era la de
Ortiz de Zárate, que estaba cercada en Telata. Como segundo jefe de
compañía iba el teniente Soto del Río. Sus efectivos fueron reforzados
con un equipo sanitario y una escuadra reducida de morteros de 81 mm.
En total, la Fuerza estaba compuesta por 75 hombres distribuidos en
cinco patrullas de a 15, una por avión.
A las 10:16 horas los Heinkel-111
empezaron a despegar. Al llegar a Tiliuín bombardearon sus alrededores
durante 30 minutos. A continuación, con las armas que llevaban a bordo,
ametrallaron las zonas sospechosas donde pudieran estar ocultos los
rebeldes. Mientras tanto, a las 11:05 horas se ponían en vuelo los
Junkers 52 con los 75 paracaidistas a bordo. Veinticinco minutos después
se lanzaron botes de humo sobre Tiliuín para comprobar la dirección e
intensidad del viento. Los Heinkel seguían ametrallando en cadena con
gran efectividad. En la segunda pasada de los Junkers, sobre las 11:30
horas, saltaron los paracaidistas a una altura de 200 metros. Todas las
patrullas cayeron en los lugares previstos, cerca del cuartel, excepto
la del capitán, que tomó tierra a unos 2 kilómetros del puesto. Este
error, lejos de perjudicar la misión provocó el efecto contrario, pues
los rebeldes, desconcertados y temiendo un envolvimiento, abandonaron el
cerco.
El capitán Sánchez Duque se hizo cargo
del mando de toda la guarnición de Tiliuín, es decir, de una sección de
policía indígena, otra de tiradores y las dos de paracaidistas, y
reorganizó la defensa de la posición. Se reconocieron los alrededores
para comprobar si era posible la toma de los aviones en alguna zona y
así efectuar una evacuación de los heridos y enfermos por vía aérea,
pero el capitán Sánchez Duque no creyó oportuna la evacuación aérea,
pues se encontrarían a merced de las armas automáticas y de los
morteros rebeldes. En su lugar solicitó un nuevo lanzamiento aéreo de
material médico y medicinas y así se hizo. A las 21:00 horas de la
noche del día 29 fueron ocupadas las posiciones dominantes sobre Tiliuín
y poco más tarde entraban en la posición los legionarios que marchaban
en vanguardia de la columna de refuerzos.
El día 30 de noviembre, una vez
finalizada la incorporación de unidades expedicionarias, el general
Zamalloa decidió acometer de inmediato la liberación de los puestos
sitiados usando como elementos de maniobra los Tabores II y IV de
tiradores, las Banderas I y II de paracaidistas y la VI Bandera de la
Legión, además de dos compañías del Soria 9, y se dedicó el resto de
fuerzas a la defensa de Sidi Ifni.
Como hemos descrito, la actuación de los
paracaidistas, de los legionarios, de los tiradores, de los soldados de
reemplazo y de algunos policías indígenas leales fue determinante en
aquellos primeros días del conflicto. La actuación de unidades recién
creadas en el Ejército y de gran impacto, como las paracaidistas, ha
acaparado, junto a los legionarios, parte de la historia de aquel
conflicto, pero nunca ha oscurecido la magnífica actuación de los
soldados de reemplazo, de los tiradores y de los policías que tan
brillantemente actuaron.
Las dos acciones decididas por el
general Gómez de Zamalloa, antes de disponer de refuerzos, finalizaron
con éxito y pudieron mantener el despliegue antes de la incorporación
al despliegue, el día 30, de las unidades expedicionarias de la
Península. La semana del 22 al 29 de noviembre de 1957, que hemos
descrito sucintamente en estas letras, fue el inicio del conflicto que
duró hasta el 19 de febrero de 1958, tres meses, y se mantuvo la
ocupación de Sidi Ifni y poco más del territorio de Ifni hasta el 30 de
junio de 1969, durante más de diez años, fecha en la que España entregó
Sidi Ifni a Marruecos. Sin duda, fue un éxito militar de nuestras
fuerzas.
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