Fuente: El Faro de Ceuta
El compañerismo militar conduce a unos sentimientos que hermanan,
formando una especie de gran familia. Cualquier soldado no duda jamás en
socorrer a su jefe inmediato, aun arriesgando su propia vida y, por el
contrario, cualquier mando haría lo mismo por auxiliar a sus
subordinados.
Hay quien cree que el compañerismo militar, sólo
es entre los mandos del mismo empleo, y esto es una gran equivocación.
La realidad es que cualquier soldado no duda jamás en socorrer a su jefe
inmediato, aun arriesgando su propia vida y, por el contrario,
cualquier mando haría lo mismo por auxiliar a sus subordinados. Ejemplo
los hay a miles, ahí está el gesto de aquel teniente de Caballería, en
una clase teórica ante un grupo de soldados, sobre el manejo de una
granada. Dicho teniente, al darse cuenta de que se había activado el
detonador, salió corriendo al exterior apretando la granada entre su
vientre, explosionando la misma, muriendo dicho oficial en el acto, pero
sus soldados quedaron ilesos.
El entonces teniente Emilio Atienza Vega y su
esposa Conchita Rodríguez Santafé
depositando el ramo de novia en la
tumba de un soldado de Tiradores.
El cariño mutuo de jefes y soldados
No
cabe dude que el estar alejados a casi 2.000 km de sus hogares, como
sucedía en aquellas inhóspitas tierras de Ifni-Sáhara, en este caso
referente a los Tiradores de Ifni, provocaba esa situación.
A pesar de la dureza en aquellas tierras de Ifni, y lo más grave, en
los meses de guerra de 1957/58, aquellos jóvenes soldados sabían valorar
a sus jefes por el humanitario trato, a los que consideraban como a sus
padres. No obstante, puede que hubiese alguna excepción, pero la gran
mayoría, y a los hechos me remito, sentían un gran cariño por sus jefes.
Iglesia de la Santa Cruz de Ifni donde el entonces teniente Emilio Atienza Vega y
su esposa Conchita Rodríguez Santafé contrajeron matrimonio.
El
entonces coronel-jefe del Grupo de Tiradores de Ifni, Guillermo
Rodríguez González, con ocasión de enviar la Cruz Roja al Mérito Militar
a un soldado de su Grupo ya licenciado, Ramón Martí Monterde, así se
expresaba dicho oficial en una carta: “mi querido tirador: por fin te
puedo mandar la Cruz del Mérito Militar, que te han concedido por tus
méritos y comportamiento durante la agresión del enemigo al territorio,
para que puedas lucirla con orgullo sobre tu pecho. En la vida civil
sigue el mismo camino de honradez y compañerismo, amistad para todos tus
paisanos y convecinos, educa a tus hijos en un hogar cristiano e
incúlcales las virtudes morales. Para tus padres y familia, mi más
cordial enhorabuena, por tener un hijo fiel cumplidor de su deber con la
Patria. Sabes que aquí, al marcharte, dejaste una casa y unos hermanos
que te recuerdan con cariño. En el nombre de todos ellos y el mío
propio, te envía un fuerte abrazo tu coronel”.
No hace falta ser un intelectual para comprender que a esto no se le puede añadir nada.
Hay
otro hecho muy conmovedor de un soldado de Tiradores herido en combate,
cuyo extracto de una carta dirigida a su coronel así dice: “Hospital
Militar de Las Palmas, de un Tirador herido en combate. Mi respetado
coronel: le dirijo estas líneas para hacerle llegar a su conocimiento,
el deseo manifestado por el personal de Tropa ingresado en este hospital
para hacerle saber la manifestación intensa por todos el ver la
merecida serie de atenciones en lo que a asistencia médica se refiere.
Así como las múltiples muestras de afecto de la población civil de Las
Palmas. Nos sentimos orgullosos de nuestros mandos, por los que sentimos
verdadera admiración y orgullosos de pertenecer al Grupo de Tiradores
de Ifni. Mi coronel, quiero transmitirle el sentir de todos los soldados
nuestro aprecio y cariño. Con el mayor respeto a sus órdenes. Juan A.
Viader de Jesús. Soldado de Tiradores”.
El ramo de novia sobre la tumba de un soldado
El
prestigioso periodista e historiador Ramiro Santamaría Quesada, en su
libro sobre la Campaña de Ifni-Sáhara, relatando los hechos de armas de
manera certera así escribe: “la tarea del periodista es contar, escribir
y, sobre todo, ajustándose a la verdad, y especialmente haciéndolo sin
dramatismo ni gestos histriónicos”. Y me refiero a este texto porque,
sobre esta guerra tan ignorada y olvidada, hay contadas ocasiones que
individuos que se visten con el ropaje de historiadores narran verdades a
medias y casi siempre con enorme rencor hacia el anterior Régimen, y
hay que admitir que nadie niega que hubo errores, fallos y falta de
medios, pero todo eso lo engrandece el heroísmo, el sacrificio y el
valor de aquellos miles de jóvenes soldados de reemplazo que dejaron en
aquellas tierras sangre, sudor y lágrimas.
Emilio Atienza Vega.
En 1957 el entonces
teniente de Tiradores (hoy coronel) Emilio Atienza Vega y su esposa,
Conchita Rodríguez Santafé, hija del coronel-jefe del Grupo de
Tiradores, Guillermo Rodríguez González, en el mes de diciembre de 1957,
contraían matrimonio en la Iglesia de la Santa Cruz de Ifni. Aquellos
novios con el bello y hermoso gesto que protagonizaron nada más
finalizar la ceremonia del enlace matrimonial se ganaron el título de
una gran mujer y un gran hombre.
Aquella relación de noviazgo acabó fijando fecha y hora para el
enlacie matrimonial, y cumplidos todos los tramites oficiales y
religiosos, una ceremonia que contó con una gran participación de
compañeros y amigos, tanto del teniente Atienza Vega como de su
prometida, Conchita Rodríguez, que con un hermoso traje largo blanco la
novia y su ya esposo, con el uniforme de gala y distintivo de Tiradores
de Ifni, salían de la Iglesia ante los aplausos de todo aquel gentío
como ya marido y mujer.
Pero el bello gesto que honra a esta
pareja de marido y mujer, Conchi Rodríguez Santafé y Emilio Atienza
Vega, ambos caminando se fueron hasta el cementerio de Ifni, y en un
acto lleno de emoción depositaron el ramo de novia ante la tumba de un
soldado de Tiradores muerto en combate.
Para entender este
gesto tan ejemplar y humano la explicación es esta: “de todas las
virtudes militares, ésta del compañerismo es una de las más ignoradas y
no siempre bien entendida. El compañerismo militar conduce a unos
sentimientos que los hermana formando una especie de gran familia y es
en el Ejército donde brilla con más intensidad que en cualquier otra
comunidad o asociación”.
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