Mi última guardia en el Bon. Mixto (23-04-1967).
A mi llegada de nuevo a Ifni, el día 23 de Abril, me toca guardia, será la última que realice en el Bon. Mixto de Ingenieros. A los pocos días, de nuevo, me trasladan a la montaña Ussugun, donde vuelvo a reencontrarme con mis líneas telefónicas, mi estación de radio, así como los paseos por las posiciones, las alambradas, las minas y la frontera. No tengo grandes recuerdos de mi segundo periodo en la montaña, por lo que supongo que toda mi capacidad de asombro se completó en mi primera etapa de mi estancia en Ussugun, por lo demás el tiempo transcurre placidamente, y esta vez sin sobresaltos, hasta que llega mi hora de relevo. El 15 de Julio de 1967 me despido de la montaña que ya no volveré a ver jamás.
Tomando el té el día del Siroco (18-07-1967).
A los pocos días de bajar al Batallón, una fecha que no olvidaré, será el 18 de julio de 1967, siroco en IFNI. Es difícil describir que es un siroco si no se ha vivido uno, un calor sofocante que, a la sombra, puede alcanzar los 45 grados centígrados y al sol los 60, con un viento asfixiante que no te deja respirar. Durante los casi tres días que duró este, la convivencia en el Batallón fue especial, las duchas estuvieron abiertas durante todo el día, se nos permitió salir del mismo al pueblo en mangas de camisa, tomar el té en el chiringuito con los compañeros, y para dormir se nos permitió sacar las colchonetas a la pista de deportes, ya que al ser de cemento se estaba mas fresco que en la compañía.
Cámara de fotos Voigtlander.
También por esos días recibí un giro de mi novia para comprarme una cámara de fotos, nos fuimos al zoco y tras mirar unas cuantas compré una Voigtlander. A partir de entonces las fotos las hacia yo y me las pasaban en la tienda:
Fernando fotos
Ait Iazza, 9
Sidi Ifni
No es que me acuerde de la tienda, es que tenían la costumbre de poner el sello en el reverso de alguna de las fotos que revelaban, y todavía las conservo. Esta cámara me duró un montón de años, hacia unas fotos bastante elegantes.
Cuarto de Furriel.
El 22 de Julio el cabo furriel de la compañía marcha de permiso por 40 días, y me proponen el destino, cosa que acepto. Durante ese tiempo dispondré de un cuarto donde haré prácticamente mi vida. A la vez era almacén de ropa, armería, oficina y dormitorio, mi labor consistirá en la limpieza del cuarto y de las armas, así como tener todo ordenado, por la mañana los tres furrieles del Bon., a saber, el de las Cias. Plana Mayor, Zapadores y yo, de Transmisiones, marchábamos en un vehículo con chofer a intendencia a recoger el pan, seguido al edificio de Correos para recoger la correspondencia, certificados y demás documentos. En ese tiempo tenía contacto mas estrecho con los cabos 1º y sargentos de semana de la Cia., a los que consultaba a la hora de confeccionar los estadillos de personal y demás cuestiones. Cuando era el caso del Cabo 1º al que le tocaba de semana, le preparaba una cama en el cuarto para dormir. Los sargentos disponían de otra estancia.
Blanco y Víctor.
En esta ocasión contaré una anécdota que me sucedió: estando limpiando una pistola la había desmontado, todas las piezas las tenia ya limpias y al montarla, el muelle salió despedido, tuve que mover un montón de material llamar a mi amigo “Blanco”, para que me ayudara a mover algunas cajas pesadas, hasta que al final lo encontramos, pero tardamos mas de dos horas en encontrar el puñetero muelle, así que desde entonces, cada vez que desmontaba alguna arma para limpiarla, colocaba una manta por si acaso.
Fernando y Víctor.
Por la tarde preparaba los servicios para el día siguiente, como es de suponer, lo primero preguntaba a mis amigos mas allegados por lo que ellos querían. Mi amigo “Blanco” las guardias las llevaba fatal, lo entendía, era un desastre con la ropa y tener que vestirse de guapo para realizarlas, así como limpiarse las botas, no le sentaba nada bien, por lo que estaba suscrito a la limpieza, (al aproximarse el mes de Septiembre nuestro licenciamiento, le presté alguna ropa usada que le faltaba, ya que la teníamos en sacos sin entregar, era una de las incongruencias del servicio militar, había que entregar toda la ropa que nos habían dado después de casi 17 meses de mili, así que era de entender que en el tiempo de entrega de la ropa, los reclutas, ponían un cuidado especial con toda su ropa por si había algo que se despistaba).
