Fuente: Novela Colonial Hispanoafricana
Quizás el autor
debió buscar otro título porque ya existe una novela llamada Siroco y dedicada a la guerra en el
Sahara español firmada por Fernández-Aceytuno. Dejando al margen este detalle,
Velasco ha escrito una novela sencilla pero llena de sentimiento y de emoción. Es
la quinta entrega de una novela río de saga familiar. Sentimientos escritos
porque son hechos que conoce de primera mano, como reconoce en una entrevista en El Rincón de Sidi Ifni.
Ya comentamos otra novela de esta serie: Morir en Marruecos.
Comienza en tierras manchegas –el autor es de Alcázar de San Juan en
Ciudad Real- en la posguerra. Los duros años de las privaciones, el
contrabando, el maquis y la lucha por la superación de las consecuencias
del conflicto. La oposición clandestina al franquismo de un joven
estudiante que, atrapado por la policía, tiene que cumplir su servicio
militar obligatorio en la guerra de Ifni.
Portada de 'SIROCO', de Mariano Velasco.
Y de ahí viene la relación de la novela con el
África española. En la página 247 Venancio, el joven protagonista de
este relato, llega a Sidi Ifni. El duro servicio militar, al principio
casi como un arresto por sus antecedentes, después como uno más de los
tiradores de Ifni acuartelados en una estancia que tenía poco sentido
pero soportando, como decía uno de los personajes: El juego de la vida
consiste en soportar con paciencia las cosas que no tienen remedio
(página 260). El autor pasa deprisa sobre la vida cuartelera y los
lugares de la ciudad. Son breves notas. Hubiera sido más interesante
pararse en esos detalles que no tienen mucha literatura y que tendrían
la curiosidad de mostrar un modo de vida perdido. Es verdad que cada vez
hay más libros de testimonios sobre la mili en Ifni y Sahara, pero una
exposición novelística de esta materia no resultaría mal. Pero es
también cierto que hay pocas novelas bélicas españolas salvo las
dedicadas a la Guerra Civil.
Lo más trascedente
del relato, desde el punto de vista colonial, llega en la página 273
cuando el abrumado protagonista llega a Tiliuín. La referencia a esta
posición podía haber sido lo más novedoso de la novela porque pocas
veces se ha detallado la situación en las posiciones interiores atacadas
en 1958, pero no se detiene mucho. Su intención es describir el estado
de ánimo abatido del protagonista: el abandono, la soledad y el tedio.
Acompaña una fotografía muy buena que aclara la descripción: Tiliuín
parecía enclavado en mitad de la nada. Un recinto amurallado con torres
defensivas intercaladas a lo largo de su perímetro y en sus esquinas,
unas vastas planicies en su interior y los pocos edificios necesarios
para el desarrollo de la vida militar y administrativa de la posición
(página 273). Las posiciones trataban de ser el centro político y
militar de una comarca, el lugar en donde nacerían las futuras
poblaciones, siguiendo el modelo francés que se implantó en Marruecos
mediante las intervenciones.
Soko de Telata de Sbuia (Foto: Hernández Gil)
A partir de aquí, la novela se convierte en un
relato casi periodístico del comienzo de la guerra empezando por el
intento de toma de Sidi Ifni por los rebeldes y, sin que el autor entre
en muchos detalles, los ataques a las posiciones de Telata de Isbuía.
Pero la emoción del relato vuelve a Tiliuín (ya asediado por las bandas
rebeldes) en Venancio, el joven protagonista, atrapado y defendiéndose.
Las escena de sitio y defensa tienen fuerza narrativa y verosimilitud.
Pero también concisión. Era una situación interesante, con conflicto,
emoción, acción y realismo. Tal vez debió aprovecharla más. Liberado el
puesto, vuelve a describir acciones bélicas en Tenin y Tiugsá para
acabar con las Navidades en Sidi Ifni y la paz.
|