Fuente: El Faro de Ceuta
En mi opinión, las mujeres en cualquier tiempo, las mujeres son unas
auténticas heroínas. Los hechos hablan por sí solos. Esas mujeres que
trabajan, y que desde muy temprano están levantando a sus hijos para
llevarlos a los colegios, antes dejan la casa arreglada y comida
preparada, y eso un día, un mes, un año y más años. Desgraciadamente una
labor poco valorada y yo diría que hasta ignorada. Siempre pendiente de
su esposo, en todos y en los más mínimos detalles. Por ello no
encuentro, ni menos concibo, cuando esos “animales salvajes” por
llamarlos de alguna manera, maltratan a las mujeres y cuyo mejor castigo
para esos animales, es que se pudran en la cárcel. Y hay otras heroínas
también anónimas, como son las esposas de los guardias civiles, siempre
cerca de su pareja, muchas veces con un beso de despedida, que no se
sabe si será el último. Son esa clase de mujeres que todo lo sienten y
todo lo sufren.
María Luisa Díez Alcoba su esposo el cabo
1º de la Guardia Civil Juan Rubio Martos
y sus dos hijos en Tabelcut
días antes de ser hechos prisioneros.
Miserablemente engañados en Tabelcut
María
Luisa Díez Alcoba, casada con el hoy capitán (R) Juan Rubio Martos en
1953, cuando este era cabo 1° de la Guardia Civil, estaba destinado en
la 137ª Comandancia de Málaga. Por aquello de encontrar un poco más de
sueldo, solicita la 212ª Comandancia de Las Palmas de Gran Canaria, y el
2 de febrero de 1953 era destinado al puesto de Sidi Ifni. Tres años
después, el 28 de octubre de 1956 era destinado al puesto fronterizo con
Marruecos de Tabelcut, donde se trasladaba con su esposa y sus dos
hijos pequeños, Juan y Evaristo Rubio Díez.
Según
un documento, que el hoy capitán Juan Rubio Martos redactó a petición
de la Dirección General de la Guardia Civil, para narrar el cautiverio y
demás vicisitudes sobre la defensa de Tabelcut el 23 de noviembre de
1957, así dice: “Tras el ataque del 23 de noviembre de 1957 a Tabelcut,
la defensa eran el teniente de Infantería de la Policía de Ifni, Felipe
Sotos Fernández, cabo 1° de Policía, Angel Heras Martín (teniente de
Infantería actualmente en Tenerife), un soldado de transmisiones, varios
soldados europeos y otros policías nativos. Al desencadenarse el
ataque, tanto el armamento como la munición, ni eran los adecuados en
cuanto a poder resistir, ni el edificio tampoco era idóneo para una
defensa. Contra esta pequeña guarnición, el ataque fue perpetrado por
unos 120 a 150 hombres del Ejército de Liberación Marroquí, y con el
anticuado armamento y algunas granadas de mano, el ataque resistió desde
el 23 al 25 de noviembre, careciendo de víveres y sin apenas agua, ya
que los atacantes habían tomado el lugar donde se encontraban los
mismos. Al tercer día del ataque cesó el fuego, apareciendo un individuo
con bandera blanca, que deseaba parlamentar con el teniente jefe del
puesto, cuyo individuo era el Caíd de Tiznit, al cual conocía el hoy
capitán Juan Rubio Martos. Dicho caíd ofreció en nombre del Rey Mohamed
V, el respeto a estos españoles y que serían pasaportados a España. Para
veracidad se le indicó que tenía que estar presente el jefe del puesto
marroquí de Mirleff. Una vez presente éste, se le pidió que se le dejase
llevar el armamento, la bandera de España del puesto y el retrato del
jefe del Estado, y que se hiciese cargo de todos ellos el Ejército Real
de Marruecos. Aceptado todo ello, salieron todos, incluido la esposa del
cabo 1° Juan Rubio Martos, María Luisa Díez Alcoba y los dos hijos
menores.