De vez en cuando había algún pequeño percance con los servicios, ya que el personal de nuestra compañía la mayoría estaba destinado entre los puestos de montaña, la telefonía y la escucha, además de los que se dedicaban a la reparación de las líneas. Había poco personal disponible, así que cada 48 horas les tocaba un servicio, y a los pobres reclutas les tocaba todas las guardias y refuerzos. Alguna vez se oía alguna pequeña protesta cuando el sargento de semana formaba la compañía antes de cenar, y yo leía el servicio para el día siguiente, al que siempre se añadía la coletilla “Alguna Objeción al servicio“.
Víctor en la playa.
Desde el 15 de Agosto los de mi llamamiento, en la Península, fueron licenciados. A nosotros nos dijeron que deberíamos esperar hasta que llegaran los nuevos reclutas para aprovechar los aviones de ida y vuelta, ya que, al parecer, era más barato tener un mes mas a nuestro llamamiento en IFNI que mandar los aviones de vacío para recogernos, por lo que tuvimos que estar un mes mas. Lo que se notó desde ese día fue un trato especial hacia nosotros, incluso en alguna ocasión, pocas, nos permitieron ir a la playa.
Cumpleaños en el comedor del Bon.
A últimos de Agosto celebramos el cumpleaños de un compañero de la cocina, nos reunimos los que normalmente siempre estábamos juntos y, en el flamante comedor del Batallón, los cocineros nos prepararon una merienda, que terminamos con puros y brandy. Como se puede apreciar en la foto, las mesas de dicho comedor estaban hechas de rollos de alambre de espino y, encima, tablones con los que los zapadores construían los puentes portátiles, los asientos estaban construidos del mismo material.
Una vez que el furriel regresó del permiso de nuevo pasé a la compañía. Esto era ya el 2 de Septiembre. En esa semana realice cuatro cabos cuartel, al lunes siguiente, día 11, hablé con el sargento de semana para que me permitiera salir con los reparadores de líneas telefónicas, ya que era uno de los pocos servicios que me quedaban por realizar, me dio el permiso, por lo que diariamente salíamos a revisar las líneas.
Trepadores de postes de madera.
Para tal menester llevábamos con nosotros el material necesario, herramientas adecuadas, un rollo de hilo de cobre, aisladores, trepadores, tensores de palanca, cinturones de seguridad, botas de cuero y guantes. Uno de los días me llevé conmigo la maquina de fotos para que me sacaran unas fotos subido a los postes, para poder decir “yo también estuve allí”. Los empalmes necesariamente se realizaban junto a los postes, también revisábamos que el cable estuviera tensado. Para ello, lo que hacíamos era colocarnos los trepadores, los cinturones de seguridad y trepábamos hasta lo alto, nos amarrábamos con el cinturón y ha trabajar. Colocábamos el tensor en el cable que se había aflojado, y otros dos compañeros hacían lo mismo en el siguiente poste hasta que quedaba bien tensa la línea.
1. Preparado para la reparación de líneas. 2. Compañero subiendo por el poste. 3. Tensando la línea. 4. Víctor subiendo por el poste
5. Los dos juntos reparando la línea.
1. Víctor de paisano por Sidi Ifni. 2.De paisano Mardones y Víctor.
3. Última foto de Víctor en IFNI (19-9-1967).
Al termino de la semana, el día 16 sábado, nos dedicaremos a preparar toda la ropa para entregarla, solo nos quedaremos con el petate (este lo entregaré a la llegada a Bilbao en el cuartel de Garellano), y los pocos objetos con los que regresaremos, mi máquina de fotos, un receptor de radio, algún regalo para la familia y la novia, así como fotografías y cartas, muchas cartas recibidas y guardadas, postales, las insignias del camello y las chapas de transmisiones, esas serán todas las posesiones que viajaran conmigo hasta mi casa de Bilbao. Nos podemos vestir de paisano, salir por la ciudad de Sidi Ifni los días 17, 18 y 19 de Septiembre, recorriéndola por última vez, sacar un montón de fotos de los compañeros, recorrer los lugares por los que hemos paseado.
