Fuente: El Faro de Ceuta
Creo que fue el Papa Juan Pablo II quien, en una audiencia a un grupo
de paracaidistas militares les dijo: “no os olvidéis que de tantas
veces de bajar del cielo tendréis que subir a él”. El pasado 23 de mayo,
el comandante paracaidista Ángel Canales López entregaba su alma a Dios
para con toda seguridad realizar su último salto al cielo. Y lo digo
con conocimiento de causa porque conocí personalmente a Ángel Canales,
un héroe con mayúsculas, lleno de virtudes, sencillo, campechano y ante
todo, amigo de sus amigos.
Imposición de la Medalla Militar a Ángel Canales López.
De Albacete al curso paracaidista
Ángel
Canales López nació en La Roda (Albacete) y fue uno de esos jóvenes de
aquella época que buscaban un mejor porvenir e ingresaban en las filas
del Ejército. Una vez declarado ‘apto’, ingresaba en las banderas
paracaidistas, tras su paso por la escuela de Alcantarilla (Murcia),
donde sería componente del III Curso de Paracaidismo del Ejército de
Tierra.
Aquel
joven Ángel Canales, con ese espíritu de los albaceteños como lo que
son, honrados, laboriosos, sencillos y alegres pronto destacaba en
aquella joven unidad paracaidista del Ejército de Tierra en su III
Curso, donde se incorporaba a la II Bandera y cuyo jefe era el gran
soldado comandante Tomás Pallás Sierra, y el cual les inculcó unos
valores que hoy después de más de medio siglo, son admirados y muy
queridos por ejércitos extranjeros.
El 21 de enero de 1957 el
entonces cabo 1º Ángel Canales sale con la II Bandera con destino a Sidi
Ifni, embarcando en el Puerto de Cádiz en los buques de la Armada
‘Tarifa’ y ‘Neptuno’, y arribando a Sidi Ifni el 26 de enero. Una vez
aposentada la II Bandera en Sidi Ifni, la actividad fue muy intensa.
Realizaron saltos sobre Tiliuin, Tisguet Remizy e hicieron demostración
de fuerzas en puestos de Telata y de actividad en la ciudad. El entonces
comandante Pallás se mostraba satisfecho del comportamiento de sus
hombres, y no solo su jefe, ya que en una retreta militar en la ciudad
ante el palacio del general-gobernador, dicho general felicitó al
comandante Pallás y el numeroso público que presencio dicho acto
aplaudió a estos jóvenes paracaidistas.
Un héroe entre llamas
Ángel Canales López.
El
día 8 de mayo de 1957, en el aeródromo de Sidi Ifni embarca una
patrulla de la II Bandera al mando del teniente José Cañadas Armengol,
en el avión del Ejército del Aire del Ala 36 con matrícula 36/15. En él
se encontraba dicho teniente y 13 paracaidistas de la 9ª Compañía de la
II Bandera con el fin de efectuar un lanzamiento desde dicho avión. Eran
las 09:15 cuando apenas había despegado y se precipitó a tierra,
incendiándose dicho avión y produciendo varias explosiones como
consecuencia de la munición que portaban las armas de los paracaidistas.
En
dicho momento el avión era un infierno en llamas. Sin embargo, el cabo
1º Ángel Canales, el cual resulta herido, se introduce en el avión y en
un esfuerzo sobrehumano logra rescatar a varios compañeros cuando a
causa de sus heridas, cayó al suelo pero arrastrándose sigue rescatando a
varios compañeros heridos del interior del avión, aunque,
desgraciadamente, algunos de los que rescató fallecieron.
Aparte
de la tripulación que falleció en dicho accidente, de la patrulla
paracaidista fallecieron estos: el teniente José Cañadas Armengol, el
comandante del Grupo de Tiradores de Ifni Agustín Fernández Escuín, el
cual iba para observar y dirigir el salto sobre el lugar que tenían que
saltar, el cabo 1º paracaidista Luis Cobo Hidalgo, y los caballeros
legionarios paracaidistas José Benítez García, Manuel Tabares Vargas,
José Gómez Pazos y José L. Cuesta Manzano.
Posteriormente,
fallecieron en el hospital de Sidi Ifni, donde ingresaron graves el cabo
1º Juan Vargas Muñoz y el paracaidista Carlos R. Suarez de Urbina.
Los
supervivientes de este trágico accidente que resultaron heridos graves
fueron el cabo 1º Ángel Canales López, los cabos José María Álvarez
Cortón y Santiago Santos del Bosque, y los paracaidistas Diego Fernández
Rodríguez, Francisco Blázquez Sabaté y José Apolinar Zúñiga. Igualmente
resultó herido grave el cabo 1º Francisco Ortega Conde, que tambien
participó en el rescate de las victimas del avión.
El día 9 de
mayo de 1957 se ofició el sepelio presidido por el general-gobernador
del territorio Ramon Pardo de Santayana, acompañando las autoridades
militares y civiles, así como un numeroso público que quiso testimoniar
su condolencia por las víctimas de este trágico accidente.
En
el Diario Oficial del Ejército N.º 170 del 1 de agosto de 1959, se le
concedía al entonces cabo 1º Ángel Canales López la ‘Medalla Militar
Individual’ cuyo texto así dice: “a pesar de haber resultado herido con
lesiones graves el cabo 1º Canales, no reparó en arriesgar su vida para
socorrer a sus compañeros de patrulla y tripulantes del avión
siniestrado, pensando en todo momento en aquellos que se encontraban en
peligro. A pesar del peligro, consigue rescatar de entre las llamas a un
cabo 1º y a un paracaidista, demostrando un gran valor, un gran
espíritu de sacrificio y acendrado compañerismo, así como muchas dotes
de mando al apoyar inmediatamente después de producirse el accidente con
la ayuda del personal presente”.
Orden de concesión de la Medalla Militar al cabo primero Canales.
Basta señalar que el
entonces cabo 1º Ángel Canales tras ingresar en el hospital militar para
curar sus graves heridas permaneció hospitalizado hasta su alta un
total de 103 días y que en algún caso le dejaron secuelas de por vida.
El
comandante Ángel Canales, como todo ser humano, es portador de virtudes
y algún defecto, pero solo vi en él grandes virtudes, al cual le
llamaba cariñosamente “Angelito”, ya que su estatura era más bien baja,
pero su corazón le hacía más grande que toda su estatura. Todo en él era
humildad y nunca presumía de su alta condecoración, y esa humildad se
le podía ver reflejada en su rostro, siempre con una sonrisa.
Hoy
ya goza de la paz eterna en ese aeropuerto celestial junto a sus
compañeros que un día entregaron sus vidas, y aunque Ángel Canales López
ha muerto, en palabras de un intelectual no es así, porque así lo dejó
escrito: “los muertos nunca mueren si alguien los recuerda”.
|