De todo lo pactado nada se cumplió. Cuando estaban ya
todos los españoles con las fuerzas reales de Marruecos, ocho o diez
individuos del Ejército de Liberación Marroquí se abalanzaron sobre
ellos, y tras registrarlos fueron introducidos en una furgoneta, y aquí
empezaba el cautiverio que duraría nada menos que año y medio hasta mayo
de 1959”.
Medalla de sufrimientos por la Patria para una madre y dos hijos
María Luisa Díez Alcoba prisionera con sus dos hijos en Marruecos y que por la desidia de las autoridades tuvo un aborto de un niño muerto.
El
cautiverio sufrido por María Luisa Díez Alcoba y sus dos hijos no tiene
cabida, ni en la Convención de Ginebra, ni en ninguna Ley, y aún menos
en el Reino de Marruecos, donde España siempre se volcó
desinteresadamente en todo tipo de ayudas a este vergonzoso cautiverio
de los españoles en Marruecos. Mi buen amigo el general de Caballería,
Rafael Casas de la Vega, así lo descubrió: “el secuestro de estos
prisioneros españoles, en especial de mujeres y niños por parte de
Marruecos va contra todo Estado de derecho y constituyó una lamentable
injusticia”.
Según el hoy capitán de la Benemérita, Juan Rubio
Martos, el cautiverio de año y medio lo fue en distintos lugares, como
Akka, Briza Kan, Asarag y otros poblados. El trato en los primeros meses
fue cruel e inhumano con estos españoles, apenas les daban de comer,
sin higiene ninguna, y según el testimonio de su esposa, María Luisa
Díez Alcoba, todavía recuerda y se estremece, cuando sus dos hijos
pequeñitos lloraban sin parar por el hambre, sin tener que darles de
comida. Ella afirma que se le desgarraba el corazón como a cualquier
madre, sin que los que se denominaban sus guardianes tuviesen un mínimo
de compasión. Por eso, qué gran razón tiene cuando el refrán dice: “cría
cuervos y te sacarán los ojos”.
Muchos de esos guardianes
eran desertores de Tiradores de Ifni y de la Policía, de los que ellos
conocieron había algunos como un tal ‘Falanga’ porque había pertenecido
al frente de juventudes de Sidi Ifni, y que estaba destinado en
Tabelcut, ‘Hamido’ y un tal ‘Tomás’ entre otros.
Lo más triste
y doloroso sucedió cuando María Luisa Díez Alcoba se encontraba
embarazada, al presentársele unos agudos dolores se solicitó un médico, y
le fue negado, ya que el que había era español. Viendo la gravedad, fue
evacuada al Hospital Rural de Aglimin, y para calmar el dolor la
solución fue poner en el suelo una puerta inclinada sobre la pared, y a
María Luisa acostada sobre la misma con las piernas hacia arriba.
Creyendo que iban a disminuir los dolores, el resultado fue que tuvo un
niño muerto, cuyo feto había cumplido en el vientre de la madre nada
menos que 10 meses.
El 5 de mayo de 1959, tras esos largos 18
meses de inhumano cautiverio, en el Palacio Real de Rabat el Rey Mohamed
V, en presencia del embajador de España, Cristóbal del Castillo,
entregaba a estos 40 españoles, entre ellos tres mujeres y dos niños y
el resto militares. Tras la entrega, este matrimonio y sus hijos partían
a Málaga, hasta que tiempo después ya como sargento era destinado a la
212ª Comandancia de Las Palmas. Dos años después al cuartel del Puerto
de La Luz llegaba un escrito nº 143 del Gobierno Militar de Las Palmas,
en el cual por orden del 17 de febrero, diario oficial del ejército
n°43, se le concede a María Luisa Díez Alcoba y a sus hijos, Juan y
Evaristo Rubio Díez, la ‘Medalla de Sufrimientos por la Patria, con
cinta azul y carácter honorífico’, fechado en Las Palmas de Gran
Canaria, a 21 de febrero de 1961, firmado el general gobernador militar.
|