Vista de Sidi Ifni desde el Batallón
En esas fechas comienzan a llegar los aviones con los reclutas, poco a poco van marchando los veteranos y por fin, el 19 de Septiembre, me dan el Pasaporte de Viaje por Licenciamiento, la cartilla VERDE, y el Pasaporte de viaje Sevilla-Bilbao. Mañana me toca. Esa noche prácticamente la pasaremos en vela en un rincón de la pista de deportes del Batallón, contándonos nuestras batallitas. Ya amanece, el batallón comienza a despertar, veremos la última formación, el desayuno. Ya estamos nerviosos, todos los de la zona norte de España marcharemos este día, saco mi última foto desde el Batallón al avión que está entrando, cogemos nuestros petates. Son las 11 de la mañana, nos despedimos de los compañeros y marchamos hacia el aeropuerto.
Llegada del avión visto desde el Bon. Mixto de Ingenieros (20-9-1967).
Y por fin, a las 12 horas del 20 de Septiembre de 1967, levantábamos el vuelo y salíamos de IFNI, quizás para no volver más, esta vez con ropa de paisano.
En el tiempo que estuve en el Bon Mixto de Ingenieros, tengo anotados incluso la fecha exacta de los servicios que realicé, todos los realice de cabo.
- Refuerzo Bon. Mixto: 2
- Refuerzo Gasolinera: 1
- Refuerzo Centro Emisor: 3
- Guardia Bon. Mixto: 5
- Guardia Gasolinera: 2
- Cabo Cuartel: 12
- Cabo Visita Hospital: 3
A nuestra llegada a Sevilla me reencuentro con mis compañeros de Bilbao, que habíamos sido distribuidos por todos los distintos acuartelamientos de IFNI, nos dirigiremos a la estación y al atardecer sale el tren con destino Madrid, a la que llegaremos de madrugada. Seguidamente nos conducen hasta la estación del Norte, en donde montaremos en el tren con destino Bilbao, llegaremos de noche. Todo el trayecto desde Sevilla nos lo pasaremos contándonos todas nuestras aventuras, a cual mas exagerada, pero a pesar de todo, el viaje se nos pasa en un suspiro, quizás por la culminación de una etapa de nuestra vida.
Epílogo
Este es el final de las "Cartas de un soldado" que, hace ya 43 años, fueron escritas en realidad a mi novia casi diariamente. Con la que me casé el 17 de Marzo de 1969, me dio dos formidables hijos, y hoy día, tres nietas estupendas, Aroa de 10, Aimara de 6 e Iratí de 2 años. Para contarle mis vivencias o, simplemente, para desconectar por un tiempo de la realidad que me rodeaba en aquel paraje inhóspito, al que, de alguna manera, he regresado en algunos momentos de mi vida con el pensamiento, y que nunca olvidaré. El cambio tan profundo que experimenté en los 17 meses de mili, desde el 1 de mayo del 66 que comenzó, al 21 de Septiembre del 67 que terminó, y que cambió mi vida para siempre. El término que antiguamente se usaba por nuestros mayores, “en la mili te harás un hombre”, fue verdad. El joven que marchó volvió cambiado, amigos íntimos que hicieron el servicio militar dentro de la península, no regresaron tan duros como yo lo hice, fue la tierra dura de IFNI lo que hizo que cambiara, mi B.I.R., mi Bon. Mixto de Ingenieros, mi montaña de Ussugun, la distancia de más de 1500 Km. desde Bilbao, todo contribuyó a que, para bien o para mal, nada fuera lo mismo desde entonces. Hoy, a mis 65 años, no podré olvidar lo que aquella tierra de IFNI me dió, unos compañeros formidables: “Fernando de San Sebastián”, “Blanco de Mieres Asturias”, “el peluquero Mardones de Muskiz”, “Martín de Orduña” y otros muchos que no recuerdo sus nombres. A casi todos nunca los he vuelto a ver, pero su recuerdo permanecerá por siempre en mi memoria, y una mención muy especial a mi maestro, Matías Pulido, que entonces fue mi Sargento, y con el que, gracias a este Rincón, he podido contactar, y a lo largo del desarrollo de estas cartas, me ha dado nombres ya olvidados, me ha ayudado en la confección de las mismas, corrigiéndome mis errores, por lo que le estaré eternamente agradecido.
Aparte de lo escrito en estas cartas, también hubo momentos duros, difíciles, como no, que he preferido no relatar. Estos siempre se deben olvidar, porque en el tiempo solo perdura lo mejor de cada uno, los malos momentos deben de ser olvidados…
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